Perdí mi virginidad a los 12 años… ¡Con mi maestro de educación física (gimnasia)!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
<!–>Hola a todos, este es mi primer relato y por obvias razones contaré como perdí mi virginidad a los 12 años.
Primero me presento, me llamo John, tengo 23 años, mido 1.68, soy moreno, delgado pero con un poco de músculo, ojos cafés, cabello castaño oscuro y soy versátil.
Vivo en la Ciudad de México.
Todo pasó cuando cursaba el 6o.
año de primaria, teniendo yo 12 años; no era ni delgado ni gordo, tenía el cuerpo normal para un niño de esa edad, medía 1.43, desde que tengo uso de razón siempre he sentido más preferencia por los chicos que por las chicas, y desde que entré a la primaria me empecé a fijar en los de 6o.
año, pues lo veía literalmente como ya hombres bien hechos, pero realmente eran a uno niños.
Fue hasta el cuarto año, que me fije por primera vez en un hombre de verdad, y fue en el maestro de educación física; era un maestro joven de 32 años, piel blanca, alto, medía como 1.
85, cabello color café claro, ojos cafés oscuros, tenía músculos muy bien trabajados, no eran tan grandes y toscos pero sí perfectos para su edad, y era muy, muy velludo.
Se llamaba Alan.
Cuando me fijé en todos esos detalles, se convirtió en el hombre perfecto para mí, y quería estar todo el tiempo a lado de él, tanto que me convertí en su ayudante cada clase que tenía mi grupo con él, lo ayudaba a guardar los materiales que habíamos utilizado en la clase (redes, balones, conos, etc.
), en la bodega de la escuela, y cuando podía, discretamente veía el bulto que se le marcaba en el pants o short que llevaba puesto, sin mencionar que sentía el ver esos brazos fuertes, llenos de pelos, y sus piernas velludas.
Logramos tener una relación cercana de profesor y alumno.
Fue a la edad de 11 años, que le dedique mi primera masturbada a él en el baño de mi casa, el solo recordar ese cuerpo, su voz amable y varonil, y claro su bulto, hizo que al terminar echara chorros de semen, y que me temblaran un poco las piernas.
A principios del 6o. año (mi último año en la primaria para pasar a la secundaria), trate de ser más notorio con él cuando estábamos solo (aclaro, en ese momento, mi mente no tenía objetivo de que me cogiera, sino que simplemente llegáramos a tocar temas sexuales), hacerme notar en que lo quería tocar mucho (tomarlo del brazo o darle una palmada en la espalda), el que veía detenidamente su bulto, incluso en su clase y recreo cuando lo veía pasar.
Todo tuvo un resultado 3 meses después, y fue cuando lo conocí en su modo de "maestro enojado":
Alan (A): Jonh, necesito hablar contigo seriamente.
John (Yo): Dígame maestro.
– Dije nervioso.
A: Te pido de la manera más atenta que dejes de verme de la manera que lo haces, y que dejes de tocarme.
De lo contrario tendré que reportar esto a la dirección y a tus padres, ya que yo no quiero problemas en mi trabajo por culpa de un puberto tonto.
Lo dijo en tono tan enojado y serio que me arrepentí de haber hecho lo que hice, y el temor de que llegara a oídos de mis papás me asustó demasiado.
A: Ya no quiero que me ayudes en las clases, a partir de ahora al terminar mi clase, regresaras a tu salón como los demás ¿entendido?
Yo: Sí.
maestro.
– Lo dije con vergüenza y miedo.
Desde ahí hice lo que me dijo y dejé de verlo como alguien que me gustaba y empecé a verlo como a los demás maestros.
Pasaron cuatro meses, y mi actitud de respeto hacia él seguía.
pero ahora él era quien se acercaba a mi y me volvió a pedir mi ayuda en cada clase, pero yo estaba tan concentrado en los ensayo de exámenes de admisión a la secundaria y las tareas normales, que yo era cortante con él, cuando intentaba sacarme plática le decía que luego, porque hoy tocaba ensayo o tenía mucha tarea, y creo recordar una mirada de extrañeza en él, cuando lo dejaba con la palabra en la boca.
Empecé a tener problemas en las matemáticas, en concreto con las fracciones, (hasta la fecha aún soy un tarado en las mates xD) y un día después de jugar voleibol en la clase, se lo comenté al maestro:
A: ¿Cómo te va en las clases normales John?
Yo: Pues algo bien, lo que se me hace muy difícil son las matemáticas, estoy a nada de reprobar esa materia en este bimestre.
A: John, si ya sabes que también fui maestro de matemáticas, ¿por qué no me pides tutoría?
Yo: No se me ocurrió.
– (Realmente nunca se me pasó por la cabeza)
A: Yo estoy dando tutoría desde el inicio del ciclo escolar y voy muy avanzado con los niños que ya tengo, ¿qué dices sí empezamos este sábado? Yo le aviso a tu mamá.
Yo: Estaría bien maestro, gracias.
Por mi respuesta tan corta noté algo de molestia en él, pero seguía sin darle importancia.
Y efectivamente, le avisó a mi mamá de la tutoría y aceptó.
Así que todos los sábados desde las 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde, empecé a ir a su casa (él daba sus clases ahí) que no estaba nada lejos de la escuela ni de mi casa.
Los primeros 5 sábados fueron normales, y realmente era muy paciente conmigo porque las matemáticas son mi martirio, pero empecé a mejorar en las tareas y calificaciones, pero un sábado nublado todo sucedió, TODO:
A: Pensé que no ibas a venir, como está empezando a llover.
Yo: Si, pero mi mamá me dió su paraguas para regresar si caía una mega lluvia ja ja.
A: Me parece bien, toma asiento y continuaremos en donde nos quedamos.
Noté que a pesar del clima algo frío, estaba en short, sandalias (noté que sus pies tenían algo de vello también) y una playera negra con el logo "The Beatles"; las otra veces siempre tenia una camisa de botones, tenis y pantalón de mezclilla.
Sin mencionar que no tenía mucho que se había levantado pues su pelo estaba algo alborotado.
Dieron las 12 de la tarde y comenzó el fin de mi virginidad:
A: Y dime John, ¿tienes novia o te gusta alguna compañera?
Yo: Ja ja, no tengo, pero me gusta Sarahí, es muy bonita.
A: Ya veo, ¿por qué no la haces tu novia?
Yo: Ahora no puedo, además todos me dicen que primero la escuela y luego las novias.
A: Pero me imagino que ya te la jalas ¿o no?.
– Su pregunta me sorprendió, lo miré a sus ojos y noté algo diferente en ellos, ahora sé que era una gran morbosidad.
Yo: Mmm.
Sí, ya lo he hecho.
dije algo incómodo.
A: Esta bien, así conoces tus cuerpo.
¿dónde te la jalas?
Yo: Pues en el baño, ¿dónde más? ja ja.
– Empecé a seguirle el juego, y dejé los ejercicios que me puso.
A: Pues en el cuarto, en la sala, incluso en la cocina.
Yo lo hago.
Yo: Ja ja.
Pero está mi mamá, y cuando sale no tarda mucho afuera.
A: Ja ja cierto.
Como ves vivo solo, y entre amigos, solo me la jalo cuando no tengo sexo con mi novia o alguna morra.
Era extraño que hablara así, siempre era muy educado, pero ese día realmente quería algo.
A: ¿Has llegado a pensar en compañeros o tus amigos?
Yo: ¿Pensar en qué?
A: Pues así como con Sarahí.
Estamos entre amigos, confía en mi.
Yo: Pues.
con mis amigos no, pero antes si con los de sexto.
¿Está mal?
A: Sí, está mal.
Pero es algo normal en tu edad.
Ya verás que la pucha es rica, ja ja.
Además por tu edad, la tienes aún chica, no harías gemir a ninguna.
La forma que me dijo me dejó en shock, y empecé a tener algo de miedo, era otro maestro Alan, y durante ese tiempo, notaba que se frotaba la verga con su mano derecha.
Yo: Pero, ya me crecerá, en la clase nos dice que me crecerá el pene y tendré muchos vello púbico.
A: No siempre sucede así.
Por lo que veo, tu no tendrás nada de pelos, no serás un hombre.
Yo: Entonces ¿qué seré?
A: Tal vez un marica.
– No sabía aún el significado de esa palabra pero sabía que lo había dicho como insulto.
A: Pero yo te puedo ayudar, creo que es algo que podías o querías ansiar.
Ven a mi cuarto.
Me invadía algo de miedo, pero lo seguí.
Su cuarto era pequeño y tenía una cama matrimonial, estaba desecha porque se acaba de levantar, ví un cesto de ropa sucia.
A: Quitate la playera.
Yo: ¿Para qué?.
– Me dio un leve empujón y él me la quito.
A: A partir de ahora no hablarás y solo haz lo que te diga.
De lo contrario.
Su mirada era más sería que cuando me regaño esa vez, y alcancé a notar que estaba molesto pero decidido para lo que iba a hacer.
A: Quitate todo, solo déjate el calzón.
– Me quité los tenis, los calcetines y al final el pantalón.
Estaba empezando a temblar, pensé que me pegaría.
Alan rápido se quito el short y la playera, quedando solo en bóxer.
Fue cuando ví su torso al desnudo, era hermoso, fuerte, musculoso y lleno de vellos en los pectorales con una línea abundante que abaja a su pelvis, sus pezones rosados, era increíble.
Pero en ese momento esta ya asustado y no lo ví como ahora lo describo.
A: Y bien.
¿que diferencia ves entre tú y yo?
Yo: Pues usted tiene, muchos vellos, es más grande que yo, tiene una voz más.
Me bajó rápido mi calzón y después el se quitó el bóxer que traía.
Era enorme su pene, o mejor dicho, su verga era grande, un poco más oscura que su piel, pero aún blanca, su cabeza algo rosada, sus huevos enormes colgando y llenos de pelos, al igual que su pelvis, era una jungla como su torso.
A: ¿Ahora que ves D.
?.
– Me habló por mi apellido como las primeras clases con él.
Pero con voz de autoridad fuerte.
Yo: Que la tiene más grande que yo.
Pero que quiere decir co.
Me cargo por sorpresa y me aventó boca arriba en su cama y se puso rápidamente enfrente de mi tapándome la boca.
El miedo me invadió y mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas sin llegar al llanto.
A: A partir de ahora te quedarás quieto.
Te voy a ayudar, te haré hombre.
Y que mejor que yo sea tu primer hombre.
Lo disfrutarás y me pedirás más.
Bajó su cabeza a mi pene, me sacó el glande de mi prepucio y me la empezó a chupar, y de inmediato empezó a crecer.
Lamió mis huevos y se los metió a su boca, con su otra mano me rozaba mi ano y la punta de mi pene, empecé a sentir tan rico que al cabo de tres o cuatro minutos de seguirme tocando así, me vine en su boca, y los escupió en su cama.
A: ¿Te gustó putito?.
Veo que sí, ahora te toca.
Nos levantamos y me arrodilló frente a él, así que sin dudar comencé a chupársela.
Me supo tan rica, era un sabor salado pero agradable, era la mezcla perfecta de orina y semen, el sabor de un hombre como él.
Gemía tan rico que me volví a exitar, decía que no parará, que comencé muy bien.
Pero como era tan grande para mi, solo me metía la cabeza y una pequeña parte del pene, además algunos de sus pelos me molestaban y así que me lo sacará de la boca.
A: Empezaste bien, pero quiero que te la tragues como yo.
Trágatela.
Yo: Es que esta muy grande, además sus pelos me.
Me da una ligera bofetada, no me dolió pero si hizo que diera un pequeño grito.
A: ¡Cállate! Cuando te diga que te la tragues, ¡Te la tragas idiota!
Me tomó fuerte de mi cabeza y me empezó a coger con fuerza mi boca, y la sensación que sentí antes desapareció, ahora era un enorme miedo y el llanto que empezaba a relucir, por sus cogidas y lo que sentía.
Él gemía y gritaba de placer.
A: Tienes una rica boca marica.
Ésto es lo que querías no, por eso me ayudabas en clases.
Pinche putito.
Y ahora viene lo mejor cabrón.
Me sacó la verga y empecé con sollozos algo ruidosos, mientras sentía al cien la sensación de vomitar, en ese momento no lo disfrutaba.
Me volvió a cargar y aventar con más fuerza a su cama.
De nuevo me tapo la boca.
A: ¡Cállate! No quiero que nadie oiga.
Tu culo será mio.
Se chupó tres dedos y empezó a meter uno a uno, pero con fuerza, empecé a patalear del dolor que sentía y me presionó la boca.
Me metía y sacaba los tres dedos con brusquedad.
A: ¡Deja de moverte cabrón! ¡Deja de patalear! ¡Ya!.
– Gritó, pero se distrajo al tratar de tomar mi pierna y me destapó la boca, y el miedo hizo que le gritará con odio.
Yo: ¡Chinga tu puta madre! ¡Pendejo!.
– Me dio tremenda cachetada que empecé a llorar fuerte y me volteó boca abajo.
A: ¡Idiota! ¿Así besas a tu mamita puto?.
Quería ser amable con esto último, pero este es tu castigo por faltarle al respeto a tu maestro.
Me dio tremendas nalgadas, y si no mal recuerdo fueron 5, los golpes resonaron en su cuarto y el dolor era horrible.
Me tapó la boca con más fuerza y con toda su fuerza me metió su verga a pelo, y que ahora podía asegurar medía 23 cm.
El dolor era inmenso, la sensación de ir al baño eran grandes.
Sentía esa verga palpitar dentro de mi, sentía esas venas que le vía cuando me la enseñó, sus embestidas eran bestiales, podía sentir que sudaba y gotas caían en mi espalda y nalgas.
Sus huevos chocando con los mios que eran pequeños, sentía todo ese pelo en mi piel.
Gritaba con su mano en mi boca, y el llanto era fuerte, casí no veía las sabanas de su cama al estar boca abajo.
A: ¿Te gusta puto? ¿Era lo que querías? Por eso me tocabas, y ayudabas.
Me veías el bulto en las clases y el recreo cuando pasaba frente a ti.
¿Crees que no lo noté desde el principio? Eres mi putita ahora.
Este culito tan apretado y virgen es y será siempre mio.
Yo: Por favor, deténgase.
Me duele mucho y me arde.
Tengo miedo.
– Creí que no me escuchaba pues me aún cubría mi boca, pero ya no con su mano sino con la cama.
A: Me vale verga.
Te estoy haciendo hombre, y no pararé hasta dejarte mi leche.
–
Sus embestidas bajaron a un ritmo normal, pues estaba cansado, pero a veces dejaba caer su cuerpo peludo en mi espalda para seguir diciéndome groserías, y no dejaba de cogerme.
Dejé de llorar fuerte, y ya solo era un llanto mudo.
Me volteó boca arriba y volvió a penetrarme, pude ver sus ojos, estaban llenos de lujuria.
Sudaba mucho, su cabello le colgaba de lo mojado que estaba, sus vellas era ahora hilos humedos pegados a su cuerpo y gotas caían sobre mi.
En ese momento y a pesar de lo que me estaba haciendo de manera violenta y sin sentimiento alguno, me volvió a gustar.
De cierta manera descubrí que realmente ese era mi sueño y deseo.
Que me cogiera de alguna forma, los dos solos completamente.
A: Así me gusta, quietecito.
Quiero verte la cara cuando me venga dentro de ti.
Podía sentir que su verga palpitaba con más fuerza, sabía que estaba a punto de venirse.
A: Que rico estás.
Ninguna morra me calentaba como tú lo haces.
Ahi te van mi mocos.
Aaaahhh.
Aaaaahhh.
Sus gritos terminaron por enamorarme más de él, era un macho definitivamente y yo ahora era su puta.
Sentía esos chorros de su leche dentro de mi, calientes, su semen entrando en mi cuerpo convirtiéndose ahora parte de mi.
Por un momento creí que se estaba orinando, pues sentía demasiado líquido.
En su último chorro me besó en la boca, un beso que para mí fue largo y rico.
Al final me lamío la nariz muy suavemente.
Es cuando se salió dentro de mi, y se fue al baño.
Volví a llorar, y me pusé de lado viendo a la ventana.
Sabía que había abusado de mí, y que a lo mejor me había lastimado y que podía enfermarme de algo, pero a la vez estaba feliz por dos cosas.
Uno, ya no era virgen, y dos, fue el maestro que era mi amigo a pesar de eso y que podía decir que fue mi primer hombre que me hizo suyo.
Ví el reloj que tenía en la pared y noté que eran la 1:30 de la tarde, además estaba lloviendo muy fuerte, como si el universo se hubiera puesto de acuerdo con él, para que los vecinos no oyeran los gritos que hacíamos.
A: John, ven por favor.
Vamos a bañarnos.
Lo ignoré, el miedo volvió.
Creí que quería seguir.
A: ¿Te duele?
Yo: S.ss.sí.
A: Por eso quiero que vengas, nos vamos a bañar muy bien, y si es necesario te llevaré a que te curen.
Ya no te haré nada que tu no quieras.
No me levantaba de su cama, así que se acercó y me miró.
Noté que era el maestro, el amigo de antes.
Incluso había algo de culpa en su mirada.
A: Perdóname.
No sé qué me pasó.
Pero te juro por mi madre, que ya no te lastimaré.
Lo juro.
Decidí obedecerlo, pues era el mismo de antes.
Me baño completamente literalmente.
Incluso me revisó, y dijo que no había problema.
Pues no estaba sangrando.
Además me dijo que él siempre se protegía, que esa era su primera vez sin condón.
Salimos de bañarnos y nos vestimos.
Yo desviaba la mirada.
No quería verlo a la cara.
Yo: Me tengo que ir.
A: Espera a que cese la lluvia, y deja que se te baje lo rojo de tu mejilla.
Se me había olvidado que tenía rojo por la cachetada fuerte que me dio.
A: John, te pido de nuevo una disculpa.
Perdóname por golpearte, por insultarte, por obligarte a hacer esto.
No sé que me pasó.
Créeme que me siento muy mal.
Además de ser buen estudiante, realmente te considero un amigo, un compañero a pesar de seguir siendo un niño No quiero tener problemas, pero si quieres contarlo.
Hazlo.
No supe que decirle, pero no quería acusarlo, me gustaba.
Pero ahora sentía algo de desconfianza.
Estaba confundido.
La lluvia cesó y la marca de la cachetada bajó un poco.
Afortunadamente mi papás salieron y llegaron hasta la noche.
No se dieron cuenta de nada.
Las clases continuaron normal en la escuela, pero ya no tuve más tutorias con el maestro Alan, y la distancia entre los dos volvió.
Solo nos veíamos en educación física.
En el último mes de clases y de estar en la primaria, volví a entablar relación con el maestro, pues a pesar de que en su momento fue doloroso, al final me gustó; y ahora estaba más que seguro de volverlo a repetir, pero de otra manera.
Y como si hubiera leído mi mente.
A: ¿Listo para la secu?
Yo: Más que listo, aunque voy a extrañar a mis amigos y algunos maestros buena onda.
Ya es mi última semana aquí.
jaja
A: Espero estar en la lista de los "buena onda" ja ja.
Yo: Claro que sí, incluso está en primer lugar de la lista.
– Lo miré de manera pícara.
A: Oye, quiero darte un regalo de despedida.
Pero no de alumno maestro, sino de amigos.
¿Mañana sábado en la mañana puedes ir a mi casa?
Yo: Claro, pero ¿si me gustará el regalo?
A: Ja ja Ya lo viste, pero esta vez, todo será distinto.
Y efectivamente, fue muy distinto, tanto que fue algo tierno, y sus pies se involucraron esta vez, pero eso será en otro relato.
Espero les haya gustado mi primer relato de mi primera experiencia.
Espero me digan que les pareció y en qué puedo mejorar.
Saludos.
como sigue