Punyaa 1
Historia de un chico tailandés inspirada en los dōjinshi de Mitsui Jun.
Punyaa 1
Esta es la historia de Punyaa, un chico de lo más común. Sus rasgos eran los de un típico niño tailandés, piel morena, ojos color miel, cabello corto y negro, y de baja estatura para sus once años. Punyaa no destacaba en nada. A diferencia de sus compañeros, él no podía participar en las competiciones de lanzamiento de leche de su escuela, ya que su pene medía unos escasos cinco centímetros, y, cuando eyaculaba, solo expulsaba unas gotas transparentes que ni siquiera se elevaban en el aire. En el descanso de clase sus compañeros siempre practicaban el lanzamiento, muchos ayudados por otros que chupaban y succionaban sus penes hasta que estos estaban a punto de eyacular.
Un día, en su tiempo libre, Punyaa se percató del entrenamiento de Ram, un chico de su salón que había sido campeón del torneo de la escuela durante dos años consecutivos. Ram Se estaba masturbando frenéticamente, haciendo una fuerte fricción con su mano sobre su pene de diez centímetros. A los pocos segundos consiguió expulsar una gran cantidad de leche (así era llamado el semen por los alumnos). Punyaa quedó muy asombrado, ya que Ram consiguió una distancia de algo más de dos metros. Como queriendo demostrarle algo a su compañero, o a sí mismo, Punyaa le dijo a Ram que él era capaz de superarlo, aunque en su interior sabía que no podría lograr ni siquiera acercarse. Rápidamente se congregó una multitud de alumnos de su salón y de otros. Chicos de ocho a dieciséis años formaron un círculo para observar a Punyaa. Muchos hablaban con sus compañeros en voz baja. -Ni siquiera conseguirá que le salga blanca la leche- decía uno. -Solo hará el ridículo- dijo otro sus compañeros. Al cabo de unos minutos su expresión hacía adivinar que estaba a punto de eyacular, todos miraban su pene expectantes, pero para sorpresa de nadie, solo salieron unas gotas transparentes que apenas mancharon su mano derecha. Todos comenzaron a reírse de él, hasta los más pequeños se carcajeaban a su costa. Punyaa, con las lágrimas saltadas, se marchó a toda prisa a los baños.-
¿Por qué reté a Ram, si hasta yo sé que no valgo para eso?- se preguntó a sí mismo.
Sentado en el baño, escuchó que alguien entró. Quería salir, pero no quería que lo vieran llorar más. Por lo que se secó las lágrimas y salió. Frente a él, lavándose las manos en el lavabo, se encontraba Runa, el hermano pequeño de su amigo Narong. Runa era un chico de ocho años, muy risueño y de cara muy bonita. Siempre andaba jugando y riendo por los pasillos, no existía la preocupación ni la tristeza en sus ojos.
Punyaa se quedó unos segundos embobado mirando a Runa. -¿Por qué lloras?- preguntó Runa, sacando a Punyaa de su trance. -No estoy llorando- contestó este. -¿Es por lo de antes?- volvió a replicar. A lo que Punyaa no supo qué responder. -Si quieres yo te puedo ayudar, soy bueno ayudando a mi hermano-.
Sin mediar más palabras, Runa se agachó, tomando con sus manos el pene dormido de Punyaa. Lo masajeó con sus manos hasta que estuvo medio erecto, inmediatamente después lo llevó a su boca, dando un húmedo masaje a la cabeza del pene con su pequeña lengua. Mientras, masajeaba las bolas de Punyaa, las cuales eran pequeñas y suaves, ya que aún no le había salido un solo vello. Daba vueltas en círculos por todo el tronco, llevando su lengua hasta la punta y chupando el orificio por el que salía su leche, y de nuevo, llevó el pene al completo a su boquita. Punyaa gemía y tomó la cabeza de Runa, haciendo presión sobre su más que erecto pene. Estaba disfrutando mucho ese momento. -Ya estoy a punto de eyacular- le dijo a Runa. A lo que este respondió con sonidos guturales que estaba bien.
Punyaa no aguantaba más, y, tomando con sus dos manos la cabeza de Runa, expulsó una gran cantidad de leche. Quedó exhausto, nunca antes había tenido un orgasmo tan fuerte. Para su sorpresa, observó que Runa tenía restos de leche blanca en la boca, pero este los tomó con sus dedos y los introdujo de nuevo en su boquita para tragarlos. Era la primera vez que eyaculaba leche espesa y blanca. Sin saber qué decir, se abrazó a Runa, dándole un tierno beso en su boca aún llena de leche. Cuando se despegaron, Runa, con su eterna sonrisa, dijo que ya tenía que ir a clase. -¿Podemos vernos mañana en el mismo lugar?- preguntó Punyaa. A lo que Runa respondió. -¡Claro, aquí estaré mañana!-.
Ambos se despidieron y volvieron a sus salones.
De vuelta a casa, Punyaa iba con una sonrisa de oreja a oreja, era la primera vez que eyaculó leche blanca y espesa. ¿Sería ese su comienzo para participar en el torneo de la escuela y algún día llegar al mundial? Se preguntó, pero no quería pensar tan lejano en el tiempo y volvió en sí mismo para tener la mente preparada para el día siguiente.
Esta historia está inspirada en los dōjinshi de Mitsui Jun y es totalmente ficticia. Con ella no se pretende apoyar ningún tipo de abuso más allá de la fantasía.
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