Primera experiencia 100% real
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por tauro_lon88.
Antes que nada describirme un poco. Tengo 26 años, mido 1.70 cms, cuerpo trabajado por la natación (delgado pero bien formado), piel clara, cabello oscuro, buen culo y muy buenas piernas.
Sucedió cuando tenía 18 años, que en ese tiempo era muy tímido a pesar de ya estar con un chico por casi medio año. De nombre Salvador, era un muchacho de lo más sabroso, alto (algo que siempre me ha gustado de los hombres) buen cuerpo, piel deliciosamente tostada por el sol, ojos verdes, sabía bailar muy bien, con una mirada muy seductora y quizás lo mejor de su anatomía, una polla que debía estar por los 19 cms. Era el paquete completo. Lo miraban por donde fuera.
Quizás lo malo era que él en ese entonces tenía 17 años y era toda una joda conseguir un sitio donde poder follar. En mi casa era imposible por mis padres que siempre estaban uno u otro, y en los moteles de la ciudad se ponían jodidos con lo de meter menores de edad. Para el día en que cumplió 18, yo solo le llevaba un par de meses, supe que quería regalarle mi culito, de paso que probaba su rabo, algo que venía antojándoseme desde la primera vez que lo toqué, aunque fuera solo por encima de la tela.
Tras irnos a bailar a una disco de la ciudad, más tarde entramos a un motel, nada muy ostentoso pero bien puesto. Tenía lo necesario para disfrutar los dos. La verdad que no estaba para nada nervioso, por más que decían que la primera vez dolía, pero mis ganas de hacerlo eran mucho más grandes. Fuimos directo al grano en los primeros minutos. Me puse encima de él, comiéndole la boca con unas ganas que hasta yo mismo estaba sorprendido. Él no perdió el tiempo para poner mis manos en mi culo y apretarlo fuerte con sus grandes manos. Manoseaba cuanto podía y yo ya comenzaba a suspirar sin poder decir nada. Se detuvo unos segundos para quitarme la camiseta, comenzando a besar y morder mi piel blanca que se marcaba con mucha facilidad. Mis manos iban a su cabeza, queriendo que no se moviera de donde estaba, que siguiera marcando mi piel de ese modo.
Yo ya no podía con mi genio, tenía que comerle esa polla de una vez, así que comencé a desnudarlo, ambos lo hicimos hasta quedar sin nada encima de la cama. Me froté un poco con él. Su verga estaba caliente, dura y húmeda. Se subió hasta la cabecera y me miró de un modo que no pude resistir, lanzándome hacia el manjar que llevaba entre las piernas. Puedo decir que no he probado verga más sabrosa. La cogí con mi mano derecha, lamiendo todo el tronco de arriba hacia abajo. Succionaba sus huevos, mientras aspiraba su aroma sexual. Yo estaba más que caliente y sin demorar más, me metí gran parte de su rabo a la boca. Chupaba como un condenado, dejando que su sabor se marcara en mis papilas. Estaba en la gloria mamando cada vez con más hambre. Desde chico había mirado mucho porno, pero lo único que recordaba era ese gesto de mirar a quien le comías la polla. Hice eso y él me devolvió la mirada mientras sonreía.
Seguí devorando su gran verga hasta donde me daba la boca. Nunca me he jactado de tener garganta profunda, pero la calentura me hacía aguantar las arcadas. Se la mamé por varios minutos, de seguro como media hora, hasta que le pedí que me la metiera. Tomó un el tubo de lubricante que habíamos comprado antes y lo echó en mi agujero. Me fue metiendo los dedos, como para prepararme y yo nunca me había estimulado de esa forma, pero no estuvo tan mal. Era incómodo al inicio, pero me acostumbré rápido. Me apoyé en la cabecera, mostrándole todo mi culo cuando dijo que me la iba a meter. Lo hicimos a pelo, por suerte no pasó nada. Sentía como metía su miembro y joder, si es que dolía. No era su primera vez así que me dijo que tenía que seguir para que mi ano se relajara y quedara dilatado. Fue metiéndola más, lentamente, hasta que sentí su cuerpo completamente pegado al mío. Comprendí que me la había metido del todo.
Lo que siguió fue la mejor follada de mi vida. Salvador me daba caña con ganas, azotaba mi ano con una fuerza de no creer y yo no podía parar de gemir. Al inicio era dolor, pero luego fue mucho, mucho placer. Fue como el mejor descubrimiento de mi vida. Él era cariñoso por naturaleza, pero en el sexo se descontrolaba. Podía sentir cada centímetro de su verga en mí, además del golpe que daba su pelvis contra mis nalgas. Hicimos un par de posiciones, primero empezamos de perrito, luego me tuvo montándole y al final me puso boca arriba, con mis piernas en sus hombros. Me habrá dado parejo una hora, hora y media, hasta que se avisó que se correría y dejé que lo hiciera dentro. Solo sentí un calor en mi ano y cuando se salió, la sensación de vacío era rara, pero me gustó.
Yo no me había corrido, así que él comenzó a chupármela. Lo hacía muy bien también, hasta que comenzó a masturbarme para que le llenara la boca de lefa. Aunque nunca he tomado el rol activo, siempre he sido de los que se corren en gran cantidad y ahora, de lo caliente que estaba, esa no fue la excepción. Lamió todo de mí, incluso riendo por haber tragado mi semen.
Espero que les haya gustado 🙂
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