Profesor atractivo de 35 años, busca…(2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BABYBOY.
No podía respirar, no podía pensar, no podía hablar, me estaba retorciendo de desesperación en mi lugar, era como estar ahogado en un horrible silencio dentro de mí mismo, por paredes castrantes invisibles que contenían mi alma en agonía, y de pronto esa luz de nuevo, mucha luz…
Los faros de un automóvil estacionándose con las luces altas dieron directamente dentro de la casa, entrando por la ventana al lado del sofá donde me encontraba sentado, pero ahora de pie, esa molesta luz me impedía ver con claridad quién rayos era la joven mujer con la que Sergio había llegado.
La chica era hermosa, de una piel brillante y castaña cabellera, su sonrisa era abrumadora y al entrar Sergio, yo fui el primero al que la presentó, ella sonriente y muy simpática me extendió la mano y yo correspondí a su cortesía devolviéndole el saludo pero esbozando una sonrisa desconocida hasta ese entonces por mí: una sonrisa retadora y en ese instante supe que una feroz lucha por defender mi territorio iba a comenzar.
Su nombre era Lila, y había estando chateando a la par de mí con Sergio todo este tiempo, se conocieron a través de la misma página de contactos donde yo lo encontré y la verdad que nunca pensé que Sergio le ocultara una cosa así a “Gaby” pero después de todo, él solo era un hombre.
Al avanzar la noche los miré desafiante y a la vez amistoso, me sentía totalmente fuera de lugar, una extraña combinación de celos con empatía, si la chica no fuera mi “rival secreta de amores” me hubiera identificado con ella, y hasta formar una bonita amistad.
Mi vaso de tequila amenazaba con terminarse, así que fui a la cocina a servirme otro poco y estando ahí un compañero de clases y de “amores” con el que tuve alguna aventura al iniciar la carrera ,se me acercó sigiloso y retador, en un obvio estado de ebriedad y tomándome por los hombros me llevó contra una pared.
-He visto como lo miras cuando crees que nadie te observa- me dijo sujetándome fuertemente y sintiendo su fuerte aliento alcohólico y haciendo derramar mi vaso de tequila con jugo de toronja.
-¿Y a ti que te importa?- mascullé furioso por su no solicitado comentario -¡mucho! Pensé que tu y yo teníamos algo Gabriel, ¡además el nunca podrá ser para ti, siendo un hombre mayor y Hetero! Ja-ja-ja ¿en verdad crees que tienes oportunidad?-
-Eso es algo que no pienso contestarte, porque no te compete, y no, tu y yo no tenemos nada Luis, aquello fue solo un acostón de borrachera, ¿cuándo vas tú a darte cuenta?
Su respuesta fue un fuerte puñetazo contra la pared a escasos centímetros de mi cara, Luis era un chavo temperamental, además de corpulento y algo fornido ya que entrenaba en el equipo de fútbol de la escuela, y aunque acostarme con él fue uno de mis “logros” personales, desde que Sergio había llegado a mi vida no tuve interés en nadie más, es raro pero solo dos veces en mi vida me he sentido así.
-¿Estas pendejo o que? ¡ya déjame en paz borracho!- le contesté haciéndolo a un lado y percatándome de que Lila estaba detrás de nosotros y no sabía exactamente el tiempo que llevaba ahí o que había escuchado.
-¿Todo bien chicos?- nos preguntó confundida –si, Luis esta algo alucinado je-je-je creo que es mejor que se vaya a su casa- le dije viéndolo a los ojos.
-Ok, me llevo estas servilletas- nos dijo regresándose a la sala con Sergio, y yo volviendo con Luis y tratando de suavizar las cosas, le dije que ya estaba muy borracho y que no sabía lo que decía, que al día siguiente no recordaría nada.
-Eso crees tu Gabriel, mejor ándate con cuidado tú y tu pinche maestrito de quinta que nadie se burla de mí-
Aventándome con su mano se alejó furioso, y yo me quedé ahí pensando que lo último que necesitaba era un ex amante celoso en mi vida.
Luego de eso, rápidamente se me ocurrió esperar hasta que Sergio y Lila se fueran, para pedirle de “favor” que me diera un aventón después de dejarla a ella en su casa y así tener la oportunidad de estar a solas con él y confesarle…. bueno, declararle lo que sentía.
Al llegar el momento indicado, cuando Sergio y Lila empezaron a despedirse le pedí el favor a Sergio delante de Lila sabiendo que no se negaría, y él un poco desganado aceptó.
Después de un incómodo silencio en el auto con ellos dos y al llegar a casa de Lila, Sergio se bajó del carro con ella y entre sombras desde el coche pude distinguir que se dieron un tierno y tímido beso, -¡ah! así que esto es lo que se siente la rabia de los celos- me dije a mí mismo en voz baja.
Sergio volvió al auto y lo arrancó, íbamos platicando de trivialidades y de pronto se me ocurrió invitarlo a un bar que quedaba cerca y poder seguir un rato mas la juerga, Sergio titubeó un poco, pero al final aceptó ir conmigo y echarse unas cervezas, a final de cuentas apenas eran las 12:30 de la noche y…. mi juego comenzaba.
Llegamos al bar “33” y nos sentamos en un cómodo sillón, y a lo largo del lugar se escuchaba “Love fool” de The Cardigans, un suave viento soplaba en la terraza donde estábamos instalados y la embrujadora melodía seguía su curso: “love me love me, ¡say that you love me!”
Tomamos una cerveza y los vientos amainaron, para cuando íbamos por la tercera los ánimos y las risas treparon por nuestras felices gargantas, y todo era un ¡salud! después del otro.
Para ese entonces por fin me animé a preguntar: -¿así que….tu y Lila eh? ¿llevan mucho tiempo saliendo?- no mucho- me contestó animado, -no sé en realidad si sea para mí, no tenemos mucho en común, pero bueno….he estado mucho tiempo a dieta- esbozando una maliciosa y sexy sonrisa al final de su oración.
Nada hasta este momento ni sus gestos, ni un movimiento en falso, ni siquiera alguna palabra en doble sentido, me hacían pensar que tenía alguna oportunidad con él, y mi paciencia comenzaba a terminarse.
Así que mi única oportunidad era el viejo truco del alcohol.
Las rondas de cerveza no pararon, y al final estábamos junto a otro grupo de amigos brindando abrazados y saltando al ritmo de una alegre canción de fiesta, descubrí en ese momento que Sergio no era tan aburrido como él mismo pretendía aparentar, y que con unas copas de más, su lado festivo se ponía en evidencia.
Sergio me abrazaba y pasando uno de sus brazos por mi nuca, yo podía sentir su aroma, era embriagante, un macho en toda su gloria.
Poco a poco el otro grupo regresó a su mesa y algunos comenzaban a despedirse y nosotros volvimos a nuestros asientos a pagar la cuenta.
Al final de la velada y animándome a ganar o perderlo todo me animé a ejecutar el plan B y me ofrecí a manejar y a llevarlo a su casa, la suerte estaba echada….
“Y me lanzo a la media noche como voy, hoy voy a verte voy a sentirte….hoy me decido te voy a amar….voy a dejarte huellas en la intimidad”
Eran las palabras que una noventera Thalía cantaba con chaqueta de cuero negro y pelo alborotado, las cuales nos despedían del lugar.
Sergio se tambaleaba y a duras penas pudo subir al auto, se reía solo y se quedaba viendo el piso, sentado en el asiento del copiloto, mientras yo arrancaba el coche.
En el camino Sergio dormitaba o despertaba de repente riéndose y diciendo que yo era un buen amigo, y de pronto posó una mano sobre mi pierna y comenzó a acariciarla.
Yo sintiendo la suave brisa de verano rozando mi rostro, me armé de valor y le dije a quemarropa:
-Me he enamorado de ti, soy gay, tal vez eso ya lo sepas y sabiendo que no tengo oportunidad te lo confieso, porque ya no puedo guardármelo más-
No cabe duda que el tiempo es relativo, debieron pasar tan sólo unos segundos, pero para mí el tiempo se detuvo en una repetitiva agonía desesperante, como preparando mi alma para lo que vendría después cuando quedaría atrapado en aquella presa.
Sergio no se inmutó, solo posó sobre mi una tierna mirada y sonriendo volteó su cabeza hacia la ventanilla del coche, yo sin saber reaccionar seguí conduciendo y al llegar a su casa lo ayudé a entrar y luego en su recámara a desvestirse acostado en su cama.
Mi corazón palpitaba a mil por hora al ir descubriendo lentamente cada parte de su anatomía, primero fue su camisa y pude deleitarme la vista con su pecho y axilas peludas, un abdomen peludo y marcado, y el camino que lleva a la perdición.
Luego retiré los zapatos y los calcetines y sus peludos y blancos pies quedaron al descubierto, al final tragando saliva y ocultando mi erección, desabroché su pantalón de mezclilla y haciendo unas maniobras propias de un circo pude quitárselo, no sin antes dejar su ropa interior a medio bajar, por los jaloneos.
Una sexy pelambrera púbica quedó al descubierto cuando sus cachondísima y muy masculina trusa negra quedó a medio bajar.
Sergio dormitaba profundamente y yo acercándome lentamente a él comencé a acariciar su peludo pecho sintiendo la tibieza de su piel.
Rocé mis labios gentilmente por todo el vello de su cuerpo, sintiendo su aspereza, su suave tacto, y su aroma de hombre de campo.
Lo besé tiernamente en el cuello, pasando mi lengua a lo ancho y largo de su peludo pecho, le acariciaba suavemente sus genitales por encima de la trusa y podía sentir la calidez de sus gordos testículos, su verga comenzaba a despertar y cuando pude darme cuenta ya estaba mas dura que el acero, asomándose cachondamente fuera de su ropa interior.
Sergio me tomó con una de sus manos mi nuca y mi cabeza bajando suavemente hacia su ombligo, todo parecía indicar que mi maduro profesor deseaba una mamada a su verga.
Cuando estuve a tan sólo unos centímetros de su grueso pene, un aroma a macho caliente me inundó los sentidos, lo primero que hice fue saborear la piel de su peludo escroto con la punta de mi lengua, pasándola una y otra y otra vez por sus gordas pelotas y con una mano meneando suavemente su gruesísima verga erecta, y pude sentir con la punta de mis dedos el viscoso líquido pre seminal que babeaba abundante.
Sergio gemía calladamente de una manera tan masculina que pensé que yo mismo tendría un orgasmo, siempre me ha dado placer al darle placer a otros.
-mmmm ¡así mi vida!- jadeaba frenético en un paroxismo de placer, y mis errantes lengüetazos se volvieron mas y más agresivos por todo su escroto su verga y el camino que llevaba a la raja peluda de entre sus nalgas.
Sergio mordía la almohada y relamía su bícep derecho como queriendo besar a alguien en un total estado de excitación y movía sus caderas de arriba abajo como imitando una ruda penetración, yo por mi parte succionaba con toda mi alma su ensalivada verga.
Sobaba sus gordas pelotas y las lamía en su totalidad y luego volvía a su mojada verga y la mamaba con todas mis ganas saboreando el rico palo de carne.
Cuando Sergio anunció su venida me tomó por completo de sorpresa, pensé que todavía se tardaría un poco más y apenas estaba sacando mi propia verga de su encierro para poder masturbarme, cuando fuertes trallazos de leche blanca, espesa y ardiente, cayeron directamente en lo más profundo de mi garganta, aquél néctar divino sabía al mejor manjar del mundo, me devoré como loco su espesa leche cremosa y salada, y cuando mi maduro amante por fin terminó de venirse, yo aún continué un poco mas lamiendo y relamiendo su vibrante masculinidad peluda, limpiando cualquier resto de su pastoso semen.
Después de esto Sergio quedó completamente dormido, relajado hasta el último de sus fuertes músculos, se desvaneció inconsciente con los brazos y piernas abiertas en su cama matrimonial.
Yo me desnudé por completo y terminé de masturbarme con el sabor fuerte de su semen aún en mi boca, limpié la mancha y quise recostarme en su peludo pecho y dormité unos momentos, y esa primera sensación de su cuerpo peludo acariciado por mis manos, se quedó como una fotografía en el baúl de mis recuerdos.
Algo me despertó de pronto e incorporándome me percaté que Sergio aún dormía plácidamente, vi el reloj el cual marcaba las 5:36 de la mañana y luego de levantarme, encendí la pantalla de su computadora, para poder mandar un e-mail a mi hermano que lo checaba muy temprano en la mañana e informarle que me había quedado en casa de un amigo a dormir, para que pudiera avisarle a mis padres y estos no se preocuparan.
Pero antes, algo llamó mi atención era una carpeta llena con fotografías de culos de hombres de todo tipo: peludos y lampiños, rasurados, fuertes, musculosos, delgados, gordos y blancos.
Mis ojos no daban crédito a lo que veía, ¡Sergio tenía un fetiche por culos de hombres! Y luego de la espectacular mamada que me dejó regalarle, de pronto y para mi enorme alegría puse en duda su sexualidad.
Mandé el correo, apague la pantalla y regresé a la cama y abracé nuevamente al motivo de mis desvelos y fantasías.
Cuando sonó el teléfono al otro día, el sonido me despertó bruscamente y cuando busqué mi reloj para ver la hora, no podía creer que eran ¡las 7 de la noche! Me levanté asustado y vi que Sergio ya no estaba a mi lado, me vestí rápidamente y me dirigí al baño, luego me lo llamé por toda la casa y lo vi cómodamente sentado en la sala sin camisa y con unas largas bermudas viendo un partido de fútbol.
-Hola- atiné a decir aliviado de verlo en la casa, -hola- me respondió a secas posando brevemente su mirada en mis ojos, y al instante siguiente volviendo a dirigirla hacia la televisión.
-Se hizo tarde ¿eh?- volví a dirigirle la palabra, -si- contestó nuevamente sin ahondar en otros temas, -será mejor que te lleve a tu casa, tendrás cosas que hacer ¿no? ¿quieres darte un baño antes?- me preguntó por fin con una gran naturalidad.
Titubeé un torpe si, y me dirigí a su baño y me duché pensando en que decirle, si tal vez no recordaba nada de lo que habíamos hecho la noche anterior, o si estaba confundido, cuando estuve listo y totalmente limpio me presenté de nuevo ante él y ahora Sergio llevaba una camisa sin mangas de color negro dejando ver su hermosa alfombra peluda sobre su pecho y unos shorts del mismo color que contrastaban con su hermosa piel de leche.
-¿Nos vamos?- me preguntó impaciente, -si, vamos que es tarde- le dije abriendo la puerta de su casa y dirigiéndome al exterior.
La noche era estrellada y la luna se asomaba menguante de entre las nubes grises, que comenzaban a formarse, y me percaté de un halo de humedad, cuando el suave olor a tierra mojada halagaba mi sentido del olfato.
Nos subimos al auto sin hablar palabra alguna, y su silencio me estaba matando así que por fin me animé a decir:
-¿Sergio, te acuerdas de algo de lo que paso anoche? ¿qué opinas sobre eso?…. ¿recuerdas algo?…. mmmm ¿lo que sea?….contéstame por favor.
Sergio seguía manejando en silencio y cuando paró en un semáforo, no aguanté mas e inclinándome a su asiento lo besé tierna y tímidamente, él sin siquiera inmutarse con su mirada perdida y su boca cerrada no me apartó, sino que avivando mi desesperación dejó que lo besara, y de pronto comenzó a corresponderme cerrando sus ojos y me quitó el aliento con un beso profundo, apasionado y tan lleno de su alma.
Y casi al instante siguiente me apartó diciéndome que esto no estaba bien y que la noche anterior había tomado demasiado.
Continuó la marcha hacia mi casa y cuando llegamos a la puerta le dije que me diera otro beso que ya no podía vivir sin él y comencé a besar su cuello con desesperación chupándole levemente su masculina piel y con otra mano metiéndola por su playera sin mangas acariciando suavemente su velludo pecho.
Él jadeando de placer, se dejaba hacer y yo aprovechando la situación desabroche su short y al tocar por encima de su trusa mi corazón palpitó muy agitado al comprobar que tenía una hermosa y potente erección.
En eso me tomó con sus fuertes brazos por debajo de los míos e hizo sentarme encima de él, besándonos apasionadamente como si el mañana fuera un mito de leyenda.
Me quitó la playera y al descubrir mis rosados pezones los mordió fuertemente y luego los lamió delicadamente como reparando el castigo de sus dientes.
Siguió lamiendo mi cuello y pezones de una manera que me hacía gemir calladamente de placer, la calle enfrente de mi casa estaba oscura y vacía y eso nos daba abrigo y el escondite perfecto.
En un hábil movimiento nos cambió al lugar del copiloto y haciéndome subir al tablero, me sentó en él e hizo que me recargara sobre mis codos y desabrochó mi pantalón bajándolo con todo y trusa hasta mis tobillos y elevando mis piernas tomándolas por las pantorrillas mi rosado ojete quedó a escasos centímetros de su cara.
Él dándome una mirada lujuriosa por unos segundos, sacó la lengua y la posó directamente en mi palpitante hoyo rosadito y lampiño, sus lengüetazos iban en aumento y mi agujerito quedaba húmedo y más abierto cada vez, yo en estos momentos gemía como loco y arañaba el tablero, el toldo y todo lo que se me pusiera enfrente, estaba en el limbo del placer.
Con una mano mantenía elevadas mis dos piernas y con la otra se jalaba el tronco de su verga furiosamente mientras que su lengua hurgaba mas y más profundo la más secreta intimidad de mi agujero.
En eso me bajó a su regazo nuevamente y por unos segundos sentí la enorme cabeza de su gordo rabo tratando de penetrar mi culo y cuando siento que la punta de su gran cabeza entra borrando los pliegues de mi ano penetrándolo, Sergio mete su lengua en mi boca y por unos instantes sentí el sabor de mi propia raja del culo todavía presente en sus labios.
Y así sin más habiéndome penetrado con solo la cabeza de su verga Sergio me apartó de pronto y me hizo a un lado, y vistiéndose me dijo que me bajara del carro.
Yo confundidísimo me vestí rápidamente y saliendo por la puerta del copiloto Sergio se acercó a la puerta del volante donde me había quedado y la abrió, esperando que yo saliera y cuando lo hice rocé con mi boca delicadamente su cuello, Sergio se estremeció levemente y tomando el volante arrancó inesperadamente su auto, dejándome confundido, solitario en medio de la calle y caliente.
Su extraña actitud había dejado mi mente nublada y confundida, no sabía que hacer y espere unos instantes antes de darme cuenta que tenía un leve ardor en mi culo, que comenzaba a llover, que no sabía que podía oír los latidos de mi propio corazón, y que todos los pensamientos contradictorios de furia llegaban demasiado tarde porque estaba perdida e irrevocablemente enamorado de él.
“esta mañana ya no es igual, hoy no soporto sin ti despertar, duele mi miedo, tu indecisión, duelen las horas sin tu amor….pídeme tiempo para pensar, pero no; no te alejes.”
“atrévete a quedarte conmigo, yo te aseguro que soy tu destino….¡quédate conmigo!”
Eran las palabras de la canción “Quédate conmigo” de Janette Chao, las que me hacían abrir los ojos a la mañana siguiente después de un sueño profundo, provenientes del despertador de mi estéreo y concordaban exactamente con el estado caótico en el que se encontraba mi mente.
Me percaté sorprendido que una gran mancha de semen seca estaba en mi ropa interior, y recordando el sueño más hermoso que he tenido con Sergio, en el cual ataviado de una playera negra ajustada y jeans azules, llegaba por mí en una espectacular motocicleta nueva, y me hacía manejar su vehículo pegado a mis nalgas y sintiendo el palpitante bulto de su verga contra éstas, me hacía venir de una manera deliciosa.
Creo que mi cuerpo reaccionó a la gran calentura que mi maduro profesor había dejado en mi al no completar la relación sexual, dejando mi cuerpo y mis ganas bramando de deseo.
Toda el día de ese domingo me la pasé pensando en él, y el tiempo alternaba en secuencias de rapidez y lentitud, haciéndome perder la concentración de la tarea que debía entregar la mañana siguiente.
Al otro día al terminar las clases me decidí a enfrentarlo, venía caminando por un solitario pasillo, y al verme parado en el aula vacía pasó de largo sin saludarme y yo decidido le hable: -¡sé que sientes algo por mí! Ayer lo sentí en ese beso que me diste, ¿por qué te empeñas en negar tu sexualidad? ¿por qué la reprimes?- Sergio se detuvo en seco y continuó dándome la espalda por unos instantes.
Se volvió hacia mí y furioso me tomó de una de mis muñecas y sujetándome fuertemente me dijo: -¡porque esto no esta bien! ¡soy tu profesor, cabrón! ¡con una chingada! ¿no puedes simplemente dejar las cosas así? ¡me puedes meter en muchos problemas!-
-¿eso es todo lo que te importa? ¿los problemas que puedas tener? ¿y por eso vas a reprimirte? El sábado correspondiste a mis besos de una manera tan sincera que supe en ese momento que nunca te he sido indiferente ¡que también me deseas!-
-te recuerdo que soy mayor de edad, que nadie se tiene que enterar de esto, que tal vez podamos llegar a… – me frenó en ese momento mis palabras y de pronto me dijo:
-¿llegar a que? No sueñes niño, esto fue un error y no volverá a repetirse, ¡nunca pasó! ¿ok? Ahora déjame tranquilo y sigamos con la relación alumno-profesor como si nada ¿de acuerdo?- me dijo en un tono tan sincero y firme que reprimió la salida de una de mis lagrimas.
-¿De acuerdo?- insistió ahora de una manera más serena, con una angustia reflejada en su guapo rostro- de acuerdo- le contesté dándome la media vuelta y regresando a mi aula escuché sus pasos alejarse.
Pasaron los días y las semanas y Sergio llegaba a su clase y la impartía como si nada, pero de vez en vez cuando nos dictaba algún tema y yo agachaba la cabeza para transcribir sus palabras en mi laptop sentía su mirada taladrándome el alma.
Una tarde mientras escuchaba “Me cuesta tanto olvidarte” del grupo Mecano, en mi computadora, súbitamente recordé a mi alias olvidado “Gaby” y a la cuenta de Hotmail que creé con el propósito de enamorar a mi profesor, y cuando ingresé, mi sorpresa sería enorme al descubrir varios correos de Sergio sin leer.
Los abrí uno a uno rápidamente en el orden en el que llegaron y los devoré ansioso, y mi corazón latió fuertemente al leer en el último correo que extrañaba chatear conmigo y que cuando viera esto me conectara, ya que tenía que contarme algunas cosas de su vida y no sabía con quién desahogarse.
Esa noche me conecté usando el alias de “Gaby” y al poco rato lo hizo también mi amado profesor de Física.
La plática comenzó con los típicos ¿cómo estas? y te extrañe mucho, cuando Sergio se puso serio y me dijo que ojalá no me decepcionara por lo que iba a contarme, pero que había tenido un encuentro sexual con un chico 15 años menor que él, que se sentía confundido, que le costaba tanto decirme esto, pero que era una experiencia que lo había marcado.
Yo me quedé atónito a lo que estaban leyendo mis ojos, ¡mi corazón sentía que después de todo tal vez tendría una oportunidad con él! Y haciendo uso de mis mejores consejos psicológicos que mis 19 años podían permitirme hacer, lo escuché pacientemente, lo dejé desahogarse y por fin le dije que, si bien me sorprendía en gran manera, no era yo “la indicada” para juzgarlo y que lo mejor que podía hacer era hablar con “el chico” y hacer un esfuerzo por sincerarse con él mismo y definir su situación, a nadie le gustan las “ambigüedades”
Sergio siguió la platica, y se serenaba y sinceraba mas con cada momento que pasaba, y por fin me confesó que esa era la razón por la que se había divorciado de su mujer, ya que en su adolescencia tuvo algunos encuentros homosexuales y que esos “placenteros” recuerdos lo perseguían al punto de volverse loco.
Ella por supuesto no lo perdonó, y lo abandonó hace años, y que ya siendo soltero no se animó nunca a volver a tener nada con otro hombre hasta que conoció a mi “tocayo” Gabriel.
También le contó que recientemente salía con una mujer llamada Lila, y que no sabía porqué diablos trataba de enmendar su camino con ella, si sabía perfectamente que aunque le atraía sexualmente también lo hacían los hombres y que no podía soportar el hecho de que estaría muy tentado a engañarla con alguno si su relación se formalizaba, así que había decidido hablar con ella y terminar su romance.
Yo comportándome como “una buena amiga” lo dejé hablar por horas hasta que las 4 de la mañana nos sorprendieron y al despedirnos nos fuimos a dormir, yo con una enorme sonrisa en mi rostro.
El final del ciclo escolar al igual que mi cumpleaños se acercaban, y decidí organizar con unos amigos una fiesta para celebrar mi onomástico y el final de cursos.
Dos días antes de que finalizara el semestre, llegué al escritorio donde estaba Sergio sentado revisando unos exámenes y sin decirle nada le dejé una invitación para ese fin de semana con motivo de mi fiesta, él sorprendido la tomó en sus manos y yo con una sonrisa le dije que esperaba que fuera y salí del salón.
Junto con unos buenos amigos organizamos mi fiesta en casa de uno de ellos y ese día ultimando detalles, inflábamos globos y acomodábamos los snacks en las mesas.
“Give it to me” de Madonna retumbaba en toda la casa, cuando los invitados comenzaban a llegar.
Sinceramente jamás imaginé que Sergio fuera a ir a mi fiesta, una cosa era lo que le había contado a “Gaby” y otra muy diferente que algún día se animara a hacerlo, así que traté de divertirme sin la sombra de su recuerdo por una noche.
Y de pronto cruzando la puerta del jardín llegó corriendo con un regalo en sus manos y usándolo como protección para los aspersores de agua que en ese momento se encendieron mojándolo suavemente.
La escena la viví como en cámara lenta, viendo la totalidad de este hombre representando para mi la perfección masculina.
Sonriendo llegó apenas mojado y riendo ambos nerviosos sin saber que decir, tan sólo atinó a regalarme el mas increíble de los abrazos, enloqueciendo mis sentidos, y atesorando ese bello momento hasta el final de mis días.
Y así como así, le gente iba y venía al ritmo eterno de la música, los tragos, las risas y cuando Sergio me regaló la mas hermosa de las sonrisas desde la mesa de bocadillos donde platicaba con unos alumnos, pensé que la vida no podía ser mejor, viví uno de los mejores cumpleaños de mi vida.
Estaba a punto de ir a su lado y tal vez poder platicar sobre nosotros cuando la presión de una fuerte mano contra mi boca y otra contra mi cuello sujetándome, hizo desorbitar mis ojos de miedo, cuando comenzó a empujarme hacia un cuarto alejado del resto de la casa y un atemorizante shhhhh me indicaba que esto no era una broma…..
Continuará…
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