PIEL CANELA: Los hijos del caporal
Luego de tener sexo en la vieja cabaña, Pablo y yo regresamos a la fiesta, sin embargo, al día siguiente me llevaría una gran sorpresa. .
Después de que Pablo y yo cogimos de manera gloriosa nos quedamos profundamente dormidos en el viejo colchón, hasta que el sonido de los fuegos artificiales, soltados en la fiesta de la hacienda, nos despertaron y mire mi reloj; diablos eran más de las cinco de la tarde, estuvimos metidos en la cabaña más de tres horas. Apenas despertamos, Pablo me beso de manera tan pasional y a la vez lujuriosa que no pude resistirme a hacerle el amor por segunda vez, luego de que terminamos nos vestimos para regresar a la hacienda. Sin duda alguna, este fue el mejor día de mi vida, creo que empiezo a enamorarme locamente de Pablo, me pregunto si el también empezará a sentir algo similar por mí, o solamente es la testosterona la que habla por él.
Ambos subimos de vuelta a mi camioneta y nos dispusimos a regresar, arranqué el motor y emprendimos el retorno; desde que salimos de la cabaña nos mantuvimos en silencio, era un poco incómodo, por un momento me sentí como si hubiese estado haciendo algo muy malo, hasta que Pablo torno su mirada en mí y con sus ojitos claros me habló.
-Estás muy callado tío. Qué pasa, te arrepientes de algo, Mateo?. – Dijo Pablo.
-Arrepentirme?, no seas idiota. –respondí yo, a medida que soltaba una risa burlona y tomaba su mano.
-Disculpa, es que estáis muy callado y eso me encabrona.
-No lo tomes a mal, tontito; es solo que esto fue muy repentino y pues no sé cómo te sientas tú respecto a esto.
-Que cómo me siento?, pues veréis, creo que ha sido la tarde más cachonda y divertida de toda mi vida, además creo que te he sacado hasta la última gota de leche; luces cansado, macho.
-Claro que estoy cansado, webón; que esperabas?, si tuve que trabajar mucho esta tarde para dejarte satisfecho, y a juzgar por tu cara creo que te gusto todo lo que te hice.
-He visto el cielo entero, tío. Tienes los cojones de un semental, me encantas desde la primera vez que os conocí.
-Te parecerá un poco gracioso Pablo, pero antes de volar desde España te vi en el aeropuerto y desde entonces te convertiste en una fantasía que me obligaba a masturbarme a cada momento.
-Pues hombre, ahora os me tenéis aquí en persona, ya no soy una fantasía, así que puedes tocarme y hacerme todo lo queráis. –dijo Pablo a medida que acariciaba mi muslo subiendo hasta mi entrepierna, y con suavidad iba bajando el cierre de mi pantalón para sacar mi pene que empezaba a crecer por las caricias que recibía.
Yo solo atiné a pedirle que me la chupara y Pablo no se hizo de rogar, se inclinó un poco y empezó a succionar mi pene, su boca cálida y húmeda se sentía muy bien alrededor de mi falo, el cuál no tardo casi nada en erectarse por tercera vez en esa tarde. Bajé la velocidad del auto a la que iba para poder disfrutar por más tiempo de la mamada que mi amante me estaba dando y por momentos me detenía por completo para besar sus labios y saborear en su boca la mezcla de su saliva con los fluidos que salían de mi pene, ese exquisito sabor del líquido lubricante combinado con su saliva hacía que mi excitación creciera aún más y tuviera ganas de follarlo en el auto, pero ya habíamos desaparecido por un buen tiempo y era hora de regresar, sino la gente y en especial mi padre empezarían a notar nuestra ausencia. Así que empecé a mover mi cadera como lo haría si estuviera penetrándolo, primero de manera lenta y luego más rápida hasta sentir las arcadas de Pablo, prácticamente le estaba follando la boca.
Mi pene estaba completamente humedecido por la saliva de Pablo, cuya garganta rosaba mi glande y hacía que después de varios minutos de exquisito sexo oral sintiera ganas de correrme y exploté en al menos cinco chorros de semen caliente y espeso, haciendo que se apartara rápidamente de mi pene por la asfixia que mi abundante semen le provocó haciéndole toser.
-Joder tío, cuanta leche.
-Te gusta bebé, saboréalo y trágatelo.
Después de la enorme corrida que tuve dentro de la boca de Pablo, nos besamos apasionadamente y pude saborear el sabor de mi semen, era dulce y a la vez un poco salado y mentolado, y saborearlo de la boca de Pablo lo hacía más sabroso aún, fue un beso de leche muy rico y excitante.
Al final, relajados y limpios continuamos con el retorno a casa; ojalá no hayan notado nuestra ausencia, de lo contrario tendríamos que inventar una excusa creíble.
Al llegar a la hacienda la fiesta estaba aún en todo su apogeo, el licor de etiqueta negra, el vino tinto y la cerveza no dejaban de circular entre los invitados, muchos de los cuales ya estaban bastante ebrios; mis hermanos bailaban con sus esposas y todos lanzaban vivas por el triunfo de nuestra ganadería al obtener un toro indultado. Gracias a Dios nadie preguntó por mi ausencia ni la de Pablo, así que nos inmiscuimos entre los invitados como si nada hubiese pasado.
Ya eran cerca de las cinco de la mañana y la gente terminaba de irse, la fiesta por el indulto estuvo muy buena y acabó muy tarde, apenas los invitados se fueron me retiré a dormir a mi habitación, Pablo ya se había ido a dormir una hora antes. No se cómo me levantaría, pero de seguro no sería temprano, fueron casi las cinco y media de la madrugada cuando por fin me acosté en mi cama, con una tremenda borrachera, pero feliz, mi celebración fue doble ese día.
Empieza a sonar mi celular, me está entrando una llamada y yo despierto de inmediato, no lo puedo creer son casi las dos de la tarde, tengo una resaca terrible y un dolor de cabeza que siento morir. Tomo el celular y contesto la llamada, era algo de trabajo, solo un proveedor de alimento concentrado para concretar la fecha de un envío. Apenas corto la llamada me dejo caer nuevamente a la cama, no quiero levantarme en días, me siento sin fuerzas, obviamente esta era la peor resaca de toda mi vida, pero como las cosas no se hacen solas y yo tengo mucho trabajo en la hacienda debo levantarme de todas maneras; me desnudo con pereza y dejo la ropa en la cesta de ropa sucia, me meto a la ducha y abro la llave, el agua fría relaja mi cuerpo y despierta mi mente, acaricio mi cuerpo imaginando que es Pablo quien está junto a mí a medida que me toco y que el jabón son sus manos recorriendo mi cuerpo, acariciando mi entrepierna haciendo despertar mi miembro viril. Fueron como treinta minutos en los que mi mente divagó queriendo nuevamente repetir mi experiencia carnal con mi amante de piel canela.
Salgo de la ducha y seco mi cuerpo con la toalla, es un reto hacer que mi pelo seque rápido, mis rulos largos son un poco rebeldes pero me gusta tener el pelo así, es igual al de papá. Camino hacia la cocina en busca de agua, me muero de sed y no es para menos después de tamaña parranda. Ya casi todos están levantados y almorzaron, en la cocina solo está papá al cual saludo con un beso en la mejilla y me siento a la mesa con él.
-Buenas tardes hijo. ¡Carajo! te ves hasta la weba. Juana, por favor tráele a Mateo esa cosa que me diste de beber a mí para la resaca. –dijo mi padre.
Al instante llegó Juanita, la cocinera, con un licuado de color verde que olía asqueroso y su sabor era aún peor; apenas lo bebí empecé a sentirme mejor y sumado al caldo de gallina que Juanita puso en la mesa terminé de recuperar fuerzas para el resto del día. Javier, mi papá, parecía como si ni siquiera hubiera estado bebiendo licor, lucía un rostro fresco y lozano, él era todo un hombre de mundo. Apenas mi padre terminó de comer se fue porque tenía algunas cosas que hacer.
Me quedé solo en la mesa y por mi cabeza solo pasaba la interrogante de dónde estará Pablo, o cómo estará; en un rato lo buscaré para ir al río a bañarnos, primero atenderé algunos asuntos y luego iré a buscarlo, con un poco de suerte no esté muy ocupado y podamos pasar la tarde juntos, después de todo a mi padre le agrada que hayamos entablado una sólida ‘’amistad’’, si supiera que más allá de eso hice de Pablo mi amante, que nuestra relación no es únicamente de amistad sino que somos dos machos que satisfacen su deseo sexual como cualquier pareja que hace el amor, con la diferencia que mi pene invade el estrecho ano de Pablo hasta sacar de él broncos gemidos de placer.
Al salir de la casa me dirijo caminando en dirección hacia las caballerizas porque debo vacunar algunos potrillos que nacieron hace poco menos de tres meses y por su edad recién pueden ser vacunados. Dentro de las caballerizas ya está esperándome Jacinto, el caporal, junto a su hijo mayor, un joven de nombre Daniel, él es bastante guapo y tiene un físico algo tonificado pero no tanto como su padre o como el mío, el joven tiene veinte años y en la cara se le nota el libido sexual que carga, lo cual no es raro en jóvenes de su edad, pues yo ya pasé por eso y aún en mis veintiséis años quiero tener sexo en cada momento.
Apenas llegué a las caballerizas empecé con mi labor, preparé las vacunas antitetánicas y se las apliqué a cada uno de los potrillos, como eran pocos acabamos rápido, así que apenas terminé le dejé dando a Jacinto algunas recomendaciones de lo que haríamos al día siguiente, me despedí de ambos con un buen apretón de manos y me retiré del lugar. Fui de regreso hasta la casa grande y decidí marcarle a Pablo; sin embargo, él estaba muy ocupado resolviendo asuntos con uno de mis hermanos así que no podría ir conmigo al río, aún así yo quería ir a nadar por lo que ensillé a Ébano y galopé hasta llegar a una pequeña loma cubierta de árboles densos desde donde se podía observar una parte de la orilla del río, al agudizar un poco la vista podía notar que había algo que me llamó de cierta manera la atención, pues cubiertos por unos matorrales estaban tres personas que al parecer eran hombres, pero al estar yo un poco lejos no podía observar bien de quiénes se trataba, así que mi espíritu indagador despertó en mi las ganas de averiguar quiénes eran y que hacían ahí, por lo que decidí dejar amarrando mi caballo donde me encontraba y caminar hasta el río para que no se oyera el trote de Ébano. Me apresuré en caminar rápido pero en silencio y al estar cada vez más cerca se podía oír algunos gemidos que venían desde donde esos tres tipos estaban, eso hizo que la curiosidad en mí aumentara y algún tipo de morbo despertara, pues en un par de ocasiones espié a una pareja de trabajadores de la hacienda teniendo sexo en la orilla del río, y eso hacía que ese morbo de repetir aquella experiencia aumentara.
Apenas estuve un poco cerca de aquella escena y pude ver quiénes eran los protagonistas del momento me quedé helado y a la vez llevé mi mano derecha a mi miembro. Eran Daniel y Emilio, los hijos del caporal de la hacienda, ambos estaban dándole la mejor follada de toda su vida a un jovencito de unos diecisiete o dieciocho años; cabe resaltar que Emilio tiene apenas catorce años, sin embargo por lo que llegué a notar está más dotado que su hermano mayor.
Sobre la arena estaban Daniel y Emilio de pie, mientras que el tercer muchacho, del cual desconocía su identidad, permanecía arrodillado con la cabeza a la altura de ambos penes; aunque Emilio es menor que su hermano por seis años tienen casi la misma estatura, cerca de 1,75 mt. El muchacho daba suaves mordiscos y besos a ambos penes, que dicho sea de paso eran de tamaño bastante considerable, hasta hacer que los dos hermanos gimieran del placer. Agarraba un pene en cada mano y mientras chupaba uno masturbaba el otro, luego lamía las bolas de cada uno y olía con fuerza el vello púbico de los dos hermanos.
El físico del tercer muchacho era muy aceptable, un poco más bajito que Daniel y Emilio, pero lo compensaba con brazos tonificados, abdomen plano, pecho amplio y sobre todo nalgas casi perfectas, redondas y bien paraditas, se notaba que este jovencito le gustaba hacer ejercicio, pues sus piernas también eran gruesas, y los dos hermanos no se quedaban atrás.
Después de unos cuantos minutos observando como los hijos del caporal recibían una deliciosa sesión de sexo oral, Emilio le dio paso a algo mejor; procedió a recostar un poco su cuerpo sobre la arena para que el otro joven siguiera chupándole el pene, pero esta vez él quedaba en posición de perrito, así su hermano Daniel aprovechaba en lamerle el ano para dilatárselo y proceder con el mete y saca. Pasó otro buen rato en el que el mayor de los tres le comía el ano al que a su vez le chupaba la verga a su hermano menor, hasta que llegó lo que yo tanto esperaba ver; Daniel tomó un poco de saliva entre sus dedos y la untó en el glande de su robusto pene, luego lo posicionó en el esfínter del muchacho y empujó un poco, lentamente hasta que termino por entrar todo mientras el joven ponía los ojos en blanco y aullaba como loba en celo, abriendo la boca y recibiendo golpes en la cara con el pene de Emilio, quien lo tomaba del cuello y le hacía que se metiera toda su gruesa verga en la boca hasta sacarle arcadas y bocanadas de saliva que mojaban su pene dejándolo muy jugoso, el cuál brillaba con los rayos del sol.
Daniel tomaba al joven por la cintura, lo estaba dominando igual como un macho domina a una hembra, se podía oír el sonido de su pelvis al chocar con las nalgas del pasivo que ponía cara de felicidad en cada embestida que recibía y hacía sonar una risa lujuriosa como las chicas de las escenas porno que se ven en internet, y pedía cada vez más verga y más fuerte. Daniel lo embestía con tal rapidez y fuerza que no demoró en sudar, su frente chorreaba y pedía descansar un poco, se lo que se siente eso, así que cambiaron de posición con su hermano menor; ahora Emilio metió su pene en el ano del muchacho, el cual al sentir que era de mayor tamaño soltó un gran gemido y pedía ser follado sin piedad, o como decimos por Perú, CACHAR.
-Ahhhh Ahhhh Ahhhhh. Si, vamos bebé, cáchame duro, reviéntame el culo.
-Te gusta, zorrita? –le decía Emilio.
-Me encanta, dame duro, soy tu perrita, tu putita. –Agregaba el muchacho
-Ohhh siiiiiii, que culo tan rico tienes. Te gusta la verga de mi hermano?, chúpasela bien. –Volvía a hablar Emilio.
-Si bebé, que rico me la chupas. Te gusta cómo te cacha mi hermanito? –le preguntaba Daniel.
-Oh siii. Me encanta. Quiero más. Rómpanme el culo.
Luego, Daniel se puso de pie y Emilio se dejó caer boca arriba en la arena para que el joven lo cabalgue, sin embargo, detrás de él se colocó el mayor de los tres y empezó a penetrarlo a la misma vez que lo hacia su hermanito menor, le estaban haciendo una doble penetración, o lo que vulgarmente se conoce como un dos romano. El muchacho dio un grito tremendo al sentir dos penes tan grandes en su ano, por lo que Daniel tuvo que taparle la boca con la mano ya que alguien lo podía escuchar gritar; así estuvieron otro rato dándole verga al pasivo que en lugar de acobardarse pedía cada vez más sexo rudo, lo nalgueaban, jalaban del pelo, le metían los dedos a la boca, en fin, todo lo que se puede o se ocurra hacer mientras dure el sexo.
A cada rato cambiaban de posición y se turnaban para penetrarlo o simplemente ambos lo penetraban, había momentos en que uno de ellos le abría las piernas para que el otro lo penetre, en otro uno le abría las nalgas mientras estaba de perrito y era penetrado. Mientras tanto yo, vivía una experiencia única observando un trío tan espectacular y cargado de morbo, habían momentos en los que sentía ganas de quitarme la ropa y meterme en la escena y entre los tres follar a ese jovencito tan guapo, pero me contenía y simplemente optaba por grabar el momento con la cámara de mi celular sosteniéndolo en la mano izquierda, mientras que con la derecha me masturbaba.
Fueron cerca de dos horas que los cuatro permanecimos a la orilla del río bajo el sol, ellos tres follando y yo de incógnito escondido, observando, grabando y masturbándome; hasta que después de esas casi dos horas ambos hermanos ya no podían resistir más y terminaron derramando su blanco y espeso esperma en la boca de aquel muchacho, el cual rápidamente se colocó de rodillas cuando ellos se pararon y empezaron a masturbarse anunciando que se vendrían a chorros, fueron muchos chisguetes los que salieron del pene de Daniel y su hermano Emilio, casi todo ese semen tibio fue a parar a la boca del muchacho y un poco cayó en su cara empapándola toda; a su vez, yo también eyaculaba lanzando gruesos chorros se semen a la arena. No fui el único, ya que el joven también se corría a medida que los dos hermanos lo hacían sobre él.
Los tres muchachos terminaron jadeantes y cansados, los dos hermanos se tumbaron sobre la arena para recuperar un poco el aliento, mientras que el pasivo procedía a bañarse con el agua del río, luego se vistió, se despidió de ambos y se marchó. Una vez que se fue, Daniel y Emilio se pusieron de pie, chocaron los puños igual como hacen los mejores amigos y se abrazaron fuerte.
-Felices catorce años, hermanito. Te gustó tu regalo de cumpleaños?. –Preguntó Daniel a Emilio.
-Por supuesto que me gustó, a ver si otra vez se repite. Gracias por darme este regalo, eres un gran hermano. –Respondió Emilio.
-Lo que sea para mi hermanito menor. –Volvió a hablar Daniel mientras abrazaba a Emilio y besaba su frente, y ambos reían en complicidad por la gran aventura que acababan de vivir, lo que seguramente haría más estrecha la relación de hermanos que tenían.
Luego de aquella rara pero agradable tarde regresé a casa, me di una ducha muy fría y sentado en mí cama tomé mi celular, hice una llamada y luego le escribí un mensaje a Pablo.
‘’Hoy en la noche. Champagne, jacuzzi, velas, cena deliciosa y ambos somos el postre. Calle Los cedros 300. Departamento 316. 8:00 pm.’’
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