Playa hot
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Para mi inocencia era normal bañarnos en grupo numeroso de chicos desnudos en la playa zambulliendonos en el muelle, nos dábamos de nalgazos al lanzarnos al agua, nos sentábamos en el entablado a que el agua sal nos escurra por el cuerpo ahí descansaba en la tabla mi pichita (pene, como dicen otros) me gustaba mirar cómo corría el agua por mi pichita goteando recorriendo la tabla haciendo hueco en la arena al caer
me ponía mi calzoncillo igual que los demás chicos que nos íbamos a las lavanderías públicas a ducharnos quitándonos el agua sal, siempre lo hacíamos desnudos saltando agitando nuestras pichas bromeándonos quienes la tenían más larga, las topeteábamos y muchas veces las rozábamos en el cuerpo del que se encontraba al lado yo por ser el más pequeño siempre se me cargaban, Ringo era el que más se sobajeba la picha en mi cuerpo, a veces nos quedábamos de últimos para dar masajes a nuestras pichas me estimulaba placer al probar deliciosamente los dedos recorrer mi pichita, pegábamos las panzas haciendo que nuestras pichas se unan y se froten eso se me había hecho normal y me gustaba, me hacía sentir rico al momento que esos labios infantiles recorrian mi cuerpito que se me ponía caliente, me tomaba de las manos llevándome a una gran distancia de la lavandería pública atrás de unas chozas con asas secándose, me desvestía rápidamente me veía mi pichita descubierta cuando me bajaba el calzoncillo de baño miraba la cara de Ringo que reía me mostraba su pichita se acercaba a mi pecho se apartaba después las uníamos a las pichitas culeandolas para todos lados
nuestra respiración aumentaba, nos gustaba culear como costumbre a esas horas, se acercaba la oscuridad y por ese sector no había luz pública por eso nos sentíamos seguros y seguíamos cachándonos, me acostaba sobre hojas secas de palma, tan solo esperaba que dijera la palabra agáchate para apoyarme en las hojas secas de palma con las manos, apoyar las rodillas al suelo y esperar el paso de la pichita tibia de Ringo por los cachetes de mi culo, su estomago hacia contacto con mi espalda haciendome empujar hacia adelante ya que su pichita quería entrar por el huequito de mi traserito, me agachaba lo más que podía para que mi traserito se alzara y que Ringo me sostenga de mis piernas, me dejaba hacerlo nomás porque me gustaba más cuando su piel se pegaba a la mía, sus manos eran tan suaves que recorrían mi espalda, llegando al ojete de mi traserito, Ringo tenía como costumbre dejarme arrodillado con mi culo expuesto, se sentaba para pasarme el dedo gordo de su pie por la rajita del culo, me hacía movimientos circulares que electrizaban mi piel que se me hacían chirinchos, trataba de que se me metiera con dificultad pero no podía, me hacía dar la vuelta él sentado sobre una piedra me tomaba de las costillas me hacía pasar torpemente la picha por mi cara a mi eso me daba recelo y me apartaba pero él insistía me hizo abrir la boca recibí dentro esa pichita ácida amarga que cambiaba de sabor en el mete saca y con mi saliva después me sentaba y me la mamaba yo le culiaba por detrás y después de un ratito nos quitábamos la arena para ponernos el calzoncillo y correr a ducharnos con baldes en la lavandería pública brincábamos de gusto cuando esa fría agua recorría nuestros cuerpos al brincar nuestras pichas se agitaba y se movían tanto así que se las uníamos y culiabamos parados empujándonos agarrados de nuestras cadras y nalgas, nos deteniamos cuando nos daba el deseo de orinar, o cuando una que otra persona se acercaba allí nos separabmos rápidamente.
En una oportunidad en que salimos de culiar por detrás de las chozas escuchamos hojas secas crujir, mi cuerpo se electrizó cuando alcé a ver la cara de David y Joselo dos chicos muy mayores a nosotros que se sonreían, nos habían visto culear, nos pusimos rápido los calzoncillos, nos tomaron de la cintura y nos levantaron de los calzoncillos a manera de pedo chino, Joselo se quedó con Ringo en la lavandería y David me retuvo en el mismo lugar donde había estado con Ringo, me desvistió yo estaba intimidado y por vergüenza le dejé hacer todo cuanto deseaba, me besaba, me hizo arrodillar y sentí un tuco duro por mi culo empecé a gemir, estaba desesperado me decía que me callara, cada vez el dolor se hacía intenso le suplicara que ya me dejara, me sentí desfallecer, David era una bestia posada sobre mi cuerpo, creo que sedió cuenta de lo que estaba haciéndome que me soltó por un instante, me estaba poniendo el calzoncillo y me llevó a su cuerpo se sentó y me hizo arrodillar enfrente suyo, dijo que abriera mi boca para que le mamara esa pichota, ese trozo de carne entraba en mi cavidad bucal, me estaba haciendo atorar el glande lo sentía en el paladar y en la campanita, no podía mas, trataba de quitármelo pero me lo volvía a meter me tenía sujeto del pelo, esa masa de carne con pelos chocaba con mis dientes decidió quitármelo, me dio por escupir y limpiarme los labios pasándome el brazo, se corrió la picha y botó el semen muy cerca de mis pies, me llevo sujeto abrazado a su cadera a la lavandería vi que Ringo escupía sus manos ajustaban su calzoncillo tenia una mancha formada en la tela metia la mano en su culo, la cara era pensativa mientras que Joselo tenia las manos dentro de su calzoncillo que manoseaba su picha viendo muy fijamente a Ringo, estos grandulones se fueron amenazándonos con pegarnos si contábamos algo y con decir a la gente lo que hice con Ringo.
No quise ducharme, mi deseo era llegar a casa y contárselo a mis padres pero si lo hacía se sabría que también había hecho travesuras con Ringo, al día siguiente vi a los muchachos de forma diferente no deseaba que se me acercaran aunque no me penetró totalmente el culo sin embargo me había dejado una sensación sexual de inquietud, Ringo se alejó de mi por un tiempo y a esos grandulones siempre los tuve a distancia, trataban de sobajearme pero les huía.
Ya en mi pubertad renacieron esos deseos de probar pichas me identifiqué como amante a mi propio sexo, cuando estaba solo en mi cuarto me pasaba los dedos por mi traserito buscando ese placer tratando de metérmelo hasta donde podía, de vez en cuando me dejaba culear en los baños del colegio después de los recreos o cultura física con algunos chicos pequeños que le enseñaba a culear y también con un amigo en especial: Oswaldo, él me rompió el trasero en el cuarto de su casa cuando nos quedamos solos, me enamoré de su cuerpo fornido, me acuerdo que me puso en cuatro sobre la cama y metia la picha despacito hasta que de un tirón lo sentí dentro, grité y gemí locamente moviendo mi cara a los lados todo ese tuco de carne latía junto con las paredes sanguinolentas de mi culo me sacó la picha y de nuevo bombeó dulce y delicadamente por las entrañas de mi culo, su semen recorría mi espalda lanzó gesto de placer, en otra ocasión me hizo sentar sobre él, abrió mi culo y lo deslicé suavemente hacia abajo en donde una picha deseosa deseaba entrar en mi trasero el dolor fue mucho más fuerte me hizo cabalgar delicadamente, desde ese momento no paro de hacerlo.
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