Penón y Anín
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Penón era un gladiador romano venido del norte del imperio, era alto, rubio y de ojos claros; fornido, mucho más ancho de espaldas que la mayoría de hombres y con una musculatura que no tenía nada que envidiar a un legionario negro pero siendo blanco.
Era un hombre velludo pero al tenerlo tan fino y rubio no se apreciaba casi en su piel excepto dónde estaba concentrado.
Tampoco tenía nada que envidiar en referencia a los genitales, estaba muy bien dotado y por eso le llamaban Penón, sobre todo por las mujeres que solicitaban sus servicios sexuales tras los combates en la arena del anfiteatro.
Penón no era esclavo ni prisionero de guerra por lo que tenía mucho tiempo libre y elegía casi siempre cuando luchar.
Por eso, tenía mucho tiempo libre y le encantaba dedicarlo a follar y a usar su portentosa polla gorda y dura en el vaivén de sus grandes huevos contra las carnes de una voluptuosa mujer o el culo de un muchacho delicado y bien parecido.
Anín era un jovencito de cara de niño, de nariz menuda y cabellos azabaches rizados.
Tenía un cuerpo delgado y fibrado y era el criado del médico y masajista de Penón y su aprendiz.
A veces le traía la comida a Penón o suplía al médico haciéndole masajes para relajar los músculos del gladiador.
Era un chico moreno, virgen de sonrisa pícara y ojos vivaces.
Un día mientras acompañaba por la calzada a Penón, diciéndole de parte de su maestro que era necesario que comiese según una estricta dieta y enumeraba una lista de alimentos, Penón miró a ambos lados de la calzada y tomando al joven del brazo lo arrastró a una esquina.
Anín le preguntó que qué ocurría.
Penón mirándolo con lujuria sonrió, y le dijo que había estado observando que llevaba un faldón muy corto en vez de una toga.
Anín respondió avergonzado que era porque hacía calor y que su condición social no le obligaba a vestirla.
Penón contestó: -Qué muchacho tan divertido, así que llevas una cinta en el pelo y un taparrabos de puto porque hace calor.
Acto seguido le desató el faldón y le dio la vuelta agarrándolo de las muñecas con una mano y con la otra libre igual que las nalgas, que quedaron expuestas del muchacho.
Con la otra mano le metió dos dedos en la boca a Anín y le ordenó que los chupara.
Anín, turbado y nervioso, accedió sin rechistar y los mamó como un becerrito.
Penón le dijo: ¿Sabes Anín, hoy me han dado unos polvos, una de esas substancias alucinógenas y la voy a probar contigo- y las mejillas del muchacho se hinchaban y se estiraba con el metesaca de los dedos de Penón.
Luego, bien ensalivados, introdujo dos de ellos en el ano de Anín de una sola estocada.
Anín gimió por el dolor.
– Se llaman polvos de Tiresias, dicen que sí los toma un hombre por el culo y le meten semen después, son capaces de mutarle el cuerpo y que quede embarazado.
Lo probaré contigo niño bonito.
Y con notable rudeza despojó a Anín de sus ropas haciéndola jirones, el se quitó su brial y la cota de malla que llevaba dejando al descubierto su espectacular torso.
Anín suspiró pensando en lo que se le venía encima.
Penón con voz grave le dijo que parase el culo: – Así, ofrecémelo, sé que sabes cuánto darían las rameras más buenas por estar en tu lugar.
Perras con coño y tetas mucho más complacientes que tú, puto Anín.
Anín temblaba doblado dando el culo a Penón que debido a su altura dejaba las nalgas del muchacho por algo por debajo de su cintura.
Aníbal vio de reojo como el pedazo blanco de polla de Penón tenía la cabeza lubricada y se apoyaba en la entrada de su culo.
Era larga y gruesa y la cabeza muy gorda, el doble de tamaño que su propio pene y eso que él no lo tenía pequeño.
Penón empezó a penetrar a Anín pero mientras le tiraba aceite entre las nalgas y masajeaba con las yemas de los dedos el ano del joven.
La cabeza de su polla no terminaba de entrar.
Anín comenzó a quejarse y a chillar por lo que Penón le tapó con una mano la boca mientras le gritaba: – Silencio perra, para esto estás hecho ¿Crees que has nacido así de bonito por casualidad? Eres un marica y te encantará que un hombre te folle el culo.
A medida que la polla de Penón iba entrando en la estrecha cavidad de Anín, el joven sollozaba y sus chillidos se ahogaban contra la enorme mano del gladiador.
Mientras lo pentraba iba haciendo comentarios, agitado por el placer que sentía en la punta del nabo: – ¡Síii! Pronto estará toda dentro.
hasta el fondo.
Y te gustará que te deje el ano inflamado y rojo.
Ya verás a partir de esto no te llamarás Anín nunca más; Anón, porque no puede ser pequeño algo que se trague mi polla descomunal.
Anín suplicaba piedad pero con la boca tapada no se le entendía.
Sentía como su ano iba ensanchándose para dejar entrar la cabeza entera del pollón del macho.
Le dolía como si le cortasen los finos pliegues de su virgen hoyo.
Cuando estuvo la cabeza dentro tuvo una tregua hasta que Penón, al advertir que no entraba más la sacaba y volvía a empujar con redoblado esfuerzo.
Anín lloraba gritando que parase pero el otro no se detuvo, solo la sacó para embadurnársela de aceite y seguir penetrándolo con ahínco.
En un momento, en el metesaca de Penón a Anín, el primero notó algo de mierda manchando su amado falo.
Así que se la sacó de un tirón a Anín, que se retorció de dolor por el.
movimiento y le dijo: – Ahora es el turno de tu virginal boca.
Quiero ver esos labios gruesos rodeando mi lanza, limpia la mierda con tu saliva, esclavo.
Anín con asco se tragó la polla llena de aceite, precum y su mierda hasta dejarla limpia y blanca otra vez.
Penón aprovechó para sujetarlo del cabello y empujar la cabeza del chico hasta su abdomen atragantado al chaval.
Luego volvió a su juego preferido follar el culito del muchacho.
Fue traumático para Anín volver a pasar por el proceso de penetración debido a su reciente virgo perdido.
A cada embestida de Penón, Anín gemía y emitía jipios lo que hacía deliciosa la penetración.
Por fin estuvo casi todo el tronco del pene del gladiador dentro del joven ano desvirgado con brutalidad.
Sin embargo, la base de resistía a introducirse y los huevos de Penón aunque ya rozaban las rozagantes y lisas nalgas no acababan de aplastarse contra los de Anín.
Anín se dio cuenta de que Penón iba a perder la paciencia así que empezó a recorcovar para penetrarse el mismo.
Penón agradecido tomó con sus brazos las piernas de Anín, abriéndolas, y lo cargó besando al joven cuya cabeza quedó a la par de la suya al alzarlo del suelo a una altura considerable.
Él sacaba entera su polla y la metía de un solo envión hasta que el ano del joven empezó a ceder y pronto chocaron los huevos del fornido gladiador contra el chico.
Al que Penón le parecía ahora más inmenso, tensionado y con sus resoplidos y guturales sonidos.
Se aceleró el ritmo y la respiración de ambos y Penón gruñendo llegó al clímax y untó de su espesa y dulzona leche el desvirgado culo de Anín.
Luego de sacársela de un tirón tras haberlo aplastado contra suya en el orgasmo, el ano del joven hizo sonido que sonó a desgarrón.
El ano de Anín ya era un anón, estaba muy abierto y rojo, hinchado y sobresalía piel sangrante.
Anín pensó que todo había terminado pero su violador quería más.
Penón sacó de entre sus ropas los polvos de Tiresias y obligó a un Anín debilitado y adolorido a postrarse en el suelo.
Aníbal suplicaba con quejidos leves que ya no lo volviera a penetrar.
No tenía más lágrimas.
Su cabeza se apoyaba en el piso sobre sus palmas extendidas.
Penón no le hizo caso solo pensaba en su placer.
Dejó a la vista el ano inflamado y con sangre y semen de Anín escurriendo su leche un rato.
Después con los dedos le puso a Aníbal los polvos tiresias.
Meter hasta tres de sus grandes dedos fue fácil de tan abierto que estaba el chico.
Luego intentó meter cuatro y hasta cinco dedos y luego todo el puño penetrandolo como antes.
Le ponía mucho aceite para lubricarlo y también tocaba su cuerpo y su firme abdomen plano.
Sus pezones turgentes y finos, pensando cómo iba quedar ese cuerpo joven y elástico con un embarazo.
Anín se desmayó un instante y no supo cuando se fue Penon.
A los meses le.
crecieron las tetas, la barriga le creció y sus testículos mutaron tomando forma de labios vaginales.
Se le cayó todo el vello del cuerpo y su pene se hizo más pequeño y no se erectaba hasta que justo a los 9 meses tuvo un niño.
El hijo de Penón, al que tuvo que amamantar y cuidar mientras su cuerpo volvía a su estado normal.
Eso sí su ano quedó más abierto y sus ventosidades eran sonoras casi siempre.
Empezaron a llamarlo Anón.
Tampoco su pene creció mucho más aunque volvió a tener casi el mismo tamaño.
Un día Penón apareció y se llevó a su hijo sin saberlo él.
A Anón que después de su violación no volvió a verlo cara a cara le dejo una nota.
"Me llevo a mi hijo, a ti no, es una lástima porque eres muy guapo y me excito mucho cuando recuerdo la follada que te di, pero me gustan los anos estrechos y el tuyo para el un bebedero de patos.
Disfrutaré de otros y mujeres cuyo coño sirve mejor a mi polla.
Adiós"
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