PROVOCACION ADOLESCENTE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Este verano, y en compañía de gente amiga, pasé unos días en la ciudad de Gualeguaychú (Entre Rios, Argentina), donde se celebra un famoso carnaval. Fueron días muy divertidos disfrutando de las comparsas y festejos callejeros junto a mis amistades. Cuando todos decidieron regresar a Buenos Aires, quise quedarme solo, un corto tiempo más para descansar.
Desde la mañana me quedaba en alguno de los balnearios de la ciudad, gozando del sol y de la tarnquilidad, sin tomar mayor contacto con nadie, solo meditando y descansando.
Fue en una de esas mañanas que observé un adolescente de rasgos atractivos, cuerpo delgado y bastante marcado para su edad, que me merodeaba como buscando conversación. Ante mi aparente indiferencia, le costó acercarse pero finalmente lo hizo, sacándome conversación sobre temas triviales (si vivía allí, si era turista, cómo lo habia pasado en el carnaval, etc). En adelante llamaré al jovencito ALE.
Como comencé a frecuentar siempre el mismo balneario, día tras día ALE aparecía como buscándome y, al encontrarme, se sentaba a mi lado para seguir hablándome de mil temas distintos. Me resultaba simpático y, no lo voy a negar, me atraía su cuerpito bien marcado y bronceado por el sol. Mientras hablaba, tal vez por nerviosismo y ansiedad, tenía el "tic" de acomodar su pelo lacio, algo largo.
Ya con más confianza conmigo, elogiaba mi cuerpo que -para mi edad- está muy bien conservado, y decía que deseaba llegar a mi edad en mi mismo estado físico.
En ningún momento le pregunté su edad, pero no creo que fuera mayor de quince años. Quiso saber si yo era casado, si tenía mujer; le aclaré que estaba soltero y le pregunté si tenía muchas chicas allí. Entonces ALE se sonrió con gesto pícaro y me dijo que muchas.
Reconozco que me excitaba su cuerpo, pero dada su edad y la mía reprimía cualquier arranque lascivo de mi parte. Un día interrumpió su conversación para refrescarse en el agua. Cuando salió del río, su pantaloncito de baño, muy mojado, se había pegado a su cuerpo y le marcaba bien su sexo y su culo. Nuevamente se sentó a mi lado dándome charla.
Verlo así, instintivamente me excitó y no pude disimular una importante erección. ALE la notó, tratando de disimular miraba mi bulto y discretamente se tocaba el suyo hasta que también marcó una importante erección de su pene.
El que iba a ser mi último día en la ciudad, volví al balneario y -una vez más- apareció ALE para hacerme compañía. Le dije que era mi última jornada allí y que ya volvería a mi casa, lo cual lamentó y me dijo que me extrañaría mucho, que le gustaba estar conmigo. Al mediodía, lo invité a almorzar conmigo en el buffet del balneario.
Al despedirme, le dije que iría en mi auto a recorrer un poco la zona. ALE se mostró muy ansioso y me pidió si podía acompañarme en el paseo. No sin vacilar un poco, le dije que sí. Durante el trayecto en el auto, ALE no dejó de hablar nerviosamente, diciéndome que le había hecho bien conocerme, que me extrañaría y que volviera seguido así podríamos vernos de nuevo. Marcaba una indisimulada erección bajo su pantaloncito, y yo ya no podía ocultar la mía.
La situación era muy excitante y -pese a mis propias reglas- no pude contener más mi deseo ante la evidente provocación de ALE. Salí del camino y decidí estacionar el auto en un paraje algo en las afueras de la ciudad, bajo los árboles. A esa hora nadie pasaba por allí y estábamos solos y tranquilos.
En mi entrepierna se marcaba mi verga dura. Mirándome a los ojos con algo de nerviosismo, ALE puso su mano en mi bulto y apretó mi verga bajo mi pantalón de baño. Lentamente me quité la remera, quedándome en cuero, y él hizo lo mismo con ansiedad. Lo tomé de la nuca y puse toda mi lengua en su boca, a lo que ALE respondió succionándola con frenesí.
Luego, saqué mi verga erecta y ALE rápidamente la llevó a su boca succionándola con desesperación mientras yo sostenía su cabeza acompañando el movimiento de sube y baja. Estaba encendido de excitación, pero también temeroso de ser visto por alguien. Muy a mi pesar, creí no conveniente prolongar demasiado la situación.
Hice que ALE y yo bajáramos del auto, abrí una de las puertas traseras y recosté en el asiento a mi joven acompañante, luego de quitarle su pantaloncito. Su verga saltó muy erecta, y sus huevos lucían hinchados y grandes. Me incliné sobre él y lo recorrí todo con mi boca, su boca, su cuello, sus axilas, sus pezones, su tenue vello púbico y su sexo, mientras él gemía y se retorcía de placer.
Ya descontrolado, hice que se diera vuelta recostado con su pecho en el asiento y los pies apoyados en el suelo, fuera del auto. Con mis manos separé sus nalgas y lamí y chupé su ano larga y desesperadamente; sentir sus gemidos me excitaba todavía más. Al notar que con mis lamidas su ano se iba dilatando, no pude resistir más la tentación.
Así, salivé abundantemente su ano, luego mi propia verga y la apoyé (ya hinchadísima) en su orificio anal. Empujé con fuerza y el primer tramo de la penetración le arrancó a ALE un grito, pero ello no me acobardó y seguí empujando hasta completar la penetración. El cuerpito de ALE se estremecía, tenía las piernas abiertas y me hacía sentir la presión de las contracciones de su recto.
Comencé a hacer movimientos de bombeo primero suaves y luego más y más intensos, sosteniéndolo con una mano de su cintura y con la otra aferrando sus cabellos. Así frenéticamente hasta que eyaculé potente y abundamentemente dentro de su recto. Quedé recostado sobre su espalda, escuchando sus gemidos, durante algunos minutos, hasta que fue cediendo mi erección y pude retirarle mi verga del culo sin violencia.
Regresamos en silencio a la ciudad, lo dejé donde siempre se despedía de mi y nos dimos un abrazo. Esa misma noche partí del lugar. Nunca volví hasta ahora, pero no puedo olvidar esa furtiva experiencia de placer, cuando la provocación de un adolescente me hizo descontrolar.
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