PIEL CANELA: El vaquero
Mis ganas de sexo sumadas a las de Raúl nos terminaron fundiendo en una noche de sexo salvaje.
Me siento flotando sobre una nube de algodón, puedo hasta sentir la humedad en mi cuerpo, definitivamente estaba soñando, porque no encontraba otra razón para estar follando con Pablo sobre una nube húmeda.
Estoy durmiendo como un bebé al lado de mi moreno, abrazándolo en posición de cucharita, una sensación tan rica, hasta que suena mi celular, es una llamada entrante de mi papá.
Me despierto de un sobresalto al oír mi timbre de llamada, la habitación ya está totalmente iluminada por el día, deben ser cerca de las ocho de la mañana; tomo mi celular y respondo.
-¿Aló, dime viejito, qué se te ofrece?
-Buenos días hijo, disculpa que te moleste, es que ya es un poco tarde y te necesitamos en la hacienda.
-Si viejo, discúlpame a mí, se me pegaron las sábanas, ahora mismo voy.
-Ok campeón, no demores, hay una yegua que no puede parir.
Apenas colgué el teléfono miro la hora, eran casi las nueve y media de la mañana.
Desperté a Pablo y nos vestimos, ya ni siquiera me bañé, era más importante ir a atender esa yegua en labor de parto. Por cuestiones de discreción Pablo no llegó al mismo tiempo que yo, puesto que él andaba en su propia movilidad, una moto.
Apenas llegué fui corriendo a las caballerizas donde estaba la yegua, era la favorita de mi papá, una yegua de raza Lusitana y de nombre Paloma. Tomé mis implementos y procedí a hacer mi labor, sacar al potrillo. Luego de media hora de trabajo y ayudado por Raúl, uno de los vaqueros encargados de los caballos logramos sacar al potrillo sano y salvo, y sin mentir, fue un gran alivio para mí, pues no me hubiera gustado que mi papá tuviera un disgusto por perder un potro de su yegua predilecta.
Recogí todos mis implementos veterinarios y le di algunas recomendaciones a Raúl, ya que sería el quien estuviera al tanto de vigilar a la yegua y al resto de caballos.
-Raúl, por favor, no quiero que le quites los ojos de encima al potro, en un par de horas ya debe haberse puesto de pie y mamar de la yegua, si no se para pronto avísame para inyectarle algo. Confió en ti, Raúl.
-No se preocupe doctor, llevo varios años a cargo de los caballos, sé que hacer en estos casos, confíe en mí que no le voy a fallar.
-Me alegra oír eso, sabes una cosa Raúl, me has caído muy bien, espero que además seamos buenos amigos.
-Pues por mí encantado doctor, solo falta que a usted siendo el veterinario y además el hijo del patrón, no le de vergüenza ser amigo de un simple vaquero como yo.
-jajajaja. No seas webón hombre, eso es lo de menos, además, yo también soy un trabajador más aquí, igual que tú.
-Bueno, si usted lo dice.
Apenas terminamos de cruzar palabras le di la mano a Raúl en señal de amistad, el tipo me cayó muy bien, además estaba bastante guapo, era blanco con barba y tenía una postura muy varonil, su estatura debía estar entre el metro setenta, además era muy humilde y tímido, calculo que debería tener unos treinta años, sus brazos se notaban tonificados por el trabajo en el campo y la doma de caballos, era de cuerpo ancho y tenía un poco de panza, algo que a mi opinión lo hacía ver aún más guapo y varonil, no dudaría que más de una de las sirvientas estén enamoradas de él.
Regresé a la casa para darme una ducha puesto que en las caballerizas me ensucie de sangre y fluidos uterinos de la yegua, toda mi ropa olía a placenta. Atravesé la sala de la casa y ahí estaba mi papá, apenas me vio se acercó a mí y le di la buena noticia que su yegua estaba bien, se puso muy contento y fue hasta las caballerizas para ver al potro, hasta ese momento me enteré que era hijo de mi caballo Ébano, el garañón se había estado dando gusto montando a Paloma, recién comprendí el motivo por el cual el potrillo era casi negro si su madre era de color blanco.
Me bañé, y puse ropa limpia para continuar con mi trabajo el resto del día.
Fui hasta los corrales y le ordené a Jacinto, el caporal, que ensillara mi caballo, puesto que iría con ellos a recoger las vacas del potrero ya que debíamos separarlas de los terneros para juntarlas con los sementales y puedan quedar nuevamente preñadas.
Rápidamente, Jacinto montó en su caballo y fue corriendo hasta las caballerizas, mientras tanto el resto de vaqueros alistaban lo necesario para ir a recoger el ganado del campo.
Después de un rato breve regresa Jacinto y me dice que no puedo llevarme a mi caballo porque más tarde lo usaran para sacarle semen porque mi papá quiere que yo insemine algunas yeguas, al igual que hicieron con Paloma. Además, necesitaban que vaya a ver al potrillo puesto que parecía que no estaba bien. Dado el caso, ya no podría ir con los vaqueros a recoger el ganado, así que me quede en las caballerizas revisando el nuevo potro mientras los vaqueros hacían su trabajo.
Llegué a las caballerizas y ahí estaba Raúl.
-Qué bueno que llega doctor, justo lo iba a ir a buscar cuando llegó el Jacinto y le pedí que le diera mi recado para que venga.
-Ya estoy aquí, que le pasa al potro.
-Pues, no se trata del potro sino de la yegua, el potro quiere mamar pero nomás no le sale nada de leche a la madre. En todos los años que llevo cuidando estos caballos no había pasado algo así.
-Tranquilo, no hay de qué preocuparse, a veces pasa esto por el estrés de la yegua durante el parto, pero ahora le inyecto un poco de Oxitocina. Además te voy a enseñar muy bien cómo usar este medicamento por si sea necesario y yo no esté aquí.
-Uy doctor, muchas gracias, usted si es muy amable al enseñarme, para serle sincero, el otro veterinario era muy creído y no le gustaba enseñarnos nada a los vaqueros, siempre que le hacíamos alguna pregunta se enfadaba.
-Bueno, ten en cuenta que ese tipo ya estaba viejo, y pues no todos los veterinarios tenemos la misma actitud. Así que si tienes alguna duda, solo pregúntame, ya te dije que somos amigos, y por favor te voy a ordenar que ya no me trates de usted, puedes tutearme.
-No, como cree que voy a hacer eso, y si el patrón se molesta.
-No se va a molestar, él es más buena onda que yo. ¿O te ha tratado mal alguna vez?
-No, para nada, en los cuatro años que llevo trabajando aquí nunca me han tratado mal los patrones, todos son bien amables. Es más, hasta me regaló madera y me dejó construir mi cabaña en un potrero por aquí cerquita cuando mi mujer salió embarazada.
-Wow, ¿osea que eres casado?
-No exactamente, cuando llegué aquí pidiendo trabajo y me lo dieron me enamoré de una de las sirvientas y al año ya estábamos esperando nuestra bebita, ahora ya está por cumplir los tres añitos, si viera que bonita es, igualita a su madre.
-Qué bueno, me alegro por ti, a ver si un día de estos las conozco.
Después de la charla muy amena que tuvimos Raúl y yo, procedí a enseñarle con mucho detalle cómo usar la oxitocina. Mientras yo preparaba algunas jeringas, oí sonar el celular de Raúl, como cuando llega algún mensaje, pero este sonido se me hacía muy familiar, era el mismo sonido de las notificaciones de Grindr, esa aplicación para conocer gente gay o bisexual.
No lo podía creer, el sonido era inconfundible, si lo sabré yo que he usado esa aplicación miles de veces en España, pero por precaución dejé de usarla cuando regresé a Perú.
Raúl saco su celular del bolsillo del pantalón, puso una cara un poco picaresca y soltó una inaudible risa de tono lujurioso. Yo me moría de ganas por saber con quién hablaba. Ese tonito en su celular continuó sonando varias veces.
-Bien amigo Raúl, ahora si pon atención que te voy a enseñar cómo usar este medicamento.
Raúl ponía mucha atención mientras le explicaba, incluso habían momentos en los que tenía que pegarme mucho a él mientras le indicaba cuanto debía meter de medicamento en la jeringa, por un momento me pegué a sus nalgas y apoyé mi miembro en su nalga derecha, pude sentir que no hizo ningún intento por alejarse, incluso noté como su entrepierna empezaba a crecer.
Cada vez me pegaba más y más a Raúl, y a él parecía agradarle mi cercanía. Hasta que en un momento en el que ya estábamos muy cerca llega uno de los trabajadores para llevarse a Ébano para su colecta de semen. Al estar el otro tipo nos separamos rápidamente.
Sacaron a mi caballo de su caballeriza y yo procedí a darle algunas indicaciones al trabajador y le dije que en un momento estaba con él. Así, Raúl y yo guardamos todo lo que habíamos sacado y luego fuimos caminando hasta el lugar donde está el caballete en el que se realiza la colecta de semen de los caballos. Grande fue mi impresión al ver que ahí también estaba Pablo, pues le parecía interesante lo que se iba a hacer.
Se procedió a la extracción del semen del caballo, luego le dije a uno de los ayudantes que colocara el semen extraído en un recipiente para que se conservara fresco y así poder usarlo en algunos días.
Terminada nuestra labor todos los trabajadores se fueron y me quedé solo con Pablo, así que le pedí que me acompañara a llevar a Ébano de vuelta a su caballeriza, al llegar a las caballerizas, mientras caminábamos parecía no haber nadie, por lo que Pablo se pega a mí por detrás, me besa en el cuello y con su mano agarra mi entrepierna.
-Hey, que haces, alguien nos puede ver.
-Tranquilo tío, que no hay nadie y yo estoy muy cachondo después de ver la verga de tu caballo.
-jajaja. No eres el único, ven aquí, este casillero esta vacío. – Dije, soltando la soga de la que sostenía a Ébano y tomando a Pablo de la mano para meternos a una caballeriza vacía. Rápidamente Pablo se puso de rodillas sobre el heno seco y me bajo el pantalón. Sacó mi verga semi erecta y se la metió a la boca; empezó a mamarla con desespero metiéndosela entera en la boca con todo y bolas hasta hacerla crecer en todo su esplendor. Su boca se movía de adelante hacia atrás con un ritmo muy acelerado, sin duda alguna moría de ganas por sentir como mi leche mojaba toda su lengua y su paladar.
Pablo me la chupaba tan rico que hacía mis piernas temblar. Yo lo tomaba de la cabeza y empezaba a follarle la boca hasta ocasionarle arcadas. Su saliva resbalaba por su barbilla y a la vez mojaba mis muslos. Hasta que llegó el momento en el que no me pude contener más y solté todo mi líquido de varón en su boca, varios chorros de semen salieron de mi verga para llenar su cavidad bucal hasta el grado de que un poco de mi esperma se escapara por las comisuras de sus labios. Fue sensacional, que bueno que no había nadie en el lugar, porque así pude gemir al momento de soltar toda mi leche.
Pablo terminó de limpiar los restos de semen de mi verga con su lengua hasta dejarla totalmente limpia, y justo en el momento en el que me disponía a subirme el pantalón, Ébano soltó un relincho igual como cuando alguien se le acerca, entonces un sonido brusco se oyó, fue como si algo de metal hubiera caído al suelo. Me subí rápidamente los pantalones y Pablo se limpió la boca con la manga de su camisa. Ambos nos sobresaltamos, salí a ver qué era lo que pasaba y en el pasillo no había nadie, solo la carretilla que se usa para llevarles el heno a los caballos estaba tirada en el suelo, como si alguien la hubiera tirado o se hubiera tropezado con ella; definitivamente, alguien más aparte de nosotros dos estaba dentro del establo de los caballos y muy posiblemente nos vio y por el relincho de Ébano salió corriendo y tiro la carretilla. Se me puso la piel de gallina al pensar que alguien nos vio, pero quien pudo haber sido; y si fue mi viejo, no lo creo, hubiera entrado a sacarnos la mierda a los dos, alguno de mis hermanos tampoco, muy probablemente fue algún trabajador, solo faltaba saber cuál era.
Los días pasaron con normalidad, aunque para ser franco, algunas noches no pude dormir tranquilo por la preocupación de que alguien nos hubiera visto a Pablo y a mí en tremenda situación. Sin embargo, ya pasaron dos semanas y no se ha dicho nada del tema, los trabajadores me miran y me tratan con el mismo respeto de siempre, excepto Raúl, el desde hace días que me ve con una mirada rara, yo diría maliciosa, osea con picardía.
Hace dos semanas, el mismo día que Pablo me chupó la verga en las caballerizas, debíamos ir a recoger el ganado de los poteros para apartar a las vacas de sus terneros, sin embargo, ese día llovió muy fuerte, por lo que ya no pudimos seguir trabajando y decidimos dejarlo para este día, así que el ganado ya se encontraba en camino y yo estaba en los corrales esperando a que los vaqueros regresaran con el grupo de vacas paridas. Al llegar, entre todos trabajamos para apartar a las vacas de sus terneros, y una vez separados procedí a dividir a todo el grupo de vacas en grupos más pequeños para juntarlas con un semental, entre ellos, Atahualpa, el toro que fue indultado hace ya algunos meses en la Plaza de Acho.
Terminado mi trabajo me despedí de los vaqueros para ir a la casa y pasar todos los registros a mi computadora. Ese día amanecí muy caliente, por lo que ya a solas en mi cuarto aproveché para hablarle a Pablo para follármelo en mi cama, sin embargo, no estaba en la hacienda, sino en la ciudad junto a mi hermano mayor haciendo unas diligencias que le encargó mi papá; el coraje me puso de muy mal humor, tenía muchas ganas de follar, y ese día lo haría si o si, aunque no sabía con quién.
Terminé de redactar los registros en mi computadora y fui de nuevo a la caballeriza porque había un par de yeguas en celo aptas para que les realice una inseminación artificial. Una vez en el lugar ya mencionado, llegó Raúl, lo mandé a llamar para que me asistiera durante el trabajo. Procedí a realizar la inseminación artificial en cada una de las yeguas, y por lo cachondo que yo estaba no pude evitar excitarme más al inseminar a las yeguas, y Raúl no era ajeno a la situación, pues en más de una ocasión lo vi agarrarse el bulto cada vez que me miraba; sin duda alguna, este muchacho quería algo conmigo.
Terminé de realizar la inseminación artificial y me puse a charlar con mi ayudante, le preguntaba cómo estaba su hija, o cosas de su vida, lo que sea con tal de hacerle conversa, hasta que en un momento la situación se tornó más caliente.
-¿Y qué novedades me cuentas, Raulito?
-Nada doctor, sin novedad alguna, solo este calor que está como para andar en pelotas todo el día.
-jajaja. Así es. Por eso yo pienso ir más tarde a bañarme al río. ¿No te gustaría venir?
-Qué más quisiera doctor, pero tengo algunas cosas que hacer. Aunque si gusta venga hoy en la noche después de la cena a mi cabaña para platicar un rato y tomarnos un par de cervezas. ¿Qué dice?.
-Vacan amigo, te acepto la oferta. Pero, ¿no se enoja tu mujer?
-No, para nada; además, mi mujer se fue unos días a visitar a su mamá a su tierra, va a venir en un par de semanas.
-Ah, ok. Eso quiere decir que tendrás la leche guardada unos cuantos días jajaja.
-Así parece, pero no hay problema, me la aguanto, aunque hay otras cosas que no me pueden faltar.
-¿Otras cosas, como cuáles? jajaja
-jajaja. Yo me entiendo doctor.
Ya me podía imaginar a que se refería, solo faltaba comprobarlo. Y esta noche sería perfecta para eso.
Apenas terminé de cenar me fui a alistar para ir a la cabaña de Raúl, me puse ropa cómoda como para ir al gimnasio, una camiseta sin mangas porque hacía calor y una bermuda deportiva y zapatillas. Eran cerca de las siete y media de la noche, esta vez no fue necesario ir en carro porque la cabaña quedaba a diez minutos de camino de mi casa. Tomé el camino que Raúl me indicó, uno que tenía pinos alrededor y llegué sin perderme. Al llegar vi una cabaña grande y muy bonita, toda hecha de madera, tenía todo lo necesario, luz eléctrica, agua, baño, y en el patio había un farol grande que iluminaba durante la noche; parecía de esas cabañas que salen en las películas de campistas.
Apenas pisé el patio, un cachorro salió de la cabaña y me empezó a ladrar, no era un perrito fino pero si bien bonito; detrás de él salió Raúl, solo tenía puesto un buzo y el torso descubierto.
-Hey, Pipo, deja. –Le decía Raúl al cachorrito que intentaba morderme, luego lo levantó del suelo con la mano izquierda, mientras que me daba la otra mano para saludarme.
-Hola amigo, aquí estoy como te prometí.
-Hola doctor, por favor adelante, está en su casa.
Al entrar pude notar su casa muy ordenada, aseada, y sobre todo muy acogedora. Definitivamente yo quería una igual.
-Tu cabaña está muy bonita, Raúl.
-Gracias doctor, yo mismo la construí con mis propias manos; bueno, los demás trabajadores me ayudaron, pero ya mi mujer y yo la decoramos a nuestro gusto. Pero por favor siéntese, ahora regreso, voy a dejar a Pipo en su camita para que no esté jodiendo.
-No te preocupes, amigo, yo te espero aquí.
Raúl entró a un cuarto y yo me quedé en la sala observando a detalle el interior de la cabaña; tenía bonitos muebles hechos de guayaquil, un televisor, una refrigeradora; es decir, las cosas básicas de una casa, lo cual no me extrañaba ya que el sueldo de los trabajadores era muy bueno y mi papá les repartía cada mes víveres para su alimentación a los que trabajadores que ya tenían esposa o hijos.
Tomé el control de la televisión y busqué algún canal donde estuvieran dando algo interesante, pronto encontré una película muy buena en un canal que no recuerdo el nombre. De pronto llegó Raúl, pasó a la cocina a lavarse las manos y regresó con dos cervezas de lata en la mano, me pasó una a mí la cual acepte gustoso.
-Salud doctor.
-Salud, amigo Raúl
Ambos le dimos repetidos sorbos a muestras cervezas a medida que conversábamos de cualquier tema, él me contaba de su esposa, de su hija; yo le contaba de mi vida en España, obviamente omití la parte de que soy gay. Así fue que pasamos de una cerveza a seis cada uno, ambos ya empezábamos a mostrar efectos de ebriedad y nuestra plática se iba tornando cada vez más íntima, por no decir que empezamos a hablar solo de sexo, cosa que no es rara entre los varones.
Las horas fueron pasando al igual que las cervezas, pronto el reloj de la pared anunció con sus campanadas que ya eran medianoche.
-Carajo, ya es medianoche, creo que ya debería irme, no vaya a ser que por mi culpa te desveles y te regañen mañana. –Le dije yo a Raúl.
-jajaja. No se preocupe doctorcito, mañana es domingo, y aquí nadie trabaja los domingos.
-Ah chucha, es verdad, me webié jajaja. ¿Entonces, seguimos chupando? Jajaja
-De ley doctor, solo depende de lo que le guste chupar jajaja.
-Chela, obviamente, a menos que quieras que te chupe el culito, o que tú quieras chuparme la verga jajaja.
-jajaja. Puede ser. Voy a traer más cerveza, pero primero voy al baño que ya se me sale.
-Te acompaño Raulito, a mí también ya me urge eyacular, digo orinar, jajaja.
Luego, ambos entramos juntos al baño, ahí cada uno se sacó la verga y empezó a orinar, no nos daba vergüenza vernos el pene el uno al otro, incluso bromeábamos diciendo cuál de los dos la tenía más grande, hasta que en un momento a mí se me empezó a parar la verga.
-Asu mare doctor, la tiene como caballo. –Decía Raúl, observándomela y tomándola con una mano.
-jajaja. Así parece; por eso, culito que me cojo, culito que reviento. –Le decía yo, a medida que le agarraba una nalga.
Luego de orinar, me la sacudí y la guardé, después regresamos a la sala y ahí fue donde empezó lo bueno.
Nos dimos cuenta de que en el canal en el que puse el televisor estaba empezando una película donde salían chicas con los senos descubiertos, lógicamente era una película porno; y aunque soy gay, ver mujeres mostrando las tetas me excitaba un poco, sobre todo estando al lado mío mi nueva aventura, Raúl.
Ambos nos volvimos a sentar en el mueble viendo como en una escena de la película, el jefe se cogía a su secretaria. En eso, noto que Raúl se toca efusivamente la entrepierna, seguramente empezaba a excitarse, y con el alcohol encima no sería difícil hacerlo caer.
-Voy por otra cerveza. ¿Le traigo una, doctor?
-Carajo, te he dicho que ya no me trates de usted, jajaja. Deja, yo voy por las cervezas.
En cuanto me puse de pie la cabeza me dio vueltas por lo ebrio que estaba, perdí el equilibrio y Raúl en su intento de agarrarme para que no me cayera al piso, me abrazó y ambos terminamos cayendo encima del mueble, yo sobre Raúl. En ese instante nos quedamos mirando a los ojos por unos cuantos segundos hasta que por impulso mío lo besé. Mis labios succionaban los de Raúl con furia y lujuria, mi lengua trataba de explorar cada rincón de su boca, al igual que la suya en mi boca.
El me tocaba la espalda recorriéndola con sus manos buscando deshacerse de mi ropa, mientras yo lamía y besaba su cuello, hasta que hubo un momento en el que entre gemidos me susurró algo al oído.
-Cáchame. Cáchame. Dame lechita igual como se la diste al señor Pablo.
En ese momento, entre mi mente confusa por la cerveza, comprendí que la persona que nos había estado observando a Pablo y a mí en las caballerizas, era Raúl. Y muy posiblemente la invitación a su cabaña tenía por objetivo que me lo follara, sea como sea, no me molestaba en lo absoluto, porque lo que pasaría en su cama pocas veces suele pasar.
-¿Así que eras tú el que nos estaba observando?. –Le decía yo a medida que le mordía una oreja.
-Ahhhhh, si era yo, no sabes cuantas veces me la jalé pensando en ese momento.
-Ah sí, pues ahora es momento de que hagamos lo mismo que ese día.
En ese instante, como pude me puse de pie tratando de no caerme, me quité todo lo que llevaba puesto hasta quedar completamente desnudo con la verga dura como fierro e invité a Raúl a chupármela.
Raúl no espero a que se lo pidiera dos veces, inmediatamente se puso de rodillas y se metió a la boca mis veinte centímetros de carne dura, se notaba su experiencia mamando vergas, lo hacía de una manera tan delicada que lograba sacar de mí gemidos de intenso placer. Había momentos en los que se quedaba por un largo rato con mi pene hasta la garganta y se lo sacaba de golpe de la boca.
Luego de unos cuantos minutos de sexo oral, Raúl se puso de pie y me besó, podía sentir en su saliva el sabor de mi líquido preseminal. Luego, frente a mí se quitó el buzo que tenía puesto y quedó completamente desnudo, dio la vuelta ambos caminamos hasta su cuarto; mientras caminaba detrás de él podía observar sus nalgas, carnosas y turgentes, tenía un trasero muy bien formado.
Al llegar a su cuarto rápidamente me arrojó sobre la cama, ahí me la siguió chupando un largo rato, se comía mi pene como si fuera una paleta, luego succionaba mis testículos hasta hacerme gemir de placer.
Después de un rato, hago que Raúl se coloque en posición de perrito para empezar a lamerle el culito. Apenas abro con mis manos sus carnosas nalgas puedo observar un esfínter anal tan rico, rosadito y limpio; rápidamente pasé mi lengua por la entrada de su ano, en cada lengüetazo sacaba de Raúl fuertes gemidos y me pedía que no parara, trataba de penetrar su rosado anillo con la punta de mi lengua y de a pocos iba metiendo un par de dedos para lograr dilatar el ano de Raúl.
En cuanto lo consideré prudente, escupí en su ano y puse saliva en mi pene, cuando me disponía a penetrar a Raúl, este me detuvo para darme un condón y lubricante, los cuales sacó de su mesita de noche, seguramente eran los que usaba cuando follaba con su mujer. Me coloqué el condón y esparcí una generosa cantidad de lubricante sobre mi protegido pene.
Raúl nuevamente se colocó en posición de perrito y yo detrás de él, con mi pene apuntando justo a la entrada de su ano, haciendo un poco de presión mi pene se clavó entero en su culito. La cara de mi amante al sentir mi espada de carne atravesando su ano era excitante, por un lado expresaba placer y por otro un poco dolor, lo que a mí me excitaba más aún.
Esperé un momento a que el ano de Raúl se acostumbrara al grosor de mi pene; luego, lo tomé por la cintura y suavemente iba metiendo y sacando mi pene de su cavidad anal, hasta que llegado el momento mis movimientos iban en aumento y ya no eran suaves sino muy bruscos. Se podía oír el sonido de mis bolas chocando contra las nalgas de Raúl, ese típico plaj plaj plaj, mientras que de su boca solo salían quejidos y palabras sucias que aumentaban mi libido hasta el punto de penetrarlo con toda mi fuerza y gritarle que era mi puta y yo su macho.
-Ah ah ah, sí, rómpeme el culo. Hazme tu hembrita.
-Oh si, que rico. ¿Te gusta ser mi putita?
-Me encanta. Métemela toda, no pares. Dame tu leche
La fuerza con la que penetraba a Raúl era tal, que el catre de la cama sonaba muy fuerte, llegó un momento en el que creí que la cama se iba a desbaratar.
El esfuerzo físico de estar follando era tan arduo que la borrachera se me fue quitando rápidamente. Hubo un momento en el que me sentí tan cansado que me tumbé boca arriba de la cama para que Raúl se sentara sobre mi verga tiesa, yo solo me preocupaba por gozar los sentones que él me daba haciendo que mi pelvis chocara con sus nalgas. Ambos estábamos tan sudados y exhaustos que tuvimos que parar por unos cuantos minutos para recobrar fuerzas, llevábamos casi dos horas follando, en mi caso tratando de alargar mi eyaculación para no venirme rápido y darle a mi amante lo que merecía.
Luego de unos minutos de descanso proseguimos follando con la misma pasión que minutos antes, con la misma fuerza y el mismo placer. La casa estaba inundada de gemidos y sonidos parecidos a aplausos, cambiamos de posición muchas veces, al igual que cambié de condón en varias ocasiones puesto que por la fuerza de la penetración se rompían fácilmente. Lo hicimos en el cuarto, en la sala, en la cocina, mejor dicho por toda la casa.
A medida que lo penetraba le gritaba a Raúl que era mi puta, mi perrita, mi zorrita, y que su culo era solo para mí, le daba nalgadas tan fuertes que dejaba mi mano marcada en sus blancas nalgas, habían posiciones en las que lo penetraba de perrito y levantaba una de mis piernas para poner mi pie sobre su cabeza, eso lo excitaba y a mí también.
Fueron cerca de tres horas en las que estuvimos follando tan salvajemente que ya no pude aguantar más mis ganas de venirme.
-AHHHH. Ya no aguanto, me vengo, me vengo.
-Vente en mi boca.
Rápidamente me quite el condón y me masturbe el pene con una mano mientras apuntaba a Raúl, quien permanecía arrodillado con la boca abierta listo para recibir mi lechita calientita.
Fueron necesarias solo un par de jaladas para que de mi pene saliera un río de esperma, por todas las veces que me aguante eyacular mi leche se estuvo acumulando y al momento de venirme le llené toda la boca a Raúl, y no solo eso, sino que mi semen fue a dar hasta su pecho y toda su cara.
Mis gritos de placer al momento de eyacular eran tan fuertes que la casa se inundó con ellos, lo bueno era que alrededor de la cabaña no había otras, así que no me pudieron haber oído.
Raúl termino con toda la cara, la boca y el pecho cubierto de semen, con su mano limpiaba el que tenía en la cara y el pecho y se lo llevaba a la boca para saborearlo y tragárselo. Después prosiguió con mi pene, el cual aún seguía duro, me la mamó un rato breve para dejarla limpia y luego se puso de pie y me dio un sabroso beso con lengua.
-Estuvo increíble. –Dijo él.
-Me alegra que te haya gustado, cuando quieras más tu solo avísame. –Dije yo.
-Ok, me agrada la idea. Estás muy sudado y yo bañado en leche jajaja. ¿Quieres darte una ducha conmigo?
-Será un placer.
Luego, los dos nos metimos al baño a ducharnos.
Buen relato amigo sigue contando amigo.. 🙂 😉 🙂 😉