PATOLÍN Y JUANCITO (Aunque ya no estén). (12)
Aparecen los tríos y viene bien continuarlos. Me afirmo en la idea de escarmentar a una Dómina y presumiblemente, a su sumiso..
La verga me palpitaba dentro del culito de Ezequiel, me di cuenta que me había recalentado cuando lo traje caminando y ensartado y en ese momento mirando su culito ensartado tenía ganas de traspasarlo a pijazos, era tentador y se aguantaba para no quejarse, pero tampoco era cuestión de lastimarlo en su interior y me moví entrando y saliendo con un ritmo apaciguado.
Tuve que decirle a Cristian que me pusiera más crema porque el esfínter parecía que se salía de su culito cuando yo sacaba un poco la pija, estaba muy estrecho y con más crema pude sacar la verga del todo para ver el agujero abierto que rápidamente comenzó a cerrarse. Cristian miraba fascinado el culito de Ezequiel y me preguntó: “¿A mí también me queda tan abierto el culito?” y agregó asombrado: “¡Mirá, mirá, se le cierra rápido!”.
El recién cogido no decía nada, sólo aceptaba, vi que se tocaba el pitito parado y se me ocurrió algo, para eso le dije a Ezequiel que se subiera a la cama y se pusiera en cuatro. Lo hizo sin chistar y le indiqué a Cristian que se pusiera atrás y lo cogiera. Los ojos le brillaron y no tardó en ponerse con el pitito apuntando al agujerito ya casi cerrado. “¿Ahora me va a coger Cristian?, -preguntó Ezequiel-. Le dije que sí y que no podría negarse, “bueno, está bien que me coja, ese pitito no me va a doler tanto”, -expresó-.
Los diez centímetros del pitito de Cristian entraron en el culito de Ezequiel y yo me puse detrás del primero, que supo enseguida que le tocaba a él. Un poco de crema y el glande encontró enseguida el camino del recto del putito más “veterano”. Se quejó cuando mi verga entró hasta el fondo, pero el dolor se amortiguó con el placer de cogerse al amigo, para mejor, no me apoyé en él y lo tomé fuerte de las caderas para que siguiera mis movimientos y adoptara el mismo ritmo al entrar y salir de Ezequiel.
Por lo menos una vez estoy seguro que terminó, las contracciones de su recto lo denunciaban, pero no cejó en sus movimientos, yo tuve que salir porque estuve a punto de terminar y quería hacerlo en la boca de Ezequiel. Cristian seguía machacando, el cogido pedía más con el “dale, dale” y luego de limpiarme un poco con la punta de la sábana le hice torcer la cabeza a Ezequiel y le comencé a meter la verga en la boca.
Él solo se acomodó para mamar mejor, aunque no esperó nunca que tomara su cabeza y se la enterrara hasta la garganta. “Chupala toda y aguantá”, -le decía tirándole del cabello-. Tenía el rostro congestionado y las lágrimas le caían por el costado de los ojos, pero no emitía quejido alguno y más gusto me daba cogerlo por la boca.
Es cierto que la metía y la sacaba, no dejaba que se ahogara o se quedara sin aire, hasta que la dejé por la mitad y le pedí que se tragara todo, no pudo, algo se le escapó por la nariz y por la comisura, pero el otro vicioso se le tiró encima, lo dio vuelta y lo besó chupándole toda la cara, algo que a ninguno de los dos le desagradó.
“Tenemos que limpiársela”, -dijo Cristian y se pusieron ambos a la tarea-. Claro que ver a esos dos putitos lamerme y limpiarme la verga actuó como aliciente para que tomara consistencia nuevamente. Con la verga a full y con los dos expectantes y mirándome, se me ocurrió ponerlos en el borde de la cama y comencé a alternar en uno y otro culito. Cristian se quejaba con cada pijazo, pero Ezequiel aguantaba como si se hubiera acostumbrado al dolor o estuviera predestinado a aguantar, al final el premio se lo llevó el culito del “veterano” Cristian.
Los dejé a los dos que se fueran abrazados a bañarse y los seguí, aunque con más ganas de quedarme a dormir que otra cosa. Me quedé sentado en el inodoro viendo como jugaban, se tocaban y se besaban, pero yo estaba intrigado por el aguante de Ezequiel ante el dolor, seguro que era su primera vez y, sin embargo, aunque el dolor de la penetración lo sentía, no se quejaba, lo mismo pasó cuando le cogí la boca y me hice a la idea de preguntarle. Cristian me pidió de irse antes porque Sofía le pidió que volviera rápido debido a que en la casa estaba una tía que había venido a saludarlo y aproveché para que Ezequiel me contara lo de su madre, comenzó con algunas reticencias, pero lo escuchado me puso los pelos de punta.
Si se portaba mal o la hacía enojar, la madre lo castigaba con una paleta que no dejaba marcas y si lloraba o se quejaba, duplicaba el castigo, “también me pone unas pincitas en la puntita de mis tetitas y me las deja puestas, tengo que andar con eso en casa y si me ve que me duele, me aprieta y me hace doler más, si lloro es peor”. Decididamente, a esa hija de puta debía darle un escarmiento, iba a hacer que pidiera por la madre y tenía que buscar la manera de hacerlo sin que supiera que era yo. Entendí porque el nene aceptaba las caricias entregándose a ellas, era evidente que la madre no se las daba nunca y estaba claro que las necesitaba.
Le di luego todas las recomendaciones para que no contara lo que sucedía en casa y me lo aseguró cruzando sus dedos y besándoselos, además, en ese interín le prodigué un montón de caricias que, lejos de ser sexuales, lo hicieron sentir bien, copió después unos ejercicios y se fue todo modosito con la señora que vino a buscarlo.
Era raro lo que me sucedía con Ezequiel, me daba pena que lo trataran así, pero su sumisión y su aguante provocaban que tuviera ganas de penetrarlo con ganas y empleando un poco de violencia. Era distinto a Andrés, con éste era porque le gustaba sentir el rigor en las cogidas, en cambio con Ezequiel las ganas de aplicar la rudeza estaban dadas porque él aguantaría y aceptaría lo que fuera a sabiendas de que no debía quejarse.
La tarde fue tranquila en el negocio, mi mamá lo pasó en la Clínica con mi hermano, mi padre se ocupó del depósito y yo de la caja, salvo cuando hubo que hacer un par de entregas y rotamos los lugares. A media tarde me tomé un rato porque tenía ganas de comprar algo que me vendría bien para algunos de mis futuros “encuentros”. Me fui a comprar una cámara filmadora, era chiquita, gris y podía fijarse a un lugar o usarse manualmente, la nitidez, respecto a la cámara de fotos era notable.
Hoy en día es todo de mayor calidad, incluso se puede filmar con los celulares y a cuál mejor, pero en ese entonces las computadoras y el Internet se usaban por medio de las líneas telefónicas fijas, los celulares apenas si se conocían y con cámaras ni hablar, las películas pornográficas eran difíciles de conseguir eran en 8 mm y había que tener el proyector para verlas. Como sea, compré una video-filmadora que trataría de usar con Sofía y Cristian.
Mi padre cerró el negocio temprano porque no se sentía bien, estaba demacrado y era indudable que lo sucedido con mi hermano lo había afectado anímica y físicamente, se fue para la casa, no quiso que lo acompañara y como en el departamento no había comida para la cena, me fui a un bar que solíamos frecuentar los chicos y chicas de la barra, allí podría cenar una de esas súper hamburguesas con jamón, huevos fritos y carne de primera.
Era lunes y no había mucha gente, el lugar se solía llenar los viernes, sábados y domingos porque era el sitio obligado pre y pos confitería bailable. Saludé a algunos conocidos y me ubiqué en una mesa apartada para devorar la hamburguesa, la estaba terminando y me saludaron tocándome el hombro, era Gabriel, un compañero del colegio que había abandonado los estudios el último año, era repetidor y mayor que yo.
Yo sabía que andaba en malos pasos con el hermano que ya tenía varias entradas por robos y no sé qué otras “yerbas”, pero, conmigo tenía una relación especial. El año anterior me había metido en una trifulca cuando se peleaba con tres tipos a la salida de una confitería bailable, me costó un ojo negro y una remera nueva rota, pero le dimos flor de paliza a los tres bravucones, también lo había ayudado con algo de dinero cuando el hermano estuvo detenido y me tenía en una estima que no le daba a cualquiera.
- “Hola Javi, ¿qué raro vos que andás solo por acá?, -preguntó riendo y sentándose a mi lado-.
- Hola Gabi, salí a comer algo, estoy podrido de estar encerrado.
- ¿Te tiene cagando tu viejo con el negocio?
- No, pero andar de un lado al otro te cansa y no me interesa salir tanto.
- Contame a mí, jajaja, digo que me cuentes porque yo de trabajar, no sé nada de nada, jajaja.
- ¿Seguís con “tus negocios”?
- Más o menos, ahora estamos “legales”, mi hermano consiguió meterse con un Político y le hacemos de “culatas”, bah, de guardaespaldas y la Policía no nos jode más.
- Me alegro por ustedes dos, por lo menos no andan “perseguidos”.
- El tipo nos paga bien, pero “la sangre tira”, siempre aparece algún “trabajito extra”.
- No podés con tu genio, igual cuidate.
- Tranqui, no hay drama, ¿cómo anda tu hermano?
- ¿Te enteraste?…
- ¿De qué lo quisieron afanar a tu viejo y se le cayó una estantería encima y lo llevaron al hospital?, sí, me enteré.
- ¡Mierda, como corren las noticias!…
- Tu hermano es un boludo “drogón” y anda con “El Moncho” que aparte de “drogón” es un “bocón”, él fue el que contó lo que pasó, estábamos jugando al billar y se dio un par de “toques”, después habló hasta por los codos, dijo que no habían podido llevarse los dólares y él se había escapado con la moto.
- Ya lo voy a agarrar al “Moncho”, lo dejó tirado y herido, casi se muere, eso es de hijo de puta.
- Javi, vos sos mi amigo y un tipo de “fierro” que sabe mantener la boca cerrada, ¿querés que lo “atienda” yo?, es sin compromiso.
- No, voy a dejar pasar un tiempo, pero me interesaría saber si tenés a alguien de confianza para hacer un “trabajo” con una mujer, -se me ocurrió en el momento y pensé en Amanda–.
- Pará, pará, ¿querés hacer “cagar” a alguien?, -preguntó interesado y pidió un cortado y un whisky en las rocas-.
- Matarla no, resulta que la “mina” la va de sádica y se le fue la mano con alguien conocido, ahora me gustaría tenerla atada en una cama y con los ojos vendados para pagarle con la misma moneda y hacerla pedir por la madre, -se lo conté sin problemas porque Gabriel sabía mantener la boca cerrada-.
- ¿Hay “moneda” en ese tema?
- Depende lo que me salga, algo puedo pagar.
- Dinero tuyo no, boludo, la mina, ¿tiene algo la “mina” que pueda servir para la “reventa”?
- Tiene buen pasar, estimo que algo de efectivo y joyas debe tener y algo más debe haber en la casa.
- Listo, ya está, lo hacemos mi hermano y yo, le sacamos todo lo que podamos y te la dejamos atada y vendada, hasta cogida te la podemos dejar, después hacé vos lo que quieras con ella. Decime cuando querés hacerlo.
- Dejame ver, en todo caso te aviso y quedamos de acuerdo con el día.
No daba para seguir hablando, él aceptó que lo llamara, pagué las consumiciones, me despedí y me fui para mi casa, ya tenía solucionado el tema del escarmiento para la madre de Ezequiel, a la muy hija de puta no le iban a quedar más ganas de hacerse la “Dómina” con ninguna persona más. Caminaba para mi domicilio y me puse a pensar en si hacía bien o no con lo que pretendía hacer, por un lado, estaba recaliente imaginando todo lo que podría hacerle a esa reventada y por el otro tenía muchos temores. Llegado a casa me calmé, tenía que pensarlo bien y tiempo suficiente para arrepentirme, de hecho, todavía no le había dado los datos a Gabriel, ya vería.
Me fui a dormir imaginando a Amanda desnuda, atada en la cama, la boca y los ojos tapados, boca abajo, con un tremendo consolador en el culo, pidiendo a gritos por la madre y que no la lastimara. Descansé bien y me desperté cuando escuché que se abría la puerta interior, “hola bebé, te extrañé, tu padre me dejó en la puerta y se fue a la Clínica”, -dijo mi madre mientras se desnudaba y se acercaba a la cama.
Me destapé y me saqué enseguida el bóxer, mi verga estaba a full, verla cuando se sacaba la ropa me puso a mil y la completó cuando se tiró encima, apretó sus tetas en mi pecho y me comió la boca con algo de desesperación. Nos prendimos los dos en un beso interminable y cuando dejó mi boca comenzó a descender por mi pecho, besaba y lamía mi piel y se la notaba recaliente, propio de una hembra en celo.
No tardó mucho en llegar a mi entrepierna y me miró con cara de deseo, yo quería acariciar su espalda y me senté en la cama apoyándome en el respaldo, sentí cuando escupió en mi glande y se tragó la verga en su totalidad gimiendo por las caricias que le prodigaban mis manos a su piel tersa. Se movía como con escalofríos cuando me apropié de una de sus tetas y la acaricié apretando su pezón endurecido.
“Dejame a mí bebé”, -pidió cuando mi verga comenzó a latir y la sacó de su boca arrodillándose a los costados de mis piernas-. Se sentó llevando ella la verga con la mano y comenzó a penetrarse, parecía poseída y acercó mi cabeza a sus tetas para que las mamara, algo que me encantaba y me prendí alternando una y otra. Se quejó cuando el glande llegó a su útero, pero no cesó en sus movimientos y por éstos tuve que esforzarme para aguantar mi acabada.
El orgasmo la asaltó y se contorsionó tensionando todos sus músculos, tampoco sé cómo hice para aguantar cuando apretó mi verga incrustada en su interior. Me abrazó fuerte, me volvió a besar mientras se recuperaba y me dijo luego al oído: “Quiero que me rompas el culito, me gusta más estar en cuatro, pero si querés me la meto sentada”. Tener su culo en primer plano y ver como mi verga se perdía en su agujero me gustaba más y le dije que se pusiera en cuatro.
Me gustaba logar que se desmadejara y cuando se aprontó a recibir el vergazo en su culo, estampé mi boca allí, “¡ayyy, por Dios!, -exclamó- y pretendió aflojarse para gozar de la chupada y lamida de culo (me gusta más así que llamarlo “beso negro”). El tema de que se aflojara para gozar resultó una utopía, mi lengua se había puesto loca lamiendo y penetrando, abrazado a sus caderas y muslos pasé mi lengua desorbitada por su asterisco dilatado lo que le provocó un orgasmo casi impensado y se tensionó uniendo contracciones y temblores.
No aflojé tratando de mantenerla con su placer en lo alto y lo único que escuchaba eran gemidos y frases inconexas, entonces cambié la posición y fue el glande el que entró sin detenerse, fue de una y hasta el fondo, pero no fue violento porque ya antes había lastimado algo allí adentro y no quería que se sintiera mal. La sintió, vaya si la sintió cuando entré, pero se había vuelto adicta a la rotura de culo provocada por su hijo y pronto pidió más.
Aflojó las rodillas y dejó caer su cuerpo despacio, “no salgas, así te siento más profundo”, -me dijo con voz ronca- y allí me desaté, no mucho, pero si lo suficiente como para que gozara moviendo las caderas y se le escapara algún tipo de sollozo de placer. No sé si tuvo algún orgasmo más, estaba todo muy mezclado, lo que sí es seguro es que yo le llené las tripas de leche y ella ahogó su grito placentero en la almohada.
Descansamos un ratito así y tuve que salir rápido de ella, sentí su quejido porque aún no me había “desinflado” del todo, pero mis ganas de orinar pudieron más, mi vejiga hinchada se alivió cuando me senté en el inodoro y detrás de mí entró mi mamá…
- Vine con tantas ganas que no pensé en que recién te despertabas, ni tiempo a ir al baño te di.
- ¿Cómo es que viniste tan temprano?
- Le dije a tu padre que me trajera antes porque tenía que ordenar los pedidos y él aprovechó para ir a la Clínica. Me doy un baño rápido y enseguida abro el negocio, ¿te querés bañar conmigo?
- No, me pone loquito verte desnuda y con el agua corriendo por tu cuerpo, si entro ahí, no salimos hasta el mediodía.
- Ay bebé, me encanta que te calientes con mami, me ponés loca como mujer y como hembra. Enseguida termino, me seco, me cambio y voy a abrir, vos desayuná tranquilo, te traje un termo con café con leche y panqueques con dulce.
Me saludó con un beso antes de salir por la puerta interior y yo estaba desayunando como si fuera el último día, me gustaban mucho esos panqueques medio duritos con dulce, los había copiado de un desayuno yanqui que vio en una serie y cada dos por tres me los hacía. Yo comía pensando que ese día era martes y, seguramente, Sofía me estaría esperando para cogernos a Cristian, ya vería como me escapaba, por lo pronto, tuve que ponerme un slip ajustado para que no se notara tanto el bulto semi erecto, estaba para meterla dónde fuera.
El trabajo de reparto no era mucho y preparé los pedidos rápido, luego lo mandé al empleado con la moto, llené parte de las estanterías y le avisé a mi madre que saldría unas dos horas porque tenía que hacer una averiguación relacionada con la universidad, no me puso problemas y pasé por casa para avisarle a Sofía por teléfono que estaba yendo.
Me recibió y me hizo pasar rápido, estaba vestida solamente con un camisón corto semi transparente y luego de darme un regio beso me condujo a la habitación diciendo que me estaban esperando. “Le dije que ibas a venir a cogerlo y no me puso ningún -pero-”, -agregó-… “Hola Javi”, -me saludó Cristian que estaba sobre la cama y vestía un pequeño slip con dibujitos-. “Hola Cristian, me dijo Sofía que vos sabés dar lindos besos, ¿te animás?”, -se lo dije para que se largara porque ganas tenía y el pillo no quería denunciarse ante Sofía-.
Se prendió enseguida a mi boca y se movía gimiendo mientras yo le apretaba las nalgas, Sofía no perdió tiempo y me comenzó a sacar el jeans y el slip, no terminó de hacerlo pues se prendió a mi verga erecta y se la tragó sin más, se le hizo fácil y tenía predilección por eso. “Tengo lubricante, meteme de a dos dedos”, -pidió Cristian hablándome al oído-, efectivamente, enseguida me di cuenta que el lubricante íntimo que había comprado Sofía funcionaba mejor que la crema y perdí dos dedos en su culito hambriento.
Luego de mamarte un rato “la pervertida” me dijo que me tirara en la cama para que ellos dos se ocuparan de mí, “Cristian quiere probar una verga de adulto y está de acuerdo en que seas vos”, -me dijo mientras el nene bajaba los ojos y ponía cara de inocente-.
- Sofía me mete el “coso” que compró y me duele, ¿vos me vas a hacer doler?, -acotó disimulando a la perfección-.
- Te prometo que lo voy a hacer despacio, algo te va a doler, pero tendrás que aguantar.
- Tené cuidado, por favor, tengo miedo de que lo rompas todo, yo ya sé lo que se siente cuando hacés un culo, -agregó Sofía-.
La madrastra se mostraba un tanto preocupada y se asombró viendo como el nene se tragaba mi verga haciendo arcadas o, por lo menos, disimulando que las tenía pues en casa se la tragaba sin problemas. “Vamos a hacerlo los dos juntos”, -le dijo y acercó ella también su cabeza a mi entrepierna, logrando alternarse en las mamadas. Yo miraba el hermoso culo de Sofía y el no menos hermoso de mi alumno y tenía que pensar en cualquier burrada para no terminar reventando como un sapo.
“Empezá vos Sofía, así no siente tanto la mía”, -le dije- y no tardó en ponerse el strapón que, efectivamente, no era del tamaño de mi verga, pero era para respetar. Le fue metiendo despacio el plástico y Cristian se quejaba tenuemente, aunque su mirada de pícaro indicaba otra cosa y me senté frente a él con las piernas abiertas para que usara su boca y vaya que la usó.
Cambió quejidos por gemidos cuando tuvo todo el consolador en su culito y se tragó mi verga por completo, la cara de Sofía era de sorpresa al ver lo que hacía Cristian y comenzó a moverse, aunque con un ritmo desparejo. Era lógico que lo hiciera así, las mujeres no saben mucho de moverse al penetrar un culo. Volví a aguantar mi orgasmo y sabía que después de esto aguantaría un poco más, entonces le dije que haríamos un “trencito”.
Ella estaba ensimismada en su cogida al culito del nene y, aunque sabía lo que pasaría al ubicarme detrás, recién tomó plena conciencia cuando mi verga penetró su esfínter y se deslizó por lo liso de su conducto. La aguanté por las caderas después de escuchar su grito por el dolor de la penetración, por un lado, para evitar que aplastara a su hijastro y, por el otro, concentrarme en aguantar la risa por la pregunta que le hizo Cristian: “¿Te duele mucho cuando te la meten por el culito?”, ella no atinó a contestar nada.
Es strapón era para lesbianas y tenía una ventaja para ellas, una pequeña protuberancia ingresaba dentro de su vagina y otra tocaba su clítoris cuando ella empujaba, a ello se les sumaron mis movimientos de entradas y salidas, profundos, pero no violentos y llegó un momento en que no aguantó y estalló en un orgasmo descomunal que se trasladó a Cristian quien gritó, “mi pito, mi pito” y dejó escapar una serie de gotitas sobre las sábanas.
“¡Ufff, me mataste, metésela al putito, parece que el strapón no le alcanza, ya veremos si le duele o no un pijazo de los tuyos”, -expresó como gozando por anticipado que el nene no aguantaría la misma verga que ella había tenido en su culo hacía instantes-. Quería ver cómo le entraba y lo puse de espaldas levantando sus piernas, Sofía se arrodilló para no aplastarlo y puso su cuerpo invertido para “comerse” su pitito y huevitos incluidos, así, en esa posición, quedó con sus ojos fijos en mi glande y el ano de Cristian.
Yo sabía que el culito de Cristian se la podía “tragar” de una y como a las apuradas, a lo sumo emitiría un par de quejidos que enseguida se convertían en gemidos de placer, pero no había que demostrar nada de eso y entré lo más despacio que pude. Las quejas que el nene emitía no eran disimuladas, siempre la sentía al penetrarlo, pero el placer al tener el pitito en la boca de Sofía pasaba todo por alto y ella también alzó la voz con un placer indisimulado, “seguí mi ángel, seguí, no puedo creer que te entre esa verga, pero tu mano en mi conchita me está haciendo delirar”, -expresó con los ojos en blanco-.
Que el nene tratara de mover las caderas disfrutando de la verga que tenía incrustada en lo más profundo desquició un poco a Sofía que pidió que le diera con ganas, “se la aguanta, se la aguanta bien, rompele el culito y después dame a mí, quiero sentirla de nuevo”, -pedía elevando la voz-. Ya casi no aguantaba, mis huevos pedían a gritos una descarga y se la saqué dejándolo abierto, “pobrecito, mirá como le quedó, yo lo ayudo a cerrarlo”, -expresó-.
Tras cartón adelantó la cabeza para lamer el orificio dilatado, groseramente dilatado y me encantó ver que los dos gemían casi al unísono. Uno porque sentía las lamidas a su culito abierto y otra porque, recién allí lo pude ver, gozaba con la mano infantil metida completamente en su vagina. Corté su placer para cambiarlo por otro y los hice colocar al borde de la cama, lo hicieron enseguida y alterné en mis entradas en uno y otro culito.
En un momento Sofía emitió un gemido de placer altísimo porque tenía la verga profundamente metida en su ano y Cristian metió la cabeza debajo de su cuerpo para prenderse como ternero hambriento a una de sus tetas, el orgasmo de la madrastra era para filmarlo y recordé que ni siquiera había puesto la máquina en funcionamiento, no importó tanto, las tripas de Cristian recibieron mi descarga y me apretó fuerte la verga por sus propias contracciones, su pitito había vuelto a descargar las famosas gotitas sobre el borde de la cama.
Después de que descansamos un rato, nos fuimos a bañar los tres juntos y compitieron para ver quien tragaba mejor mi verga haciendo que sus narices se estrellaran en mi pelvis, pero, en realidad, aquí no hubo vencido, salvo yo por supuesto que regué sus caras sin poderme contener y se me aflojaron las piernas.
Todavía quedó un resto pues, cuando vi a Cristian que metía la cabeza en la entrepierna de Sofía dejando su culito a disposición y ésta gritaba, “por fin, por fin me la chupás como a mí me gusta”, usé mi verga morcillona, la apreté un poco y se la volví a meter provocando nuevos gemidos de placer de mi putito preferido. No llegué a terminar, pero la imagen del nene chupando, la de Sofía pidiendo más y el culito que se movía recibiendo mi “pedazo”, no la podré olvidar jamás.
- Lo voy a ir a buscar todos los días y quiero estar cuando lo cojas, -pidió cuando nos cambiábamos estando solos-.
- Eso no podrá ser siempre, no te olvides que también hay otro alumno en el mismo horario.
- Es verdad, lo había olvidado, el hijo de la puta que lo humilla a mi marido.
- No digas así, en todo caso, ¿no será tu marido el que se deja humillar porque le gusta?
- Creo que tenés razón, en casa se hace el malo y con ella parece un perrito faldero. Varias veces le he visto marcas y creo que lo usa de esclavo, si pudiera comprobarlo me divorcio y lo dejo en la calle.
- En una de esas no supiste buscar las oportunidades, habría que buscar la manera de joderlo y encontrar pruebas.
- Si me ayudás en eso me convierto en tu esclava al cien por cien.
- No necesito una esclava, sólo quiero que estés cuando te llame y me seas fiel, de lo contrario conocerás al Javier malo.
- Hecho, confiá en mí, ¿qué hay de eso que me dijiste sobre otra mujer?
- El jueves, lo podemos hacer el jueves, andá a mi casa a las nueve de la noche y trataremos de pasarlo bien, -le contesté-.
- El culito me está ardiendo un poco, pero la aguanté toda y me gustó mucho, ¿Cuándo me vas a coger de nuevo?, -acotó Cristian entrando en la habitación-.
Sofía se ocupó de aplicarle una pomada y le dije que en la tarde no fuera para casa, que ya veríamos cuando nos podíamos juntar nuevamente porque en casa no podíamos por la presencia de Ezequiel, lo aceptó, pero sólo yo me di cuenta de la mirada pícara que me dirigió. Me fui de la casa de Sofía pensando en cómo podía hacer para ayudarla a cagarle la vida al marido y castigar a Amanda. Ya se vería, la cabeza me caminaba a mil.
Cuando llegué a casa mi madre se estaba yendo y la saludé con un beso, allí me dijo que no sabía si podía venir más temprano a la tarde porque se iba a la Clínica, le contesté que se quedara tranquila, que, de última, yo abría el negocio y se fue tranquila. Comí algo y a las trece horas llegó Amanda con Ezequiel, ella estaba apurada, dejó al nene y se fue sin darme ninguna otra explicación. Ni problemas que me hice mi cabeza con neuronas y la otra estaban deseando otro culito infantil y Ezequiel me miraba con ganas, más al saber que no vendría Cristian.
- ¿Querés que me saque el pantaloncito para sentarme arriba tuyo?, -preguntó luego de darme un rico beso de lengua y con evidentes ganas de ser penetrado-.
- No, quiero que te desnudes mientras te miro y después nos vamos a la cama.
Ver cuando se sacaba la ropa y se relamía los labios me puso a mil, para mejor, cuando se sacó el pantaloncito lo hizo agachándose y apuntándome con el culito parado. Sus nalgas mullidas eran hermosas y no dudó cuando le pedí que se agachara y me mostrara el agujerito que pronto sería profanado. “Tu pija es grandota y me duele, pero me encanta cuando me la metés, me gusta cuando entra hasta el fondo o te la chupo”. Me lo decía con toda la inocencia pintada en la cara, pero con ganas a flor de piel cuando se abría las nalgas con las manos.
El tema es que lo abracé con ganas y le acaricié sus nalgas, Ezequiel gemía ya totalmente entregado y lo puse boca abajo sobre la cama, le pedí que mantuviera las nalgas abiertas y cuando esperaba que le arrimara el glande usé mi boca y mi lengua en su agujerito. Se movió como si le hubiera aplicado un cable eléctrico y se fue relajando cuando yo trataba de meter la lengua buscando de dilatarlo y acariciaba y apretaba libremente sus dos nalgas con mis palmas, “sí Javi, sí, que rico”, -decía entusiasmado-.
Ayudaba mucho el aroma a jabón con esencia de limón que emanaba de su zanja y agujerito caliente, afirmado con mis manos sosteniendo sus caderas pensaba darme un atracón de culito, tenía una hora y media para enloquecerlo con mis lamidas y cogerlo a gusto.
GUILLEOS1 – Continuará. Se agradecen comentarios y valoraciones.
Como siempre impecable espero leer a la Dominatriz destrozada, por tus amigos y obviamente por vos👍