Primera vez en el cine
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por matialejo.
Fantasioso hasta morboso diría, en la adolescencia solía entrar a todos los baños públicos que encontraba para ver los escritos en las paredes de pedidos de fellatio o penetración y masturbarme con cada uno de ellos imaginando de complacer algo de lo que leía.
En mis recuerdos tenia, a los 14 haberle chupado la pija durante una semana, tres veces por día a un vecinito de 11 casi 12, hasta que le preguntó a su hermano mayor si estaba bien chuparse entre hombres, obteniendo como respuesta que eso era de trolos.
Ahi no quiso mas que se lo hiciera.
Soy bisexual y las relaciones sexuales (heteras digamos) comenzaron a los diecisiete con una novia de catorce.
Ambos con muchos sueños eróticos que fuimos plasmando a lo largo de tres años.
Terminado este noviazgo siguieron varias chicas hasta un año atras.
En mi cabeza, igualmente, quedaron dando vueltas los recuerdos de las pijas de los vecinos más grandes, mis excompañeros, también sobretodo, la que había chupado y se encendían, nuevamente, las ganas de estar con alguien de mi sexo.
Cabe aclarar que con la primera chica también tuve relaciones anales expresándome que gozaba tanto o más, que vaginalmente.
Estaba convertida en una verdadera profesional chupando la pija, me encantaba mirarla, transformándome en un adicto a su boca, su lengua, sus manos.
No existía momento que no estuviéramos buscando algún lugar escondido, siendo la hora que fuera, bajarme el cierre, para hacerlo una y otra vez, se notaba la pasión junto al deseo de tenerla entre sus labios, humedecerla, saborearla, bajar, comerme los testículos o pasar de largo hasta llegar al ano, besarlo, acariciarlo y regresar con su lengua hasta la cabeza del pene, como si fuera un pintor de paredes que va de un extremo a otro con un pincel.
Hasta una vez, a pedido, me llegó a penetrar con dos dedos lubricados en abundante saliva, logrando hacerme acabar de una forma maravillosa.
Las imágenes de la cara de mi novia gozando al chuparme y tragarse la leche, más las que tenía junto al de once, sumado a mis masturbaciones introduciéndome en el ano, objetos plásticos nunca muy grandes, ni gruesos, hicieron que mi calentura no pudiera aguantar mucho tiempo.
Un viernes salí con varios amigos a bailar, bebí demás y como si hubiese sido una voz interna que lo pedía, me despedí de todos con la excusa que tenía sueño, raro para ellos por ser la tres de la madrugada acostumbrados a estar de noche, me dirigí en el auto hacia un cine porno, cumpliendo una curiosidad que tenía.
Según me habían comentado, era una especie de sótano muy grande, que disponía de una sala gay, una hétero, tres especies de reservados con sillones largos en cada uno y una sala oscura con varios puff a sus costados, también con varios reservados de cemento con almohadones cortados en formas de penes u otras formas eróticas.
Estacioné a una cuadra del lugar, bajé sus escaleras, una puerta eléctrica se abrió y al ingresar desde un vidrio polarizado en su interior, a través de una pequeña ventana, me anuncian el valor de la entrada, la que abono y anexado al ticket, me entregan un preservativo junto a un gel lubricante (idea que sería buena darla a varios lugares transitorios para poner en práctica).
El cine tal cual me habían detallado era grande y oscuro.
Estaba bastante concurrido, llegué a la sala gay, me senté en una hilera cercana al fondo que no tenía persona alguna en su extensión de siete asientos a lo ancho y empecé a sentir como atrás mío, un chico le estaba dando una terrible mamada, por lo que se escuchaba, a otro bastante mayor y grande corporalmente.
Debo contar que cuando ingresé a la sala, yendo donde me sentaría, observé a ésta última persona que hasta en la oscuridad se podía apreciar sus grandes hombros como así su no muy abultada panza.
El ruido de la chupada, con los pequeños gemidos, me excitaron mucho.
A los pocos minutos, cuando quise girar la cabeza hacia la izquierda para poder apreciar lo de atrás, siento del lado derecho que me empiezan a tocar la pierna, subiendo lentamente hacia mi pene, cuando giro para mirar quien era “el acariciador”, veo un hombre de unos cincuenta años, morocho con un cuerpo bastante mas pequeño al del fondo, que me toma la mano llevándola a su bulto mientras con la otra me desabrochaba el pantalón, sacando mi verga totalmente erecta.
Imité lo que hizo y me acerqué un poco más, llevando también mi otra mano para bajarle el cierre, liberando su instrumento que estando un poco flácido tendría una medida de dieciséis centímetros de largo por cuatro de grosor e iba aumentando de a poco, lo que me llevó a mirarlo.
Sin comentario alguno, él pasó una mano por detrás de mi cuello, empujándome hacia su boca, besando, metiendo la lengua, provocando un temblequeo.
Me pregunta que pasaba, le contesto que era la primera vez que besaba a un hombre, lo que me había provocado de repente, muchas ganas de continuar experimentando.
Seguimos besándonos, sintiendo una mano con dirección a mi culo, que logra acelerarme aun más la respiración.
Dándose cuenta de esto, me propone que fuéramos al sector de los reservados, atravesamos un pasillo en el que se podía observar bastante gente apoyada a la pared esperando entablar algún contacto u otros charlando, nos detuvimos en un sector aun menos iluminado y mi “reciente conocido” golpea una puerta, al no escuchar ninguna respuesta entramos a una especie de cabina (había sólo tres en el lugar luego me enteré) que tenía dos sillones, uno mas pequeño y otro mas grande.
La puerta no tenía llave entonces la trabé con el sillón mas chico.
Mientras tanto mi compañero parado contra una pared se bajó los pantalones, me jala hacia él, me toma la cabeza y continuamos lo iniciado en la sala besándonos desenfrenadamente, con sus dos manos en mi cara me mira y tratándome de pendejo me pregunta hasta donde me animaba a llegar, mi repuesta fue rápida, desafiándolo de hacer todo lo que él tuviera ganas.
Con cara de ganador me afirma que prepare el orto porque esa noche me iba a retirar cansado de haber recibido tanta leche.
Luego de sus dichos me hace arrodillar para que se la chupara y empecé a hacer lo que tanto me había gustado que me hiciera aquella primera novia.
Llené mi mano con saliva, se la agarré, besándola y pasando la lengua, lubricando mucho mas logrando mojarla de tal manera que al acariciarla se deslizaban mis dedos como si fuera aceite.
Haciendo esto lo miraba como gozaba con los ojos cerrados.
Dupliqué mi “provocación”, metiéndola toda en la boca, acción que llevó un poco de tiempo, arcadas mediante ya que estaba totalmente erecta midiendo supongo no menos de dieciocho centímetros de extensión por aproximadamente cinco de ancho.
Una vez acostumbrado, me animé a llegar al fondo y con mi lengua le logré acariciar los testículos (fantasía cumplida gracias a que tengo un frenillo de la lengua, cortado), obteniendo un resultado tan excitante para él, que gritaba lo bien que la chupaba, la sacó de mi boca y me desparramó toda la leche en la cara.
Me dio un poco de vergüenza, por eso no lo hice, de probar el sabor del semen y me limpie un poco con su remera que estaba tirada en el piso, sin que se diera cuenta, pues seguía con los ojos cerrados diciendo lo bien que lo había hecho.
Me levanté casi con orgullo de saber el resultado de la pregunta si le había gustado, con respuesta afirmativa me agarra la cara y sin parar de besarnos, caemos en el sillón largo, mi cuerpo sobre el suyo, acariciándome baja y saca mis pantalones, comienza a manosear mi culo.
Sin separar nuestros labios, comienzo a acariciar su pija nuevamente.
Él toma el gel lubricante que le habían dado en la entrada, pasándomelo por toda la zona anal y muy lentamente me penetra con un dedo de una mano alternando con otro de la otra, abriéndome las nalgas, mientras tanto sigo pajeándolo y con su boca pegada a la mía.
Al fin podría conocer el goce que tanto hablaba mi ex que le daba lo anal.
Logró dilatarme alternando dos dedos por vez hasta las últimas que fueron con tres siempre muy lento, lubricado sin hacerme sentir dolor.
Sin cambiar de posición iba a empezar a sentarme encima del instrumento y justo en ese momento dan tres golpes a la puerta.
Pensé que diría que estaba ocupado, o algo así pero no, gritó que todavía no.
Aún encima, lo miré dudosamente y me confiesa que había apostado a otros tres más que me llevaría al reservado donde estábamos, primero me cogería él y después los otros tres entrarían para terminar enfiestándome.
Le dije que estaba borracho, que sólo había ido a ese lugar porque quería probar lo que se sentía estar con otro, pero que no quería participar de una fiesta así.
Me contestó que yo le había caído muy bien y que era la primera vez que otro, sin hacerse el putito, de macho a macho, le chupaba la pija de esa manera.
Al ver que me puse el pullover y me acomodaba para irme, me pidió disculpas y si le podía dar un número de teléfono para ubicarme y continuar lo cortado, solos, pero le dije que no tenía teléfono, ni ganas de hacer algo mas.
Al abrir la puerta, me encontré con esas tres personas que, menos mal, no dijeron ni hicieron nada por retenerme.
Debo decir que aun hoy, sigo estando igual que en aquella época, mido un metro setenta y tres, soy de espalda ancha y de físico bastante grande, quizá por éste motivo y aunque estuviesen en mayor número, habrán pensado que no les iba a ser tan fácil lo apostado.
Salí de ese sector confundido, caliente y con bronca, ingresé a la sala hetera, que se encontraba cercana a la puerta del lugar, para sentarme un rato a terminar de pajearme por lo vivido, no había nadie y aproveche para desabrochar el botón del pantalón y bajarme el cierre ubicándome en el último asiento.
Ésta sala a diferencia de la otra, tenía dos puertas, una por la mitad mientras tanto la otra estaba a la derecha de donde me había ubicado y un poco mas atrás, dificultando la visión de quien entraba.
Por esto y sin darme cuenta, siento a una persona que se encontraba parada refregándome el paquete por mi hombro lentamente, miré hacia atrás y era el primer hombre que había visto al entrar en la gay, con el pantalón semi bajo mostrando su miembro descaradamente, éste no era tan grande ni grueso como el que había chupado y sin pensarlo mucho lo hice con él tambien, igual no la tuve mucho tiempo en mi boca, pues le propuse, sin preámbulos ni nada, que me penetrara.
La situación era, de casualidad, ideal, tenía el orto lubricado y dilatado por el otro, encima era de menor tamaño y grosor, así que sin pensarlo dos veces, pasé a la parte de atrás de la sala, bajé mis pantalones a la rodilla, tome su pene le coloqué el preservativo que me habían dado al entrar, me agache detrás suyo apoyando mis manos en el asiento que minutos antes estaba y este hombre, haciéndome el comentario que se había quedado muy caliente después que el otro pendejo se la había mamado y no pudo acabar, me toma de la cintura y comienza a cogerme de una forma muy suave, entraba su cabeza a la mitad, la retiraba, luego varias veces mas hasta que entró por completa, volviéndola a sacar, fue tan suave que cuando sentí que había entrado nuevamente, comencé yo a ir hacia él.
A partir de ese momento era una gloria sentir las embestidas de este señor, fue tan excitante que le pedí que me diera mas, que me cogiera, que me encantaba, aceleró sus movimientos avisando que iba a acabar, en ese momento noté como dentro mio se le hinchaba y explotaba de placer.
Se sacó el preservativo y lo tiró a un costado, ambos nos subimos la ropa y nos despedimos.
No me arrepiento de haberme negado a enfiestarme con los otros ya que no era lo que buscaba.
Gracias a eso encontré otra cosa que me hizo realidad un deseo que tenía dando vueltas.
Después volví al cine un par de veces más pero ya lo contare en otro.
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