Putito para todos 10 La crueldad del ser
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Alvaro-L-de-H.
Andrés se retiró tarde aquella noche después de cenar y hablar entre todos en una larga tertulia, los siete nos sentíamos muy bien y a pesar de todo me hubiera gustado que se quedara a mi lado y no volviera a su casa.
Gocé tumbado en mi cama pensando en él.
Le recreaba en mi cabeza, su bello y perfecto cuerpo, su rostro casi siempre serio, donde sobresalía su hermosa sonrisa que tanto se hacía de rogar hasta aparecer para iluminarle de gloria.
Sonreí recordando mi asombro al ver sus tremendos atributos viriles, tan desproporcionados con lo que era él, y sobre todo eso que le magnificaba, su enorme corazón y el amor que me demostraba en cada momento y sin pedirme nada a cambio, hasta este momento en que me había pedido lo que tanto deseaba, que fuera su novio.
Me sentía orgulloso de él, quizá no fuera el mejor chico del mundo, pero para mí era mi héroe, creo que la sonrisa no abandonó mi cara en toda la noche.
A la mañana siguiente estaba nervioso preparándome para cuando llegara a por mí, como una novia en su día de petición de mano, no sabía que ponerme para que sus padres me vieran bien y miraba la ropa de mi armario.
-Los vas a enamorar con lo que te pongas.
–mi hermano me miraba divertido, estaba vestido únicamente con mi slip y sacando mi ropa sobre la cama sin saber que ponerme.
-Joky, por favor, ayúdame, voy a conocer a sus padres.
–la verdad es que ya los conocía, de verles de lejos en alguna fiesta del colegio y por alguna referencia de lo que hablaba mi hermano de ellos, nunca había estado en su casa ni cruzado una palabra.
Andrés no era amigo mío, lo era de Joky, y éste sí que los conocía por haber estado en su casa pasando algunos días con ellos en bastantes ocasiones.
-Tonto, no te preocupes, son gente sencilla y muy buena, te gustarán, vas a tener unos buenos suegros que se rendirán a tus pies.
–llegó hasta mí y me abrazó dándome un cariñoso azote en mi trasero.
-Siempre has dicho que son tan importantes, que su casa es tan genial.
–se echó a reír a m espalda y me besó la cabeza pasando sus manos por mi desnudo pecho.
-¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Puedes ponerte esa camisa cerrada color teja, es bonita y te hace parecer muy sexy, resaltará tu bonita piel, con esos pantalones negros…, pero estas bien de cualquier forma.
–me solté de él y combine sobre la cama las dos piezas, no me gustaba pero tampoco podía pasarme la mañana sin decidirme.
Cuando llegó y me miró haciendo un gesto de que le agradaba, di las gracias mentalmente a mi hermano.
-¡Waaa!, estas precioso.
–mi padre y hermano se echaron a reír logrando que me pusiera rojo.
Cuando salíamos por la puerta del jardín Antonio y Jesús nos observaban desde el porche de su casa, ¿pero que se pensarían todos estos?, me ponían nervioso tanto ellos como mi padre y hermano que habían salido para vernos partir.
Cuando entramos en su pequeño coche, me le quedé mirando, le veía muy guapo con camisa blanca de mangas dobladas hasta los codos y pantalón azul, muy clásico todo él, estaba muy peinado como si se hubiera dado fijador o gomina.
-No me has dado un beso.
–me miró girando la cabeza y observó si nos veían desde las casas con la cara roja sobre su morena piel.
Dejó la llave de contacto puesta y se inclinó para abrazarme.
-Parece que nos miran todo lo que hacemos, me da apuro hacerlo delante de tu padre.
–ahora papá no estaba delante y me besó dulcemente en los labios, seguramente su intención fuera que resultara breve, pero le sujeté para hacerlo durar un minuto.
-Tendrás que acostumbrarte, quiero que me beses siempre y delante de todo el mundo, eres mi novio.
–lo último lo dije remarcándolo y le gusto hasta el punto de soltar una risa tan discreta como él.
Su casa estaba fuera del centro urbano, alejada del núcleo ruidoso ciudadano, conducía prudentemente haciendo que el viaje durara y se hiciera más largo, veía mis manos temblando sobre mis rodillas y sabía que me encontraba nervioso.
Me los imaginaba imponentes analizándome en detalle, ¿les gustaría?, ¿sabrían entender mi problema y mi pasado que indudablemente conocerían aunque no fuera pormenorizado?, ¿estarían de acuerdo en que su hijo tuviera relaciones con un chico como yo? Era un cúmulo de interrogantes que me oprimía y anonadaba.
Él aparentaba estar muy tranquilo, nuestras miradas se encontraban y me sonreía animoso.
Llegamos ante una gran verga que abrió con un mando a distancia, una fila de robles discurría al borde derecho del camino de negra graba que crujía al rodar el coche sobre ella, creía que estábamos perdidos en la naturaleza cuando apareció la casa, no era una palacio como alguna vez había imaginado por lo que contaba Joky pero era muy grande y cuadrada con grandes balconadas.
Todo parecía desierto, no se veía un ser humano ni se escuchaban voces, pasó delante de la entrada principal y por un lateral accedió al garaje, al pasar vi la escalinata desierta, me sentí aliviado, nadie me esperaba.
En el enorme garaje había varios coches estacionados, paró el motor e hizo intención de abrir la puerta de su lado.
-Espera Andrés, por favor, espera un momento.
–me costaba respirar, los nervios me ahogaban.
Sujeto mi barbilla con la mano y elevó mi cara para besar con dulzura mis labios.
-Tranquilo Ángel, no son ogros, seguro que te gustarán y tú a ellos, mi vida te van a querer muchísimo, ya te quieren.
–me abrazó y sentí su corazón latiendo plácidamente, salió del coche y llegó para abrirme mi puerta y tiró de mi para que bajara sujetando mi mano.
La casa constaba de tres pisos más el sótano donde nos encontrábamos, me dirigió a una puerta, al lado había un ascensor pero comenzó a subir tirando con suavidad de mi ascendiendo la escalera.
Accedimos a una especie de hall, estaba allí una señora algo mayor y una muchacha, se veía que estaban limpiando por el carrito de productos de limpieza que tenían al lado.
-Marta, ¿mamá? -las dos mujeres nos estaban mirando, sonreían queriendo ser agradables.
-Ha venido el jardinero y está en la parte de atrás con él.
–seguían tiesas como postes sin volver a su faena.
-¿Papá no habrá vuelto aún de su partido? -la señora mayor negó con la cabeza.
-Bueno, no os quedéis paradas, Ángel se va a preocupar por interrumpiros.
Ellas son Marta y Nati.
–las dos inclinaron la cabeza como saludo.
-¡Hola!, mi nombre es Ángel.
-sin darme cuenta volví a decir mi nombre que Andrés les había dicho antes.
Me llevó por un pasillo para salir por la parte trasera y nos encontramos en el jardín, me iba tranquilizando, todo parecía normal y no había recibimientos solemnes como imaginaba.
Anduvimos unos metros hasta escuchar voces que hablaban.
Una mujer se encontraba de rodillas en el suelo sobre el césped, a su lado un hombre se apoyaba en una pala cuadrada de cavar y a su alrededor había varias cajas con plantas.
La mujer estaba colocando una de ellas en uno de los agujeros practicados en la tierra.
Debió de escuchar nuestras pisadas y giró la cabeza, del pañuelo que llevaba puesto se escapaban mechones de pelo castaño, parecía muy joven y su afilada cara era de una exquisita sencillez plena de belleza.
Sonrió al vernos y se puso de pié, comenzó a quitarse los guantes de cuero amarillo y los metió en el bolsillo delantero de una especie de pantalón con peto que llevaba.
Andrés se acerco y la dio un beso, luego se volvió para señalarme sin hablar.
-Bueno Ángel, dame un beso.
–no hizo falta ella se acercó y abrazó mis hombros besando mis mejillas.
-Buenos días señora.
–me miró y soltó una cantarina risa.
-No me hagas parecer vieja, puedes llámame Ángela.
–me sujetó de la cintura y comenzó a dar instrucciones al señor que esperaba expectante observando.
-Mamá puedes seguir con lo tuyo mientras le voy enseñando a Ángel el jardín, no lo dejes por nosotros.
–su tono era muy sugerente para que nos dejara mientras yo me iba acostumbrando pero su mamá me había gustado y mucho.
El jardín era enorme, parecía un parque, unos álamos blancos adornaban la derecha del paseo y al fondo un enorme y verde tejo puntiagudo subía al cielo, resultaba asombroso su tamaño, debajo de su frondoso y perenne follaje había dos bancos de madera, me sujetó de la cintura y me llevó hacía uno de ellos, nos sentamos y cogió mis manos, yo giré la cabeza para mirar el gordo tronco del árbol a nuestra espalda.
-Creo que lo plantó mi bisabuelo y es muy viejo.
–me abrazó encerrándome en su pecho.
Sujetó mis largos rizos y los apartó de mi cara recogiéndolos en mi nuca con su mano formando una coleta.
-¿Cómo puedes ocultar una cara tan bonita? -bajo su boca para volver a besarme en la mía, en un beso tan tierno que rompió mi seguridad y estuve a punto de echarme a llorar.
-Perdona si abuso de ti, he pasado tanto tiempo deseando besarte, tenerte entre mis brazos que ahora no puedo contener mis ganas.
–entorné mis ojos y le miré entre mis pestañas, me gustaba todo de él y según le iba conociendo más le amaba, me extrañaba que no perdiera su sonrisa a la que no estoy acostumbrado, la dulzura de sus manos al tocarme hacían que me sintiera perdidamente enamorado.
-Tú mamá es muy joven y guapa.
–soltó una carcajada que hizo que dos gorriones emprendieran el vuelo y olvidaran su labor de urgente búsqueda de comida.
-Díselo a ella, la va a encantar, pero aunque tenga cara de niña no lo es, estoy seguro de que soy su hijo y voy a hacer dieciocho años.
–continuaba riendo con ganas aunque ahora sin hacer tanto ruido.
Terminó de enseñarme esta enorme propiedad que sus abuelos habían regalado a su madre y ellos se habían encargado de remodelar para usarla como su hogar.
Volvimos a la casa por otro lugar y no vimos a su madre y al jardinero.
Me enseñó la casa y resultaba imposible recordarlo todo, aunque no subimos a la plata tercera que estaba sin utilizar y contenía todos los viejos muebles que habían retirado al remodelarla y adaptarla a sus necesidades.
Su habitación era muy grande con distintos espacios, ahora entendía lo que a veces contaba Joky sobre ella.
Lo que me resultaba un poco difícil de explicarme era la amistad entre mi hermano y mi novio siendo tan diferentes, tenía algunos cuadros con fotos donde se le veía con Joky, Jorge y Lorenzo, también con chicas, en una de ellas dando un beso a Carlota un poco íntimo, y en un cuadro metálico blanco tenía una foto de Joky y mía abrazándonos, yo era muy pequeño, quizá de los años en que mamá nos dejó.
Poco a poco y viendo sus objetos me mostraban aspectos de Andrés que no me imaginaba, como su afición al tenis con fotos que le mostraban participando y con algunos trofeos ganados.
Tanía muchas cosas que descubrir de mi novio, hasta ahora todo era de mi agrado.
A su padre Íñigo, le encontramos un momento antes de la comida, cuando bajamos de su habitación y le hallamos con su madre en una sala tomando una bebida, Ángela se había cambiado de ropa y ahora llevaba el pelo suelto.
Su padre era un hombre muy apuesto, más alegre que su hijo, en realidad los dos parecían más divertidos, pero Andrés iba experimentado un sutil cambio que nunca había visto en él, como si conmigo hubiera mantenido una segunda personalidad para ocultar lo que sentía hacia mí.
Me recibió con un saludo como no dándome importancia y fuera uno más de la familia y hubiera estado allí muchas veces, lo hacían muy bien para que no me sintiera violento aunque me sabía sibilinamente observado.
Entorné mis ojos mirando a su padre, Andrés tenía rasgos de los dos pero el cuerpo era el de su padre sin dudarlo, le imaginé con los mismos años que él y me gustó lo que vi, sería un hombre apuesto y muy guapo el que me acompañaría en mi vida, pero aunque no hubiera sido así tampoco sería importante.
Durante la comida Andrés e Íñigo hablaron de su partido de tenis de la mañana y rieron sacando a relucir los defectos en el juego de la pareja contraria.
Tenían que salir con unos amigos pero antes estuvieron un rato con nosotros en la sala anterior.
Me comenzaba a sentir muy tranquilo entre ellos hasta que, sin avisarme, Andrés hizo que la bomba estallara, ellos se lo tomaron muy tranquilos, como si lo supieran y esperaran, a mi me cogió de sorpresa y creí que se rompía mi cabeza con el latir de mi ya fatigado corazón de tantas emociones recibidas.
-Mamá, papá, Ángel y yo somos novios.
–mi cara debía ser un poema y su madre que estaba a mi lado sonreía, yo diría que dichosa.
-Ángel, dame un abrazo, ahora puedo tratarte como a un hijo, ven abrázame.
–estuvo un rato acariciando mi espalda y repitió el gesto de Andrés recogiendo mi pelo en la nuca.
-Eres más guapo que tu hermano.
–era muy tierno su abrazo y me separé de ella sin desearlo realmente.
Más o menos esa fue nuestra presentación oficial como novios a sus padres, todo lo habían hablado con anterioridad y para ellos no fue una sorpresa.
Se despidieron, a la noche llegarían tarde y no me verían, a partir de ahora esta era mi casa y no necesitaba ser invitado, estarían encantados de tenerme entre ellos.
Así se ofrecieron y creí en la sinceridad de sus palabras.
Permanecía de pie mirando las fotos que tenía, había salido de su baño de lavarme la boca, no tenía cepillo y no le importó que utilizara el suyo.
Miraba una foto donde aparecía pasando sus brazos por los hombros de Jorge y Lorenzo, mi hermano estaba detrás de ellos haciendo muecas a la cámara.
-¿Qué piensas al recordar las cosas que hacía con tus amigos? -me rodeó con sus brazos y tiré mi cuerpo hacia atrás para apoyarlo en el suyo.
-Nada, eran unos aprovechados libidinosos con sus hormonas a cien y deseando experimentar sensaciones, tú fuiste el objeto cercano y fácil por tu enfermedad, no debes recordar aquellos días, lo importante es que ahora podemos estar juntos y nos amamos.
Sus manos acariciaban mi abdomen por encima de mi camisa cerrada, la sacó de mis pantalones para que su mano entrara en contacto con mi piel.
-Te amo Ángel, solamente pienso en eso y en la suerte que he tenido al verte curado, me hubiera muerto si no lo hubieras logrado, por eso tengo que darte las gracias, porque te has esforzado y eso hace que te ame más.
–sentía el calor de su boca en mi cuello, sus labios chupando mi oreja, el duro bulto que se le iba formando en su entrepierna pegada a mis nalgas.
Me dio la vuelta y quedamos de frente, abracé su cuello para que nuestras bocas se unieran en un prolongado beso que se convertía en exigente y apasionado, no terminaba nunca aunque nos ahogáramos en nuestras salivas que pasábamos de una boca a la otra para gustarnos el sabor.
Interrumpió el beso para cogerme en sus brazos y me llevó hasta la cama, tropezó con el borde y caímos revueltos en ella entre risas, yo algo asustado.
-Me gustas cuando te ríes, te he visto así tan pocas veces y es maravilloso escucharte reír, Andrés sigue riendo siempre así, no tendrás que volverte a preocupar por mí.
–me comía la cara con sus besos, peinaba mis rizos pasándolos por sus dedos.
-Siempre me preocuparé por ti pero así, con la risa siempre si estas a mi lado.
Ángel, mi Ángel, te quiero.
-Hazme el amor Andrés, ¿quieres? -me miró lleno de amor y antes de contestar estaba sacando mi camisa por la cabeza enredándola en mi largo cabello.
-Lo estoy deseando mi amor.
-se puso arrodillado a mi lado y se quito su camisa sin soltar los botones, le ayudé y en unos segundos estábamos desnudos, nos quedamos mirándonos el uno al otro, como si fuera la primera vez que nos veíamos sin ropa y se tiró a por mí tumbándome y él encima, abrió mis piernas para colocarse buscando abrigado entre ellas, creía que quería meterme su excitada verga sin más.
-Espera Andrés, aún no, déjame que te la mame un poco antes de meterla.
–se río y elevó su cabeza que tenía mordiendo mi cuello.
-No te la iba a meter aún, me tienes loco pero quiero hacerte que lo pases bien, todo lo que pueda, yo también quiero saber cómo sabe tu polla, tu culo, quiero comerte entero.
–no me dio tregua y siguió con sus besos lamiendo todo mi pecho, mi vientre haciéndome gemir de satisfacción, cuando me ofreció su verga colocando mi cabeza entre sus piernas me estremecí de placer.
Era maravilloso su olor y me parecía tan bella, tiesa y recta, derramando su precum como si fuera la lava de un volcán, brillante y transparente apareciendo por la boquita sonrosada de su glande.
No aguanté la tentación y la metí en mi boca hasta la mitad y llegó hasta tocar mi campanilla.
Acariciaba a la vez sus morenas nalgas, sus piernas cubiertas de vellos, sus gordos testículos que no desmerecían del tamaño de su pene.
Chupé, volví a chupar, lamí su pene como yo solamente sabía, aprovechando mi larga experiencia para darle placer a mi novio, no habíamos hablado y no sabía si le gustaría pero mojé mis dedos para comenzar a acariciar la entrada de su culo, lo encogió y supe que era yo el primero que tocaba esa parte tan íntima de su cuerpo, no hubo rechazo y continué pasando con suavidad la yema de mis dedos por su ano.
-Ángel mi amor, continúa, me gustan tus caricias.
–a mí también me encantaban los esfuerzos que hacía para darme una buena mamada, tampoco en esto tenía experiencia, iba a tener que enseñar muchas cosas a mi novio, por ahora su voluntad y empeño eran suficientes, tragué toda su verga hasta que mi barbilla se apoyó en sus huevos y tiré de su culo para que me penetrara más, gritó satisfecho soltando mi polla.
Estuvimos un buen rato mamando nuestras vergas y acariciando todo lo que alcanzaban nuestras manos, no quería que aquello terminara.
-Ángel te la voy a meter, o me corro.
–me coloqué rápidamente mirando al techo y llevando mis piernas a mi pecho exponiendo la entrada de mi culo a su verga.
-Métela ya, dámela y hazme tuyo mi vida.
–tenía el ano dilatado por sus juegos y mis ganas de que me poseyera, colocó el glande en la entrada de mi culo y fue entrando sin pausa hasta que estuvo todo él dentro de mí, abrí mis piernas como una flor para recibir el rocío de la mañana, abracé su cintura con mis brazos y él supo que necesitaba sus labios sobre los míos en una perfecta comunión de nuestros cuerpos y almas.
-Andrés, me llenas, eres un ser perfecto en todo amor mío.
–se elevó sobre los codos y sus manos apartaron mi cabello, lo acariciaba mientras fijaba su mirada en mis ojos.
-Mi Ángel bueno, estas muy calentito por dentro.
–en eso era un experto, algo tendría que haber practicado porque la metía y sacaba con mucha maestría moviendo sus caderas acompasado, movía su polla en círculos dentro de mi culo sabiendo llegar a todos los rincones, logrando de mi que abriera mi boca buscando aire al recibir los estímulos de su largo y gordo pene en mi recto.
-Amor, amor mío, me voy a correr.
–respiraba agitado próximo a llegar al fin y vaciarse en mi culo.
-En la boca, dámelo en la boca.
–salió de mi montando a caballo mi pecho y colocando su verga en mi boca, lamí su glande y comenzaron a salir los largos latigazos de su semen inundándome de ellos, llenando mi boca de su blanca leche sabrosa y caliente.
No la pude tragar y cerré mis labios al sentir que yo también me iba, llenando su culo y espalda de la leche que me salía a borbotones proyectados a presión.
Su semen llenaba mi boca y me ahogaba, pude tragar lo que contenía y parte cayo por mis labios y barbilla hasta mi cuello.
Me miraba asombrado, con su verga en su mano masturbándola con suavidad y sacando de ella sus últimos recursos que goteaban sobre mi nariz, se estiró corriendo su culo sobre mi vientre y comenzó a lamer su semen de mi cuello llevándolo hasta mi boca.
Mi Andrés estaba loco, su lengua empapada en su semen hacía cosquillas en la mía entregándome su carga de semen y saliva, con mis manos esparcía mi propio semen que tenía en su espalda y culo pasándolo sobre él como si fuera una crema.
Cuando llevó todo su esperma a mi boca la cerró con la suya en un larguísimo beso con intercambio de nuestros fluidos y sonoros ruidos de succión, me gustaban las cochinadas que hacía, ¡como cambiaba mi amor a cada segundo que pasaba conmigo!
-Me gustas, me encantas Ángel, eres un dulce envuelto en papel bonito.
–pues nada, que fue magnífico, en la ducha volvió a darme su verga que mamé con deleite y me decía que siempre la tendría a partir de ahora cuando la necesitara, no sabía él que yo la querría siempre.
Nuestra vida fue transcurriendo, terminó el curso con muy buenas notas que Andrés decía que merecía.
Mi personalidad fue cambiando y cogiendo la madurez que me faltaba con las sesiones de terapia en grupo, y las privadas con su tío y el otro doctor, con esfuerzo todo se fue superando, con la ayuda de mi familia, papá y mi hermano que recibían a Andrés como a un hijo y un hermano y tenía que luchar para marchar de mi casa.
Los padres de mi novio se convirtieron en mis padres de adopción, dejé de extrañar a Carmen que se fue a vivir con su chico, ahora tenía lo más parecido a la madre que se me murió y causa inicial de toda mi enfermedad.
En el verano Andrés cumplió su promesa de nuestro primer encuentro, bajamos a las playas del acantilado y recogimos conchas de mar, también allí me hizo el amor poniendo de testigos a los blancos algodones de las nubes que cambiaban de formas y colores al pasar en el azul del cielo.
Hicimos pruebas para ver si estaba curado, si podía aguantar hasta dos semanas sin hacer el amor, aunque luego era una locura y sacaba de él todo lo que había acumulado en sus testículos, esperando a que le dijera que me llevara a la cama cuando no podía esperar más.
Andrés cambió, comenzó a reír, a estar más tranquilo cuando veía el resultado de mi cura y papá me permitió ir con él y sus padres durante quince días de vacaciones ese verano.
A veces él se quedaba alguna noche de los sábados en mi casa o era yo el que iba a la suya.
Cada momento que transcurría me daba cuenta de que encontré al hombre ideal, mejor dicho él me encontró a mí y me cuidó como pudo desde lejos, desde niño.
Mi único dolor es cuando pienso en lo mal que lo tuvo que pasar todos esos años a mi lado observándome sin poder decir nada.
Tenía que agradecerle tanto que ni amándole toda mi vida podría compensarle.
Los meses fueron pasando y llegaron las vacaciones de Semana Santa, había transcurrido más de un año y me sentía el ser más feliz del mundo, satisfecho de mi vida, con el amor de mi guapo novio.
-El viernes te espero para cenar en mi casa, aunque Jesús y Tomás han ido con su madre para pasar las vacaciones tendremos una cena en familia.
–acariciaba lánguidamente su pecho después de haberme follado de esa forma en que me dejaba deshecho, que me satisfacía y llenaba, miré su vencido pene yacer entre sus piernas al lado de sus vaciados huevos.
-Tenemos que salir temprano y viajar de noche, nos turnaremos en el trayecto para conducir.
–era domingo y habíamos quedado para el viernes siguiente, cada vez se me hacía más largo el tiempo que pasaba sin él.
No pudimos vernos en toda la semana por distintos motivos y el viernes esperaba impaciente su llegada, no me importaba el que Patricia riera al verme correr a la puerta y colgarme de su cuello, llegaba con el guapo subido y le hubiera llevado a mi habitación para que me follara, sentía unas ganas locas de que me poseyera.
-Llegas en el mejor momento Andrés, el de comer.
–Antonio sonreía desde la puerta de la cocina y arruinó mi momento íntimo.
Durante la cena no dejaba de observar a Patricia y Joky las miradas que se lanzaban y los toqueteos que hacían debajo de la mesa, alargue mi mano y la puse sobre el muslo de Andrés haciendo presión sobre él para que observara lo que yo veía al estar sentado al costado de mi hermano.
Patricia había sacado su polla por la pernera del pantalón corto de Joky, me llegaba su profundo y dulzón olor, y le estaba acariciando, a veces se la podía ver cuando movían el mantel.
Miré fijamente a Patricia y me devolvió la mirada con una pícara y traviesa sonrisa.
Me estaba calentando de una forma exagerada y moví la mano para ver el estado de Andrés, tenía su verga dura y parecía angustiado.
La cena transcurrió sin que mi hermano y Patricia dejaran de aprovechar cualquier oportunidad para tocarse, no esperaron el postre y se retiraron para ir al piso superior, papá y Antonio sonrieron compresivos deduciendo claramente el destino de los jóvenes.
Cuando Andrés se despidió salí al jardín con él, por lo menos para recibir sus besos.
-Quisiera estar ahora como ellos, teniéndote en la cama desnudo.
–me abracé de su cuello y le mordí la boca.
-Solo son unos días, vamos a tener tiempo para hacer lo que queramos en estas vacaciones.
–no quería dejarle marchar, lo deseaba a mi lado y le acompañé hasta que arrancó su pequeño coche.
Papá y Antonio había recogido la mesa y hablaban entre ellos.
-Vamos a dar una vuelta, hoy es viernes y creo que vamos a tener suerte.
–papá negaba con la cabeza.
-Estoy cansado, es mejor que lo dejemos para mañana, lo cierto es que me voy a meter en la cama cuando te marches.
–bostezó ruidosamente como demostración de lo que decía.
Antonio me dio un pequeño abrazo y marchó para su casa.
-Ángel, hijo, yo me voy a dormir, no le mentía a Antonio, estoy rendido de la semana que he tenido.
–al pasar ante mí se me quedó mirando.
-No te preocupes, Andrés estará pronto de vuelta.
–me cogió entre sus fuertes brazos y apretó mi cintura para besarme en la frente.
-Estas acalorado o tienes fiebre, ¿te sientes mal? -no le iba a decir que mi estado era por la frustración de llevar una semana sin estar con Andrés en la cama.
-No papá, estoy bien, me quedaré un rato viendo la tele antes de ir a dormir.
–volvió a depositar sus labios en mi frente y subió las escaleras quitándose ya la camisa, volví a admirar el prodigio de cuerpo de papá con sus anchos hombros y estrecha cintura, todo soportado sobre sus poderosas y redondas nalgas.
Comencé a pasar los canales y no encontraba uno que me apeteciera ver, desilusionado fui apagando las luces y subí al piso superior, por debajo de la puerta de Joky salía una raya de luz y se escuchaban risas, la de papá estaba cerrada y seguramente dormiría como había asegurado.
Entré en el baño para darme una ducha que me permitiera dormir, no tenía sueño y me entretuve lavándome la boca antes de volver a mi habitación, colocarme un pantalón corto de dormir y meterme en la cama.
Pensaba en Andrés y le deseé a mi lado, aparté su imagen de mi cabeza e intenté dejarla en blanco para lograr dormir, no conseguía conciliar el sueño y me puso nervioso comenzando a sudar.
Me desperté y abracé mi almohada con fuerza respirando entrecortado, las imágenes de mi sueño me asaltaron, Andrés salía a gatas y sangrando del coche que permanecía entre ramas en la ladera de un monte dado la vuelta y las ruedas girando en el aire, se alejó un par de metros y el vehículo comenzó a arder, se puso con esfuerzo de pie y avanzó hacia el coche envuelto en llamas gritando los nombres de sus padres, se había acercado peligrosamente y en ese momento el coche explotó.
Andrés se revolvía en el suelo envuelto en llamas, un hondo gemido nació en mi pecho y llegó a mi garganta.
Me ahogaba sin poder respirar y mi cuerpo empezó a temblar en convulsos estremecimientos, me senté en la cama horrorizado, aún creyendo que el sueño era verdad y comencé a llorar silenciosamente.
Salí al pasillo, de la habitación de mi hermano continuaba saliendo el rayo de luz debajo de la puerta, y al acercarme escuché los gemidos ahogados de los amantes que no terminaban de hacer el amor.
Abrí con cuidado la puerta de papá y avancé hasta la cama, reinaba una tenue claridad que entraba por la ventana cerrada, permanecía con la parte superior del cuerpo desnudo.
La sábana y la colcha le llegaban justamente hasta el abdomen, me detuve a contemplarle y abrió los ojos.
-¿Qué, qué sucede Ángel? -hablaba pero parecía que lo hacía entre sueños.
-Tengo miedo papá, ¿puedo dormir contigo? -en lugar de responder se apartó para dejarme lugar a su lado, retiró la ropa para luego volver a taparnos a los dos, como era frecuente en él dormía totalmente desnudo.
Me coloqué de espaldas a él y abrazó mi abdomen llevándome hacia su cuerpo hasta que nuestras pieles se unieron.
Necesitaba su calor, su cariño, que me abrazara y no sentirme solo.
El lugar donde había estado él estaba caliente, la cama olía a su ligero sudor, los pelos de su pecho acariciaban mi espalda y besó mi cuello.
-Mi bebé, ¿estás bien? -me sentía tranquilo, en paz, relajado entre sus poderosos brazos, sintiendo su fuerte respiración en mi cuello y un ligero beso de sus ardorosos labios.
-Papi.
–es lo único que salió de mis labios en ese momento, retraje un poco mis nalgas hasta que sentí el mullido cojín de los pelos de su pubis en mi culo, me abrazó más fuerte hacia él y comencé a sentir como su verga despertaba.
Era algo instintivo en mi y elevé mi pierna para que su polla entrara entre las mías, era ya un hierro candente y duro que acariciaba con su húmedo glande mi perineo y golpeaba en mi escroto por encima de la tela de mi pantalón, me los quité ayudado por mis manos y pies perdiendo el contacto con su miembro que luego rápidamente busqué.
-Levanta un poco más la pierna bebé.
–sentí su fuerza de macho empujar y resistí el envite hasta que su gordo glande venció la resistencia de mi esfínter, se fue metiendo totalmente dentro de mí.
Llevé mi brazo izquierdo para abrazar su cuello y busqué con ansia su caliente boca para morderla, besarla y pedirle su cálida lengua.
Poco a poco fue dándome la vuelta hasta colocarse sobre mí, su fuerte y peludo pecho y abdomen posados en mi frágil y delgada espalda, para iniciar la montada de la delicada y entregada hembra.
Gruñía pegado a mi espalda tirando de mis hombros, doblando mi cuerpo para meter hasta el fondo su larga barra de carne, luego sujetaba mi cintura enterrando mi cara en las sábanas, montándome sin piedad, mostrando su poderío de viril macho.
Su verga atravesaba con fuerza mi carne, el hombre fuerte y experimentado cubría a la servil, sumisa, frágil y joven hembra entre bramidos de placer mezclados con palabras cariñosas.
Minutos después se clavó profundamente y entre roncos y viriles jadeos su polla escupía su simiente en mi ser, me llenaba el vientre con su semen y sin tocarme eyaculé.
Los dorados rizos de mi largo cabello cubrían mi rostro enterrado en la ropa de cama, sollocé de alegría, de placer, de gozo…, también de rabia y de pena sintiendo como aún latía con fuerza su pene en mi ano.
Fin
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