Que chico ardiente!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo estaba ya casado y vivía con mi familia. Cercana a las casas, había una gran vega, por dónde pasa un hermoso ríachuelo. Casi por casualidad, cuando yo iba a almorzar al medio día a mi casa, siempre lo veía pasar con una hermosa chica, su novia por supuesto. Sabido era que los jóvenes de una escuela cercana, iban allí a tener su encuentros de novios en celo. Me llamó él la atención, por que no importara como estuviera vestido, su figura era muy llamativa, marcado, esbelto, hermoso rostro y tanto se le notaba un buen paquete, como un trasero de respeto. Unas nalgas bien paradas, un culo me me hacía erizar la piel al observarlo.
Una noche de juerga, en que me daba unas cervezas con los amigos en una taberna cercana, un amigo me lo presentó. Sentí un vuelco en el corazón, cuando él me sonrió, con esa cautivadora sonrisa que le carácteriza. Le comenté que lo conocía de vista y él me dijo, que también él a mi. Me elogió por que yo visto muy elegante al ir a mi trabajo, ect. Luego de los cumplidos lo invité a varias cervezas y congeniamos maravillosamente.
Me dijo que necesitaba hablar con alguien, por un problema intimo que tenía y que estaba arruinando su vida. Yo me ofrecí a escucharlo y ayudarlo en lo que fuera. Cuando me di cuenta ya ibamos en mi auto, charlando amenamente. Sin tapujos me reveló, que su problema era, que no lograba eyacular, cuando tenía relaciones sexuales con su novia. Que él tenía un rollo muy grande en su cabeza.
Le propuse ir a un motel, dónde solos y relajados podíamos hablar. Él de inmedíato aceptó. Entramos y yo me sentía a mil, al saber que tenía a ese chico tan hermoso solito conmigo, en una discreta habitación, pero yo no iba a abusar de su buena fe y confianza en mi, lo que fuera sería según saliera. Más aunque yo soy mayor que él, por un par de años, él ya tenía edad para decidir, aceptar o rechazar mis deseos. Nos quitamos los zapatos, las camisas y solo nos quedamos en boxers, para así estar cómodos, sentandonos en la cama uno al lado del otro. De repente él me comenzó a acariciar mi pecho, cuyas tetillas las tenía como velas de cumpleaños, yo lo imité e hize lo mismo con él. Lo escuché susurrar, "que bueno estás, papacito", y eso me ayudó a perder todas mis inhibiciones y miedos.
Nos besamos con locura y nos prodigamos un sin fin de caricias, mis manos se aferraban a aquel culo, que tanto me llamaba la atención, unas nalgas firmes y macizas. Ya no hablamos más, hicimos un delicioso 69, y los gemidos de ambos eras escalofriantes. Fue así que desvié mi boca y comenzé a lamerle toda el área cercana a su culito, un botoncito pequeño y rosadito. Me adueñé de ese rico hoyito, entrando la puntita de mi lengua, mientras él mas fuerte me chupaba la verga, como si me la fuera a comer. Le pedí que se pusiera en cuatro, y él me obedeció y besé con frenesí todas sus nalgas, dándoles pequeñas mordiditas, que lo hacían gemir y pedirme que siguiera, que no parara. Cuando le asomé la cabeza de mi pene, el precúm junto a la saliva, me sirvió de lubricante. Yo no tenía conmigo crema, me arriesgué y no usé condón, pero yo sabía que estaba con un buen chico, no con nadie promiscuo, ni de los que buscan en la calle macho día y noche. Poco a poco se la fui metiendo, lo dejaba descansar por momentos y me mojaba más mi verga, hasta que se le fue todita. Cuando lo creí prudente y él comenzó a mover su culo, pidiendo acción, empezé a meterla y a sacarla, primero suave, luego como la cápsula de los mineros del rescate, a toda velocidad!
La habitación se llenó de olor a sexo, de gritos, gemidos hondos, ahogados. Lo cambié de posición con las piernas en mis hombros para poder besarlo mientras lo follaba. Papacito como es que me cabe, esa verga tan grande y gorda en mi hoyito, como puede ser?, me repetía en su delirio. Mi amor te lo has tragado todo, le contestaba yo. La sacaba casi completa y se la volvía a enterrar, mordiendole la lengua los labios, en salvajes besos. Con sus brazos él me abrazaba y me pedía que le diera bien duro que le gustaba: "Así duro papacito, duro, ay cuanto me gusta esto que me haces, sigue, sigue, destrozame el culo que es tuyo"… De repente lo inundé de mi caliente leche y cuando él escucho mis gritos al venirme, (pues yo grito, gimo como loco cuando me vengo en un buen polvo), se la haló más fuerte, pero no se pudo venir, comprendía yo, aun en mi excitación, que era cierto lo que decía, que no podía venirse facílmente.
Soy de los que aun luego de venirme, si estoy bien excitado y esa persona que estoy me provoca, no se me baja la erección y estoy dispuesto al segundo raund. Mi chico siguió jugando y lamiendome el pene, luego de limpiarmelo él mismo con un húmedo pañuelo, aunque salió impio de su culo. Estaba tan dura, que de inmediato se me sentó encima, guíandola a su hoyito, que se la devoró en un segundo, comenzó a bajar y a subir, mientras se masturbaba, gimiendo y con los ojos en blanco, así si él pudo venirse como a los diez minutos, al rato yo lo volvía llenar de mi semen. Dos veces se la había dado, esa triunfal noche.
Me dio las gracias por que conmigo logró, lo que con ninguna chica podía hacer….eyacular teniendo sexo. Me confesó que desde pequeñito un familiar cercano, lo sodomizaba, y que él no se sentía gay, más bien bisexual y que por ese trauma de ser clavado en contra de su voluntad, él se había traumatizado. Creo que esa era la clave de su problema. Me dijo que yo era el primer macho, fuera del que lo cogía de niño, que lo penetraba, que le hacía el amor. Que desde que me veía, yo le atraía sexualmente. Que fue él que buscó, que mi amigo me lo presentara.
Seguimos por mucho tiempo cogiendo, pero él es muy absorvente, quiere estar enganchado casi todos los días y yo tengo que dejar reservas para mi esposa, pues como dije soy casado. Así que siempre trato de mediar entre ambos para no dejar a ninguno insatisfecho. Pero ese chico, adora que yo lo ensarte por horas!
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