Perrita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ah… ah.
–se escuchaban sus pequeños gemidos a través de la almohada, con sus ojos cerrados se imaginaba que el peine era la gran verga de algún mayor, Dilan solo quería que un hombre llenara su agujero con tibio semen, quería que alguien abusara de su pequeño agujero una y otra y otra vez, sus piernas empezaron a temblar mientras tenía un orgasmo, su semen salió disparado sobre su cama, salpicando su pecho.
Su diminuto pene aun erecto seguía dando pequeños saltos mientras el sacaba el peine lentamente de su agujero, se acostó en la cama, sobre su semen, pobre Dilan, aun pesaroso por su virginidad, deseando ser el juguete sexual de algún macho.
No estaba seguro de dónde venían ese deseo, de lo que estaba seguro era que lo estaba volviendo loco, no podía ir a ningún lugar sin pensar en los hombres que lo rodeaban, fantaseaba con verlos desnudos y usaban su pequeño agujero para correrse.
Al siguiente día, mientras volvía a casa de la escuela, era un día caluroso, lo cual volvía la caminata una tortura, había pasado toda la mañana pensando en sus deseos, imaginando un hombre mayor bombeándolo hasta hacerlo gemir.
Su entrenador deportivo hoy se veía especialmente atractivo, si tan solo pudiera forzarlo a que lo cogiera, estaba muy caliente.
Un camión rojo paro a su lado el conductor, con señas, le indico que se acercara, Dilan miro dentro y vio al hombre, no era tan mayor como le hubiera gustado, pero al menos unos 15 años mayor que él, no llevaba puesta la camisa, sus músculos brillaban con una delgada capa de sudor que hacía a las rodillas de Dilan temblar.
-¿Quieres que te lleve? –preguntó mientras lo miraba de arriba abajo.
Dilan asintió y trepo hasta la silla del pasajero sintiendo mariposas en el estómago y, a pesar que por su tamaño no se notara, su pene estaba erecto, estudio al conductor, observando detalladamente su cuerpo ahora que lo tenía más cerca, lo que más quería era que empezara a tocarlo por todas partes.
Arrancó el camión, Dilan notó, nervioso, que iba en dirección opuesta a su casa, pero aun así su minúsculo pene seguía dando pequeños saltitos, el hombre puso su mano en el muslo del pequeño y apretó suavemente sin voltear a mirarlo.
Dilan se sonrojó lleno de excitación.
El conductor detuvo el camión, Dilan no tenía idea de donde estaban… y eso le excitaba aun más.
-Te diré una cosa, niño –Por fin había volteado a verlo- Te daré 50 dólares si me dejas jugar con tu cuerpecito –dijo con una mirada que parecía desnudarlo.
Dilan se sonrojó aún más, no necesitaba que le ofrecieran dinero, él quería que lo cogieran como si no hubiera un mañana, pero la idea hacia la situación aún más sucia y más excitante para él.
-B-bueno –Dijo suavemente con voz temblorosa, llena de calentura, no de miedo.
Él mayor asintió y sonrió, se acercó a darle un collar de perro a Dilan.
-Póntelo, y dime señor o dueño, ¿de acuerdo? –Dilan asintió rápidamente, con sus mejillas aun rojas, si su dueño no empezaba a tocarlo iba a estallar- Buen niño, ahora quítate la ropa, perrita.
-Sí, señor –Dilan se apresuró a desnudarse y ponerse el negro collar alrededor de su cuello, contraste perfecto para su delicada y pálida piel y un complemento adecuado para su largo pelo negro.
-Pero mira que verga más diminuta –Dilan nunca había tenido su pene tan erecto- tu realmente tienes ganas de esto, ¿verdad, perrita?
-Sí, señor –dijo respirando profundamente tratando de calmarse, mientras su dueño buscaba la forma de lamer su culito, haciéndolo gemir y retorcerse en el asiento.
Su dueño lentamente empezó a meter y sacar un dedo en el rosado y apretado ano del pequeño hasta que este acabó sobre su pecho y estómago.
Mientras lo veía recuperar el aliento él aprovecho para soltar su cinturón, sacando su grande y dura verga para que su mascota la viera.
-Es demasiado grande –dijo el pequeño mientras su esfínter hormigueaba con anticipación.
-Límpiate, perrita.
–Dilan obedeció, usando sus dedos para limpiar el semen de su torso- Eso, buen chico.
–Dilan observaba aquel mástil mientras lamia el semen de sus dedos- ven, perrita, necesito que uses tu boca
Dilan se acostó felizmente boca abajo y puso sus pequeñas manos alrededor de la verga del hombre que recién acababa de conocer, le da pequeños lengüetazos a la punta y chupa mientras que, con sus manos, masturbaba el tronco.
-ahg, eso, así, haz que me corra, putito.
–Dilan se sonrojó al oírlo y metió la cabeza entera en su boca.
Dilan se sentía travieso, sucio, continuo chupando y lamiendo, su saliva ya cubría la verga de su dueño, entonces, sin previo aviso, este acabo cubriendo la cara y el pelo de Dilan de abundante semen.
Rio al ver al pequeño sorprendido y lo tomo por el collar acercando su cara… sus labios, lo besó.
-Quiza a la próxima voy a coger ese culito tan apretadito, perrita
Dilan gimoteó, el realmente quería ser cogido ya mismo, al notarlo, su dueño rio de nuevo y lo acomodo de vuelta en la silla del pasajero.
-No puedo dártelo todo ahora mismo, ¿cómo voy a mantener a mi putito deseoso de mi verga si hiciera ahora mismo?
Dilan se sonrojó y frunció el ceño, ya no era algo que quería, era algo que necesitaba, necesitaba sentir la verga de su dueño dentro de sí.
Se vistió mientras su dueño encendía el camión, Dilan le indico el camino a su casa mientras limpiaba el semen de su cara en el espejo, parquearon cerca, el menor devolvió el collar mientras se bajaba.
-nosotros vamos a… hacer eso de nuevo? –preguntó el pequeño con genuina preocupación, mientras abrazaba su maleta con fuerza sobre su pecho.
El mayor le dio un rápido pico en los labios y le sonrió.
-Claro, ahora eres mi pequeño putito, ¿o no? –Le dio a Dilan los 50 dólares y el collar –Quédatelo, perrita, para que recuerdes que ahora me perteneces a mí y solo a mí.
Dilan se sonrojó, su dueño empezó a manejar, dejándolo ahí, con un hormigueo por todo el cuerpo y una gran sonrisa en su rostro, ahora le pertenecía a su dueño, pensar en eso hacía que se sonrojara aún más mientras caminaba hacia su casa.
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