Puede ser que alguien te vea.
Este no es continuación del relato anterior, pero tiene cierta relación. En aquella narración, (De pronto yo era su juguete) les conté mis experiencias de descubrimiento mutuo entre dos chicos, Alex y yo. En esta, les contaré lo que puede pasar en un descuido si una persona se percata de que ya los .
Mis visitas a “jugar” con Alex se habían convertido en un hábito vespertino, al partir su madre al trabajo nos quedábamos en total libertad hasta que mi madre me llamaba para el baño y otras cotidianidades. Ambas casas eran contiguas, separadas por una grama verde con un caminito entre los patios. Por ahí solía entrar o salir y pasar de una casa a la otra sin necesidad de ir por la calle. En los pueblos de campo de Cuba esto se acostumbra bastante.
Una de esas tardes respondiendo con obediencia al llamado de mi mamá iba muy apurado cuando sentí que me agarraron por detrás, me llevé buen susto, pero pasó rápido, era uno de los hermanos de mi madre que estaba de visita en casa. Me cargó y me llevó dentro y estuvimos conversando por unos minutos. Mi tío era un hombre de campo, joven y fuerte y con la piel tostada por el sol. No era muy alto, igual al resto de la familia. Después de bañarme y comer mi tío se dispuso a regresar a su casa que no era lejos y le dijo a mi madre.
-Hermana, qué le parece si me llevo al niño a que me haga compañía allá esta noche, los míos se fueron con la madre a la ciudad y estoy aburrido, así converso con mi sobrino que ya en unos años se habrá convertido en un hombre.
Mi madre aceptó con mucha naturalidad, eso había pasado antes, y yo me puse contento, mi tío es un excelente anfitrión.
Al llegar a su casa abrió la puerta y yo entré directo al sillón con balancines de la sala, el me encendió la TV y se fue a su cuarto, de ahí se fue a la cocina y me trajo un jugo de naranja delicioso. Cuando le devolví el vaso me miró y me dijo unas palabras que me helaron las vísceras.
-Sobrino.
-Dime tío.
-Hoy cuando te cargué estabas sudando.
-Si, un poco. -respondí con nerviosismo.
-¿Y que estaban haciendo a casa de Alex?
-Pues, jugar tio. -le dije tratando de disimular mi estrés.
-¿ A que jugaban? ¿Puedo saber?
-A los carritos, a las cartas, y otras cosas.
-Ummm, y por eso traías ese sudor, y el short al revés. Además, el corazón se te quería salir del pecho como ahora…
Ese “como ahora” tío lo pronunció despacio y poniendo su mano debajo de mi tetilla izquierda. El tenía razón, mi corazón iba a mil. Me miró a los ojos y me dijo.
-Será nuestro secreto, sobrino.
-¿Qué secreto tío? No sé qué me quieres decir. – En verdad ya me lo sospechaba.
-Tus juegos con Alex, y los que vamos a jugar nosotros.
-No se por que me dices eso, tío.
-Vamos chiquilin, tu con diez años no vas a engañar a tu tío. Todos hemos hecho trastadas. Además, ibas tan asustado, jajaja, hasta otro niño se daría cuenta.
-¿De qué?
-De lo que hacen.
-Nosotros solo jugamos tío. -traté de insistir.
-Si, yo lo sé, a darse besos en la boca y tocarse los penecitos. -me dijo con suspicacia,
-Noo tío ¿Cómo crees? -Yo seguía defendiéndome, aunque sentía que era en vano.
-Es lo que sé, sobrino. Cuando uno es de tu edad hace todas esas cosas.
Mi tío empezó a rozar mis muslos y mirarme fijamente a los ojos. Se puso a muy corta distancia, cuando me habló pude sentir su aliento.
– ¿Te gusta la pinga de Alex, tu amiguito?
-Tío, me da pena eso.
-No tengas pena, vamos, puedes confiar en mí, nadie lo va a saber.
-Está bien. -Al final no supe como quedarme callado, yo tenía esa sensación de que él lo sabía todo.
-Cuéntame que hacen.
-Eso mismo que tu me dices, besos.
-¿Y que más?
-El me enseñó a tocarme. -le dije, y bajé la cabeza.
-¿Cómo que a tocarte? No tengas pena, vamos, dime.
-Si, a echarme pajas, tío. -Aquello me parecía una confesión.
-Ah, ya. ¿Nunca lo habías hecho?
-No.
-¿Y que tal? ¿Te gustó?
-Si, es rico. El me dijo que así crecía más.
-jajaja eso fue para convencerte, es muy inteligente tu amiguito.
-Eso fue lo que me dijo.
-Ah, que bien. ¿Se la has tocado tu a el?
-A veces, cuando la ponemos para medirnos.
-¡Vaya! ¿Y quién la tiene más grande?
-El
-Eso no es nada, además el es mayor que tú. -Me consolaba mi tio.
-Si. -le dije.
Tío me dio un besito en la mejilla y se fue a bañar, yo me quedé muy tenso en la sala, preocupado y pensando que quería el con todas esas preguntas, la verdad era puro nervio. Pasaron quince eternos minutos y mi tío se apareció delante de mí envuelto en una toalla. De más está decir que se le marcaba su pene debajo de la tela humedecida, y cuando lo vi, no pude apartar mi mirada de aquel bulto, que ya nada tenia que ver con el de Alex, mi amiguito. Detuve el balanceo del sillón y me quedé sin habla ni respiración. ¿Qué iba a pasar aquí? Era mi único pensamiento. Todo alrededor perdió importancia, el mundo se había reducido a nosotros en aquella sala.
Mi tío se paró delante de mí y me dio un besito en la mejilla. Me pasó la mano por la cabeza, luego por mis hombros, me tomó de la mano y me llevó a un sofá donde nos sentamos, el hizo que mi pierna más próxima me quedara encima de su muslo.
-¿Entonces has estado yendo muy seguido con Alex?
-Si, cuando su mamá se va a trabajar.
-Me lo imaginé, además yo sé también sus horarios. ¿Habrán hecho más cosas además de masturbarse cada uno por su lado?
-Algunas veces. -Yo respondía automáticamente, y entrecortado.
-¿Cómo cuáles? Cuéntame y dime como es la pinga de tu amiguito. -Mi tío me hablaba despacio y me miraba con cierta ternura ligada a un rostro como de quien se complace mucho en lo que le estaba diciendo.
-Nos besábamos en la boca. La pinga de Alex es negra, como su piel, y la cabecita rosada, la tiene mas grande que la mía.
-Aja, eso me habías dicho. ¿Qué más?
-Miramos una revista de esas con gente desnuda y, a veces, el me pedía que le hiciera lo que veíamos ahí.
-¡Oh, que interesante! ¿Y que fue esas cosas que imitaban de la revista?
-No muchas, el se acostaba encima de mí, yo abría las piernas y él se movía encima, nuestros penes se rozaban y el me la ponía entre mis muslos. Él dice que yo soy su novia y que algún día, cuando sea más grande me daría su leche.
-¿Y aun no te la ha dado?
-No, el solo me mostro la que se ve en la revista. Pero el dice que su primo le había contado que esa leche sale cuando uno es más grande.
-Ves cari o, todos tenemos a alguien que nos enseña.
-Si, ya veo.
Mi tío pasó su brazo por detrás de mi cabeza, yo estaba recostado, me dio un beso detrás de la oreja que me erizó. Con su otra mano hacia cosquillas en mis muslos, sobre todo en el que yo tenía encima de él, recorría mi muslo por dentro, poco a poco llego a rozar mi entrepierna. Yo estaba en calzoncillos y sin camisa, de mis muslos pasaba a mi pecho, y hacia un recorrido subiendo y bajando hasta el pubis. Sus caricias me daban cosquillas. Yo guardaba silencio a la espera de que haría mi tio, sus cosas me agradaban, pero en el fondo yo no sabia que hacer. Aceptaba sin moverme ni hablar, pero al mismo tiempo era agradable, sentía esas cosas ricas que me despertaba cuando me masturbaba con Alex. Y por supuesto, mi cuerpo respondió, y se me marcó una excelente erección de mi pinga en el calzoncillo. El bajó su mano por dentro y me rozó despacio, y la agarró. La palpó como si nunca hubiera tocado otra, sentí la punta de sus dedos contra la de mi pene… echaba a atrás mi prepucio, y me pajeaba solo con sus dedos pulgar e índice, yo sentía bien rico todo aquello. Cuando más ido del mundo me encontraba, escuché su voz.
-Parece que te gusta aprender y aprendes muy rápido. -Eso me lo dijo muy cerca de mi boca y echando mi prepucio completamente hacia atrás.
-Aghj. -Gemí por el leve dolor que me causó aquel tirón.
-Perdón.
-Me dolió.
-Tranquilo, es que me emocioné. Eres una niña muy linda.
-Estas igual que Alex. -le dije.
-¿Por qué?
-Dice que yo soy su novia.
-Desde hoy en secreto serás mi novia también. Conmigo aprenderás muchas cosas que Alex aun no te enseña y que son muy ricas. Pero, escucha bien, en tu casa nadie puede saber porque te castigar n por el resto de tu vida y a mi no se que me harán. ¿Entiendes?
-Si, ahora tengo dos secretos, el tuyo y el de Alex.
Mi tío me beso en la barbilla y dejó su boca allí, fue corriendo sus labios con delicadeza hasta rozar los míos e iniciar así un beso. Mi tío me estaba besando la boca. ¿Qué era aquello? ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué sentía tan rico esas cosas? Mi corazón latía a prisa, sus manos recorrían mi cuerpo. El beso era cada vez más intenso y profundo. Finalmente me quitó el calzoncillo, yo no hice ninguna resistencia. Nos besamos, yo por instintos acaricie también su pecho y sus brazos. El se detuvo, y yo también, lentamente apartó su cara de la mía, me tomó la mano y me dijo.
-Ya es hora, sobrino.
-¿De qué? -pregunte con nervios y la voz entrecortada.
Puso mi mano en el borde superior de la toalla que envolvía su cuerpo a nivel poco más abajo del ombligo. Yo tragué en seco, sorprendido, pues al poner mi mano allí, intuía lo que iba a pasar, pero no me adelanté a hacer nada, solo me puse a la espera, una espera llena de emoción y nerviosismo. ¿Seria que iba a ver la pinga de mi tío? Esa y mil cosas más nublaron mi mente.
-Vamos sobrino, quítame la toalla, creo que nos molesta a los dos.
-¿Qué hago?
-La toalla, quitala.
Me quedé mirando, con torpeza halé la tapa de encima, tuve que halar fuerte, mi tío la había trabado bien, al liberar ese primer doblez, lo aparté y quedó una parte mas de la toalla encima de mi tío, la más próxima a su pinga. Me dispuse a quitarla también. Tiré de ella lentamente, cuando ambas tapas de la toalla descubrieron a mi tío, se asomó al fin su pinga. Allí estaba, dura, enorme, era multiplicada por 10000 la mía o la de Alex, la piel bronceada y su cabeza rosada aun a medio descubrir. Tenia algunas venas, algo que nunca había visto, ni en las fotos porno de la revista. Al final y hacia abajo colgaban sus huevos, pero no me concentre en ellos. Mi tio me interrumpió.
-¿Qué te parece?
-Grande.
-¿Eso nada más?
-Gruesa, no sabía que tendrías esas venas, y dime. ¿Por qué es distinta el color de ella al de tu piel? Además, no tienes pelos como mi papá.
-La verdad no sé, pero eso pasa cuando uno crece, no se si a todo el mundo, pero a mí se me puso así bronceada. Y… yo me rasuro los vellos ¿Te gusta así?
No sabia que decir. Miraba con detenimiento, la verdad me encantaba aquella visión, aquel “monstruo”, aquella bestia imponente que parecía que me miraba o que tenia vida propia. No puedo describir todo lo que sentí. ¿Era eso que sentía, un gusto? Creía que si y eso fue lo que dije:
-Si, tío, me gusta.
-¿Mucho?
-Creo que sí.
-¿Mas que la de Alex?
-Si, si tío, mas que la de Alex. -En ese momento sentí que traicionaba a mi amiguito que había sido el primero en hacerme saber estas cosas. Pero bueno, ya estaba metido en las redes de mi tío, y el no me iba a soltar.
-¿Y qué esperas? – Me dijo.
-No te entiendo, tío.
-Tócala. Se nota que estás loca por tocarla, novia mía.
Mi tío tenía razón, desde que la destapé tenia ganas de verla, de rozarla, de sentir como era. La agarré torpemente, como si fuera un plátano, u otra fruta, la aprete, la moví. Estaba dura, era como tocar la mía, pero en una versión aumentada. Se sentía rico esa piel delgada, la dureza mezclada con suavidad.
Mi tío agarro suave mi mano y me la puso alrededor de su pinga, como agarrando para una paja. Y el mismo hizo el primer movimiento, la cabeza quedo al descubierto porque el me movió mi mano echando su prepucio hacia atrás. Ahora estaba ahí, toda para mi, él respiró profundo. A partir de ahí yo empecé a masturbarlo, primero con torpeza, pero después lo fui haciendo mejor. Mi mano quedaba casi en la punta, la cabeza de la pinga de mi tio entraba y salía al ritmo de la paja, la piel frotaba el cuerpo de su pinga, cada vez más dura y tensa.
-¿Nunca habías pajeado a tu amiguito?
-No
-¿Pero si se han tocado?
-El a mi casi siempre cuando nos mediamos las pingas.
-¡Que bien lo haces sobrinita!
-¿En serio?
-Si, tu manita me encanta, eres una princesita encantada.
-Está bien tío. ¿Sigo así?
-Si nena, sigue, me encantas.
Mi tío gemía, y me masturbaba a mi también, era extraordinario hacerlo así con el, no se sentía lo mismo que hacerlo solo, bueno, a mi me estaba gustando mucho más. Al tiempo que nos tocábamos, la energía iba en aumento, ya no pensaba si lo hacia bien o mal, sentía que el disfrutaba y yo también. Nos besábamos, con la otra mano me agarraba las nalgas, era rico también… Seguimos masturbándonos con total desenfreno y naturalidad, el gemía, yo también, para mí era curiosidad, pero ya era una curiosidad llena de un placer intenso.
-¿Te gusta como lo hago tío? – No se ni por que se me ocurrió esa pregunta.
-Claro que sí, nenita, y veo que a ti también te encanta.
-Si, Tío, me gusta mucho.
-La pinga de tu tío es toda para ti, nenita mía.
-Que rico. -En eso mi tío gimió.
-Sigue nenita, sigue. ¿Por fin eres mi novia? -Preguntó agitado y tragando en seco.
-Si, quiero ser tu novia. -Al decir esto mi tío reventó en un gemido mas alto y profundo y empezó a retorcerse. -Agh Agh, sobrinaaaa…- Mi tío se contraía y justo cuando miré su pinga vi brotar a chorros la leche. Salía fuerte, como si antes hubiera estado presa, me corría por la mano, se me embarro toda, estaba viendo la leche de un hombre por primera vez, en ese momento también empecé a retorcerme y las cosquillas de la paja de mi tío invadieron todo mi cuerpo como nunca había sentido en mi vida. Aquel si era un orgasmo, me llegó a la cabeza, a los pies, yo no pude mas y di un grito de placer que hizo a mi tío besarme con un beso largo y profundo. Poco a poco dejamos de movernos y yo caí rendido de cansancio sobre su pecho, el besaba mi cara y mi cuello.
Después de esa noche, tuvimos muchas aventuras y seguí aprendiendo de mi nuevo maestro, Mi tío.
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