Pelos
Esta también es una vivencia. Continúo relatando cómo me daba placer al volverme adicto a la masturbación en mi adolescencia, gracias al entrena iento que me dio mi hermano y que ya he narrado..
Con el placer chaquetero que adquirí gracias al inolvidable entrenamiento que me había dado mi hermano Daniel, y cuando comencé la producción de semen, vino un beneficio adicional: me empezaron a salir pelos en todos lados.
Poco a poco apareció vello en las axilas, eran vellos planos, ondulados, largos, no precisamente negros, sino café oscuro, lo mismo en el pubis, eran pocos pero largos, me encantaba estarlos tocando, sentir esa nueva sensación.
En las tetas, alrededer de los pezones, aparecieron vellitos delgados, más claros que los del pubis, al tiempo que los propios pezones se iban oscureciendo. También las piernas se me empezaron a poblar de pelo oscuro, grueso y corto. Además, al empezar a generar leche en los huevos, me comenzó a cambiar la voz.
Mi cara todavía era de niño, apenas y me asomaba un leve bozo arriba de los labios, pero rápidamente el cuerpo me maduraba.
En varias ocasiones, estando con mi primo Antonio, me abrí los pantalones y me bajé el calzón para enseñarle. El estaba impresionado de que yo ya tuviera pelos, y más con el tamaño de mi verga, que junto a la suya, se veía bastante grande, a pesar de que él me llevaba casi un año.
Unos meses más tarde tenía la verga bien peluda. Era hermosa la peluca que se me había formado en el pubis, en forma de triángulo invertido, con pelos negros, gruesos, más ondulados que rizados. En definitiva ya tenía verga de señor no obstante mis 14 años.
Una verga café, derecha, de huevos redondos y apretados, con cabeza violácea en cuya corona se levantaban unos granitos medio blanquizcos.
Se me había empezado a formar un cordón de pelos que iban del ombligo a mi pubis y otro camino de pelos de los huevos hacia cada ingle.
En esa época Daniel y mi primo Chava fueron llamados para ser chambelanes de una ahijada de mi hermana Raquel que iba a cumplir 15 años. Los ensayos del baile se hicieron en la casa de ella, que tenía un pasillo amplio. Cuando ya estaba cerca la fecha de la fiesta, una tarde que fueron mi hermano y mi primo a ensayar, mi cuñado Roberto me llevó con ellos y ahí me estuve en su casa mientras se hacía el ensayo. Mientras tanto, Roberto me invitó un par de cervezas.
Aunque yo ya me tomaba mis cervezas y a veces algunas cubas, rápidamente me sentí mareado. El ensayo ya terminaba y Roberto me dijo que si quería, podía darme un baño. Además de la limpieza, seguramente eso me quitaría lo mareado, así que acepté. Era un lujo bañarse en regadera, porque como ya he contado aquí, en casa no teníamos.
Me metí al baño, cerré la puerta y me encueré. De inmediato pensé en hacerme una buena chaqueta para celebrar el baño en regadera. En la ducha había una jabonera de pared en donde además encontré un rastrillo para rasurar. Comencé a bañarme y después de lavarme el cabello y la cara, me enjaboné el cuerpo. Como es lógico, ya tenía yo la verga bien parada, esperando ser atendida para liberar su emisión de leche.
Pero entonces se me ocurrió contemplármela como luciría sin vello.
En verdad nuestro pensamiento es contradictorio. Cómo soñaba con tener la verga peluda hacía no mucho que había sido pre adolescente y ahora que la tenía así, deseaba verla lampiña.
Bueno, sin pensarlo más, tomé el rastrillo y empecé a rasurármela. Rápidamente, con la ayuda del jabón y el agua que caía, fui cortando los vellos del pubis hasta retirar completamente la peluca de mi verga. La falta de práctica, hizo que me hiciera un par de cortaduras con la navaja y unos hilillos de sangre empezaron a brotar.
Pero ya tenía la verga rapada. Era muy bella la apariencia de una verga madura sin pelo en mi cuerpo adolescente. Si ya de por sí se veía grandota en mi cuerpo casi infantil, ahora lampiña lucía más grande aún. Desde luego, la excitación no había cedido y tenía que culminar esa nueva experiencia con un buen orgasmo.
Me agarré la verga y bajo el chorro del agua que caía de la regadera, empecé a darme gusto, jalando con fuerza el pellejo hacia arriba y hacia abajo, sin dejar de contemplar su nueva apariencia.
La cabeza amoratada e hinchada sentía la fricción del pellejo y anunciaba el orgasmo intenso.
Pronto llegó el placer. Con un fuerte jadeo vi cómo de los labios de mi glande brotaban los chorros de mocos que con fuerza iban a parar a la pared del baño. Deben haber sido unas 7 u 8 escupidas. Encorvándome, jadeando y con las piernas algo flexionadas, fui haciendo más lentos los jalones de mi mano hasta detenerme. Suspiré profundamente, me enderecé y enjuagué mi verga aún tiesa, lavándole la cabeza con el pellejo bien abajo.
Terminé de enjuagarme el cuerpo y mientras me secaba, la verga se me volvió a endurecer. Sin embargo me contuve de hacerme otra chaqueta y preferí vestirme. Esa misma noche pensaba darme gusto de nuevo en mi cama.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!