Putito para todos 04 Tomás consigue lo que deseaba
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Han pasado dos meses desde que el curso se inició y han sucedido muchas cosas, voy a relatar las más importantes aunque ninguna haya sido transcendental.
Estoy y me siento muy bien en el nuevo centro, los chicos son parecidos a mí, pero no en el físico, sobresalgo sobre casi todos ellos aunque los hay que me gustan un montón.
Tengo sentado a mi lado a uno que habla muy poco, me quiero hacer el simpático y procuro entablar conversación con él en los momentos de descanso.
Tiene unos ojos muy bonitos de color ámbar, dulces como la miel pero siempre muestra lo peor de él y en lugar de sonreír tiene un gesto muy feo de enfado, al contrario que los otros chicos que procuran mi amistad y hablar conmigo, él no lo hace de momento.
Es muy fuerte y cuadrado, con los hombros muy anchos y las manos grandes, un día me apartó de la puerta elevándome en el aire al ver que no me retiraba para que pasara él.
Otra vez estaba un profesor explicando un problema y no lograba entenderle, le pregunté lo que había dicho, casi siempre va en pantalones cortos mostrando sus gruesas y ya velludas piernas, para llamar su atención posé mi mano sobre la que tenía más cerca y la pasé por ella, saltó en el asiento, se me quedó mirando pero no me retiró la mano.
Me explicó a su manera lo que él había entendido mientras miraba mi mano pasando con suavidad acariciando su vello, cuando terminó de hablar puso su mano sobre la mía, la tapaba entera y la apretaba sobre su muslo.
-Me gusta tu mano, es muy suave y bonita.
–se había puesto rojo y entonces sus ojos se veían hermosos, brillantes y dulces como caramelo.
Ya sabía lo que le agradaba y como podía llamar su atención, más adelante hablaremos de Carmelo, así se llama mi compañero de mesa.
Joaquín, Jorge, Lorenzo y Tomás tonteaban ahora con chicas de la universidad, a veces venían a la piscina de casa y organizaron una fiesta, por lo general eran los cuatro muchachos los que estaban en la casa sin chicas.
Hablaban de sus amigas diciendo que eran las novias de unos y de otros y se calentaban hablando de ellas, esa calentura les llevaba a querer acariciar mi culo y jugar conmigo para tocarme.
Pienso que mi hermano les había contado algo de lo nuestro, eran más atrevidos y Tomás, más tímido, se sumó a sus tocamientos que siempre los hacían entre juegos o como si estuvieran distraídos.
Esos días de calentura mi hermano me buscaba enseguida cuando sus amigos marchaban y me follaba a lo bestia pero llevándome a la celestial gloria.
El que tuviera novia o amiga no era problema para que gozara de mí y a la vez me lo hiciera pasar bien, me molestaba que cuando estaba dentro de mí, follando mi culo, dijera el nombre de alguna chica, pero me daba lo que necesitaba y no pedía más.
Papá comenzó a salir algunas noches de los viernes o sábados con Antonio que echaba de menos a Carmen, Tomás y Joaquín comentaron alguna vez que se iban de putas y a buscar coños.
Alguna de esas noches papi me necesitaba, iba a mi habitación, no le importaba que mi hermano estuviera durmiendo conmigo, me cogía en sus brazos y me llevaba a la suya, despertaba a veces con el culo lleno de su polla que yo creía que era la de Joky que había quedado dentro de mí al dormirme agotado por sus folladas tremendas.
Mi culo lo tenía servido con los dos hombres que había en casa, bien dotados y con mucha leche que a veces me llegaba a la boca, aunque ellos preferían descargar en mi ano, hacían uso de mi cuando lo necesitaban y se portaban como dos machos dando placer a una hembra, ahora era su satisfacción lo que buscaban aunque a su vez me lo daban a mi también y tenían suficiente sabiendo que me hacían gozar.
Una vez me preguntó Joky por don Francisco y por cómo eran ahora las confesiones, pienso que no le preocupaban mucho sabiéndome desvirgado y que sería difícil que una polla me causara dolor después de tener dentro de mí la de papá.
Las confesiones eran diferentes y no había contacto, ya no metía mi cuerpo en el confesionario dejando mi culo y piernas fuera colgado de la puerta, teníamos que arrodillarnos en un lateral y hablábamos con el sacerdote a través de una rejilla.
Don Francisco seguía con las mismas preguntas pero ahora no recibía sus caricias y besos, y en la boca tampoco notaba su aliento y su lengua juguetona que tanto me gustaba de niño, tampoco podía apreciar si se masturbaba mientras me confesaba.
Lo que pudiera hacer con Lorenzo y Jorge había pasado a un segundo plano, en realidad los recordó cuando yo le hablé de ellos.
Me preguntó por los chicos que ahora me tocaban y por lo que hacían conmigo.
Estábamos en confesión y tenía que decirle todo.
Cando le conté lo que hacía con papá y mi hermano, no dejaba de hacer ruidos como si llorase.
-¡Ay! Angelito que me cuentas, sigue para que pueda perdonarte.
Me preguntaba todo y yo le respondía con la verdad absoluta, no quería ir al infierno, a mi joven edad de adolescente continuaba creyendo en él como me habían contado de niño.
Todo le interesaba, como me follaban, hasta donde me la metían, los chorros de leche con los que inundaban mi culo, todo, todo, resultaba una confesión larguísima.
Entonces sucedió.
-Mira Ángel, tu eres un niño bueno, -si hubiera estado como antiguamente, con mi cuerpo dentro del confesionario, ahora me hubiera besado con su lengua metida en mi boca, lo sentía por el tono con el que hablaba.
-Para perdonarte todo esto tenemos que hablarlo en privado.
-El jueves tienes que dejar la segundo hora de talleres y venir a mi despacho.
–me preocupó el que no me pudiera dar la absolución.
-Padre, ¿es tan grave lo que he hecho?
-No tienes que preocuparte, yo puedo perdonar tus pecados, pero tengo que ver como ha sido todo eso, hacerme una idea y entenderlo, ahora hijo ve tranquilo y no olvides que te espero en mi despacho el jueves, pide permiso a tu profesor y dile que tienes un trabajo de religión.
Era viernes y me quedaba una semana que la pasé muy mal, a pesar de sus palabras continuaba preocupado, por otra parte pensaba que igual ahora podría besarme si quería al tenerme a su lado sin una rejilla que lo impidiera.
A pesar de todo Joky me folló dos o tres días durante esa semana y el sábado papá no salió con Antonio, me pidió que durmiera con él, salté de gozo aunque vi a Joky algo enfadado, iba a tener la verga de papá para mi, metida en el culito de su bebé y me llenaría de su semen tan espeso.
Cuando llegó el jueves ya estaba más tranquilo y don Francisco me trataba con cariño cuando me encontraba con él por algún pasillo.
Pedí el permiso como me dijo que hiciera, el profesor no puso problema alguno, como si eso fuera normal que se produjera, solo me miró y se relamió sus labios.
Toqué suavemente en la puerta con mis nudillos, nadie me contestó pero la puerta se abrió y delante de mí estaba don Francisco.
-Pasa, pasa Angelito.
–pasó su brazo por mis hombros empujándome hacia dentro, me di cuenta de que al cerrar la puerta colocaba el seguro.
Me llevó hasta un largo sofá que había en su despacho e inicie el gesto de ponerme arrodillado para confesar mis pecados o lo que él quisiera.
-No, no pequeño, estaremos más cómodos sentados y poder hablar sin que te canses.
–nos sentamos y continuaba pasando su brazo por mi hombro, me llevo hacia él recostándome en su pecho y colocando su mejilla pegada a la mía.
La postura era muy parecido a como cuando me confesaba de pequeño, le sentía muy tierno y paternal acariciando mis largos bucles rubios.
-Ahora me lo vas a contar todo pequeño, de pe a pa, no te pongas nervioso y ve despacio.
–quería volver a escuchar lo mismo que ya le había dicho y comencé desde el principio, a veces suspiraba entrecortado y besaba mi cabello, su olor continuaba embriagando mis sentidos y entonces levantaba mi barbilla para depositar sus labios sobre los míos en un beso lleno de ternura.
Otros momentos apretaba mi boca hasta que la abría y entonces metía su lengua, sin asustarme jugaba con sus manos sobre mis piernas desnudas, él no quería causarme miedo, pero si yo estaba en la gloria a su lado, mejor que en la clase de taller.
-Bien, bien, sigue contando, entonces le mamabas la polla a tu papá, ¿y te gusta chuparla?
-Pues claro que me gusta, me encantan las vergas de mi papá y mi hermano y tragar su leche caliente y rica.
–el sacerdote ahogó un hondo suspiro.
-¿Te importaría hacérmelo a mí para ver cómo es eso realmente? -le miré apenado y triste.
-No puedo hacerlo don Francisco, mi hermano dice que solo lo debo hacer con la familia.
–había puesto cara de desengaño y ahora se le iluminó sacando una ancha sonrisa.
-Niño, todo el colegio es una gran familia y yo el padre de todos, puedes hacerlo sin sentir que engañas a tu hermano.
–no estaba muy convencido de lo que aseguraba pero entonces llevó mi mano y la introdujo en su sotana, por la abertura que había al tener desabotonada parte de ella.
No tenía ropa debajo y mi mano atrapó un inmenso champiñón redondo y húmedo que supe enseguida que era el glande de su verga, lo sentía inmenso, caliente, suave y mis dedos se resbalaban sobre él.
-¿Qué notas pequeño? -me miraba a los ojos con mucho amor y ternura.
-El glande de su polla don Francisco, se le nota muy grande y caliente.
-Llámame padre que lo soy, lo quieres ver y saber como es.
-Vale don Francisco, bueno…, padre.
–se estaba poniendo muy rojo como si le fuera a dar algo, se puso de pie, desabotonó su sotana y se la sacó por arriba, estaba desnudo ante mí, mostraba el cuerpo de un hombre de setenta años, fibroso pero con barriga, con pelos blancos por todo el cuerpo como los de su cabeza, fui bajando mi mirada viendo todo su cuerpo, sus tetas le colgaban un poco envueltas en níveo pelo, sus brazos con algún pellejo, su barriguita que me hizo gracia al ver lo hundido que tenía el ombligo.
Su aparato reproductor era en teoría de ensueño, colgaba entre sus piernas una manguera oscura con la punta roja goteando precum, se movía con los ligeros movimientos de su cuerpo, era más grande que la de papá sin estar tiesa, dos enormes huevos colgaban de una bolsa de piel brillante que se adivinaba muy suave hasta la mitad de la polla.
Si era así estando floja, ¿cómo sería cuando la tuviera en su pleno estado de funcionamiento?
Era un hombre mayor pero a mí me resultaba agradable, apetecible inclusive y además estaba lo otro, su forma de quererme y ese sentimiento fraternal que lo empapaba todo.
Don Francisco me observaba esperando mi reacción, sonreía con timidez y eso era una virtud en él, un hombre tan poderoso en la iglesia y el colegio, sonreí otra vez al ver cómo le temblaba su barriguita y aparecía algo más su oculto ombligo.
-Te gusta lo que ves Angelito.
–le miré a los ojos que mostraban adoración ante mí y me acerqué para meter mi dedo en su ombligo, después me abracé a él colocando mi cara sobre sus colgantes tetas.
-Le quiero padre y me gusta su pelo blanco, usted me encanta.
–me abrazó hasta sentir su colgante verga en mi vientre.
-Querrías hacer conmigo lo mismo que con tu papá, lo necesito hijo mío, yo te quiero mucho a ti.
–no necesité que me lo pidiera otra vez o de manera diferente, me arrodille como cuando recibo su bendición y me quedé con mis azules ojos prendidos de su polla.
-Padre, es el pene más grande que he visto.
-la intenté coger con mi manita y resultaba imposible, sus piernas temblaban y sus huevos se encogían.
-Chúpala pequeño, dale tu cariño.
–saqué mi lengua y la llevé a su glande rojo como un tomate, brillante por el precum que le manaba, al tocarle el padre suspiró y la proyectó hacia mí, creo que creció en unos segundo o se le puso algo más dura.
Le lamía el glande y el tronco pasando mi lengua, mis labios pegados a la punta aspiraban su sabor que llenaba de efluvios mi boca.
-Ángel, mi Angelito, te mereces el cielo por darle a un viejo este placer, chupa, chupa niño amado.
-me sabía delicioso su sabor y olía aspirando profundamente sus olores a limpio, a hombre pulcro y cuidadoso con él mismo.
Su pene seguía creciendo hasta quedar como una lanza frente a mí sin llegar a estar tieso del todo, lo intentaba sujetar con mis manitas y me pesaba y vencía.
-Padre, que polla tan rica tiene, me gusta mucho mamarle.
–no podía meter en mi boca más que el glande y un poco más, el resto lo masturbaba con torpeza, no podía mover con agilidad esa enormidad de verga.
-Tócame los huevos hijo mío, tócalos y dales un beso.
–cogí sus grandes huevos apretando el pellejo de donde colgaban y los llevé a mi boca como el buen hombre me pedía, su piel era suave, deliciosa como presentía al verlos, allí tenía pocos pelos, largos y blancos como los que le salían del canal que llevaba a su culo.
-¡Ay!, eres delicioso niño, te han enseñado muy bien, ahora chupa de la polla, me quiero correr.
–sin más hacía lo que me pedía, lo que el necesitaba que le hiciera y volvía a meter su enorme glande en mi boquita.
Le masturbé con fuerza y comenzó a temblar, sus flojas carnes parecían olas moviéndose sobre sus huesos, sabía por experiencia que el orgasmo le venía y esperé lamiendo con fuerza su glande.
Comenzó a eyacular y no paraba de sacar leche, su semen me supo un poco agrio y muy fuerte pero delicioso, a pesar de la cantidad me lo comí todo y lamí su pene hasta que quedó limpio y no le salía más a pesar de estirarle entre mis dedos para extraerle hasta la última gota de su esencia.
Continuaba arrodillado ante él, como si fuera mi rey y yo su súbdito, elevé mi mirada y me contemplaba lleno de admiración, estaba ágil a pesar de su avanzada edad y cayó de rodillas a mi lado, me abrazó y me besaba efusivo.
-No hay otro chico como tú en todo el colegio, eres un ángel, el mío precioso.
-sus dulces besos me llenaban de alegría, había conseguido hacer feliz al padre de todos y decía que era el mejor entre mis compañeros, mi corazón saltaba de gozo aunque me quede con ganas de sacar mi leche y el pene me dolía un poco.
-Padre, ¿ahora me perdonará? -se me quedó mirando como si no supiera de lo que le hablaba y al final sonrió mientras me besaba encantado las mejillas, los labios, todo mi rostro era besable para él.
-Hijo, estas perdonado de todo.
–la polla había vuelto a su original pero seguía a mi vista tan grande como al principio.
Se colocó la sotana y se sentó en el sofá.
-Ahora Ángel vamos a hacer un programa, creo que lo mejor es que te confiese en mi despacho, en privado, para poder perdonar todos tus pecados mejor, alternarás cada jueves entre una clase y otra, ¿estás de acuerdo?
-Si padre, como usted diga.
-continuaba pensando en que yo quería haber disfrutado más, lo había hecho mamando su polla y bebiéndole la leche, ¿pero que hubiera sentido con esa verga de muerte en mi culo?
Así quedó establecido que los jueves el padre me confesaría en su despacho y así fue, me fui acostumbrando después de la segunda vez y volví a quedar insatisfecho al no poderme correr a la vez que él lo hacía gritando de placer en su despacho y temblando ante mi boca cuando depositaba en mi la sabiduría que guardaba en su leche.
Vemos que todo no era bueno, o no lo suficiente para tenerme contento y fue una de esas tarde en la que disfruté sin esperarlo como hacía días no lo sentía.
Papá me dijo a la mañana, cuando el minibús me pasó a recoger para llevarme al centro educativo, que esta tarde no estaría cuando el minibús volviera a dejarme en la puerta de mi casa, que hiciera mis deberes y les esperara, que no pasaba nada y si tenía algún problema que le hablara a Antonio, pero que procurara no molestarle.
Hacía calor ese día del mes de Octubre, me duché y limpié con cuidado mi cuerpo como Joky me enseñaba, luego me puse a hacer los deberes obedeciendo a papi y como me ordenó, la ventana estaba abierta y las cortinas se movían por la ligera brisa que llegaba de la costa.
Los ladridos de los cachorros de Antonio me entretenían y no me dejaban concentrarme en lo que hacía, ladraban como si alguien les hiciera algo, pensé lo peor, que un ladrón hubiera entrado en su casa.
Muerto de miedo me asomé a la ventana, en su jardín debajo de un plátano estaba Tomás sentado en el césped, los cachorros jugaban a su alrededor y alguna vez se paraban para que él metiera su mano entre sus patas, hacía algo y el cachorro se quedaba quieto.
Me intrigó y miré con más detalle, Tomás les tocaba su polla enfundada en su pellejo de pelos, ahora la tenían fuera muy roja y brillante, protestaban cuando Tomás dejaba de tocarles y acariciarles sus partes nobles, o del perro que no se si son tan nobles como las de los humanos.
Sin motivo Tomás miró hacía mi casa y me descubrió espiándole como él hacía antes conmigo, me gritó para que bajara y fuera a su casa y sin pensarlo lo hice.
Al verme me abrazó, noté el olor a perro que llevaba consigo.
-¿Qué hacías a los cachorros?, parecían llorar y me asustaron.
–primero se puso rojo y luego me llevó de la mano hasta el jardín donde se encontraba jugando.
-Les masturbaba Ángel, a los perros también les gusta que se los toque la polla.
-estaba todo intrigado, ya los había visto con la polla fuera de su funda, sobre todo cuando querían jugar y se abrazaban a mi pierna como si me estuvieran follando.
-¿Como se les hace a los perros? -Tomás sonreía como si lo supiera todo y llamó a los cachorros para que se acercaran, sujetó a uno de ellos y comenzó a acariciarle el lomo y fue pasando su mano hasta llegar a su oculto miembro, lo masturbo y pasó las uñas de sus dedos por su escroto, el perrito se puso a gemir lastimero y agitaba su patita nervioso.
Volvió a coger su verga que fue saliendo como recordaba haberla visto a veces y la masturbaba despacio, el cachorro cada ver estaba más nervioso y quería montarse en el brazo de Tomás.
-Ahora le saldrá la bola.
–yo sabía lo que era la bola de los penes de los chuchos, las había visto como ahora se ve todo en internet, pero no lo había presenciado en real.
Al cabo de unos minutos pude ver la bola que se le formaba en la base de su verga y entendía como quedaban pegados a sus perras.
Sentí envidia de que los hombres no fueran así y quedaran pegados a mí cuando me follaban para sentirles por horas.
Tomás se cansó y dejó al pobre cachorro lamentándose son su bola fuera que lamía desesperado.
-¿Qué haces solo, no está tu padre o tu hermano? -le explique lo que había pasado y que mi papá volvería tarde a casa y mi hermano después.
-Ven Ángel vamos a mi habitación a jugar o lo que quieras.
-me cogió de la mano y llevó dentro de la casa, allí se estaba más fresco a pesar del calor sofocante de la tarde de otoño.
No fuimos a su habitación, cuando traspasamos la puerta me abrazó como hiciera aquel día del beso en mi casa, me besó en la mejilla, le temblaban los labios.
-Hace mucho tiempo que no te veo sin ropa, quiero verte, ¿me dejas que te desnude? -me estaba quitando la camisa antes de que le diera mi aprobación.
-Me continúas gustando y mucho Ángel.
–me besaba desesperado mientras me quitaba mi camisa y bajaba mis pantalones.
-Tomás a ti te gustan las chicas, esas que vienen con mi hermano y contigo.
–me besó el cuello varias veces antes de contestar.
-Eso es diferente, necesito que me hagas lo que haces con Jorge y Lorenzo, ¿no te gusto como ellos?, ¿no somos mejores amigos?, ven Ángel mámamela como dicen que les haces.
–ellos hablaban de lo que me hacían y todos lo sabían, son hombres muy poco indiscretos.
Sus dedos se enredan en mi verga y en mis huevos apretando demasiado y causándome daño.
-¡Ay!, Tomás me haces daño.
–me soltó un momento, mis pantalones estaban sobre mis tobillos y termine de sacármelos con mi slip, me saqué la camisa por la cabeza y quede desnudo.
-Ángel, estas mejor que a través de la ventana.
–se estaba quitando su ropa rápidamente, su cuerpo un poco relleno como el de Antonio se me presentó, ahora totalmente desnudo, no con bañador como estaba acostumbrado a verle.
No tenía nada que ver con el cuerpo de mi hermano, eso no era lo importante, yo le quería como a toda mi familia y a pesar de ser diferente, para mí era hermoso.
Me miraba como le observaba y creo que le dio vergüenza, encogió sus piernas intentado ocultarse a mi mirada.
-Ya sé que no soy como tú, pero te deseo aunque me veas ridículo y feo.
–se me caía el alma ante su cara de pena.
-No es cierto Tomás para mi eres hermoso, me gustas también.
-me aproximé y abracé su cuerpo tembloroso.
-Somos hermanos, te quiero Tomas, te haré lo que deseas, igual que a tus amigos.
–se quedó un momento en silencio meditando lo que le decía y cogió mi mano para pasarla por su pecho.
Realmente no estaba mal, tenía un pecho potente y abultado, sin las forma tan perfecta como lo tiene papi o Joky, pero para mí suficiente, su polla que no había dejado de subir altiva hasta su ombligo era bonita y olía muy bien, no era muy grande ni chica, gorda, eso sí, muy gorda con los testículos pegados a la base y arrugados, con poco pelo en su cuerpo a diferencia de Antonio su padre.
Me puse de rodilla y comencé a chuparle la polla, a las primeras lamidas comenzó a gemir muy fuerte y pensé que iba a durar muy poco soportando el placer que mi boca le iba a dar.
-Ángel, con razón dicen que eres la mejor puta.
La mamas ideal.
–estoy seguro de que aún no se la habían mamado, ni chica ni muchacho, pero él decía lo que todos y era normal en estos casos.
Quería sentirle en mi culo y tenía miedo de que se corriera muy pronto.
-¿Quieres darme por el culo Tomás?
-Sí, ¡oh!, sí, quiero cogerte el culo y meterte mi polla si me dejas.
-Antes chúpamelo un poco para que se ablande y luego me la metes.
–me coloqué de rodillas en el suelo y él detrás de mí, era importante en ese momento en el que enseñaba a un chico cuatro años mayor que yo como tenía que follarme.
Me lo lamía con ganas y fuerza pero con inexperiencia y su lengua no lograba entrar en mi anito.
No obstante me hizo gemir de placer y consiguió que mi polla se erectara al máximo.
Compensaba su inexperiencia con sus ganas.
-¿Puedo metértela ya?, me voy a correr antes de tenerla dentro.
–me apoyé con el pecho en el suelo y abrí mis nalgas para que viera bien mi agujero.
-¡Wau! ¿Qué culo más bonito? -tardaba en decidirse admirando mi ano.
-Dame por el culo Tomás, méteme tu polla.
–ahora no dudó y su fuerza le dio la victoria, de un empujón la tuve dentro de mí, me pilló de sorpresa su repentina decisión y me arrastró unos centímetros por el suelo.
Su instinto le llevaba a hacer las cosas bien y entraba y salía de mi culo como si hubiera follado a media humanidad, jadeaba y bufaba estruendosamente.
-Tienes que dejarme que te folle más veces.
–su voz se volvió ininteligible y solo sabía meter y sacar su verga con fuerza y precisión.
Se aferró a mis caderas y empujó en un acto supremo de posesión de mi cuerpo, quedó clavado y respiró desmadejado antes de comenzar a vaciar su carga de leche en mi recto.
Disfrutaba del momento y su emoción de hombre realizado, en su seguramente primera vez, que descargaba su simiente dentro de un cuerpo, que en éste caso le quería como a un hermano.
Me masturbe sintiendo sus últimas acometidas cuando dejaba las postreras gotas de su deseo animal macho en mi cuerpo.
Suspiré cuando el orgasmo me venció y me vacié sobre el suelo de madera.
Respiraba agitado pegado sobre mis nalgas acariciado amoroso mi cintura.
-¿Te ha gustado Ángel, lo he hecho bien? -no pude contestarle y unos fuertes aplausos me hicieron girar la cabeza para ver en la puerta del salón a Antonio su padre que palmeaba con sus manos.
Tomás perdió toda su fuerza y su verga salió como si se la hubieran cortado.
-Papá no es lo que piensas.
–intentaba taparse sin encontrar su ropa desperdigada por el suelo del salón.
-De verdad papá, ya te lo voy a explicar.
-me senté en el suelo, encima de mi leche sin importarme y le abracé tapándole como él quería.
-No tienes que explicar nada Tomás, lo que hemos hecho no es un crimen.
–miré altanero a Antonio, era una postura que no iba conmigo pero tenía que proteger a mi amigo, a mi hermano.
-Ya me explicarás después.
–se cruzó de brazos mirándonos mientras nos poníamos de pie, caminé hacia él desnudo y abracé su cuerpo, al principio sus brazos permanecieron como un escudo entre mi cuerpo y el suyo.
-Antonio, por favor, no te enfades con Tomás, yo he tenido la culpa.
–el azul tan intenso de mis ojos le debió tranquilizar, cogió mi cintura y me elevó, unimos nuestros labios, olía a tabaco y cerveza, el conjunto con el raspar del poblado bigote me encantó y abrí mi boca para que la tomara y la hiciera suya.
Me besó con locura delante de su hijo.
-Ángel, nos vuelves locos a todos, eres increíble y precioso.
-le miré entornando los ojos y un gesto femenino de coquetería en mis labios.
-Fóllame con Tomas, dadme por mi culito los dos, enséñale y no te enfades que eres su papá.
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