Pedro, mi escultura humana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sirpepe.
Espero no aburrirlos con esta introducción.
Siempre me ha llamado la atención el arte, cualquier tipo de arte, pero en especial la literatura. El arte erótico es un punto esencial en la literatura, en donde el lector logra obtener imágenes muy fuertes y efectivas que no solo afectan la menta, sino el cuerpo instantáneamente. Es por eso que amo la literatura.
Espero disfruten de esta historia así como cuando yo disfrute al escribirla.
Con amor: Sir Pepe
Pedro, mi propia escultura humana.
Esta experiencia ha sido una de las más extrañas y extravagantes que he vivido, casi pareciese no ser real, pero fue real. El día en el que convertí a un amigo en una obra de arte para su novia.
Antes de la literatura, prefería pintar (ya no puesto que nunca fui bueno en ello) y lo mejor que hice fue crear una pintura viva de Pedro. Pedro es un amigo mío de mi misma edad, en ese entonces yo tenía 18 y el 17. Es de piel muy blanca, cabello rubio, ojos azules, bastantes pecas en el cuerpo y de buena vista tanto delantera como trasera. Un día estaba en la escuela, tomando clases. Al terminar las clases me dirigí al salón de artísticas, hi me gustaba pasar un rato pintarrajeando cuadros y otras cosas, entonces entro Pedro.
-¿Qué haces Pepe?- Me dijo
-Nada, aquí nomas pasando el rato.- Le conteste y seguí con mis dibujos. Pedro se acercó a mí por la espalda y vio lo que estaba pintando (no recuerdo que era) –Pintas bien.- Me dijo dándome palmadas en la espala.
-Gracias.- Le conteste.
-¿Podrías hacerme un favor?- Me pregunta amablemente y con una sonrisa.
-Seguro, ¿Qué se te ofrece?- Pedro se pone colorado del rostro y entre titubeos me dice.
-Quiero que me pintes para mi novia.
-Sí, claro, ¿Cómo te gustaría a lápiz, oleo…?-
-No, nada de eso. Es algo, algo más…- Me dice sin verme a los ojos.
-Lo que quieras, no me negare.- Le digo sonriendo, Pedro me regresa la sonrisa y continúa.
-Quiero que pintes mi propio cuerpo. Y que dibujes un corazón en mi pecho, con as iniciales A y P.
-Oh, pintura corporal, nunca lo habia echo pero bueno, lo que digas.- Le digo sin morbo alguno.- Puedes quitarte la playera y ponerla por ahí.- Le digo señalando un sillón. Pero Pedro no se mueve.
-¿Qué sucede? ¿Te da pena?- Le pregunto.- Si no quieres no hay problema.
-No solo quiero el pecho, sino, todo el cuerpo, entero. Desnudo.
Al escuchar esto de Pedro, el morbo comienza a invadir mi mente, pero me controlo y le digo.
-Ok, un trabajo completo. Como gustes.- Le digo.
Pedro comenzó a quitarse la ropa, comenzando por la playera y los zapatos. Al quitarse la playera mire su torso desnudo, estaba tan güero y pecoso que parecía leche con puntitos naranjas. Sus pezones eran color rosa pálido, un rosa que molestaba la blancura de su piel. Al quitarse los pantalones dejo a la vista su trusa blanca en la que se notaba su bulto, bastante grandecito. Despues de esto, se puso más rojo aun y me miro con vergüenza.
-Tranquilo Pedro, si no quieres, no te lo quites.- Le digo tratando de tranquilizarlo. -¿Qué colores quieres?- Le pregunto.
-Como quieras, te lo dejo a tu criterio.- Me dice sonriendo.
Yo tomo un pincel y varios botes de pintura. Me acercó a él y le pregunto.
-¿Seguro que como yo quiera?
-Si como quieras, tu pintas bien, además cuando me vea mi novia se va a sorprender, de que me la tiro, me la tiro.- Me dice soltando una carcajada.
Tomo el color rojo, y remojo el pincel en él, luego dibujo la silueta de un corazón en el centro de su pecho. Luego con el color blanco comienzo a rellenar la figura. No puedo evitar sentirme algo extraño al estar haciendo esto, y creo que Pedro también sentía algo parecido, ya que notaba su respiración agitada. Su pecho subía y bajaba y notaba que algo ahí abajo en su trusa blanca se movía. Continúo con la pintura ahora de sus brazos. –Estira el brazo hacía en frente.- Le pido. Pedro lo hace y estira ambos brazos. Tomo el color dorado y comienzo a pintar los brazos del rubio, comenzando desde sus dedos, continuando por sus antebrazos, su bíceps, sus hombros y sus axilas. Todo dorado. Luego con una brocha más grande le paso algo más de dorado por la espalda pecosa, cuando llego casi hasta abajo, no puedo evitar mirar sus nalgas redonditas y bastante grandes, pareciesen ser de una chica. Terminando con la espalda paso la brocha por el resto del pecho que quedo despintado, más dorado. Luego bajo lentamente hasta su vientre, pintando sus cuadritos de dorado, parecían lingotes de oro. Sigo con sus piernas, desde sus pies comencé a subir con la pintura dorada hasta sus pantorrillas, luego las rodillas, los muslos y me detuve al comienzo de su trusa blanca. Debajo de esta trusa lograba notar una erección. Lo miro al rostro y se le pinta el rostro de rojo, me mira con vergüenza y preocupación, como esperando que yo le dijera que es un pervertido o un marión. Pero solo le sonrió y le digo.
-Está bien, es normal que pase esto, te toque varios unos en el cuerpo bastante sensibles.
-Quiero que también me lo pintes de dorado.- Me indica esbozando una sonrisa. Entonces Pedro se quita la trusa blanca dejando libre su enorme erección, que salió despedida como un resorte. Su verga era de unos 13 cm, muy bonita e incircuncisa, la base de su herramienta estaba rodeada de vellitos rubios despeinados, que notándolo bien, hacían un casi invisible caminito hasta su ombligo. Bajo su pene reposaban dos bolas de tamaño promedio, totalmente contraías hacia arriba por la erección, por lo cual formaban una esfera rosada perfecta bajo su pene.
-Comienza por atrás, no quiero eyacular aun.- ¿Eyacular aun? Pensé, sí, eso fue lo que Pedro me dijo, seguro que quería algo más que una simple pintura corporal. Comencé a calentarme.
Puse más pintura en la brocha y voltee de espaldas a Pedro, comencé a pintarle de dorado sus nalgas pecosas, lento muy lento, disfrutando cada centímetro de su blanca piel. Metía el pincel entre su raya profunda, de arriba abajo y viceversa. Luego, con una mano le tome la nalga derecha. Su piel era suave y lisa, como la de un bebe además de estar hirviendo. Comencé a abrir su trasero, su raya comenzó a disiparse como si se abrirá un telón, y en ese telón hubiera un gran espectáculo, el espectáculo fue su agujerito virgen. Rosado, pequeño, chiquito, diminuto, con algunos pelitos güeros a su al rededor. Con el pincel más delgado comencé a pintarle e agujero de dorado. Mi pene ya erecto emanaba pre que mojaba mi ropa interior. Era un tesoro dorado. Cuando termine con su culo Pedro se dio vuelta y puso su polla muy cerca de mi cara, ya emanaba pre, bastante pre-leche. Moje el pincel en el dorado y continúe con mi obra. Pinte sus bolas que ahora parecían esferas doradas. Seguí con el tronco de su verga, note cada centímetro, cada vena de su monstruo. Al llegar a la punta mire que como era incircunciso no se miraba su cabeza. -¿Puedo?- Le pregunte a Pedro, este solo afirmo con su cabeza. Con mi mano izquierda tome su herramienta, ¡estaba hirviendo y más dura que una roca! Con el pulgar y el índice de mi mano comencé a hacer hacia atrás su prepucio, dejando lentamente a la vista su capullo rosado, todo humedecido por el pre. Deje atrás mis pinturas tire el pincel, y comencé a manosearle su herramienta con ambas manos, comencé a masturbarlo. Pedro gemía y me indicaba que siguiera, que además de dorado, quería blanco, pero no de pintura, sino de semen, su semen. Al descubrir esto continúe con el favor, coloque la punta de su verga en mi boca y comencé a darle una mamada. Su sabor era saladito, además que le salía mucho pre de su verga. Algunas veces le lamia más allá de su cabeza y mi boca comenzó a teñirse de dorado. Con mis manos libres comencé a masajearle las nalgas, estábamos súper excitados.
Pedro gemía de placer, su pecho subía y bajaba fuertemente, sentí en mis manos que sus nalgas comenzaban a contraerse. Se estaba corriendo. Rápidamente saque su polla de mi boca y comencé a masturbarlo fuertemente apuntando hacia su abdomen para que se llenara de leche. Cuál fue mi sorpresa que no solo le llego al abdomen, los chorros de Pedro le llegaban hasta el pecho, uno de los muchos que lanzo inclusive termino en su mejilla. Sí que tenía una buena carga el güero. Me levante lentamente, observando los chorros de lefa en el cuerpo de Pedro.
-Listo.- Le dije con una sonrisa.
-No aun no está listo.- Me dijo el mientras tomaba enormes bocanadas de aire.- Falta la parte de atrás. Entonces al decirme esto Pedro se volteo y se inclinó levemente hacia adelante mientras que se abría las nalgas con sus manos dejándome ver su pequeño agujero.
-¿Seguro?- Le pregunte.
-Sí, yo ya no poder sacar más leche hasta despues de un rato, así que ahora te toca a ti pintarme con tus mecos toda mi espalda. Además, vi que te atraía mi culo, así que seguro que si me la metes te echaras una corrida bastante pesada.
Pedro quería que me lo cogiera, quería que le metiera mi pene por su culo. Así lo hice. Me quite el pantalón y los boxers dejando al aire mi pene que pedía a gritos penetrar el agujero virgen del güero. Me coloque detrás de pedro y puse la cabeza de mi pene en la entrada trasera de Pedro. Ahí estando tan cerca sentí el calor de su cuerpo y no pude contenerme más. Lentamente comencé a forcejear en su entradita. Estaba muy chica y apretada, pareciese ser que solo un lápiz (y difícilmente) podría entrar por ahí. Pero no me rendí. Comencé a apretar más fuerte su entrada, con una mano empujaba mi pene y con la otra le abría las nalgas, pero no se podía, estaba demasiado apretado.
-Síguele, tiene que entrar a huevo.- Me dijo Pedro, luego con una mano comenzó a abrirse también el trasero, además que comenzó a empujar su cuerpo hacia atrás para ayudarme a entrar. Hasta que sentí que comenzó a ceder, cuando sentí que su agujero se abrió unos centímetros mas, aproveche y la metí toda de golpe. Pedro grito de dolor tan fuerte que temí que alguien aun en la escuela nos escuchara. Me detuve un momento, esperando que Pedro se acostumbrara a tener mí pene dentro de él.
-¿Estas bien, te dolió mucho?- Le pregunte.
-No importa, síguele.- Me indico apretando los ojos y los dientes. Yo muy obediente le seguí el juego. Comencé con el mete saca más caliente de mi vida. El interior de Pedro estaba muy apretado y caliente, su culo se contraía constantemente, por lo que sentía un placer aún más grande cada que se la metía o se la sacaba. Pedro gritaba fuertemente en cada embestida. -¡Puta madre, duele un chingo!- Gritaba, pero a mí no me importaba que nos descubrieran por sus gritos, su excitante agujero me tenía atrapado. Note como el pene del güero comenzó a ponerse duro de nuevo, y sin pedirle permiso se lo empecé a jalar rápidamente con una mano, mientras que con la otra le sobaba su culo de bebe, o le pellizcaba las tetitas, o me deleitaba con sus cuadros.
-¡Mierda me corro, me corro!- Comenzó a gritar Pedro mientras pegaba su espalda a mi cuerpo, pintando mi ropa de dorado. De una metida que le di hasta que mi vello púbico de pinto de dorado con sus nalgas, Pedro se corrió de nueva cuenta. Yo estire su cuerpo hacia atrás junto con el mío para que su lechita de hombre cayera una vez más en su torso desnudo. Sus chorros de leche salieron disparados y aterrizaron en su abdomen y en su pecho. No fueron tantos como la primera corrida, pero aun así fue bastante leche espesa. Cuando Pedro se vino yo saque mi pene de su culito y le llene sus nalgas doradas de mi esperma. No lance tantos como el, puesto que o solo le bañe las nalgas y él se pudo pintar todo su abdomen y su pecho. Cuando ambos acabamos Pedro se mantuvo de pie exhausto y me miro con una sonrisa sonrojado.
-¿Podrías llamarle a mi novia? Dile que le tengo una sorpresa.- Me dijo Pedro señalando su celular. Yo lo tome.
-Ah y Pepe… Muchas gracias por pintarme.- Me dijo Pedro con una gran sonrisa y apreciando su cuerpo dorado con rayas de leche blancas.
Esa no fue la única experiencia con Pedro, tuve otras mas, pero esas ya las contare en otra ocasión.
Chao, los quiere: Sir. Pepe
Art-Pepe
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