Putito desde chiquillo – Parte 3 (Mi Profesor favorito)
Aprovechaba que siempre me sentaba en la silla más cercana al escritorio del profesor, pues desde ahí podía ver como su paquete se apoyaba sobre la silla mientras estaba sentado. Podía ver cada cambio de forma bajo su pantalón.
Ahora les quiero contar una de mis primeras aventuras con personas fuera del ámbito familiar. Ocurrió con mi profesor de secundaria, es la historia que les dije en mi primer relato, le conté a mi hermano Gael, le gustó tanto que le dieron ganas de repetir mis pasos, espero que a ustedes también les guste. En esa época en que cursaba la secundaria y las hormonas hervían en mi sangre tenía trece años, y mis deseos de verga eran insaciables. Es aquí cuando al conocer al profesor de una materia llamada “taller” y ver ese rico bulto, empecé a soñar con él, deseaba tanto olerlo y lamerlo. Siempre veía como se le marcaba en sus ajustados pantalones. Simplemente quería entregarle mi culito y sentarme sobre sus piernas, cerca de aquella rica verga que tanto había soñado.
Recuerdo que cuando mamá iba a las juntas de la secundaria, el profesor y ella se miraban mucho. Incluso a veces permanecían en el salón cuando los demás padres se habían ido, fue así como motivé a mi mamá para que se viera más con el profesor. Un día logré que él la tomará de la mano y se la besará, recuerdo ese 10 de mayo. Él se despidió de ella con un beso muy cercano a sus labios, sentí tantos deseos de ser mi madre en ese momento. así, se comenzaron a frecuentar. Yo escuchaba los planes que mi mamá tenía con él a escondidas de todos, incluso una vez entré al chat que tenían. Abrí ese chat y vi por primera vez la verga de mi profesor, era larga, gruesa, unos huevos riquísimos y peludos que acompañaban la base de su enorme pene. Inmediatamente se me escurrió el lubricante a lo largo de mi penecito de niño de secundaria, esa foto me hizo hervir en deseo. Lo decidí en ese instante, ya no me bastaba con imaginarme ser mi madre, yo quería esa verga en mi culo. Fue así que para ese entonces, ya en mi último año de secundaria y con ya 14 añitos de edad, solo pensaba en como hacer para tener su verga dentro de mi culito.
Aprovechaba que siempre me sentaba en la silla más cercana al escritorio del profesor, pues desde ahí podía ver como su paquete se apoyaba sobre la silla mientras estaba sentado. Podía ver cada cambio de forma bajo su pantalón y comencé a decirle que era mi papá, que estaba feliz de que fuera mi papá. Él se apenaba, y luego me decía: No, sácate, yo no soy su papá, a lo que yo contestaba: Claro que sí, y eso me encanta.
Recuerdo decirle cuánto me gustaba tomar la clase con él. Yo en realidad toda la clase, no podía dejar de pensar en esos fuertes brazos sujetándome por la cadera, esa gruesa verga en el fondo de mi pequeña garganta, y ese grande y rico trasero moviéndose mientras me cogía.
Fue así como un día, al irse todos del salón, aproveché para quedarme con él al final de la clase con la excusa de ayudarlo a recoger el proyector, guardar las cosas y ordenar las bancas. Él siempre ponía cartulinas negras sobre las ventanas para evitar que la luz del sol deslumbrara sobre lo que proyectaba en el pizarrón blanco. Entonces le dije que podía no quitarlas, y me preguntó que por qué haría eso. Le contesté que tenía muchas ganas de pasar tiempo con él, solitos. Me preguntó que para qué, y yo respondí que para que me mostrará eso que está debajo de su pantalón y que le mandó por teléfono a mi mamá. Al saber que yo había revisado el teléfono de mi mamá y visto la foto, me dijo que si me había gustado lo que vi. Respondí que lo había soñado cada noche dentro de mí.
Así lo convencí de no quitar las cartulinas de las ventanas. Dejé mi mochila en la banca detrás de la mía, y él me tomó de la cintura. Me dijo que me castigaría por andar revisando las conversaciones ajenas, le contesté que a mi me gustaban los castigos, y más si ese castigo venía de él. Me quito el cinturoncito, me bajó el pantalón, mi verguita estaba erecta, y la tocó tantito. Le dije que estaba muy excitado, me apoyó la cabeza contra su bulto, y por fin pude oler por encima de la ropa esa verga que tanto deseaba. Le bajé el cierre con cuidado, y metí la mano para masturbar esa verga y tocar esos ricos huevos. Le escurría algo de lubricante, que puse entre mis huevos, él me dijo que no era para eso. Tomó su espeso y rico lubricante entre los dedos y lo puso alrededor de mi culito. Otro poco lo fue metiendo con un dedo, y mientras más lubricaba, más dedos me metía. Llegó a meter tres, después los sacó, y me metió el dedo en que tenía su anillo de casado. Recuerdo cómo entró ese anillo en mi hoyito, y la sensación del metal frío dentro de mí. Me dijo que le tocaba sentarse en mi banca, y al hacerlo con la verga al aire, me pidió que me sentara sobre ella. Antes de terminar la petición, ya me había agarrado de la cintura y puesto sobre su verga sin oportunidad de metérmela lento.
Mi sueño de secundaria se hacía realidad, estaba saltando sobre esa verga blanca, grande y peluda. Recuerdo como sus huevos chocaban contra mi pequeño culo, el sonido que se escuchaba me excitaba tanto. Él le ponía saliva a su verga mientras entraba en mi culito, sentía su saliva espesa confundirse con su lubricante caliente dentro de mi hoyito. Su verga llegaba hasta el tope de mi hoyo, golpeaba fuertemente mi próstata, el placer era inmenso, sentía que me venía de golpe con cada golpeteo. Me dijo después que era hora de que yo descubriera que se siente estar en el escritorio. Me cargó y acostó de golpe sobre el escritorio, me escupió en el hoyito, y me dio a probar de su saliva embarrada en mi culo. Entró a mi culo precipitadamente, sentía como su verga se ponía cada vez más caliente, y sentía como se ensanchaba, tenía el presentimiento de que la lechita caliente de mi profesor estaba a punto de regarse dentro de mí. Él estaba tan excitado que me dijo lo mucho que le encantaba mi culito estrecho y que era mejor que el de mi madre, esas palabras de aliento me encendieron aún más.
Y entre golpeteo y sonido de sus huevos chocando contra mis pequeñas nalguitas, su verga se hacía más gorda, hasta que su leche salió disparada con fuerza hasta lo más profundo de mí ser como una manguera a presión. Mientras él hacía sonidos rudos de placer, sacó su verga y sentí como se me regaba su leche del culo. Él puso los dedos, la tomó, la probó, y me la escupió sobre los labios, fue lo más cercano a besarlo- Tenía en mis labios su leche pasada por mi culo y su boca. Me la tragué toda, hice burbujas con ella, y me la pasé por la garganta, era la primera vez que me tragaba la lechita. Me vestí, él también, quitó las cartulinas y me dijo que ya iba a cerrar, y que no olvidara la lección; nunca lo he hecho. Durante mi último mes de estudios en esa escuela, repetimos la experiencia cada semana. Esas cuatro maravillosas veces que fui suyo las recuerdo a detalle hasta el día de hoy. Recuerdo que en la ceremonia de graduación lo abracé tan fuerte porque quería guardar para siempre su olor y recordar todas las veces que me hizo suyo. Todo mundo habrá pensado que fue un gesto muy tierno de cariño, pero yo mas bien ardía en deseo. Aunque ya no lo he visto desde que salí y menos cuando me fui a la universidad en otra ciudad, sigo teniendo ese gran cariño y aprecio por esas hermosas lecciones que me dio, y quien sabe, tal vez uno de estos días alguno de mis hermanos tenga la fortuna de recibir esas maravillosas lecciones, si no es que ya la han tenido.
Hasta me antojé de estudiar allá mismo….jajajajajaja
Buenisimos tus relatos.
Espero que te animes a seguir explicando.