Penetrada musical
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
¡William por última vez deja de molestar a tu compañera, te quedas sin recreo!
Mi profesor, un hombre de 35 años de piel mestiza, cabello negro corto y una barba de candado, 1,90 de altura y 85 kg aproximadamente, yo un niño de casi 9 años, piel entre clara y mestiza, ojos grandes pero a la vez achinados, cabello largo y liso y un cuerpecito algo más que promedio, muy sutil en sus curvas y proporciones y un traserito (según muchos) lindo; sin embargo yo no solía ser un niño problemático, ni hiperactivo, es solo que estaba en esa clase por obligación y para entretenerme enredaba y estiraba el cabello de una compañera que tenía en frente; Así fue como terminé encerrado con mi profesor en el salón.
Me puso a escribir en el pizarrón "no sabotear la clase del profesor", y así lo hacía; aunque en un atisbo de curiosidad volteé y vi al maestro dándose colirio con mis nalgas, él al notarlo rápidamente cambió su mirada y me dijo en tono algo autoritario:
Profe: ¿cuántos años tienes William?
Yo: Tengo 8 maestro.
Profe: hmmm… ¿Haces ejercicio?
Yo: Natación. ¿Maestro?
Profe: si, dime.
Yo: Estoy cansado de escribir, ¿puedo irme ya?
Profe: Tu castigo es escribir, así que no puedo hacer nada.
yo: y …hay otra cosa que pueda hacer con tal de no escribir y así salir temprano?
Profe: (suspiro) está bien, ven y acércate.
Obedeciendo a mi profesor, me acerco hasta él quien sentado en su silla me pide que me siente en su regazo y que me incline sobre el escritorio, desde hacía un tiempo ya sabía por dónde iría esa situación así que excitándome desde hace un rato me dejé llevar como si fuese un niño inocente y virginal, al apoyarme en las piernas del maestro "accidentalmente" le agarré el miembro e imaginé en mi mente sus dimensiones, estaba muy duro, le calculé 5,5 cmts. De grosor y el largo lo vería dentro de poco, el maestro dio un respingo al sentir mi mano en su miembro caliente y me ubicó en la posición de su conveniencia (sentado sobre él con su pene en mi culo) y me explicó que debía hacer.
Profe: Ok William, lo que vamos a hacer es un ejercicio de respiración; te vas a mover de adelante hacia atrás lentamente, y así por los próximos 10 minutos que quedan del recreo ¿Te parece?
Yo: (solo 10? T_T) está bien profe.
Dicho esto comienzo mi movimiento de vaivén de forma lenta y rítmica, al tiempo me coloca unos audífonos y un casete de audio con música de orquesta; en el medio de mis nalgas podía percibir el rico relieve de la verga del profe que rosa mis pantalones de gabardina bastante tibios, de vez en cuando me daba alguna instrucción como; "así, más despacio, controla tu respiración, no te agites". Habían pasado 3 minutos de nuestro "ejercicio" y empiezo a notar algo húmedo en mis pantalones, no tenía pinta de haber acabado pero si sabía que no duraría 10 minutos así que le dije a mi maestro.
Yo: profe tu correa (cinturón) me lastima, puedes quitártela? – le dije retirando los audífonos de mis oídos.
Profe: claro William, ¿quieres que me quite los pantalones también? así no te lastimará el cierre (cremallera) del pantalón.- Me decía entre gemidos ahogados al tiempo que se movía de un lado a otro.
Yo: Ah, Está bien maestro pero y ¿si te lastimo con la tela de mi pantalón? mejor me quito el pantalón también.
Profe: (quedó sorprendido) Bueno, está bien…
No lo había dejado terminar cuando ya me había levantado y al terminar de bajarme los pantalones dejé ver una pantaleta de niña de color blanca con bordes rosados que mis Primos (mis iniciadores al sexo profesional) me habían confeccionado y que me habían dejado como tarea usarlas siempre que pudiera, mi maestro no supo que decir o que hacer al verme en pantis (en cuyo estampado ponía “Si pues leer esto métemelo” con mi cara de angelito sexual viéndolo en ropa interior a él también.
Velozmente me arregosté a él apoyando todo mi peso en su verga y casi al instante sentí los fuertes y peludos brazos de mi maestro rodeando mi cuerpecito por toda mi cintura y lentamente subiéndome la franela (remera) pasando sus finos pero posesivos dedos por todo el ancho de mi torso, me acariciaba los pezones con suavidad, besaba mi cuello mientras yo recostaba mi cabeza en sus hombros, sus labios adultos invadieron mi boquita de niño como un ejército toma por la fuerza algún monasterio; Así pudimos haber estado toda la tarde pero de recreo solo teníamos como límite 7 minutos restantes. Sus manos expertas en tocar instrumentos me arrancaban melodías de gemidos como de niña excitada cuando se paseaban por mi vientrecito y palpaban las hendiduras de mi pelvis las cuales dibujaban una flecha descendente que apuntaba directo a mi penecito, el cual yacía prisionero dentro de mi pantaleta.
mi maestro liberó mi pene con su mano izquierda y sus hábiles dedos lo estrujaban y masajeaban delicadamente con toda la suavidad posible; el vaivén no se detuvo, sentí su pene firme y duro restregándome por el medio su enorme ser pidiendo entrar lo antes posible a mi delicado anito que a pesar de verse dulce y estrechito estaba a medio entrenamiento de comer vergas de hasta ese momento 19 cms de largo x 4 cmts de ancho (mi limite) y sabía que supondría un reto los 5,5 cms de mi profesor, pero ya estaba demasiado excitado al igual que él.
Mi profe se levantó y yo junto con él, me colocó sobre el escritorio boca abajo con las nalgas levantaditas y me quitó con los dientes la pataleta la cual olió con los ojos cerrados como recordando la esencia del momento en su memoria para siempre, las puso en mi cara para yo también lo hiciera y me éxito, no por el dolor sino por el dominio autoritario de mi profe, descubrió su verga adulta la cual traté de ver pero una mano del maestro me colocó el mentón en la mesa y sin más lubricación que un escupitajo en el culo y su abundante precum un cuerpo de varios cmts. De un grosor apenas aceptable comenzó a atravesarme el culito, lentamente se deslizaba dentro de mí causándome un fuerte dolor que logré disimular dando gemidos de niña muy bajitos, esto pareció enloquecer de morbo a mi profe ya que en un descuido metió al menos 7 cmts. De plano dentro de mí. Di un grito apenas ahogado contenido al morder mi labio inferior; el grosor era algo que no había sentido nunca (en mi ano al menos), una sensación quemante se apoderó mi trasero y mil alfileres perforaban mis tripitas girando y entrando, el dolor fue intenso pero no duró mucho.
Lentamente fue siendo reemplazado por un bienestar sutil que parecía adormecer mis entrañas procurándome un exquisito placer interno al golpear aquella verga contra mi próstata; y es que no era solo el pene invadiéndome lo que me gustaba del sexo con hombres, era el olor a macho sucio, sudado, el tamaño de los músculos o la de la actitud que tomaba autoridad sobre mi cuerpo y mi mente lo que me transformaba a un niño inocente del que nadie sospecharía, perfecto en su actuación de niño varón y su control de ademanes y afeminaciones en una perra en celo de 8 años, hambriento de vergas de todos los tamaños y formas, experto en felaciones, garganta profunda, deseoso de ser poseído por un buen macho rompeculos sin compasión deseoso de complacer sumisamente todas sus fantasías a cambio de una rica y abundante leche de verga sumiso antes sus amantes .
Profe: Que rico culito tienes William!
Yo: usted no es Ugh! … Ni remotamente el primero que me lo dice maestro.
Mi profe no hizo caso a mis palabras y continuó introduciéndose en mi interior con toda la suavidad de un barco en el agua, a veces sacaba un tramo solo para meter el doble, este proceso se repitió un par de veces más elevándome hasta el nirvana sexual hasta que mi maestro volvió a interrumpir con palabras (lo cual me había empezado a obstinar)
Profe: ¿Como es que con 9 años te tragas este pedazo de machete? Dime…
Yo: PROFE! si quieres que te lo diga lo haré y dejamos esto hasta aquí y más nunca me volverás a tener tan cerca de lo que me tienes ahora. O si lo prefiere me termina de meter su verga y hace su mejor intento por reventarme el culo.
El Profe se quedó en silencio un rato y su respuesta fue rotunda, La totalidad de su pena se insertó en mis entrañas y fue cuando sentí que me apuñalaban las paredes intestinales que pude calcular la longitud total de mi macho; 18 cmts, largo sí; pero aunque no era un reto su tamaño su grosor si me causaba todo tipo de agonías, desde ardores y sensaciones de quemaduras debido a las contracciones y dilataciones constante que masajeaban desde todas direcciones aquella verga.
Mi maestro se quedó inmóvil medio minuto y al disminuir la presión anal sobre su pene decidió volverse bestia y dejando de lado los cariñitos arremetió con fuerza bruta una y otra vez sobre mi anito; yo gemía y le rogaba que me diera más fuerte, que me desgarrara el culo si así conseguía llegar al orgasmo, mi próstata recibía la poderosa fricción de aquella verga que salía hasta la cabeza y entraba de golpe hasta casi meter las bolas, repitiéndose dicho movimiento cada segundo, mi profesor ensimismado de placer me sujetó de los cabellos y me nalgueó a cada embestida hasta enrojecer por completo mis glúteos.
Disminuyó un poco su velocidad para contemplar el reloj (faltaban 3 minutos) y al hacer un ligero cálculo tiró de mi cabello tanto como pudo hasta arquearme 50 grados (demasiado vertical para apoyarme con mis brazos y demasiado horizontal para erguirme y recostarme sobre él además de que mis pies no llegaban al suelo sino que mi pelvis estaba apoyada sobre el escritorio) quedando colgado del pelo recibiendo mi castigo anal por ser un niño tan puta (eso me habían enseñado); Las enérgicas embestidas de mi maestro aumentaron su velocidad y su violencia, soltando mi cabello me tomó del cuello con las dos manos ahorcándome, esto me asustó pero me excitó mucho más.
La música seguía tocando la sinfonía sexual en la que me encontraba y el clímax de la pieza marcaba también la llegada del orgasmo de mi maestro, sentí pues que sus músculos se tensaron, su respiración se aceleró, su verga se templó dentro de mí de tal manera que creí que le estaba saliendo filo mientras me destripaba, incrementó súbitamente la presión de sus manos en mi cuello haciéndome enrojecer y su gruesa verga soltó de manera aleatoria un enorme primer chorro de semen, caliente como lava, disparando un segundo más potente chorro llenó mi intestino, el tercero se filtró hacia afuera y los otros dos salieron chorreando de mi culo a través de la verga de mi amante profe.
El golpe seco que se produjo al caer casi desmayado (entre asfixia y placer) sobre el escritorio del profe me hizo entrar en sí, levantándome con lentitud me sentía en las nubes, tomé todo el aire que pude hasta recuperarme por completo, mi profe me limpió con cuidado tanto semen como pudo, me subió la pantaleta y me ayudó a vestir algo nervioso (se veía de lejos que nunca había llegado tan lejos con un niño y de seguro que su consciencia le remordía).
Profe: ¡William escúchame! ¡A partir de ahora lo haremos cada vez que yo te diga! ¿Ok? ¡Y será nuestro secreto! Y si te niegas alguna vez les diré a todo el mundo que eres una “putita tragapenes”, ¿entendiste?
Yo: (realmente me había molestado) ¡No!
Profe: ¡Ja! ¿Crees que te puedes negar? –Dijo con cierto nerviosismo – ¿me pregunto que dirá tu papá cuando se entere? ¿Cuántos correazos crees que te dé por puta?
Yo: (tormenta después del sexo) Escúchame bien maestro de mierda, tal vez yo sea el pasivo pero el esclavo eres tú, Lo haremos cada vez que yo quiera! ¡Y si te niegas le diré a todos que me violaste y aquí tengo bastante leche y pelos tuyos para probarlo! ¿Entiendes? ¿Me pregunto qué dirá tu mujer y tus hijos cuando sepan que eres un maldito sádico cojeniños? ¿Cuántos presos crees que te violen en la cárcel?
Al terminar el lado “A” del casete concluyendo así la melodía tomé mi Morral (mochila) y salí el aula de música hacia mi próxima clase; recordando algunas de las experiencias en el Chevette blanco de mis primos encontré la siguiente cita “A mí me manipula no el que quiere o puede, si no aquél por el cual deseo ser manipulado”
YO: Nos vemos la semana que bien profe – dije – y más vale que me dejes sin recreo. ¡Ah! Y ve pensando en ponerme asesorías en tu casa.
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