PUTICA PASIVA DESDE LOS 5 AÑITOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por periqueropasivo.
Hola a todos, mi nombre es Fede y este es el primer relato que escribo, espero de verdad sea de su completo agrado y escriban sus comentarios que buenos o malos serán valiosos para seguir adelante, posteando la historia de mi agitada vida.
Nací en un pueblito cafetero colombiano y mi historia, a pesar q podrá leerse cruel, para mi “bien” no pudo ser mejor, ya que debido a mi innata vocación para el sexo pude explorar desde muy temprana edad los placeres del sexo con machos adultos sin la vigilancia de padres o familiares molestos. Bueno, a lo que vine: vivo con mi madre, la cual es una persona enferma de nacimiento, nació con retraso mental y debido a su discapacidad siempre fue blanco fácil de cuanto macho caliente y arrecho necesitaba vaciar sus cargados huevos, por esa razón, jamás supe quien fue mi padre. Mi abuela, ahora se por las lenguas de pueblo que fue una de las más terribles putas de la región (creo que salí a ella jajaja, más adelante sacarán sus conclusiones). Como saben, la vejez perdona todo y muy a pesar q aun mama algunas vergas incautas por pocos pesos, ya está retirada de esas lides que hace mucho rato le produjeron deliciosos orgasmos.
Desde que nací he sido objeto de manoseos por gente extraña, pués he pasado de familia en familia en mi pueblo. He sido criado por tanta gente que no se como repartir tanto mi corazón, todo esto, debido a la falta de una madre capaz y una abuela incapaz, esta última, siempre esquivando su obligación para conmigo, se salía por la vía fácil al dejarme en casa de extraños con la excusa de su vejez y achaques ficticios. Puras mentiras! También por esas lenguas viperinas me he enterado que prostituía a mi desvalida madre por miserias, pero bueno, no vengo a escribir reproches sino derroches jajajaj.
Siempre, léanlo bien, siempre me han gustado los hombres, no puedo explicar si mi condición es patológica o simplemente nací para hacerle el reelevo a mi pobre madre que estoy seguro, nunca supo qué le hacían todos esos machos ardiendo de placer bajo la ávara complicidad de su progenitora. el completo despertar de la fiera que llevo dentro fue a la edad aproximada de 5 años, no se si fue menos o un poco más, pero rondaba por ahí. Sin yo saberlo, mi arpía abuela tenía mi virginidad vendida a un árabe dueño de una tienda de telas. Recuerdo que ella me hablaba mucho del señor Farid, que me iba a dejar unos días con él y que debía ser bueno, porque me iba a dar muchos regalos dependiendo de cómo me portara. No se si a ustedes les pasó, pero desde muy niño recuerdo todo, y debido a tanto manoseo y lenguaje grueso recibido de extraños, fui madurando rápido, y aunque era un niño, las circunstancias hicieron que mi mente fuera tomando un rumbo adulto, intuitivo, carente de inocencia y rebosante de un deseo extraño por ser poseido, un deseo de entregarme sumisamente sin guardarme nada. Ahora comprendo que nací pasivo, el ser más pasivo de este mundo, carente de erección alguna, vírgen hasta el momento de mi parte delantera, pero toda una hembra desbocada por mi retaguardia.
Las visitas a mi casa del “turco Farid “, así era conocido, eran cada vez más frecuentes, mi abuela buscaba cualquier excusa para dejarme a solas con él, aunque ni tan a solas, pues mi desvalida madre siempre estaba presente sin percatarse de la extraña y desigual batalla que poco a poco se iba a desatar frente a sus narices.
Para ese entonces mi comportamiento ya era notorio, mis ademanes, mis gestos, mi caminar, la forma de hablar y hasta mi imberbe cuerpo gritaban mi naciente homosexualidad, perdón, mi obscena femineidad debería más bien decir.
A pesar que todo en mi era innato, no se porque sabía que tenía cierta capacidad de seducción con los hombres, hacía y continúo haciendo gestos y movimientos realmente apetitosos para esos hombres que gustan de seres como yo, que sabemos que jamás competiremos con una mujer verdadera, pero que tenemos la seguridad que somos esa exquisita opción de sacar de manera genial toda la leche que reposa en los gordos huevos de ese hombre insatisfecho, falto de atención femenina y voraz por un culo hambriento y siempre dispuesto.
El turco Farid jamás perdió la costumbre de usar sus extrañas túnicas, por lo que para mi se convertía es un ser rarísimo, ya que en lo que me quedaba de inocencia no concebía que un hombre con tanto pelo en su cara usara “vestidos” jajajaja. Pues bien, Farid fue ganando mi confianza, ya q siempre me llevaba detallitos, claro está, todo tenía un simbólico precio que poco a poco fui aprendiendo a saldar. No voy a decir que fui forzado en algún momento, eso nunca, Farid, siempre fue cauteloso conmigo, sus acercamientos fueron tan paulatinos, taaaan felinos que ni me di cuenta en que momento fui inducido a los placeres de la carne. Mi exitoso debut se los detallaré a continuación: el turco era un tipo grueso, calculo ahora que en ese entonces tendría unos 40 años, era de estatura mediana, 175m (por poner un ejemplo) pero de cuerpo ancho, repleto de pelos, hasta en los lugares más inverosímiles, propio de su raza. Me llamaba la atención su nariz grande, como un gancho, ancha más no chata, desde la base hasta la punta, y de ella salían manojos de negros y largos pelos que juguetonamente se unían con el frondoso matorral que cubría su boca, barba, mejillas y seguía su infinito camino por su pecho y un largo etc.
Yo por mi parte en ese entonces debía medir menos de un metro, blanco como la leche, delgadito, piernoncito, culito paradito y retador (gracias a Dios aun sigo bien de retaguardia – Ver fotos en mi perfil-). No puedo explicar porque nunca he temido a situaciones comprometedoras sexualmente hablando, pero ese día, el turco llegó con una actitud un tanto autoritaria, habló algo con mi abuela, ella se notaba un poco preocupada y ambos me miraban, yo sólo veía sus gestos, hasta que mi abuela asintió con su cabeza y se dirigió a mi, se agachó, me dio un beso y me susurro al oído, “pórtate bien con Farid, aguanta mucho lo que te haga, me lo prometes?” me tomo de mis cabellos y me miró fijamente, yo dije SI, sólo eso bastó para que ella se levantara, y con una alegría indescriptible largó su mano y en ella vi al turco depositar unos billetes. Salió de la habitación donde también se encontraba mamá, sumida en su mundo de babas y movimientos repetitivos. El turco cerró la puerta y se subió a la cama, donde yo sumisamente me encontraba con mis desnudas piernas desparramadas a ambos lados, me acababan de bañar y estaba sólo en mis diminutos pantaloncitos de Pokemon, mamá a mi lado lanzaba miradas perdidas y creo muy en su interior sabía lo que me esperaba, pues recuerdo verla fruncir su ceño.
El turco al subir a la cama, me dejó ver fugazmente sus piernas gruesas y peludas, fue un movimiento rápido que quedó en mi mente para siempre, pues logré ver también su apetitoso colgajo que se movió como péndulo de magra carne. Se deslizó a gatas hacia mi, yo permanecí inmóvil en mi sitió, lo miraba fijamente, mi largo cabello húmedo caía seductoramente en mi carita, el cual, femeninamente aparte con ambas manos, tomándolo desde mis sienes y llevándolo hasta el tope de mi cabeza, dejando al descubierto mis facciones de nena, mostrándome dispuesto, entre abriendo mi boquita, dejando ver mis diminutos dientes de leche y parte de mi lengua. El turco dijo algo en su idioma y avalanzando su masculina cara, entre abrió también su boca, pero yo cerré mis ojos y aun con mis manos sosteniendo mis cabellos, aparté femeninamente mi cara hacia arriba, dejándo mi delicada mandíbula y cuello a su disposición. Esta actitud lo calentó y ahí, arrodillado frente a mi, sin tocarme, saco su gruesa lengua y lamió mi cuellito, fue un lametón intenso, con la base de su lengua que se sentía como una brocha de carne tratando de cubrir con su transparente y viscosa pintura mi diminuta humanidad.
Suspiré cual hembra q se está encendiendo por un interruptor de carne. Solté mis cabellos, los cuales cayeron alborotados en mi cara, apoyé ambas manos atrás, agarrando mis tobillos que yacían doblados a ambos lados de mi cuerpo, el cual se arqueó al hacer ese movimiento. El macho en celo, sin aun tocarme, posaba sus labios, dándome ligeros chupones por mis tetillitas, mordiéndomelas, sacando su madura lengua para seguir el fantástico recorrido por mi cuello hasta buscar mi diminuta pero provocativa boca infantil, adornada por unos carnosos labios dulces y rojos como cerezas. Sin haber recibido lección alguna de cómo besar a un macho descontrolado solté mis tobillos para aferrarme a ese peludo y grueso cuello como si mi tierna vida dependiera de ese macizo tronco, si, me aferré y abrí mi boca, buscando con ella, en medio de esa maraña de pelos gruesos y descuidados esa boca ávida de amor y pasión. No fue difícil, con sólo apartar un poco esa rica pelera juguetona y cosquillosa me topé con esos labios firmes, de textura gruesa, un tanto áspera pero masculina, una verdadera cueva exquisita de donde emanaba un extraño olor a suave licor y hierba. Me aferré a su labio superior, cerré mi boquita y chupe como una ternera hambrienta, él se quedó quieto, con sus ojos cerrados, dejándome ser, dejando que yo solo soltara mi fiera interna, sólo se limitaba a sacar su gruesa lengua envuelta en espesa saliva y la metía por la comisura de mi boca que seguía mamando esa franja de labio masculino.
Como pudo se zafó de mi castigadora atadura y apoyándose en sus rodillas se sacó su tremenda túnica por la parte superior, emanando con este movimiento un embriagante hedor a sudor de macho, cigarrillo y otros indescriptibles olores más. Lanzó el trapo al suelo quedando ante mi y “ante mi madre, jajaja” completamente desnudo, con sus brazos a cada lado mostrándose más ancho, era como si se esponjara para mi, sus dorsales se inflamaban como cuello de cobra y mostrando orgulloso su sexy barriga masculina arqueaba hacia adelante su pelvis, la cual sostenía una erecta, dura, gruesa, de cabeza pelada, goteante, venuda y arqueada hacia arriba verga. Dios mío, me pareció un ser hermoso, la hembra que habitaba en mi estaba siendo despertada de forma abrupta, con semejante espectáculo masculino a temprana edad. Sacó su lengua como una vibora pronta al apareo, me llamó con un leve movimiento de cabeza, era un mudo lenguaje q adulto y niño aprendieron de inmediato, fui a su encuentro a gatas, casi arrastrándome con mi mirada fija en esa verga furiosa que su dueño movía vigorosamente, lanzando delgados hilos de jugo de macho excitado, era un tubo de carne regando con su nutritivo liquido todo su entorno.
Llegué a la preciada meta, llegué y me quede en 4 patas, pero arqueando mi pelvis hacia fuera y despatarrándome un poco, para que mi macho, desde su ángulo viera como le ofrecía sin tapujos mi tierno, blanco y virgen culo. Abrí cual boa la boca, era imperiosa mi necesidad de abarcar todo lo que pudiera ese gran bocado q se me ofrecía de manera descarada. Prendí mis labios a esa jugoso durazno que se mostraba lleno de nutritivo néctar. Mi caliente musulmán lanzó un ronco y gutural suspiro arqueando más su pelvis, metiendo así toda la cabeza en mi tierna boca caliente. Recibí semejante premio con vehemencia, instintivamente abrí mas mis adoloridas fauces y sacando mi lengua hice espacio para tragar un poco más de ese tronco palpitante y ofrecedor de vida. Ahí, en ese punto de trance bucal mamé de forma suave y sensual, lanzaba de forma instintiva grititos dulces q salían de mi atorada garganta, eran sonidos delicados, propios de esa hembra q se excita sólo con saber q su macho disfruta de ella.
Me dolía la garganta, si y que! Detesto esa gente que deja a su macho a medias porque se quejan por todo, yo jamás me permito dejar a un hombre con la leche dentro. Así tenga que dejar mi vida en el campo de batalla pero de que le extraigo mi premio, lo extraigo. Soy extremadamente posesivo con la leche, ya que cuando el macho sucumbe ante mi, inmediatamente está destinado a perder su descarga de rico semen. Automáticamente me pertenece!!!
Continúo: Farid volvió en si, con mi boca llena de pene lo miré y él, con esos ojos negrísimos, poblados de gruesas y negras cejas y esa nariz de halcón me lanzó una aguda y amenazante mirada posesiva, me tomo dulcemente mi cabeza y desprendió mi boca de su torcida espada. Aquello sonó cual botella destapándose, fue un sonoro “Chlock”, Farid acudió de inmediato con su boca peluda y abierta a la unión con mi diminuta cavidad q en ese momento había quedado con la horma de su tranca. Otro beso intenso, lleno de exquisita desigualdad, mi boca y mejillas eran empapadas por una espesa babaza que se escurría morbosamente por mi lozana carita. Con cierto movimiento torpe pasó sobre mi, golpeándome un poco con sus piernas, pero nada q no pudiera aguantar, en eso volteo a ver que hace mi hombre y cual es mi sorpresa! Le estaba metiendo a la fuerza su verga a mi enferma madre, con sus dedos le oprimía sus mejillas y metía su verga en lo poco que abría mi mamá, pobrecita, se le salía la baba y hacía movimientos torpes por zafarse pero era inútil, ese toro estaba descarrilado y sus fallidos intentos lo ponían más ansioso. Mi madre cayó en una especie de shock y esto lo hizo detener, la dejó cual trapo viejo y se avalanzó sobre mi, yo, intuitivamente al darme cuenta de su descontrolada intención de atacarme, uní mis gorditas piernas y alzándolas femeninamente juntas me quité el calzoncito de Pokemon q hasta ese momento me cubría. El árabe se detuvo en seco abriendo con sorpresa sus oscuros ojos. Pasivamente cubrí mi remedo de penecito y abrí mis piernas, me le estaba ofreciendo cual puta profesional, le estaba dando un show erótico innato, me recosté a medio lado en la cama y volviendo a cubrirme alcé una pierna, dejándole ver mi rosada raja, mi delicioso estuche que guardaba esa entrada al paraíso pecaminoso pedofílico.
En un movimiento ágil, sin siquiera percatarme de nada, el macho se me lanzó salvajemente, tomó cada una de mis delicadas piernas y las abrió tanto q lancé un agudo grito de dolor, sentí un desgarro, lagrimas de dolor y resignación rodaron por mis pecosas mejillas, me recosté y relajando mi diminuta existencia me dejé devorar. Aquel adorador de alá me lengueteaba mi ano con hambre, mordía mis blancas y blandas nalgas, me las chupeteaba dejándome huellas indelebles, marcas q me hacían de su exclusiva propiedad, el dolor cesó y de pronto ahí estaba yo recibiendo lengua de ese machista musulmán, me tenía agitado, respiraba con dificultad y gemía de forma femenina, algo que noté que le excitaba de sobremanera pues más me atacaba restregándome su abundante pelero facial. Yo estaba poseído cuando sientí que como una pluma me subió encima suyo, de inmediato entendí q quería un delicioso 69. Debido a la diferencia de estaturas, él se puso varias almohadas en su espalda para darme de comer fácilmente. Quedamos perfectos, el comiendo mis dulce culo y yo chupeteando, mamando, lengueteando, mordiendo y pajeando esa enmarañada verga adulta, repleta de oloroso pelos gruesos.
Farid poco hablaba español y excitado me imagino se le olvidaría por completo lo poco que sabía pues me decía cosas en su idioma, en una de esas me repitió algo que por supuesto no entendí y enojado me bajó, con fuerza me acostó sobre las almohadas que antes lo sostenían y poniéndome con cierta dedicación boca arriba, se ubicó encima mío. Sus gruesas y peludas piernas se abrieron en medio de las mías, haciendo que yo quedara como una horqueta, abierto, exponiendo mi virgen hoyo que yacía lubricado de tanta saliva y lengua recibida. Dios mío, yo recordé las palabras de mi abuela y asumí el reto con seriedad, subí delicadamente mis abiertas piernas y le acaricié los costados de su exquisito y ancho cuerpo, mi intención terminó con mis piernitas abrazando difícilmente las caderas de ese robusto toro. El se notó complacido con mi disposición, pues encima mío, apoyado con sus gruesos y peludos brazos a cada lado de mi cuerpecito y apoyado también en sus abiertas rodillas, me lanzó una pícara sonrisa, dejándome enamorado con un sexy guiño de esos negros y penetrantes ojazos. Sin dejar de mirarme, como queriendo no perder ni un segundo de mi expresión de desvirgue, acomodó con un experto movimiento de cadera la cabeza de su torcida picha en toda la boca rosada de mi fruncido anito; empujo, y no voy a ponerme a relatar que no entraba y esas tonterías, pues en mi se me enterró media cabeza circuncidada. Dolió? Si, no lo voy a negar, pero me relajé, aunque cueste creer q a esa edad se pueda ser tan pasiva, yo doy fe que el que nace para ser culiado, NACE. El turco con sólo movimientos pélvicos me estaba desvirgando, yo sentía como acomodaba su cadera para estocar, ambos nos mirábamos fijamente, yo me aferré a sus fornidos brazos enterrando mis uñitas en su tostada carne, haciéndole sentir que estaba sufriendo de manera consentida. Subí un poco mi pelvis con esa machacadora cabeza de verga incrustada en mi boca anal. Farid entendió q le quería facilitar su labor. Inmeditamente metió sus brazos por la parte trasera de mis rodillitas y ahí si fue mi sacrificio anal, pues él abrió un poco sus brazos logrando que mis patitas se desplayaran aun más. Vi como soltaba un rico manojo de saliva, el cual, yo debajo de semejante trampa anal recibí abriendo mis fauces para degustar ese elixir espeso y simple, pero de textura viscosa. Oh macho con experiencia, lo hizo para distraerme mientras con esa cadera con vida propia me hundió medio macizo trozo venudo en mi forzado dilatado ano. Grité, claro que grité, sentí el típico quemón anal, ese que crees que jamás pasará, pero que sólo dura unos segundos.
Lloré un poco, pero sin inmutarme, solo hermosas lagrimas del desvirgado, esas que son necesarias para que el macho desvirgador se enorgullezca de su hombría, esas que se quedarán para siempre en su mente y su retina. Con medio rollo reproductor dentro de mi, arquee mi infantil cuerpo poniendo mis ojos en blanco y lanzándole un femenino gritito de dolor-placer, mis piernas le dieron la señal de continuar con semejante sacrificio, ese sacrificio que marcaría para siempre mi pasiva existencia. La experiencia de mi sultán se hizo presente, flexionó sus brazos y quedó apoyado en sus codos, aprisionando más mis abiertas piernas y haciéndome sentir un poco el peso de su torso. Sentí ahogarme, pero como compadeciéndose de su débil presa me dejo respirar, sólo su cadera se encontraba arqueada hacia fuera, mantuvo su culo en pompa, con media tranca alimentando mi desflorado ano, lentamente fue reposando sus piernas en la cama. Nuevamente su peluda y goteante boca buscó golosamente la mía, ummmm recibí ese vigoroso músculo que urgaba con desespero mi boquita tierna. Entrelacé mis delgados brazos en su agreste cuello y ZASSSSS, el resto de su órgano fue depositado en mi recién destrozado intestino.
Sentí morir, pero una muerte deliciosa, vale aclarar que toda la descripción de mi relato es el resultado de mi extensa experiencia dando culo, pues en ese momento hubo muchas sensaciones que no entendía, pero que ahora puedo descifrar y contarles lo que realmente pasó en mi desfloración.
Continúo: ahí estaba mi frágil cuerpo aplastado por un macho árabe q a su vez me tenía enfundado su órgano reproductor hasta el fondo de mi absurdamente dilatado orto. Le agradecía con mi dulce y sumisa mirada, mis consentidos besos, la forma como me aferraba y acariciaba su cuerpo carente de cariño, mi coqueta sonrisa y mi dispuesta forma de darle mi valiosa virginidad anal. Él no paraba de besarme mi boca, sus pelos me envolvían en un mundo mágico, me embriagaba ese olor a macho, yo abajo me hacía el difícil y le esquivaba ciertos besos, acto que lo llenaba de ansiedad y buscaba como sediento mi boquita para seguir mamando mi delgadita lengua y mis carnosos labios. Cuando lo esquivaba ágilmente, entonces abría su boca chupándome autoritariamente mi fino cuello a la vez que aferrándose firme me machacaba con varios profundos bombazos de cadera. Fue tanta nuestra compenetración y complicidad q comencé a resistir su tremenda verguiza, el al darse cuenta que ya estaba roto por completo, se desbocó en tremenda culiada, llena de ricos movimientos de caderas que se estrellaban copiosamente en mis encarnizadas nalgas, ofreciendo así una mezclosa sinfonía sexual que fue tomando altas notas en do mayor a medida que el climax en mi macho desvirgador se acercaba. Ese desigual coito se tornó en una lucha de tu a tu, donde yo resistía de manera estoica cada embestida del macho dominante, si, ahí descubrí q por muy salvaje fuera la tanda de verga de cualquier semental yo siempre saldría ganador, pues nací con tremenda capacidad de aguante y un delicioso, caliente, complaciente y húmedo ano saca leche.
Después de más de dos horas de estar recibiendo verga torcida y peluda recibí mi primera y nutritiva descarga de leche de macho maduro, la cual fue depositada de manera reproductiva bien adentro, con esas intensiones del macho alfa que vive y lucha por su único objetivo: sembrar su semilla para que sus genes se rieguen por doquier. Así quedé, lleno y rebosante de espeso semen, con mi ano escueto, reventado, herido pero triunfante. Pasó poco tiempo para que mi hombre quedara fundido en un sueño pesado y amenizado con fuertes ronquidos propios de un animal satisfecho. Mi abuela volvió luego y felicitándome por mi labor me contó que podríamos hacer dinero con mis servicios. Yo acepté feliz, por supuesto!
Espero les haya gustado mi relato que tiene un 70% de real, pues tuve que maquillar ciertas cosas para que fuera leído de manera agradable.
Por favor, envíen sus comentarios o escríbanme a periqueropasivo@hotmail.com. Me gustaría intercambiar fotos de mi culito por ricas vergas erectas de hombres activos. Pidanme mas relatos y los publicare.
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