Profesor atractivo de 35 años, busca…(3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BABYBOY.
Ocurrió poco después de cumplir los 11 años, mis padres debieron descuidarse y no se percataron cuando resbalé y caí en la parte profunda de una alberca en ese balneario de la ciudad de Monterrey, al que habíamos ido de vacaciones.
Recuerdo estar sumergido y tocar el fondo con mis pies y tratando inútilmente de aferrarme a algo que pudiera sacarme a flote, cuando de pronto unos brazos cálidos me sujetaron fuertemente y me jalaron hacia ellos, y al sacarme a la superficie, mis pulmones inhalaron abruptamente el aire que se les había negado, confortando súbitamente mi atormentada alma.
Debieron pasar tan solo unos segundos, pero me pareció una eternidad, mi entera y corta vida pasaron ante mis ojos por unos segundos, y cuando alcé la mirada lo primero con lo que me topé fue con la sonrisa y los ojos alegres de un guapo joven de veintitantos años con un pequeño lunar debajo de uno de sus ojos.
Cuando me incorporé al lado de la piscina donde este joven me había rescatado, no pude evitar contemplar absorto la fina capa de vello que su incipiente juventud le regalaba en el pecho a este bello ejemplar masculino.
Y casi inmediatamente descubrí en ese momento que yo no era un chico como cualquier otro….yo era….bueno, diferente.
Mi madre corrió en llanto a abrazarme, haciendo que una pila de gente se amontonara curiosa alrededor nuestro, y mi padre le daba las gracias a este taciturno pero bello joven que me había rescatado.
Al poco rato y en motivo de agradecimiento, mis padres invitaron a comer a este chico en un puesto de comida rápida del balneario, y por insistencia de mi madre al terminar la comida, le pidió al joven dejarse retratar con ellos y conmigo en uno de los puestos de recuerdos que había en el lugar, mi progenitora mandó hacer dos copias y le entregó una de las fotos al joven, enmarcada en un cursi llavero con forma de corazón.
Creo que fue el momento más embarazoso de mi vida.
Es curioso las cosas que vienen a tu mente en momentos de crisis, y éste sin duda era uno de ellos, porque no podía sentir mis manos del frío que me rodeaba, y mis pies comenzaron a entumirse y sólo unos segundos antes de perder la conciencia y dejar de luchar, los brazos que me sacaron de aquella piscina, parecían ser los mismos que ahora me sacaban del auto inundado, y esa blanca e intensa luz se encendió de pronto….
-¡Enciende la luz Saúl!- le gritó el hombre que me tenía amagado con su mano sobre mi boca y con su otra mano sobre mi pecho presionándolo, a otro chico que se encontraba en una alejada recámara de la casa donde festejaba mi cumpleaños.
Y cuando esa intensa luz se encendió obligándome a entrecerrar por un momento mis ojos, pude girar la cabeza un poco y darme cuenta que el tipo que me sujetaba era Luis, mi celoso ex – amante.
Luis me empujó frente a la cama donde se encontraba su amigo Saúl semidesnudo, y éste me sujetó rápidamente de nuevo, mientras Luis comenzaba a desnudarse.
-Sé lo que intentan hacer, pero no creo que su plan les funcione, ¡estamos en la casa de Gera, mi mejor amigo! ¿en verdad creen que me van a obligar a tener sexo con ustedes en la casa de mi mejor amigo sin que él se entere y venga a ayudarme?- les dije con un aire retador muy seguro de mis palabras.
-Es que nadie piensa obligarte a tener nada que tu no quieras putito, sé que te encanta mi verga- respondió Luis sacándose su erecto y peludo miembro del pantalón.
E inmediatamente su amigo acercó una botellita de Poppers a mi nariz, haciendo que un inusual y rápido efecto se apoderara de mí, poniéndome muy caliente.
Me hizo inclinarme ante él y acercó mi cabeza con una de sus manos a su entrepierna y un aroma a macho sudado penetró mi olfato, Luis era testosterona pura.
Alcancé a sacar mi lengua y lamí un peludo y gordo testículo y Luis dejó escapar un fuerte gemido de placer.
Mi lengua recorría golosa aquellos dos gordos y peludos testículos cuando de pronto la puerta se abrió.
-¿Qué hacen aquí?- preguntó Gera mi mejor amigo, al darse cuenta que mis agresores se vestían rápidamente.
Yo intenté incorporarme pero resbalé y Gerardo me tomó por los brazos ayudándome a ponerme de pie.
Mi amigo al comprender la escena de pronto les dijo: -Ustedes no tienen invitación Cabrones, ¡lárguense de aquí o le hablo a la policía!-
Los dos tipos ya listos salieron por la puerta, pero antes Luis se detuvo y me dijo, que esto todavía no acababa, que ya me las arreglaría con él mas tarde, a final de cuentas no estaría por siempre en la casa“del mariquitas” de mi amigo.
Y al final Luis espetó: -no te hagas el que no te gusta pinche putito, mi verga te fascina, ya nos veremos después-
Gera intentó preguntarme que había pasado pero sin dejarlo hablar tan solo pregunté: -Sergio, ¿dónde esta Sergio?- mmm está en el jardín platicando con los del salón, ¿quieres que….?- no alcanzó a terminar su frase, cuando yo saliendo por la puerta, me dirigí a buscar desesperado al dueño de mis desvelos.
Me acicalé un poco en el baño y después lo llamé al salir al jardín.
Él percatándose de mi presencia, al salir por la puerta trasera, me sonrió tímidamente, pero aún siendo indiferente y estoica su sonrisa, hizo entibiecer mi interior, y un hondo suspiro salió de lo profundo de mi garganta.
Estaba a punto de hablar pero mi profesor me interrumpió: -¡Felicidades Gabrielito! ¡muchos días de estos!- terminó de decirme dándome un fuerte y cálido abrazo.
Algo en su abrazo me intrigó, no era el Sergio de antes, sin embargo tampoco era diferente.
Y en ese momento mi mente divagó pensando que mientras más cambian las cosas, más siguen igual.
-este…. mmm…yo quiero decirte que….
Ambos estábamos ansiosos y nerviosos, y Sergio notando que yo tenía menos vulnerabilidad que él ante la adversidad de poder enfrentar el declararme Gay abiertamente, él aún no sinceraba sus sentimientos, así que interrumpiéndome secamente mi amado profesor me dijo: -¿Quieres ir a montar en bicicleta mañana?-
-Claro- contesté cambiando mi sonrisa a una serena y llena de alegría.
La fiesta siguió su curso normal llena de risas tímidas y secretas, señales recíprocas de ternura y miradas que lo decían todo, y por un momento olvidé el mal rato que me había hecho pasar Luis y su amigo Saúl, o eso trataba de convencerme a mí mismo….¿en realidad ya no deseaba a Luis y su masculina presencia? El haber saboreado el aroma intimo de las peludas bolas de Luis me decía otra cosa.
Al día siguiente con un cielo nublado y melancólico sobre nuestras cabezas, Sergio y yo emprendimos la marcha hacia las llanas praderas que conducen a la cuenca de un río, para ejercitarnos un poco en bicicleta y admirar el bello paisaje.
Ninguno de los dos quería tocar el esquivo tema que ambos sabíamos tendríamos que hablar tarde o temprano, y el camino de terracería, plantas y pequeños animales salvajes eran testigos de nuestro silencio.
Por fin el hielo se rompió gracias a una pequeña piedra que no vi y me hizo caer de la bicicleta de montaña, provocando unos raspones sin importancia, pero un gran hoyo en la parte trasera de mi licra de ejercicio, y cuando me levanté dándole la espalda a Sergio éste rió al darse cuenta que debajo de la descosida tela no traía ropa interior, así que lo primero que vio fue la raja de mi culo en todo su esplendor.
-ja-ja-ja ¿no usas ropa interior, o sólo querías provocarme?- Sergio rió de buena gana al comprobar que estaba yo desnudo bajo la delgada capa de tela de la licra.
Yo ruborizándome no le di importancia al suceso subiéndome de nuevo a la bicicleta, y me di cuenta que por primera vez y sin tener la mínima intención de provocar a un hombre, me había apenado de enseñar mi bien formado trasero y la raja de en medio.
El camino se hizo entonces placentero, delicioso y tremendamente disfrutable, y yo gozaba y reía plenamente de cada comentario o chiste de Sergio y sentía que un hermoso vínculo amenazaba en formarse.
Y entonces venida de lejos, anunciando a la pradera su refrescante caricia, la lluvia bajó suavemente hacia nosotros, y aumentando su potencia, nos obligó a refugiarnos bajo las protectoras y verdes ramas de un hermoso y antiguo árbol.
Un fuerte e impetuoso viento nos golpeó proveniente del norte, el frondoso árbol no era suficiente abrigo para enfrentar el violento temporal, así que Sergio me abrazó fuertemente y al sentir la calidez de su cuerpo, el vacilante dejo de su masculina loción y el roce de su delicioso aliento sobre mi cuello, me sentí libre, protegido, y lleno de un intenso afecto que emanaba de cada fragmento enamorado de mi piel.
Y así como llegó, el temporal comenzó a amainar repentinamente, y al descubrir que el peligro había pasado, ambos quedamos sorprendidos, por un extraño y reconfortante sentimiento que impedía que nos separáramos.
Sergio me miró a los ojos alejando su varonil rostro del mío y me dijo suavemente en medio de la serena y verde pradera, y el taciturno cielo triste y gris:
-Es algo indescriptible, pero siento que ya nos conocíamos de otra vida o… algún otro lugar, y no quiero que esta paz y ternura que brindas a mi alma desaparezca nunca-
-Tienes una sonrisa que me recuerda memorias de mi infancia, donde todo era brillante como el mas azul de los cielos, y desde que te conocí y miré tus ojos por primera vez, me recordaron a mi mejor amigo de cuando tenía 12 años y corríamos a ese lugar especial, una ranura en el tronco de un árbol enorme, donde solíamos escondernos y protegernos en días malos como éste, o cuando nuestros padres nos reprendían y huíamos de casa-
-Él era menor que yo, y sus padres lo trataban muy mal, yo sólo quería protegerlo….como sólo quiero protegerte a ti…esa necesidad me trasmites, y yo…yo quiero hacerlo, quiero que….me dejes cuidarte, o tan sólo…déjame estar contigo, por favor bonito…-
Sus hermosas palabras hicieron delirar con un fuerte temblor hasta el mas recóndito de mis huesos, y mis ojos se humedecieron de una inmensa felicidad, mi corazón desbordaba amor, un fuerte, grande y sincero amor.
Volvimos a abrazarnos pero ambos sabíamos que al soltarnos, no volveríamos a ser los mismos nunca más.
La lluvia comenzó a tomar fuerza nuevamente, y decidimos jugárnosla y correr hasta la carretera, tomando nuestras bicicletas con una mano y con la otra cubriéndonos con unas ramas secas nuestras cabezas.
Era muy peligroso montarnos en las bicicletas y pedalear hasta la ciudad, así que protegiéndonos bajo otro árbol que estaba al lado de la carretera, hacíamos la señal de “aventón” a cada auto que pasaba, con la esperanza de que pudieran llevarnos de regreso.
Luego de varios intentos por fin una camioneta grande de dos cabinas y con la parte trasera llena de cosas como bicicletas, kayaks, remos, casas de campaña y artículos de cocina se detuvo y el conductor un joven como de veintitantos años, se ofreció a llevarnos.
Sergio y yo subimos nuestras bicicletas en la parte trasera de la camioneta haciéndoles espacio entre tantas cosas, y al intentar subirnos en los asientos traseros de la camioneta descubrimos que había muchísimas cosas mas, dejando libre tan sólo un asiento, por lo que tuve que sentarme y viajar encima de las piernas de Sergio.
En la cabina había dos chicos jóvenes, más el conductor, que según nos dijeron venían recorriendo México, acampando en cada bonito lugar que encontraban, estaban algo amontonados, pero muy alegres, y al quedar claro el lugar donde nos bajaríamos, que estaba a mas de una hora de distancia (y por el temporal, sería un poco mas largo) los chicos volvieron a subir el volumen de su música y a ocuparse de sus asuntos.
De pronto siento los dedos de Sergio acariciando suavemente la raja de mi desnudo culo a través del agujero que tenía en mis shorts de ejercicio, arrancándome un leve suspiro y haciendo apretar mis dientes.
Continuó disimuladamente masajeando mi culo, hasta ir cada vez más adentro, deteniéndose solo para ensalivar discretamente sus dedos, y vigilando que los chicos siguieran en su rollo.
La parte trasera de la camioneta estaba algo oscura y las cosas que teníamos al lado por montones ayudaban a darnos refugio para el excitante encuentro sexual que Sergio y yo íbamos a vivir por primera vez.
En un hábil movimiento Sergio bajo su licra hasta los tobillos y pude sentir la tibieza de su gruesa verga palpitar dura como piedra por entre mis desnudas nalgas.
Pude sentir también la maraña de necios y abundantes pelos negros de su pubis que cosquilleaban en mi trasero.
Sergio frotaba callada y disimuladamente su verga por mi raja, fingiendo mirar distraído por la ventanilla, y yo haciendo mi parte vigilaba que los chicos no se dieran cuenta de nuestras acrobacias sexuales.
Mi maduro amante encontró una botellita de aceite para bebé entre las cosas de los vacacionistas, y humedeció su palpitante y peludo pene erecto.
Se inclinó suavemente en mi oreja derecha y susurró apenas con un sonido perceptible:
-¿Quieres que te la meta aquí delante de estos chavos bebé?- mi respuesta fue un callado gemido que traducido del idioma del deseo, podría interpretarse como un sonoro y desesperado ¡sí!
Sentí la punta de sus dedos lubricar con el aceite de bebé mi culo, e introduciéndolos uno por uno me hacía casi llorar de placer, un muy reprimido gemido anunció de pronto la punta de su gruesa cabeza penetrar mi dilatado culo.
-¿todo bien, chavos? Ya falta poco más de media hora para llegar- preguntó girando la cabeza uno de los chicos que venían en la cabina, y yo ahogando un fuerte gemido, con mi cara roja y mi mirada perdida, contesté un tímido “si, gracias”, y volviendo a girar su cabeza a su lugar el joven regresó a su música con sus amigos, sin imaginarse que yo estaba totalmente penetrado por la gruesa verga de mi maduro compañero.
Con cada rebote por una piedra o un tope del camino, la verga de Sergio se hundía cada vez más en mi atormentado culo, y mi amante ayudaba a esto con sus suaves pero firmes movimientos de pelvis que me tenían en la gloria.
Sergio gemía calladamente porque mi apretado culo le estaba provocando fuertes y placenteras sensaciones e inclinándose nuevamente hacia mi oreja me susurró que exprimiera su verga con el culo, ya que pronto me llenaría el culo de leche.
Mi amante se había transformado en una fiera salvaje, que solo vociferaba palabras cachondas y un sin número de ¿te gusta nene? ¿te gusta mi vergota en tu culo verdad? Y yo solo podía disimular cuanto podía, ya que el nerviosismo de ser descubiertos me tenía algo preocupado, pero totalmente caliente.
-uh ¿hace calor no chicos?- preguntó Sergio de pronto a nuestros compañeros, quitándose la camisa y dejar al descubierto el rebele vello de su masculino pecho.
-si, es por el bochorno de la lluvia- contestó uno de ellos con cara de interrogación.
Ahora Sergio estaba totalmente desnudo en la parte de atrás, y recargando uno de sus brazos por encima del asiento, pude sentir el aroma masculino de su axila transpirada.
Los vellos de su pecho me hacían cosquillas en mi espalda desnuda, ya que Sergio también disimuladamente me había levantado la parte trasera de mi playera, y su verga erecta no perdía un ápice de dureza, mientras seguía taladrando mi culo, y el poseedor de semejante herramienta para coger, miraba distraído por la ventana, como si nada estuviera sucediendo.
Los chicos se detuvieron en un mini súper a comprar bebidas y nos preguntaron que si queríamos algo, a lo cual contestamos que no, y bajando ellos tres de la camioneta, estoy seguro que se extrañaron de que no hubiéramos querido bajar y estirar las piernas, viendo que también estábamos “misteriosamente” llenos de sudor.
En cuanto se bajaron de la camioneta, y aprovechando que la lluvia seguía cubriendo nuestra excitante sesión sexual en medio de extraños, Sergio giró mi cabeza y me besó apasionadamente al tiempo que con sus manos abría más mis piernas y aceleraba sus movimientos.
Yo echando mi cuerpo y mi cabeza hacia atrás del asiento, comencé a tener un orgasmo, y mi semen escapaba filtrándose a través de la delgada tela de mi licra, y en ese momento mi maduro amante, vació toda su leche en mi interior con un fuerte y gutural gemido, al tiempo que mordía ferozmente mi cuello, dejándome la marca de sus dientes.
Estábamos respirando agitadamente, cuando los chicos regresaron riendo, y pararon en seco sus risas, al comprobar que un olor a sexo estaba en el ambiente y viendo nuestros rostros ruborizados y sudorosos, hicieron el esfuerzo por continuar como si nada, no sin antes percatarme de que uno de ellos le decía a otro cosas en secreto.
Llevábamos poco de estar nuevamente viajando en carretera cuando siento que la verga de Sergio perdía dureza y se encogía, saliendo de mi adolorido culo que comenzaba a estrecharse de nuevo.
Luego de esto Sergio me pidió secretamente que me levantara un poco para subirse de nuevo el short de licra y regresamos a la normalidad, pero ahora reíamos en secreto de nuestra desquiciada y excitante aventura sexual que habíamos compartido.
Al llegar a nuestro destino, Sergio fue el primero en bajar y yo esperé unos segundos para que se pusiera de nuevo la playera y al ir Checo a la parte trasera de la camioneta a buscar nuestras bicicletas, uno de los chicos se volteó hacia mi desde su asiento y me dijo antes de que yo bajara:
-¡que palote se aventaron! ¿eh cabrones?, me tenían con la verga dura como de piedra y ¡tuve que jalármela y vaciarme en el baño del mini súper!-
y en eso el chico de al lado lo besó sensualmente y me dieron su tarjeta, despidiéndose y diciéndome que les encantaría que algún día los acompañáramos de campamento.
Yo salí con la tarjeta de la camioneta en shock, y cuando arrancaron, le conté todo a Sergio y éste sin más se echó a carcajadas como un chico de secundaria.
Esa noche Sergio me invitó a quedarme en su casa, y pasamos la noche juntos y abrazados después de haber hecho el amor 2 veces más, una en el baño y la otra sobre la alfombra de su sala.
La suave y fresca brisa, arrulló mi mente, sintiendo la suave fragancia que emanaba del velludo y cálido cuerpo de mi amante que se confundía y mezclaba con el nostálgico aroma a tierra mojada.
Poco después me enteré de que mis padres se iban un mes entero a visitar una tía hermana de mi madre que estaba en el Paso Texas, por lo que me quedaría solo en casa, y Sergio se le ocurrió que podría pasar ese tiempo viviendo en su casa, así que tomé mudas de ropa y mi lap top y me instalé feliz en la residencia de mi amado novio.
Pasamos un verano de lujo, visitando antros, fiestas y reuniones con amigos, comimos del deseo que provocaban nuestros cuerpos desnudos en las noches calurosas y bebimos de la alegría de nuestros corazones recién comprometidos.
La noche de ese viernes, el fin de semana anterior al re-inicio de clases y después de hacer violenta y apasionadamente el amor, Sergio se pasó largo rato acariciando mi desnudez y yo dormido sobre casi todo su cuerpo, me sentía en el paraíso.
Sentí que se incorporó después de un rato al baño, y luego de eso me quedé profundamente dormido, no abrí los ojos sino hasta la mañana siguiente.
Lo primero que recuerdo al abrir mis ojos fue una nota amarilla pegada al monitor de mi computadora, mi somnolencia fue desapareciendo al ir descubriendo señales de que Sergio se había ido para siempre: su closet vacío sin ninguna maleta, su celular apagado y en la cocina el refrigerador sin alimento alguno.
Regresé a la recámara y al leer sus palabras dejadas en esa nota, mi respiración se volvió agitada y mi vista amenazó con nublarse, mi cabeza estallaba en una fuerte migraña de la cual deseaba no salir jamás…..
Continuará….
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