Putito para todos 03 Apareció don Francisco
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Durante casi esos tres meses de verano, con la excepción de unos días que salió fuera con sus amigos, mi hermano me daba su verga casi todas las noches, algunas varias veces a lo largo de ella, me había vuelto insaciable e infatigable y querría tener mi culo lleno de polla todo el día.
A veces pensaba que estaba cansado de follarme, pero cuando lo hacía me susurraba al oído que estaba muy contento de poder hacerlo y darme placer a mí, yo sabía que él también lo disfrutaba aunque dijera que era por mí, la muestra eran sus escandalosas corridas y llenadas de mi culo por su abundante semen.
Me follaba en el jardín, en la sala, en mi cama, solos o delante de papá que no decía nada, le buscaba a todas horas y me comportaba, según él decía, como una perrita golosa y deseosa de polla, algo de verdad habría porque esos días que estuvo con sus amigos yo estaba inquieto y ni jugar con los cachorros de Antonio me calmaba.
A las tardes cuando llegaba a mi casa para beber y fumar con papá le miraba la entrepierna deseando que su verga se pusiera dura para sentarme sobre ella y jugar, sentir su calor en mis nalgas al saltar sobre ella y pensar que la tenía dentro de mi culo.
Con papá resultaba imposible y me evitaba, aunque también se excitaba cuando presenciaba mis juegos con Antonio mientras sentía su polla crecer bajo el pantalón o bañador.
Cada día me volvía más atrevido llevado por mi necesidad de verga, besaba a Antonio en sus labios y hasta le metía mi lengua buscando la suya, y me volvía loco de deseo los pelos de su bigote jugando sobre mis labios.
Si papá no estuviera presente le habría pedido ya su polla, la adivinaba tremenda o por lo menos muy gorda por lo que sentía bajo mis nalgas y llegué a pensar que Antonio me daría más placer que Joky al tener tanto paquete en su entrepierna.
Realmente prefería que fuera papá el que me enculara y me partiera el culo en dos, deseaba su bella polla igual a la de Joky aunque más larga y más gorda, pero no me dejaba ni dormir en su cama últimamente.
Le veía mirando por la puerta como mi hermano me poseía y como disfrutábamos ambos pero nunca intervenía.
Me parecía que estábamos haciendo algo malo aunque a mí me gustara tanto, desde la primera vez no había vuelto a sentarse a mi lado y sostenerme de la mano mientras mi hermano me follaba, y yo necesitaba que papá me quisiera como antes, aunque sería mejor que lo hiciera como Joky.
Unas noches antes de que volviera mi hermano me decidí a hablarle aunque me riñera, había pasado una tarde terrible sentado sobre las piernas de Antonio, sintiendo su deseo por mi cuerpo, y de mi culo por ser penetrado por su verga, solo faltó que me arrodillara y se la sacara del pantalón para a continuación meterla en mi culo.
Papá tenía que estarse dando cuenta de mi estado de excitación y necesidad, pero cuando le miraba retiraba su vista de nosotros, Antonio si sabía lo que necesitaba y cuando me aparte para jugar con los cachorros le escuché.
-Está loco de deseo, si tú no quieres déjamelo a mí, le llenaré y dejare satisfecho para unos días hasta que tu hijo regrese.
–no escuché la respuesta de mi padre pero no tomó más cervezas esa tarde y me miraba ceñudo y malhumorado fumando sin parar.
Cuando Antonio se marchó sin cenar con nosotros, ahora lo hacía frecuentemente, pusimos la comida en la mesa, adopté una posición de cohibido y humilde que me convenía y no le hable durante toda la cena, papá me miraba confuso, no estaba acostumbrado a un silencio tan prolongado.
Después de cenar y sin hablar para nada le ayudé a recoger los servicios y meterlos en el lavavajilla, subí a mi baño para lavarme la boca y al bajar ocupé mi sillón sin intentar sentarme a su lado como otras veces.
Miraba la pantalla del televisor, un canal donde chicos y chicas guapísimos pasaban la tarde en la playa luciendo sus bronceados y bien formados cuerpos.
-Papi, ¿estás enfadado conmigo?, ¿he hecho algo mal? -dirigió su mirada hacía mi, le sentía muy triste y preocupado, hubiera dado lo que fuera por un abrazo y un beso suyos.
-No cariño, tú nunca haces nada malo, te portas muy bien.
–hablaba despacio pero no hacía gesto de aproximación alguno.
-Pero ya no me quieres como antes, no me dejas que duerma contigo en tu cama ni que me acerque a ti.
–no sé como lo conseguí y gruesas lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
Se levantó y llegó a donde yo estaba sentado, se colocó a mi lado y me abrazó.
-Papi, yo te quiero mucho y me duele un montón que me rechaces.
–colocó su boca sobre mi cabello y podía sentir su cálido aliento y la humedad de sus labios en mi cuero cabelludo.
-No te rechazo cariño mío, es otra cosa.
–levanté mi cara para mirarle y besó mi frente, mis ojos y mi nariz, giré mi cara un poco para que nuestras bocas quedaran enfrentadas, él se detuvo y fui a su encuentro, nuestros labios se unieron y saqué mi lengua para mojar sus labios secos y ásperos.
-Te quiero papi, te necesito, bésame como hace Joky, quiere a tu pequeñín papi.
–sujetó mi cabeza con sus dos manos, me miró profundamente a los ojos y fundió mi boca con la suya dándome el más sabroso beso de mi vida, cuando me permitió respirar exultaba de gozo besando sus mejillas llenas de tiesa y dura barba, sus labios tan bonitos y sensuales, su barbilla partida por ese hoyuelo que me excitaba.
-Te deseo, te necesito papá.
–no dejaba de besarle y acariciar con mis manitas su cara.
Papá, al igual que Joaquín es un hombre muy apuesto y varonil, guapo para mi gusto hasta decir basta, quizá sea porque son mi hermano y mi papá, Joky es igual que él salvado la diferencia de edad.
Yo soy igual que mamá según ellos y lo que puedo ver en viejas fotografías.
Siempre nos ha querido y cuidado con ternura de padre sin límites, y desde que murió mamá tanto a mi hermano como a mí nos gustaba dormir con él y jugar en su cama hasta que Joky se hizo mayor y papá decidió que esas fiestas terminaran.
Sentíamos su amor en sus caricias y besos y nunca he visto que se propasara con nosotros, ahora era distinto, era yo el que se lo pedía porque le necesitaba en todos los sentidos, como padre y como hombre, quizá tengo algo en mi que no funcione bien pero papá me atrae como mi hermano y necesito ser poseído por él y pertenecerle.
Su pelo moreno y liso me encanta y sus ojos color café resultan dos luceros en su cara, contrariamente a ellos yo soy rubio y muy blanco de ojos azules, también dicen ellos que como el cielo y que mamá decidió llamarme Ángel por mis ojos.
Contrariamente a ellos mi cuerpo no es tan fuerte como el suyo pero me voy desarrollando muy bien según mis profesores de educación física, llamo la atención por mi culito redondo y elevado, como el de mama por supuesto y de pequeño me decían entre risas que era un culón.
Han jugado mucho conmigo como ya he dicho resultando su juguete, y les ha gustado tocar y sobar mi trasero entre bromas que a veces me enfadaban por sus risas.
La proximidad siempre me ha encantado y si hubiera sido un mono hubiera estado siempre colgado de los cuerpos de mi papá y hermano, y luego esa tendencia mía a que me gusten los chicos ha ocasionado que buscara rozarme con sus bultos entre juegos, inocentes para ellos pero yo he sabido lo que buscaba desde hace algunos años.
Con nuestros besos y caricias notaba su excitación y creo que él sentía la mía porque yo empezaba a suspirar de deseo carnal por él.
-¿Me ves guapo papá? -me beso en la comisura de mi boca y desde allí me habló.
-Eres el chico más hermoso que yo haya visto, no lo digo yo, lo dicen todos.
–perfilé su labio superior con mi dedo coquetamente.
-¿Tú no me deseas? -entonces una sombra pasó por sus ojos.
-Te deseo mi pequeño, pero no sé si está bien lo que haces con tu hermano por mucho que diga él que es lo mejor.
–besé su boca y aspiré su aliento con sabor a tabaco rubio.
-Yo creo que Joky tiene razón papá.
–volví a besarle con ansia.
Notaba su verga más abultada que nunca, se la agarré por encima de su pantalón y metí mi otra mano por la abertura de su camisa para acariciar su velludo pecho.
Conseguí que sonriera.
-Ten cuidado esa es más poderosa que la de tu hermano y puede hacerte daño.
–reí con gozo viéndole a él divertido y se la apreté más fuerte.
-Mira como se te está poniendo, como es de mi papá también será mía, yo soy todo tuyo papi.
-Sí cariño, nos pertenecemos.
–le abracé sin retirar mi mano de su pecho y acaricié su abultada tetilla, le besaba con pequeños y tiernos besos su cara, besitos que él aceptaba sonriendo y devolviéndomelos con ganas.
Me coloqué encima de él y nuestros penes se rozaron a través de la tela, deslizaba mi cuerpo para que nuestras pollas se tocaran.
-Ángel, Ángel, hijo mío me vuelves loco, mira como me tienes, vas a conseguir que haga lo que no debo.
No atendí su súplica y redoblé mi frotamiento hasta que elevó su pelvis suspirando angustiado, mi cuerpo no podía parar y quería llegar al final, tenerle dentro de mi follándome, quería que me matara con su verga mucho más grande que la de Joky.
-Papá quiero que me la metas como mi hermano, sentirte dentro de mí, hacerte feliz sacándote tu leche, ¿me lo vas a dejar hacer?, por favor, déjame que te haga feliz y quiéreme, no me odies ni me rechaces.
–me abraza así sentado sobre sus muslos.
-No, nunca te odiaré, te amo hijito mío.
– elevé mi culo para meter mi mano debajo y agarrar su férrea verga dura y tiesa como un garrote, él acariciaba mi espalda, mordía mi cuello hasta bajar sus manos y agarrar mi redondo culo con ellas.
-¡Que hermoso culito tienes, es tan parecido como el de tu mamá! –metía sus manos por mi pantalón llegando hasta la entrada de mi ano subiendo y bajando sus dedos como si fuera una pequeña polla que me quisiera penetrar.
-Pues gózame y hazme lo que le harías a mamá,
Busqué a ciegas su boca hasta que la encontré y mordí sus labios, la abrió y dejó que metiera mi lengua y le entregara mi juvenil saliva de muchacho.
Comenzó a quitarme la ropa y yo a sacarle su camisa, ahora podía frotar mi juvenil pecho con el suyo poderoso y lleno de duros y tersos vellos, sentía mis pezoncitos minúsculos erizarse al contacto de sus pelos y su piel, restregaba mis tetitas un poco rellenas contra él que suspiraba y gemía.
-Mi Ángel, mi amor, cuanto placer le das a papá, así, sí cariño, pasa tus tetitas por mi pecho.
–enseguida las metió en su boca y comenzó a mamar de ellas con fuerza.
Me desasí y le descabalgué, me arrodillé ante él y solté su pantalón, tiré de él y se lo saqué a la vez que su slip, sus piernas estaban cubiertas de pelos negros como su pecho, su abdomen, su pubis y testículos eran una maraña de ensortijados pelos al revés que los del pecho y las piernas que eran tiesos.
Su pene cimbreaba al aire poderoso y recto, idéntico al de mi hermano Joky, lo había copiado todo de papá, metí mi manita entre la espesura de sus pelos para coger sus huevos en la palma de mi mano, pesaban, quemaban y se movían en su bolsa.
-Papi, es preciosa, igual a la de mi hermano pero más grande y fuerte, es tan bella tu verga.
-pasé mi mano por su cabeza y respingó como si la hubiera pinchado con un alfiler, papá emitió un gutural quejido, como un macho herido de muerte.
Me incliné y no puede controlarme, metí el glande en mi boca, empecé a mamarlo y sobar sus huevos medio loco, papi gemía y se retorcía sujetando mi cabeza con delicadeza pero impidiendo que abandonara mi presa.
-¡Qué rica sabe papi! -tiraba abundante precum que inundaba mi cavidad bucal, mi boca estaba soldada a su polla, mi mano derecha a sus testículos y la izquierda acariciaba sus pectorales bajando hasta su ombligo en suaves y tiernas caricias de hijo amoroso y consentido.
En un momento me apartó, retiro sus pantalones de sus tobillos y quedó desnudo totalmente ante mí, como la estatua de un poderoso diablo, con su verga apuntando al frente y su glande muy rojo tirando fuego, sus gordos y pesados huevos colgando de él y envueltos en la nube de sus pelos, ¡qué viril le vi y que necesidad de darle mi amor sentía!
Me agarró entre sus brazos como hiciera aquel día mi hermano y comenzó a subir las escaleras llevándome como un sátiro llevaría a la doncella que ha raptado y va a poseer loco de sexual deseo.
No había vuelta atrás y me di cuenta de que había vencido todas sus resistencias, abracé su cuello en mitad del recorrido, se lo besé loco de deseo y musité en su oído.
-Gracias papá, voy a ser un putito dulce y dócil para ti, te quiero papi.
–cuando llegamos a su habitación me colocó de pié sobre la cama para retirar la poca ropa que aún me quedaba y dejarme desnudo, me abrazó de ese manera ocultando su cara en los pelos de mi pubis, oliendo mi pene y besándolo con fervor religioso.
Me puso boca abajo en la cama y levanté mi culito redondo y duro que tanto le gusta ofreciéndoselo, hinqué mi pecho en la cama y elevé mi pompis todo lo que pude.
-Es una maravilla Ángel, un culito como el de mamá.
-separó mis mórbidas nalgas y enterró su cara buscando con la lengua mi anito.
-Es delicioso como decía tu hermano.
–forzaba con sus manos la apertura de mis nalgas y metía con fuerza su lengua en mi ano, mi culo estaba entrenado y se abría con facilidad después de las veces que me lo ha follado Joky, pero el placer era exquisito y me lo daba mi propio papá.
Los dos sabían cómo comer un culo, nadie me lo ha hecho hasta ahora salvo ellos, metía y sacaba su lengua ensalivándolo bien y frotando con fuerza las paredes de mi entrada.
-Eres igual que mamá mi niño, como si estuviera ella ahora aquí conmigo.
–sujetó mis pelotas y tiró de ellas para lamerlas a la vez que mi pene y luego volvía otra vez a lamer mi ano, a besarlo y gemir diciendo lo que le gustaba comer el culito de su hijo pequeñín.
Sentía que el orgasmo me llegaba, llorábamos los dos y gemíamos de placer extremo.
-¡Ay! papi que bien lo sabes hacer, chúpame más papi lindo, sigue papa dando placer a tu hijito, me gusta, me encanta como lames mi culo papi, que bueno y que rico papá.
Sentía mi agujero más abierto que nunca, su dura lengua había hecho una buena labor y mi culo pedía verga sin falta, algo duro y gordo que atravesara mi infantil cuerpo.
-Folla a tu hijito papá, fóllame el culito de una vez.
–abrió mis piernas situándose entre ellas y agarró su verga con la mano derecha, sabía lo que vendría ahora, saqué mi cara de entre las sábanas para ver lo que sucedía.
Papi colocó la punta de su polla a la entrada de mi ano y comenzó a empujar, no entraba y resbalaba cuando estaba a punto de iniciar su camino por mi recto, lo intento al menos tres veces y me desesperaba el verle fallar al metérmela por no causarme daño.
-Aprieta papi, no me va a doler lo tengo muy elástico.
–ni por esas conseguí de él más iniciativa, cuando la tuvo de nuevo en la entrada de mi culo bajé de golpe mis rodillas y conseguí yo mismo ensartarme en su verga.
-Ahora papá todo seguido, métela ya.
–su tremendo trozo de carne duro y caliente comenzó a avanzar estirando mi ano, ya tenía la mitad de ella alojada en mi culo, respiré profundamente y tiré mi culo hacia atrás logrando que entrara toda su polla.
Al principio sentí un ligero dolor o molestia más bien, respiré para llenar de aire mis pulmones, me relajé y giré en círculos mis caderas para adaptar mi culo a todo ese pedazo de verga.
-¡Ay papi! – grité de gozo, él entendió que me dolía y me la sacó.
-No papá, no, estaba muy bien, métela otra vez, dásela a tu niño.
–ahora resultó más fácil y logró meterla toda sin mi ayuda, era increíble a la profundidad que llegaba dentro de mí.
-Ahora fóllame papá, dale duro al culito de tu bebé, disfrútalo que es todo tuyo.
– comenzó a meter su verga y sacarla como él lo deseaba, a veces dejándose caer sobre mi abierto culo, otras tirando con fuerza de mi cintura o caderas moviendo mi cuerpecito.
A los cinco minutos parecía que me hubiera cogido cien veces, se movía utilizando mi cuerpo para su goce a las mil maravillas.
-Estás muy ajustadito, aún no has tenido muchas vergas de macho formado dentro de ti.
-No papá solo la de Joky y ahora la tuya, dame con fuerza papá, rómpeme el culo.
–sus arremetidas eran muy duras ahora, cogí una bocanada de aire para exhalarla con un gemido, aquello era mágico, la verga de papi no se podía comparar con la de mi hermano aunque Joky se movía mejor y más rápido.
Comencé a sudar del placer que me daba, me sentía en el cielo con papá montando a su putito, a su hijo que tanto se parecía a su mujer, metiendo la verga que me dio el ser hasta el fondo de mi vientre, queriendo preñar mi cuerpo como lo hizo con mi madre para que yo pudiera nacer.
Aquello debía durar para siempre, no quería que terminara.
Me la sacó otra vez y protesté.
-Quiero ver tu cara cuando te corras precioso.
–sostenía mi cuerpo agarrando mis tobillos y elevándolo para enfilarle con su polla y entrar hasta hacerme gritar de gusto.
Me la metía hasta el fondo, papá era un buen follador de culos, no podía soportar el placer y llevé mi mano a mi pene para agitarlo queriendo llegar al final.
Cerré los ojos con fuerza para el último momento, sintiendo el golpeteo de sus huevos en mis nalgas, sentí que moría de gozo, no podía del gustazo que me daba mi papaíto querido.
-Ángel, me voy a correr hijo mío.
-Sí, si papi, yo también.
-le gritaba muerto de lujuria, que rico era todo lo que sentía.
-Bésame papi, bésame.
–cuando nuestras bocas se encontraron eyaculó en mi interior llenándome de su semen y yo también pero encima de mi vientre.
Cayó sobre mi muerto de placer y sudando a mares, abracé con mis bracitos su ancha espalda y pasaba mis manos por los costados de su caliente cuerpo de macho.
-Papá, papá, me has dado la vida por segunda vez, te quiero papi, te adoro.
–él solo se miraba en mis ojos, tan diferentes a los suyos pero que expresaban el mismo sentimiento de amor encendido, respiraba entrecortado su aliente muy caliente en mi rostro.
-Papi estoy lleno de tu polla y tu semen, papá querido mío me has llenado de tu simiente, soy tu putito y lo seré para siempre, tuyo y de mi hermano, de la familia.
Nuestra respiración se fue calmando y con pena sentí que su polla, que hasta ahora me llenaba, se iba deslizando abandonando mi culo.
-Quiero que goces de mi cuerpo papi, es mío y te lo entregaré cuando lo quieras, tú me lo regalaste y yo te lo devuelvo, no tienes que pensar nada malo por lo que hemos hecho, me ha encantado y quiero hacerlo con los dos, que me cojáis a la vez y me llenéis de vuestra leche, os amo papá.
Sin darnos cuenta nos dormimos, estábamos muy cansados para ir a la ducha.
Cuando desperté era de día y la luz dañaba mis ojos, sentía su miembro entre mis nalgas, tan duro como en la noche pasada.
Moví mis nalgas para que notara que estaba despierto.
-Te la voy a volver a meter hijo mío, quiero follarte de nuevo.
-Papá úsame como desees.
–eche mi culo hacia atrás y sujetó mi cintura volviendo a penetrar mi ano, entro como un cuchillo al cortar la mantequilla, tenía mi ano lleno de su leche de la noche y totalmente desvirgado por su polla gigantesca.
Me sujetó para colocarme encima de él atravesado mi culo por su polla, se lo agradecí porque necesitaba ver su cara para sentirle como gozaba de mí.
Me incliné para rozar sus labios con los míos.
-Papá, eres más caliente que yo, siento tu virilidad en mi estómago, ¡qué feliz me haces! -cabalgué sobre su verga unos minutos hasta que sujetó mi cintura para elevar su cadera y meterse entero en mi vientre.
Grité mientras me inundaba otra vez de su leche, agarró mi polla y me pajeó varias veces hasta que eyaculé llenado su mano de mi esperma.
Los pocos días que tardó mi hermanito en volver fueron de auténtica lujuria, papi me folló de mil maneras distintas, en muchas de ellas me recordaba cómo se cogía a mamá y que a veces sentía que yo le hacía gozar igual que ella.
Cayeron todos los muros y tabúes, nos queríamos como padre e hijo, o sea infinito, pero también gozábamos de nuestros cuerpos, Antonio continuaba viniendo a nuestra casa a las tardes y yo continuaba jugando con sus perros, hablaban sin darse cuenta de que les escuchaba o igual no les importaba que lo hiciera.
-Te envidio Roberto, tiene que ser muy bonito hacer el amor con tu hijo y que gocéis tanto, Ángel os ha unido como una familia para siempre, me encantaría tener un hijo así.
Al rato me cogía en sus brazos y me acariciaba besando mi cara y haciéndome reír, me sentía tan bien, tan a gusto entre los hombres de mi familia.
Cuando Joky regresó papá habló con él, y a la noche en la cama a mi lado me preguntó que tal lo había pasado estos días sin él después de una larga sesión de besos y caricias que me hizo desear sentir su polla en mi boca.
-¿No te ha contado papá que hemos follado? -me envolvió entre sus brazos.
-Quiero escucharlo de ti putito vicioso, pero esta noche te voy a violar, traigo unas ganas locas de follarte hasta el amanecer y darte toda la carga de leche que guardo para mi nene.
Resultó una noche inolvidable, increíble, venía con unas ganas locas, pensé que no se había masturbado en todo ese tiempo y me la metió llenándome el culo tres veces y una más me lo dio en la boca llenándola de su leche.
-Ahora te tendré que compartir con papá, me alegro que hayáis follado y al final haya reconocido que lo mejor es darte lo que tú quieres y que ahora yo deseo también, te quiero dulce hermanito.
–me emocionó y lloré abrazado a su cuerpo, besando su pecho mientras él sorbía con su boca mis lágrimas.
Había llegado el final del verano, mi hermano comenzaba la universidad con Tomás y por suerte harían la carrera en nuestra ciudad, así no nos separaríamos, yo tenía que iniciar mi curso en un nuevo centro que habían elegido para mí.
Lo único que sentí al tener que dejar el antiguo colegio eran mis aventuras con Lorenzo y Jorge que fueron mis primeros maestros en el sexo, ellos empezaban junto con mi hermano y Tomás sus carreras.
No importaba mucho porque les seguiría viendo por casa.
Andrés se emocionó y lloró abrazado a mi cuando fuimos a recoger unos papeles y a despedirme de todos, a él le quedaba aún un año en el colegio.
Me encantaría que Andrés me quisiera como los demás y no me importaría dejarme follar por él, era tan especial, tan maravilloso y dulce conmigo, pero no me proponía hacer algo, era muy raro lo que me hacía sentir Andrés.
El sábado anterior a comenzar el curso papá y Joky me llevaron al nuevo centro para que conociera las instalaciones y no me sintiera extraño el lunes al estar solo, iba contento cogido de la mano de mi hermano.
Había chicos jugando en los campos de deporte, en el centro tenían dos sistemas diferentes para impartir las clases, había chicos internos los días laborables de la semana y los sábados y domingos regresaban a sus casas y los que solo iban a clase y a dormir a sus domicilios.
Escuché a papá y a mi hermano hablando sobre ello y valorando las dos posibilidades, al final decidieron que estaba mejor con ellos y que me querían ver todos los días, no me lo preguntaron pero acertaron en lo que yo hubiera escogido.
Ya habíamos llegado al edificio central y nos enseñaban los comedores y otros servicios, al pasar por la puerta de la capilla salía un sacerdote que me resultaba conocido.
Cerró la puerta y se volvió, se quedó boquiabierto mirándonos.
-Ángel, ¿eres tú?
-¡Don Francisco! -no lo pensé y me refugié en su abiertos brazos.
Estaba más mayor, habían pasado algo más de cuatro años y tenía el pelo totalmente blanco, seguía jovial y hablador.
Joky le miraba con la boca abierta mientras don Francisco me abrazaba y besaba fraternamente en la frente, me llegaba su olor peculiar que yo creía olvidado, a su loción de afeitar, a su aliento tan tierno y dulce que en tantas confesiones inundara mi boca y tanto gusto me daba.
Este año tendría otra vez a don Francisco como mi confesor y se me erizaba la piel al pensar en sus tiernos besos cuando metía su cálida y acariciadora lengua en mi boca de niño.
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