Por mi parte les diré que no hay cosa más sabrosa, que le den a uno bien duro por el culo.
Mientras visitaba una hacienda, me sorprendió una tormenta, Para no aburrirme, me puse a jugar cartas y a beber con varios peones, por lo que termine desnudo, borracho, dejándome dar por el culo, y mamando sus vergas, todo eso por primera vez en mi vida..
Mi nombre es Octavio y hace relativamente poco tiempo, decidí escribir sobre mi primera relación homosexual, que se dio pienso yo que accidentalmente, en un momento de debilidad que tuve.
Mientras visitaba varias haciendas por motivo de mi negocio, Para que se den una idea, simplemente me sorprendió una tormenta en una hacienda, por lo que me vi forzado en parte a pasar la noche en ese lugar.
Para no aburrirme, me puse a jugar cartas y a beber con varios peones, por lo que terminé, desnudo, borracho, dejándome dar por el culo, y mamando sus vergas, todo eso por primera vez en mi vida.
La cosa es que después de que eso me sucedió, el solo recordarlo me provocaba masturbarme, mientras que con mis propios dedos me tocaba mi esfínter.
Después de varias semanas, de estar pasando por eso a solas en mi apartamento, digamos que me armé de valor, y decidí dejar que eso volviera a suceder, solo que no pasé por la finca donde digamos que me iniciaron, sencillamente después de terminar mi ruta de negocios, me separé de la carretera, y anduve manejando sin rumbo fijo, realizando varias paradas, donde en ninguna de ellas, encontré lo que buscaba, ya fuera porque su ocupante era demasiado de viejo, o porque como me sucedió en una la que salió atenderme fue una mujer embarazada.
Hasta que en uno de esos caminos de tierra que tomé, ya cerca de las nueve de la noche, me encontré con un ranchón en el que había una lámpara encendida que le proveía de luz, lugar donde me detuve con la excusa de que me había perdido.
Cuando su ocupante salió, y después de escucharme me orientó como regresar a la carretera, le dije que, si no le molestaba que me quedase durmiendo en mi camioneta, que realmente estaba algo cansado, y no deseaba volverme a perder en la oscuridad.
A él no le molestó mi pedido, y en agradecimiento le pregunté si le gustaría darse un trago. Cosa que también aceptó gustosamente.
Saqué de mi camioneta una botella de uisquí de doce años de añejamiento, la que al verla él se quedó sorprendido, ya que por lo que supe después, lo único que había tomado hasta esos momentos era aguardiente, ni tan siquiera un buen ron de marca.
Por lo que cuando se dio ese primer trago, lo paladeo y disfrutó como nunca había visto a alguien hacer eso.
Con la excusa de ponernos a hablar, mientras nos dábamos el trago, desde el ranchón me fue mostrando en medio de la noche, los alrededores.
Realmente no se veía un alma por todo aquello, fue cuando se me ocurrió dejar que se me derramase un poco de uisquí sobre mi pantalón.
Realmente no fue mucho, pero digamos, que yo, armé un pequeño teatro, preguntándole si tenía un balde con agua donde lavarlo y sacarle la mancha y el olor a uisquí.
Ya que al día siguiente tenía una reunión en el banco del pueblo, y no sería aconsejable que llegase con el pantalón manchado y oliendo a borracho.
Genaro que es el nombre de ese campesino que tan gustosamente se dispuso a ayudarme, me llevó a la parte trasera de su rancho, y mostrándome una gran cubeta llena de agua me dijo que podía lavar el pantalón en ese sitio.
Yo después de sacar las cosas que llevaba en los bolsillos, sin vergüenza alguna me despojé de mis pantalones, los puse en el agua, los restregué por un rato y después los dejé colgados en un cable, para que se secasen.
Pero como no tenía más ropa, bueno me debí quedar únicamente con el pequeño interior que tenía puesto. Después de eso continué charlando con Genaro, y de cuando en cuando los dos nos dábamos otro trago de uisquí.
Hasta que él se le ocurrió invitarme para que probase, un aguardiente que le había regalado un compadre suyo. Mientras tanto yo aprovechaba para de manera discreta ir mostrándole mis nalgas, en ocasiones me ponía hablar con él me levantaba y le daba la espalda, para preguntarle que era alguna luz que se podía divisar a lo lejos.
Ya estaba por darme por vencido, cuando noté que en cierto momento se me quedó viendo mis paradas nalgas. Fue cuando decidí cambiar de manera de actuar, y comencé a decirle que sentía un calor tremendo, por lo que a los pocos minutos me quité la camisa.
Después de otro trago de su aguardiente, perdí el equilibrio y fui a dar al suelo, realmente fue que me dejé caer, pero cuando él se me acercó para ayudarme, me puse a actuar como si estuviera bien borracho, casi a punto de quedarme dormido.
Genaro me ayudó a levantarme del suelo, y en esos momentos sentí que me agarró por una nalga, quizás fue por accidente, o para ver como yo respondía.
La cosa es que me hice el desentendido, y después de nuevamente estar sentado, me volví a parar y le pregunté dónde podía orinar.
Su respuesta fue que donde yo quisiera, siempre y cuando tuviera con qué. Yo me reí a montones por el tonto chiste, pero al momento de ponerme a orinar me quité el interior, diciendo que lo hacía para no mojarlo.
Pero al terminar en lugar de volvérmelo a poner lo dejé caer al suelo, y tras sentarme nuevamente me di otro trago.
Genaro no hacía otra cosa que ver mis desnudas nalgas, hasta que consideré que era el momento apropiado para seguir con el siguiente paso, así que después de eso me volví a levantar con la excusa de buscar mi interior, y al tratar de ponérmelo, volví a caer al suelo.
Nuevamente él me ayudó a levantar del suelo, solo que yo no había alcanzado a ponerme mi interior, y cuando sentí nuevamente una de sus manos como me agarraba las nalgas, me di cuenta de que ya todo estaba hecho.
Fue cuando le pregunté dónde iba a dormir yo, y Genaro con toda su calma sin dejar de estar tocándome el culo me llevó hasta su cama, dentro del ranchón.
Me acostó boca abajo, pero sin dejar de hacer lo que estaba haciendo, yo sentía sus dedos acariciando suavemente mis nalgas, y de cuando en cuando yo dejaba escapar un suave gemido, cuando sentía que me rosaba mi esfínter.
A los pocos segundos, lo sentí desnudarse, y como se fue colocando lentamente sobre mí. Mientras que yo haciéndome el medio dormido, levanté ligeramente mis nalgas.
Lo siguiente que sentí fue como su miembro se comenzó a abrir paso dentro de mi culo, sus fuertes manos me sujetaban por las caderas, hasta que finalmente me enterró todo su buen pedazo de carne.
Yo al ya sentirlo bien adentro de mí, haciéndome el que recién se despierta, comencé a preguntar qué pasaba, al tiempo que restregaba mis nalgas contra su verga.
En ese instante escuché su voz decirme. “No pasa nada, daté otro trago.” y entregándome la botella de aguardiente continuó clavándome descaradamente.
En todo momento disfruté plenamente de ser poseído por Genaro, no es que su verga fuera algo del otro mundo, no quizás hasta fuera un poco más pequeña que la mía, pero que bien la usaba.
Yo en medio de todo, seguí moviendo mis caderas, a medida que él continuaba clavándome divinamente. Pero de momento lo escuché preguntarme. “Te gusta cómo te lo meto.”
A lo que yo en medio de mi borrachera de felicidad le respondí que sí, que bastante, y que si quería después se lo mamaba.
Genaro continuó dándome verga de la buena, por un buen rato, hasta que finalmente se vino completamente dentro de mi culo.
Después de lo cual se quedó reposando sobre mí, por un buen rato. Yo ya estaba de verdad dormido, cuando sentí que me trataban de despertar diciéndome. “Me dijiste que me lo ibas a mamar, quiero que lo hagas ahora.”
Cuando finalmente abrí los ojos, frente a mi boca se encontraba su dormido miembro, el que yo sin demora tomé entre mis dedos, y comencé a acariciarlo, pero su estado continuaba igual, hasta que se me ocurrió comenzar a pasar mi lengua por sobre la cabeza de su verga.
Como acto de magia, prácticamente se revitalizó, y casi de inmediato, yo comencé a mamar como es debido, así estuve por un buen rato, hasta que Genaro tomándome por el cabello, me obligó a que acelerase mis movimientos.
Lo que seguí haciendo hasta que él nuevamente se vino, pero en esa ocasión completamente dentro de mi boca.
Cuando me desperté en la mañana, Genaro estaba fuera del ranchón, alimentando unos pollos, yo estaba por completo desnudo, pero feliz por la buena noche que había pasado.
Fue cuando lo noté algo molesto, al decirme. “Qué bueno que se levantó, póngase su ropa y siga el mismo camino por donde vino, ese lo llevará a la carretera principal.”
Fue cuando se me ocurrió decirle. “Me perdona si hice algo que lo hubiera ofendido, es que cuando bebo, y mezcló pierdo la cabeza, y termino haciendo cosas que después me arrepiento.” Y de inmediato le pregunté qué fue lo que hice.
Su primera respuesta fue. “No hizo nada.” pero cuando de manera resignada le dije. “No se molesté que lo que haya pasado, me lo tengo bien merecido por estar mezclando. La última vez que mesclé bebidas, así como anoche, tres tipos me comieron el culo. Pero como ya le dije fue por culpa mía.”
Al escucharme hablar así Genaro me dijo. “Es que usted insistió tanto, en que se lo metiera, que no supe cómo decirle que no.” En medio de todo, sus palabras me causaron gracia.
Yo permanecía completamente desnudo, y deseoso de que me lo volviera a clavar. Pero me di cuenta de que Genaro, quizás en ese momento, ya no tenía ganas suficientes como para volver a metérmelo.
Por lo que, dándole la espalda, hice como si estuviera llorando, diciéndole al mismo tiempo. “Me siento tan avergonzado por lo que hice, pero me lo merezco por andar mezclando bebidas, es más si quiere castigarme, por lo que hice, le juro que no voy a protestar ni a decir nada.”
Creo que no había terminado de decir esas palabras cuando sentí nuevamente su verga, puteando el hueco de mi culo, y en la misma puerta de su casa Genaro me volvió a dar por el culo salvajemente.
Apenas se vino dentro de mí, sin decir una sola palabra entré al baño, me aseé, para posteriormente con toda mi calma me vestí, pero antes de marcharme, le regalé la botella de uisquí.
Posteriormente en casa de uno de mis amigos les diré, fue algo que se dio de manera bien natural.
Cuando llegué a casa de Francisco, él se encontraba con otros dos bebiendo, yo me tomé un primer trago, pero nada más, la conversación que los tres mantenían era básicamente sobre el culo de algunas mujeres.
Fue cuando después de darme varios tragos, como que sentí un bajón de verga y sin dar muchas vueltas, les dije. “Yo por mi parte les diré que para mí no hay cosa más sabrosa, como que me den bien duro por el culo.”
Los tres se me han quedado viendo, y tras reírse un poco, se los repetí. La cara que pusieron fue bien cómica, Francisco mi amigo dijo. “Lo está diciendo por echar broma.” a lo que le respondí. “No que va, lo digo bien en serio, y si quieren se los demuestro.”
Tras decir eso me quité los pantalones, junto con el interior y dándoles la espalda simplemente les ofrecí mi culo.
Esa noche los tres me han clavado como les dio gusto y gana, me pusieron a mamar hasta el cansancio.
Desde entonces dos de ellos tres me visitan ocasionalmente en mi apartamento, con el fin de que los deje darme por el culo, y uno de ellos es mi amigo Francisco.
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