PULGARCITO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Corría el año de 1980, en la ciudad de Guatemala, en una época en la que la guerra interna de este país, hacía cruentos combates entre ejército y guerrila, entre ciudadanos y grupos armados, y mi familia sin querer se viò envuelta en esa batalla gracias a mi desapariciòn.
Veníamos de la escuela con mi hermano mayor, él de 12 años, y yo apenas de 6 años, y acabábamos de haber iniciado el ciclo escolar, y yo era un chaval, que apenas conocía de rutas para tomar bus, y llegar a casa, y era mi hermano quién me llevaba de la mano, cuando al llegar a una de las avenidas principales, alcanzamos a escuchar los gritos, ambulancias y gente que corría desesperada.
En ese trajín, solo recuerdo que mi hermano, soltò mi mano, y me perdí dentro de ese tumulto: la embajada de España, había sido tomada por un grupo de campesinos que pedía justicia por los vejámenes que en su contra se realizaban en el altiplano del país.
He de decir, que yo no conocía bien la ruta hacía mi casa, pues mi hermano, con el afán de ahorrar y poder tener dinero para gastar, siempre me hacía caminar por diferentes rutas, y yo en esa ocasiòn, estaba más confundido que nadie.
En el ir y venir de la gente, solo podía llorar, gritando que estaba perdido, lloraba pidiendo encontrar a mi hermano, llegar a mi casa.
esa era mi sùplica.
Pasaron aproximadamente veinte minutos, cuando un señor alto, un promedio de 35 años, de una estatura de 1.
90 mts.
rubio, ojos azules, barbado, y con vello en el pecho, se acercò a mí y me cargò en brazos, y me sacò de aquel amotinamiento.
Lo ùltimo que recuerdo, fue que me subiò a un auto, y me llevò con un destino ignorado.
No sé cuanto tiempo pasaría, pero llegamos a una especie de finca, y pude ver a lo lejos, varias casas de campaña, o carpas, y allí fui recibido por otro señor, de aproximadamente 50 años.
Éste, era un tipo moreno, algo desaliñado, con barba, una camisa tipo militar, pantalones vaqueros, y una mirada penetrante, que me hizo poner nervioso, y me llevò a una de estas carpas, y me diò de comer.
Yo no cesaba de llorar, y el señor "amablemente" empezò a sobar mi cabello, y decirme que todo iba a estar bien, que pronto estaría con mi familia.
Transcurrieron las horas, y este señor, no se apartò de mi, en ningùn momento.
Su presencia, me intimidaba, pero a la vez, me ponía nervioso, y yo no sabía explicarme por qué me sentía así.
He de confesar, que yo no había tenido ninguna experiencia de algùn contacto íntimo o sexual a esa edad, a mis 6 años.
Llegò la noche, y el tipo que me había llevado a este sitio, ingresò a donde yo estaba, y solo se acercò al señor que me cuidaba, y le dijo:
– Mucho cuidado con él, se nota que no sabe nada, se lo encargo- con un acento "americanizado"
-Pierda cuidado, mi comandante John- le dijo mi guardia.
Dicho esto, mi guardia se acercò a mí, y me dijo:
-Esta noche vas a dormir aquí, pero mañana te vamos a llevar a tu casa.
–
Yo solo asentí, y me sentía con miedo, con ansias de ver a mi familia.
Una luz de una vela, era todo lo que había en aquella carpa, y una colchoneta, y unas cobijas, eran todo lo que llenaba el espacio.
El guardia, me hizo recostar en la colchoneta, y me sobaba el cabello, y me hacia cosquillas, que por un momento, me hicieron olvidar de la congoja de no estar con mi familia.
Poco a poco, me fue despojando de mi ropa, y quedé en calzoncillos sòlamente.
El guardia, me hizo meter entre las cobijas, y poco a poco, fui viendo como él se despojaba de sus prendas.
Su pecho, era moreno, lleno de vello, cuando quitò sus botas, y despojò sus calcetines, unos pies hermosos, bien cuidados para estar en un lugar así, por cierto, y mi sorpesa fue mayor cuando quitò su cinturòn y bajò el pantalòn que portaba: unas piernas velludas, gruesas y morenas, contrastaban con la luz tenue de la vela, y un calzoncillo blanco, apretaba sus genitales, y al voltearse, unas nalgas redondas, hacían un juego perfecto en aquel hombre.
Solo pude alcanzar a ver, como apagaba la vela, y se recostò a mi lado.
Yo no sabía que estaba pasando conmigo, no sabía porque la presencia en ropa interior de aquél tipo, me causaba nervios, y empecé a sollozar.
El guardia, de una manera sutil, se acercò a mí y me preguntò por mi nombre, el cual entre balbuceos y llantos, pude decir, y él decidiò que me llamaría Pulgarcito, debido a mi baja estatura, y mi delgada figura.
Poco a poco, el guardia, fue levantando las cobijas y se metiò entre ellas, y me seguia sobando el cabello, cuando de pronto, sentí el roce de su pierna en mi pierna, y el vello de su piel, me causaba nervios.
yo insisto, no sabía que me estaba pasando.
Se acercò a mí, y me dijo al oido:
-Nada te va a pasar, yo te voy a proteger y te voy a cuidar siempre, mi Pulgarcito.
–
Esas palabras en mi oido, me hicieron sentir calmado, y me acurruqué a su lado, y pude sentir como sus brazos me estrecharon, y poco a poco, él acercaba más su cuerpo hacia el mio.
Pude sentir, así como estaba, como algo punzaba en mis nalguitas, y como el guardia, me empezaba a besar poquito a poco, como jugando, y a mí eso, me estaba gustando.
Sus manos, empezaron a acariciar mi cuerpo, y de pronto, se metiò entre las cobijas, y empezò a besar todo mi cuerpo.
Yo me sentía volver loco, nunca había sentido algo asi.
Su lengua recorría mi cuerpo: besaba mis pies, mis piernas, volvía a mi cuello, me besaba en las orejas, me repetia que me cuidaría, y yo sentía que el corazòn me explotaba.
De repente, despojò de mí, mis calzoncillos, y su lengua comenzò a besar mis nalgas.
Aquella sensaciòn, para mí era como estar en la gloria, yo me movía y jadeaba de una manera que parecía que alguien agonizaba.
Su lengua hacía estragos en mis nalgas, cuando sentí como de repente, abriò mis nalgas, y metiò su lengua en mi esfinter.
Oh Dios!! Aquello, me estaba matando!! Esa sensaciòn, me estaba haciendo retumbar el corazòn de una manera inexplicable.
Subía, y bajaba por todo mi cuerpo, yo solo sentía el roce de su lengua, el roce de sus vellos por todo mi cuerpo, cuando veo como se despoja de su calzoncillo, y me hace poner mis manos, sobre su pene.
Ese pene, era un trozo enorme, medía como unos 18 a 20 cms.
era enorme y grueso.
Lo acercò a mi mano, y me dice:
-Pulgarcito, no te voy a hacer daño.
Siempre te voy a proteger- Y pone su pone a la altura de mi boca, y con sus manos, abre mis labios, y me hace abrir mi boca, y pone dentro aquel trozo, que no cabía todo en mi garganta.
-No lo muerdas, no lo roces con tus dientes, chùpalo como un caramelo- Esas eran sus palabras.
Yo no sabía que estaba haciendo, pero me volvia loco, el hecho de que él seguia besando mi esfinter, y daba a mi culito, un masaje con la lengua.
ese fue mi primer 69 de mi vida sexual.
Pasaron como 20 minutos, y sòlo escuchaba los jadeos suyos y los míos: los de él, por la mamada que yo le estaba dando, y los mios, por la sensaciòn de sentir su lengua dentro de mis nalgas.
En un instante, el guardia sacò su verga de mi boca, y cambiò de postura, y se puso de rodillas, y me cargò, sobre sus piernas, y empezò a besarme.
Yo me sentía como un títere al lado de aquél hombre, pero sus besos apasionados, y sus palabras de aliento, de cuidarme, de protegerme, me hacían olvidar mi pena, y me hacían sentirme seguro ante él.
Su lengua se adentraba en mi boca, y poco a poco fui sintiendo como su verga, seguía dura, y me pone de rodillas ante él, se para y pone nuevamente su verga en mi boca.
– Chùpala, sin morderla, como si fuera un dulce-, esas eran sus palabras, y esas palabras hacían eco en mi instinto sexual, hasta ese entonces descubierto.
De pronto, el guardia, sacaba su verga de mi boca, y se agachaba a besarme, y a mí eso me acelelaraba más, y creo que él percibía eso, pues de pronto, solo escuché un jadeo constante:
-ahhh, ahhh, ahhh, me vengo, me vengo!!- y pude sentir como su verga parecía inflamarse, y un torrente de un líquido entre salado y dulce, se deja venir en mi boca.
Aquél líquido, solo me ahogaba, y el guardia bombeaba su verga en mi boca, agarrando mi cabeza, para acabar rotundamente allí.
Sin saberlo, yo había tenido mi primer sesiòn de sexo oral, con un final que nunca olvidaré.
El guardia, poco a poco, sacò su verga de mi boca, y solo sentía como las gotas de sudor, escurrían en su pecho, y se arrodillò ante mí, y me besò.
Restos de su leche, salían de mi boca, y él complacido por aquella hazaña, me besaba, como sintiéndose glorioso, y se deleitaba con el propio sabor de si mismo, pero en mi boca.
-Gracias, gracias Pulgarcito.
Me has hecho un trabajo perfecto, y créeme, que hoy más que nunca, te voy a proteger y querer como nadie lo ha hecho.
– esas fueron sus palabras, y con esas mismas palabras, me hizo recostar, y me cubriò con las cobijas, y asi desnudo como él estaba, se recostò a mi lado, y sus caricias en mi cabello, me hicieron tener el sueño más placentero, que daría inicio a una aventura inolvidable para mí, y una bùsqueda desesperada para mi familia.
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