PIEL CANELA: Cena romántica con mi persona favorita
Después de aquel evento del río con los hijos del caporal, regrese a casa y decidí hacer algo especial..
Después del evento vivido en el río; llegué a casa, me bañé, saqué mi celular y le marqué a alguien.
-Hola. ¿Qué tal amigo, cómo estás? –Decía yo a través del celular.
-Hey, Mateo, cuánto tiempo de no oírte ni verte, supe que ya regresaste de España. –Oí la voz de mi amigo Galo a través del auricular de mi celular.
-Si brother, ya hace rato, disculpa si no me comuniqué antes contigo, he estado con tanta chamba, ahora soy el veterinario de la hacienda de mi papá.
-Felicitaciones loco, tu inteligencia merecía algo bueno y ya lo tienes.
-Gracias amigazo, pero tú no te quedas atrás, me contaron que ahora trabajas como administrador de la municipalidad.
-Uf, sí; costó bastante esfuerzo pero logré triunfar, todo sea por que a mi esposa y mi bebita no les falta nada. Pero sabes una cosa, te conozco webón, y estoy seguro que esta llamada, más que para saludar es para pedir algún favor en especial. ¿Verdad?. –Decía Galo con una risa burlona.
-Pendejo, que bien me conoces, no en vano eres mi mejor amigo; pero sí, tienes mucha razón. ¿Te acuerdas de ese departamento al que íbamos cada vez que queríamos fumar un cigarrito, el que era de tu tío y te daba las llaves para que lo limpiaras?
-Como no me voy a acordar, si hicimos buenas fiestas en ese departamento, ahí hasta fabriqué a mi hijita con mi esposa. Que buenos tiempos esos, cuando uno era chibolo.
-Bien, pues necesito usarlo, tengo un plan con alguien, ya sabes, algo de romance y sexo. –Le decía yo a mi amigo y ambos nos soltábamos a reír.
-Cuenta con eso brother, ahora mismo consigo las llaves, ya veré que pretexto se me ocurre para que mi tío me las dé. Te marco en un rato.
-Gracias, sabía que no me ibas a fallar. Espero tu llamada.
Luego de esas últimas palabras salidas de mi boca, ambos colgamos el celular.
En definitiva en los próximos días debía ir a visitar a mi buen amigo Galo, con él pasamos tantas aventuras juntas, su padre no tenía una economía tan buena como la mía y en ocasiones les faltaba el dinero, y como los mejores amigos que éramos, yo le prestaba dinero que al final nunca le cobraba. Muchas veces en el colegio, él se agarró a golpes con otros por defenderme cuando me molestaban diciéndome que era gay porque no me gustaba jugar fútbol. Galo fue el primer niño con el que me hice amigo en el nido, luego los dos fuimos al mismo colegio y nuestra amistad jamás se quebró. Aún recuerdo las veces que me ayudó a que se me bajara la borrachera para que pudiera llegar a mi casa y mi papá no me castigara, o aquellas ocasiones en las que se quedaba solo en su casa y veíamos revistas porno y nos masturbábamos; también aquella vez que le ayudé a que la chica que le gustaba le hiciera caso. Ambos pasamos tantas cosas juntas que podríamos escribir un libro del grosor de la biblia.
Después de que Galo quedara en llamarme, pasó cerca de media hora cuando sonó mi celular, era él para decirme que pasara por su casa recogiendo las llaves del departamento. Apenas cortamos la llamada saqué mi celular y le escribí un mensaje a Pablo.
‘’Hoy en la noche. Champagne, jacuzzi, velas, cena deliciosa y ambos somos el postre. Calle Los cedros 300. Departamento 316. 8:00 pm.’’
Luego, corrí al jardín de la hacienda, justo en la parte en que hay muchas rosas, son tantas que abarcan casi media hectárea de suelo, así que nadie notaria si faltaban algunas por lo que arranqué varias de ellas, y las más bonitas las armé en un ramo.
Me puse mi mejor ropa, casual y cómoda pero a la vez elegante, me perfumé y salí de la casa, arranqué mi camioneta y tomé rumbo hacia la casa de Galo, al vernos después de tanto tiempo nos abrazamos tan fuerte que nuestras costillas crujieron, como estaba con prisa no pude quedarme mucho tiempo para conocer a su esposa y a su bebé, así que salí de ahí rápido con las llaves en la mano y me dirigí hacia la farmacia para comprar un frasco de lubricante. Para mi buena suerte, el departamento estaba constantemente limpio por lo que no fue necesario asearlo, solo me tomé el trabajo de arrancar los pétalos de rosa y esparcirlos por el piso y sobre la cama formando un corazón con la palabra ‘’te amo’’ en el centro, además, coloqué algunas velas en el baño y prendí una varilla de incienso en la habitación.
Faltando media hora para las ocho de la noche salí a comprar una cena para dos en un restaurante, mientras esperaba mi orden recibo un mensaje de Pablo diciendo que ya se estaba alistando. Regresé nuevamente al departamento ya con la comida, la cual serví en unos bonitos platos, coloqué una botella de champagne en un recipiente con hielo para que estuviera muy fría, encendí unas velas sobre la mesa puestas en un candelabro de tres brazos, sumado a eso puse un poco de música jazz en el equipo de sonido que también llevé. Todo estaba prácticamente listo para que llegara Pablo a nuestra cena romántica.
Miro mi reloj y solo faltaban cinco minutos para que den las ocho, cuando en eso me llega otro mensaje de Pablo, ya estaba subiendo las escaleras en dirección del departamento 316; yo sentía frío por los nervios que tenía, pero a la vez empezaba a tener una erección de solo imaginar la noche tan maravillosa que pasaría al lado de mi moreno. De pronto, se oyó el ‘’toc toc’’ a la puerta, respiré hondo y abrí. Ahí estaba él, con un pantalón jean semipitillo, una camiseta manga larga color naranja y un saco muy ligero de color negro; se veía muy elegante y guapo con su piel morena, su barba poco crecida y su cabello de corte militar. Me ofreció una sonrisa coqueta y un ‘’hola’’.
Al entrar, se acercó a mí y me dio un beso en los labios, yo lo tomé por la cintura haciendo que nuestras entrepiernas se pegaran aún más y fui bajando mi boca hasta su cuello para dejar en él un par de besos. Pablo se quedó maravillado con los pétalos de rosa que estaban por el piso, sus ojitos claros brillaron cuando tomé el ramo que le acomodé y se lo di, sin embargo, lo mejor aún estaba por venir.
Nos estuvimos besando por un largo rato, nuestros labios terminaron húmedos y palpitantes por las succiones que ambos nos dábamos.
-¿En qué momento preparaste todo esto, macho?. –Preguntó Pablo, acariciándome la mejilla con su mano derecha.
-Pues hace un rato, tenía ganas enormes de verte, y hay algo entre mis piernas que te extraña. –Respondí yo, agarrándolo de las nalgas y pegando su entrepierna contra la mía.
Le quité el saco negro que tenía puesto para que se sintiera más cómodo, le ofrecí una copa de champagne fría y brindamos por nosotros. Luego, serví la cena. Ambos cenamos uno frente al otro a la luz de las velas, todo era tan romántico, tan especial, nos mirábamos de manera tan sensual, coqueta y lujuriosa; sentía ganas de tirar todo lo que había en la mesa y hacerlo mío sobre ella.
Estábamos terminando de cenar cuando sonó mi celular, era mi papá.
-¿Aló, que pasó viejo, qué se te ofrece?. -Al otro lado del celular, mi papá me preguntaba que donde estaba y si llegaría a cenar a la casa, les resultaba extraño que no estuviera por ahí-. No pa’, no iré a la casa, es más, pasaré la noche fuera, estoy cenando con alguien, tú me entiendes, si hasta mañana, descansa.
Luego corté la llamada, Pablo me miraba lanzándome una sonrisa picaresca.
Acabamos de cenar y luego vino el postre, que como le dije a Pablo en el mensaje, cada uno de nosotros era el postre del otro. Tomé a mi moreno de la mano y me lo llevé a la habitación, ahí empezamos a besarnos desesperadamente, lo despojé de toda su ropa y el de la mía, recorrí todo su cuerpo olfateando, besando y lamiendo cada centímetro de su tostada piel, llegando hasta sus pies, más pálidos que el resto de su cuerpo, chupé los pulgares de sus pies y eso pareció que lo prendió mucho, por el gemido que salió de su boca.
Continué recorriendo su cuerpo, le di la vuelta quedando boca abajo en la cama y empecé a lamer su esfínter anal, su sabor era dulce, seguramente lo lavó con algo porque olía muy rico; con mi lengua rodeaba todo su anillo y hacía intento de abrir esa abertura con la punta, mientras el solo gemía y mordía las sábanas blancas ahogando su gemido.
Me puse de pie y lo tomé de la mano para que él también se incorporara, luego caminamos hasta el jacuzzi, ambos con el pene muy erecto y emanando líquido pre-seminal, entramos al jacuzzi y nos besamos como dos locos, el lamía mi cuello y hacía que mi pene doliera por lo erecto que estaba.
Luego, Pablo me ordenó ponerme de pie mientras el permanecía sentado metido en el agua. Me paré, por mi pene escurría agua igual que por el resto de mi cuerpo, se acercó a mí y con su mano derecha tomó mi duro pene, lo masturbó un poco mientras me mira y se mordía el labio inferior, luego de manera muy suave y sutil recorrió todo mi recortado vello púbico con su lengua, succionó mis grandes y descolgados testículos y jugó un poco con ellos pasando la punta de su lengua, después recorrió todo mi falo hasta meter en su boca solo el glande, ahí fue cuando sensaciones eléctricas recorrieron mi cuerpo entero. La felación empezó en serio cuando de un solo bocado metió mi pene entero en su boca hasta oír sus arcadas. Sus ojitos claros estaban llorosos por meterse todo mi falo a la boca, sin duda alguna mis veinte centímetros llegaban más allá de su campanilla.
El oral que Pablo me hacía, estaba dejando mi pene muy ensalivado y lubricado para penetrarlo, por momentos me la chupaba lento y otras veces con mucha energía. Hubo un rato en el que colocó sus manos en mis nalgas como queriendo incrementar la fuerza de su felación, yo lo tomé por detrás de su cuello y empecé a mover mi cadera hacia adelante y atrás, generando movimientos circulares por momentos y sujetando su cabeza fuertemente cuando hacía que todo mi tronco de carne fibrosa entrara hasta su garganta.
-¿Te gusta?. –Me preguntaba Pablo, a medida que tomaba mi pene de la base y se daba golpes con él en la cara.
-Me fascina, mi amor, lo haces tan rico. –Le decía yo, sujetando mi pene con la mano para meterlo otra vez en su boca y empezar con mi movimiento de cadera, prácticamente le estaba follando la boca; y por la barbilla de Pablo, al igual que por mis muslos resbalaban restos de su saliva, producto de las bruscas arcadas que tenía que hacían que escupiera saliva.
Fue casi media hora en la que Pablo me dio el más exquisito sexo oral, como nunca antes me lo habían hecho. Retiré mi pene de su boca y me incline para sentarme junto a él en el agua, nos besamos compartiendo la mezcla de su saliva y fluidos de mi excitado pene, tomé una toalla que estaba en el borde del jacuzzi y limpie su mentón retirando la saliva, mientras que con mis dedos secaba las lágrimas de sus ojitos, y lo volvía a besar de manera más tierna pero lujuriosa.
Luego, mi morenito, se giró dándome la espalda colocándose en posición de perrito con sus manos apoyadas en el borde del jacuzzi.
-Vamos, quiero que me folles. Follame ya, ahora. –Dijo él, viéndome con excitación y mordiendo su labio inferior.
Me acerqué a su ano y le di unos cuantos lengüetazos, luego tome con mi mano derecha mi pene y lo acerqué colocando el glande justo en la entrada de su esfínter, el cual se contraía y dilataba a la vez. Ejercí un poco de presión y lentamente fue introduciéndose en su ano hasta llegar a tocar sus nalgas con mi pelvis y mis testículos chocaron con los suyos, mientras él exclamaba un gemido de satisfacción al ser invadido por mí.
-Oh, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. –Decía él.
Puse mis manos en su cintura y le di un par de besos en su espalda y otro par detrás de su oreja derecha, cosa que hizo que me pidiera casi suplicando que lo follara con fuerza.
Empecé con un mete y saca lento, moviendo mi cadera hacia adelante y luego hacia atrás, por momentos cuando se la metía toda hacía con mi cadera movimientos circulares sacando de él su lado más salvaje.
Después de un rato en esa posición, mis movimientos ya eran más fuertes, tanto que en cada embestida había ese típico sonido del ‘’plaj plaj plaj’’ y cuando me atrevía a sacar mi pene completamente y con fuerza, sonaba como si se descorchara una botella. Pablo solo me pedía más y más en cada movimiento, y yo le daba gusto en follármelo con esmero, a la vez que le daba un trago a mi copa de champagne y regaba un poco de ésta sobre la arqueada espalda de Pablo y la lamía con mi lengua, se podía observar como el agua del jacuzzi salpicaba por mis movimientos.
Llevábamos casi una hora así, entre follar y gemidos, hasta que sentí en mí interior las ganas de eyacular, rápidamente me puse de pie y le ordené a Pablo que abriera la boca para que recibiera toda mi esencia de macho latino; le di un par de jaladas a mi pene y exploté en varios chorros de abundante semen que fueron a dar justo al interior de la boca de mi amante, otros en cambio cayeron en toda la superficie de su cara y sus labios; Pablo solo lamía mi verga y la succionaba limpiando cada resto de semen en ella, al terminar, yo con mi pene aún sin perder la firmeza limpiaba cada resto de mi esperma de su cara y lo llevaba hasta su boca, ahí eran ingeridos por Pablo. Luego me senté junto a él y lo bese de manera tan apasionada que casi de inmediato yo ya tenía la verga nuevamente erecta y mi hermoso Pablo quería más sexo.
Juntos, ahí metidos en el jacuzzi, nos dábamos tiernos besitos a ratos y otros con lengua, nos abrazábamos, le tocaba las nalgas, él me lamía las tetillas de mi musculoso pecho, éramos una pareja que desataba su lado tierno y salvaje a la vez a la hora del sexo.
-Joder tío, eso estuvo muy cabrón, fue exquisito, ¿nos echamos otro?. –Dijo Pablo.
-Lo que quieras, mi bebé, yo solo estoy para complacerte. –Le dije yo.
-Pero antes, una copa de champagne, ¿qué no?. –Dijo él
-Por supuesto, amor, después de esta faena he quedado con sed. –Dije yo a medida que tomaba la botella y servía un poco en cada copa.
Le pasé una copa a Pablo y este dijo. –Por nosotros, y porque momentos como este se repitan seguido. –luego, chocó su copa con la mía y bebimos.
Después de unas cuantas copas de champagne, salimos del jacuzzi y mientras nos besábamos, caminábamos hasta la cama. Sobre ella recorrí otra vez la piel morena de Pablo, ambos teníamos ganas de más sexo.
Rápidamente, mi amante se giró quedando sobre mí, me besó y fue bajando por mi pecho, pasando por mi ombligo hasta llegar a mi pene que ya estaba empezando a erectarse. Se metió mi pene a la boca y fueron otros quince minutos de sexo oral, luego, se dio la vuelta quedando en la posición perfecta para un sesenta y nueve, mientras él succionaba mi pene, yo lamia su esfínter anal ya dilatado por la primera follada que le di.
Pablo se movió un poco hacia adelante y yo aproveche en colocarme detrás de él, quedando en posición de perrito, escupí un poco de saliva en su ano y untando lubricante sobre mi duro pene, lo penetré. Lo tomé de la cintura y empecé a moverme lento y luego más fuerte.
Pablo solo gemía y pedía que se la metiera toda, le encantaba cuando le daba de perrito, y esa ha sido siempre mi postura favorita. El catre chirriaba y se golpeaba la cabecera contra la pared emitiendo el sonido característico de una cama cuando dos personas follan a lo salvaje sobre ella.
-Oh si, vamos tío, follame, dame polla. Méteme toda tu polla en el culo, por favor. –Decía Pablo entre gemidos.
Yo solo me concentraba en darle placer a mi bebé, mi hermoso Pablo, le besaba la espalda, sujetaba con firmeza su cintura y hacía mis envestidas cada vez más fuertes, haciendo que la cama sonara como si en cualquier momento se fuera a desbaratar.
Por unos segundos frené mi mete y saca para cambiar a Pablo de posición, le di la vuelta dejándolo boca arriba, le abrí las piernas y me coloqué en posición de misionero, volví a penetrarlo. Pablo aruñaba mi espalda mientras yo lo penetraba y besaba con desesperación, él solo gemía, por momentos bajaba sus manos hasta mis nalgas como queriendo hacer la penetración más fuerte, las aruñaba y yo lo embestía con más fuerza hasta terminar bañado en sudor por el esfuerzo físico que hacía, por alguna razón, verme sudado provocaba en Pablo más deseo.
Incliné un poco mi cuerpo permaneciendo de rodillas sobre la cama, coloqué una de las piernas de mi moreno sobre mi hombro y con la mano sujetaba la otra por el tobillo, penetrándolo ahora con más fuerza y rapidez, haciendo que los chirridos de la cama fueran mayores. Sentir que tenía a Pablo a mi merced, haciéndolo completamente mío, y sumado a eso el sonido de la cama, generaba en mi un placer indescriptible, por lo que tuve que detenerme en varios momentos para evitar eyacular y volver a penetrarlo con la fuerza de un toro.
-mmmm, si tío, dame así, me estas partiendo el culo, joder. –Decía Pablo entre gritos de deseo por mí.
Volví a detenerme para sujetar con mis brazos las piernas de Pablo a la vez que le ordené sujetarse de mi cuello con sus brazos, luego volví a penetrarlo, pero esta vez no nos quedamos en la cama, en lugar de eso me puse de pie sobre el piso y empecé a mover el cuerpo de Pablo de abajo hacia arriba para que mi pene entrara y saliera de su cavidad anal, cuando me cansaba de moverlo simplemente lo dejaba quieto y movía mi cadera de atrás hacia adelante, logrando que mi pareja sexual me jalara de mi rizado pelo y pusiera los ojos en blanco de la excitación.
Pasaron cerca de dos horas de estar follando, cuando llego el momento de vaciar en el interior de Pablo todo mi poder, bravura y esencia de varón, que horas antes, recibió en su boca. Sin embargo, yo no era el único, pues a medida que penetraba a mi moreno de piel canela, el exclamaba entre gemidos que no aguantaba más y estaba a punto de venirse.
Rápidamente coloque a Pablo sobre la cama sin dejar de penetrarlo y ya recostados aumenté mi ritmo de penetración, hasta que sentí como su ano se comprimía y apretaba con sus paredes mi pene y su esfínter estrangulaba la base generando en mi ganas incontrolables de eyacular.
Ambos emitimos poderosos gemidos a medida que eyaculábamos.
-Oh siiiiiii… siiiiiii. Oh que delicia. –Gritaba Pablo mientras eyaculaba, regando su semen por su abdomen, pecho y, llegando algunos chorros hasta su boca, los cuales lamió con sabrosura.
Mientras tanto yo dejaba en su interior todo mi semen, calculo cerca de ocho chorros muy fuertes que salieron de mi pene, y ahogue con un beso los gemidos de Pablo para a su vez ahogar los míos.
Terminé de eyacular en su interior, pero aún continué penetrándolo de manera muy suave, mientras con mi mano derecha embarraba todo el semen de su pecho y abdomen, para luego llevar mis dedos a su boca y después dejar en ella otro beso cargado de placer y lujuria.
Cuando sentí que mi pene ya estaba totalmente flácido, lo saqué del ano de Pablo y ambos nos quedamos recostados sobre la cama, bañados en sudor y semen.
Estábamos exhaustos por tremenda faena de sexo, recostado sobre la cama a lado de Pablo, tomé de la mesita de noche mi cajetilla de cigarros y encendí uno, lo necesitaba para completar de procesar el placer recibido y dado.
Mientras fumaba mi cigarro, Pablo se puso de pie, abrió la ventana para que el humo se disipara, luego se volvió a recostar en la cama colocando su cabeza en mi pecho dándole un tierno beso a mi pectoral izquierdo. Yo solo atine a besar su frente y agradecerle por tan maravilloso momento.
Terminé de fumar mi cigarro y cuando me di cuenta, Pablo ya se había quedado dormido, entonces me acomodé a su lado para dormir abrazado a él, sintiendo en su piel el olor sexo y testosterona. Despertamos en la madrugada, como a la una o dos, y lo volvimos a hacer, como dos veces más, me excitaba tanto la idea de pasar la noche con él y tenerlo solo para mí y que no exista nada que evite hacerle el amor. Esa noche fue tan especial, tan mágica, sin duda alguna, mi momento favorito de toda mi existencia con mi persona favorita.
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