Primera vez a los 11
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arisbi.
Esto me sucedió a los 11 años, estando de vacaciones en un establecimiento turístico perteneciente a mi padrino.
Llegue a media tarde a pasar mis vacaciones y después de los saludos normales, mi padrino me invita a cenar cosa que se hace allí a las 19.
30, demasiado temprano para un chico citadino, después de la cena me mostro mi dormitorio y todo quedó sumido en el más misterioso silencio, yo no podía dormir, así que sigilosamente me Salí de mi cuarto y me dirigí al patio trasero.
A unos 35 metros de la casa principal, está un ranchito que es donde vive el casero del campo, don Mario, era el único lugar que parecía tener vida, ya que se veía por una ventana una tenue luz, silenciosamente me dirigí hasta la ventana y veo que don Mario está sentado en su cama totalmente desnudo, y que hay un perro lamiéndole la verga, me quede boca abierta observando la escena, la que me dio mucho morbo ya que me empecé a evitar y casi automáticamente empecé a acariciar mi pequeña verga, cuando don Mario le echa todo el semen en la boca del perro se me escapo un quejido sin darme cuenta, a lo que el perro primero y después don Mario se percataron de mi presencia, allí don Mario salió al patio y me dijo que hacia aquí y al verme con mis calzoncillos bajos y mi verga casi lampiña, me ordeno que entre que deberíamos hablar seriamente.
Al cerrar la puerta de su rancho yo estaba parado a un costado de la puerta, el desnudo se sentó en la cama y me ordeno sentarme junto a él, me dijo que lo que había hecho era muy malo, y que si decía algo, lo pasaría muy mal, que no se puede andar mirando por las ventanas, yo cabeza gacha solo atine a decir que no diría nada, que no podía dormir y que solo paseaba.
Don Mario me dijo que no me preocupara y que esto quedaba entre los dos, mientras empezó a acariciar mi pierna, lo que resulto en un automática reacción de mi pequeña verga, arrimo su mano a mis huevos y me los acaricio preguntándome si me gustaba, abriendo mis piernitas y casi en un suspiro le dije que sí, acuéstate en la cama y relájate que te hare gozar como nunca me dijo don Mario, yo me deje caer de espaldas sobre la cama y casi automáticamente sentí la boca de don Mario tragarse mi verga y mis huevitos, jugueteando con su lengua y chupándome, de mi boca solo salía un ahhhhjjjj, levanto mis dos piernas en el aire y sentí como su boca besaba mi culito, llenándolo de saliva, hasta que sentí la punta de su lengua en mi agujerito, se sentía delicioso, mis manos se prendieron a mis muslos levantándolos más, ofreciéndole todo mi culito a su voluntad.
Don Mario levanto la cabeza y me pregunto si me gustaba, yo ya moviendo mis caderas le dije que sí, Marito por favor quiero más, seguí que se siente rico, esto me gusta mucho Marito.
Acerco sus labios a mi culito y sentí como su lengua se abría paso en mi culito, entraba y salía, mientras mi culito se contraía y dilataba a gusto, de mi boca solo salía un aaaaaaa de goce,
Marito por favor más, su dedo áspero se ganó en mi culito y ante la primer molestia mis caderas se movieron dejándolo entrar a gusto, lo que empezó a entrar y salir generándome un placer aún mayor, después fueron dos y hasta tres dedos, don Mario me dijo te gusta putita, si Marito, me gusta mucho, quieres ser mi mujercita, si don Mario, si don Mario por favor, pedirme si quieres ser mi mujercita, rogarme, por favor Marito, quiero ser tu mujercita, por favor Marito, en ese momento sentí por primera vez la cabeza de su verga en la puerta de mi culito, se sentía como un gran dedo caliente en mi culito, y a medida que ejercía presión sobre mi culito empezaba a entrar su cabeza, entro hasta que mi goce se convirtió en un grito de miedo, se sentía como su verga dura que entraba me habría haciéndome sentir mucho dolor.
Don Mario me dijo que aguante un momento que solo es un momento, su mano se posó en mi boca al mismo momento que empujo toda su verga hasta el fondo, lo que era goce se había convertido en dolor, desesperación, me quería zafar y no podía, la verga de don Mario había llegado hasta el fondo dándome mucho dolor, su mano ahogaba mi grito y mis lágrimas corrían por mis mejillas, lo mire suplicante, don Mario solo me dijo tranquila que ya pasa, aflójate y veras que no duele, mis ojos lagrimones lo veían entre mis piernas levantadas, su verga enterrada en mi culito hasta el fondo, su pecho con algunos pelos blancos, y de su boca solo salían palabras de alivio y tranquilidad, me fui dejando llevar en la calma que don Mario me desea y el dolor cedió, dejando sentir que tenía algo tibio en mi culito, que muy suavemente se empezaba a mover, mis caderas empezaron a responder a ese movimiento y dejaron paso al goce nuevamente, se sentía hermoso la verga de don Mario entrando y saliendo en mi culito, lentamente fue dejando caer mis piernas para tomarme de mi cintura a medida que me daba más verga, sus movimientos a medida que aumentaban, me generaban más placer, mis manos se dirigieron a sus pecho mientras lo alentaba dándole gracias, si Marito dame más por favor, que hermoso que se siente, mientras me cogía muy fuerte Marito me decía, ahora si sus toda una mujercita, ahora vas a ser feliz, si Marito, me haces muy feliz, no me digas Marito decime papito, si papito, dame verga, dale verga a tu mujercita por favor.
Cuando empezó a inundarme con su semen fue la gloria, nos abrazamos para meternos más adentro uno del otro, me apretó fuertemente a su cuerpo, yo agarrándolo de las caderas para que su verga entre más dentro de mí, cuando termino de acabarme se quedó un rato quieto con su verga dentro, yo lo acariciaba agradeciéndole, la saco ya casi flácida, se recostó a mi lado y se veía entre una mata de pelo su verga ladeada con restos de semen, le di unos golpecitos de agradecimiento, es toda tuya me dijo, dale unos besitos, recosté mi rostro sobre su mata de pelo y empecé a besarla, pásale la lengua me dijo, mi lengua recorrió la verga de mi papito y sabia salado, pero agradable, solo la metí dentro de mi boca y la chupe hasta dejársela limpia, el me acariciaba, nos quedamos como media hora sobre la cama abrazados, le agradecí por ser su mujercita, me vestí y regrese sigilosamente a mi cuarto.
Durante las dos semanas que estuve allí regrese cada noche a visitar a mi papito…
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