Por portarse mal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En vista de la buena acogida que tuvieron mis anteriores relatos, quiero compartir con ustedes algo que es cien por ciento real pero no es personal, mi amigo se atrevió a contármelo para que lo comparta con ustedes.
Nací en el interior de mi país, pero a los 15 años fui a vivir a la capital con un hermano, aquello me pareció lo máximo, Caracas me sedujo, mi hermano y mi cuñada trabajaban de lunes a viernes y yo andaba a mis anchas sin ningún tipo de vigilancia. Claro como todo muchacho de campo era tímido y solitario y aunque bien parecido trataba de pasar lo mas desapercibido posible, sin que nadie notara mis verdaderos gustos en materia de sexo, ya estudiaba 4to año en el liceo cuando una conversación cambió mi vida.
-De pana Jackson y que hiciste.
-Lo seguí hasta el sótano, entramos a un depósito y ahí pasó, luego me dio la plata y cada quien por su lado.
-Y solamente te lo mamó, no te dijo mas nada?
-No mas nada, me dijo que tenía buen guevo y que si volvía al parque lo buscara.
Estábamos en los vestidores de la cancha del liceo, al ver que yo los estaba escuchando, Melvin uno de mis compañeros me hizo señas que me acercara.
-Que te parece gocho? A Jackson le mamaron el guevo en parque central ayer.
Yo solté una carcajada y nuevamente volví a escuchar el relato, un tipo cuarentón le había pagado a mi compañero de clases por una mamada, el timbre interrumpió la conversación era la ultima hora de clases, así que todos salimos corriendo.
La curiosidad mató al gato, dicen por ahí, así que el dia siguiente no entré a la ultima hora de clases, atravesé la ciudad y llegué a Parque Central, entre por un conocido hotel y me dediqué a recorrer los pasillos, caminé como una hora hasta que me topé con un tipo de unos 20 años, vestido con short y franela, nos miramos, y seguimos caminando, voltee y el también lo hizo y con la mirada me indicó las escaleras, lo seguí, bajamos las escaleras y llegamos a un pasillo oscuro, el se bajó el short y me mostró un pene normal, casi pequeño, sinceramente mi primer instinto fue marcharme, pero no lo hice, me arrodillé e iba a meterme el pene a la boca cuando, sentí algo frio en el cuello.
-No te muevas carajito o te vuelo los sesos, vas a hacer lo que te diga o te mueres.
Fui al cielo y bajé de nuevo, un escalofrío se apoderó lentamente de mi cuerpo.
-Levántate lentamente, si haces alguna estupidez te vas a arrepentir.
No tenía ninguna intención de hacer nada, salvo desaparecer, al estar de pie me pusieron manos arriba contra la pared y el que me había llevado hasta allí, sacó mi cartera del bolsillo trasero y la revisó.
-José Daniel Álvarez, el tipo estaba leyendo mi carnet estudiantil. – Si no haces lo que te digamos todo el mundo se enterará en el liceo que te la pasas mamando huevo por estos lados.
Los miré y el llanto llenó mis ojos, les juré que no haría ninguna tontería y ellos sonrientes me obligaron a acompañarlos y salir de aquel lugar, recorrimos los pasillos hasta llegar a los estacionamientos, me obligaron a montarme en el asiento trasero de un carro con vidrios ahumados, una vez allí me vendaron los ojos y me ataron advirtiéndome que a la menor tontería me lanzarían del carro. El vehículo partió, no se por cuánto tiempo ni hacia donde, de repente el auto se detuvo y me obligaron a salir de él, me obligaron a caminar mientras ellos me cuidaban que no tropezara.
Escuché voces, mis secuestradores conversaban con alguien, soltaron mis manos y me obligaron a quitarme la franela, una mano acarició mi piel, me sentaron torpemente y quitaron mis zapatos y medias, volvieron a levantarme y me quitaron la correa, desabrocharon mi pantalón, y de una me lo bajaron junto a la ropa interior. Si antes había sentido temor, ahora sí que el terror me invadió, pensé tantas cosas, pero de pronto solo sentí una mano recorrer mi piel, tocó mi cuello y bajó por mi pecho, aun cuando no era excelente deportista mi cuerpo era atlético, apretó mis tetillas, bajó por mi abdomen y me agarró el pene, le descubrió la cabeza y repitió eso varias veces, apretó mis bolas las jaló suavemente y continuó bajando por mis muslos. Luego dio la vuelta y subió hasta mis nalgas, las acarició y deslizó un dedo entre mis nalgas, la punta del dedo acarició mi ano suavemente, para seguir rumbo a mi espalda. En aquel momento el miedo que sentía era tal que aquello no despertó ninguna reacción en mi. Esperaba que en cualquier momento me golpearan, me hirieran con algo, pero no fue así, la mano que me estaba acariciando tomo mi mano derecha y colocando otra en mi espalda me pidió que caminara, por primera vez distinguí la voz, no era de ninguno de los chamos del parque central, era una voz masculina, profunda, caminé sobre una alfombra, hasta que el frio del piso me advirtió que entraba a otra habitación, nuevamente la voz me dijo que estaba en un baño, que frente a mi había una bañera, que él me ayudaría a meterme, venciendo el terror que me embargaba, pregunté que me iban a hacer, el acerco su boca a mi oído y me dijo que si continuaba cooperando como hasta ahora, estaría bien y no me pasaría nada. El agua estaba tibia, suavemente me indicó que me sentara y eso hice, en el lugar brotaba un aroma que comenzó a relajarme, casi hasta adormecerme, con una esponja aquel hombre frotó todo mi cuerpo, y lo hacía de una manera tan delicada que una leve excitación comenzó a apoderarse de mí, cuando salí de la bañera él lo notó pues me dijo al oído:
-Lo estás haciendo muy bien. Al tiempo que me quitaban la venda de los ojos, pero no pude ver nada, todo estaba oscuro, más aun por el tiempo que llevaba vendado. Pero la persona que estaba conmigo si me veía pues secó mi cabello con una toalla, y nuevamente me coloco una especie de antifaz con plumas o algo así, luego secó mi cuerpo y me envolvió en una larga bata de baño y nuevamente me indicó que lo acompañara. Mientras caminábamos comencé a escuchar el sonido de voces mezcladas con música.
De repente el lugar se llenó de aplausos que venían de todos lados como rodeándome, me quitaron la bata y una voz gritó:
– José Daniel Álvarez, se le acusa de ejercer la prostitución en lugares públicos, como lo declara el jurado.
-Culpable, gritaron varias voces al unísono.
-Y cuál es la sentencia?, volvió a gritar la voz
-La pena máxima, repitieron las voces, debe ser castigado.
No tuve chance de reaccionar, fui sujetado por varias manos me empujaron obligándome a caminar, me ataron de pies y manos con una especie de esposas de cuero, quedando en una posición como crucificado pero con las piernas abiertas, comencé a llorar e implorar que no me hicieran daño, no entendía lo que pasaba, pero sabía que no era nada bueno, presentía que iba a ser lastimado o asesinado. Nadie decía nada, acercaron un vaso a mis labios y me obligaron a beber, era una especie de licor dulce, lo bebí todo, Los minutos siguientes parecieron siglos, de repente no sé cuantos pares de manos se abalanzaron sobre mí y recorrieron todo mi cuerpo, mi pene mis nalgas no hubo una parte de mi que no fuera tocada. No sé porque razón pero de repente comencé a relajarme y a disfrutar, una erección tremenda se apoderó de mi. Mi pene fue succionado por no sé cuantas bocas, algunos solo recorrían mi pene con la lengua, otros solo mamaban la cabeza pero otros se lo introducían todo, debo decir que mi pene media unos 17 centímetros. Durante un largo rato mis gemidos de placer llenaban la habitación, sentí que las cadenas comenzaban a aflojarse, y era obligado a arrodillarme, no me había arrodillado muy bien cuando tenía un pene intentando entrar a mi boca, no me resistí, intenté utilizar mis manos pero no me fue permitido, mientras mamaba mis manos fueron llevadas a mi espalda, uno a uno los huevos se fueron sucediendo en mi boca, algunos entraban completamente flácidos y crecían en mi boca, otros ya tenían erecciones arrechísimas, mamé huevos pequeños, normales, grandes y súper grandes, recuerdo uno particularmente que me lo metió hasta la garganta de un solo golpe, ahí lo mantuvo y no me lo sacó hasta que vio que me estaba ahogando por la falta de respiración, aun me estremezco al recordar los pelos contra mi boca. Otros me agarraban por los cabellos y me hacían unos mete y saca como si mi boca fuera un culo o una vagina.
Una mano me obligó a levantarme, ayudado fui conducido hasta una especie de mueble alto y obligado a acostarme, y nuevamente no había recostado la cabeza cuando mis piernas fueron elevadas colocándome pollito asado y una lengua comenzó a lamerme el culo, una boca se apodero de mi huevo y una tranca de tamaño considerable se abrió paso en mi boca, aquello era la situación mas erótica que un muchacho de mi edad pudiera vivir, los penes y las bocas se sucedieron en mi, de repente las lenguas fueron sustituidas por dedos, uno, dos, tres, yo me revolcaba de placer sobre el sillón en el que me encontraba, y nuevamente los dedos fueron sustituidos por un pene de tamaño normal, aun con todo el dedo que me habían metido, no fue fácil ser penetrado, las tres primeras oportunidades mi culito se resistió, a la cuarta la fortaleza fue resistida y un pene delgado de unas 13 centímetros se hundió dentro de mí. Normalmente mis relaciones sexuales anteriores habían sido con muchachos de mi edad, que eyaculaban cuando intentaban metérmelo por lo que nunca había sido penetrado totalmente, pero ahora la situación era distinta, tenía un huevo dentro de mí, y la molestia inicial estaba dando lugar a un placer que crecía mas a cada instante.
Mamaba y era cogido sin piedad, los penes en mi boca y mi culito se sucedieron, hasta que al guevo mas grande le tocó su turno, aun con todos los penes que me había metido, pero parecía imposible, era demasiado grande y grueso, no pudo meterlo en la posición que me habían cogido los demás, me colocó boca abajo y se encaramó sobre mí, pero el dolor no lo permitía, ni en 4 patas ni yo montado sobre él, parecía imposible por las buenas, y ahí fue que entendí que no todo sería fácil, de nuevo fui colocado boca abajo, el hombre se encaramó de nuevo sobre mí, sentí el frio del lubricante entre mis nalgas y una mano tapar firmemente mi boca, no tuve tiempo de reaccionar, sentí que mi cuerpo se partía en dos, aquel monstruo se abrió paso a la fuerza, mis ojos se llenaron de lagrimas, parecía que me iba a desmayar por el dolor, cuando más de la mitad de aquel huevote entró en mi cuerpo el hombre detuvo todo movimiento, la mano fue siendo retirada lentamente de mi boca y al dejar de sentir la presión mi cuerpo comenzó a relajarse, el besó mi oreja, y bajó a mi cuello, besó mis labios y poco a poco mi culito comenzó a llenarse de placer, inconscientemente moví mis nalgas, y parecía que el hombre esperaba esa señal porque de ahí en adelante me propinó la cogida que nunca olvidaré en mi vida, aun cuando fue en esa sola posición, cuando me entregué a la cogida que me propinaba aquel mega huevo, comencé a mamar de nuevo, y uno a uno fueron acabando en mi boca y mi cara, de repente el arreció la cogida apretaba mis hombros con ambas manos mientras afincaba lo mas que podía su huevo dentro de mí, el hombre lanzó un grito de placer y varios chorros de leche llenaron mis entrañas, quedamos inmóviles por un rato, de repente cesó la música y me imagino que los presentes comenzaron a retirarse, el sacó su huevo dentro de mí y también se fue, comencé a reaccionar y a intentar entender lo que me había sucedido y mi situación.
-Levántate, era la misma voz que me había recibido. Tambaleante lo obedecí, me tomó por el brazo y nuevamente me llevó al baño, volví a la bañera, se repitió el baño, la esponja sobre mi cuerpo, el cual como que no le había bastado lo sucedido pues mi pene comenzó a reaccionar, cuando me sacó del agua y lo notó, mi acompañante tomó mi pene con su mano y arrodillándose me lo comenzó a mamar, lo hacía de una manera como nunca nadie más me lo ha hecho y minutos después interminables chorros de leche salían de mi huevo, mientras yo me retorcía de placer, todo lo vivido se manifestó en mi cuerpo en ese momento, el limpió mi pene hasta la última gota, me limpió y me ayudó a vestir, fui subido a otro vehículo y llevado de nuevo por la ciudad, el auto se detuvo y alguien me habló.
-Cuando te dé la orden quítate la venda y bájate del carro, camina de frente y no voltees por nada, otra cosa, aquí no ha pasado nada, no le dirás nada a nadie pues tenemos toda tu información y te puede pasar algo malo a ti y a tu familia, entendiste?
-Sí, entendí, no hay problema, esto no sucedió.
-Entonces bájate, y acuérdate siempre lo que te dije.
Me quité la venda, bajé del auto estaba frente al parque central del lado de la avenida Lecuna, no entré, lo rodeé y me fui a mi casa.
Por cierto creo que ha mi amigo Jackson le pasó lo mismo, pues el continuó sus visitas al parque central y a los días su familia lo retiró del liceo alegando que había tenido un accidente
Bueno este es el relato que quería compartir con ustedes espero les guste.
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