Que rico es Raúl
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
La noche era joven aún, mi cuerpo sentía ganas de desatarse de una vez, que el mundo pequeño encerrado en aquella discoteque de suburbio se enterase, este cuerpo de hombre encierra una sensible damisela que busca, como buscan las mujeres, a un hombre para su gozo carnal.
Alejado de las luces de colore, Raúl se encuentra con su novia, parecen una linda pareja, mis pantalones ajustados y mi trasero virgen necesitaban de un espécimen así, guau, con solo recordarlo mi cuerpo se agita, este diminuto pene que me acompaña desde antes de mi nacimiento se desborda por mi calzoncito rosa, así mismo fue aquella noche.
La discoteca, se ubica alejada de la ciudad, los terrenos agrícolas han dado paso a una serie de locales nocturnos, todos ellos relacionados, la disco parece un lugar perfecto para conocer pareja casual, a unos cuantos minutos un motel ha robado pasto al ganado, entregando camas para el placer.
Raúl parece discutir con su dama, de pronto ella se para rápidamente y abandona el lugar, desde la barra observo silencioso, con gusto veo aquella escena, nadie más parece darse cuenta de que aquel semental enorme acaba de quedar solo, pido dos cervezas, las llevo hasta su mesa, “aquí tienes amigo” le digo con decisión, él mira sorprendido, “¿te conozco acaso?”, “no, solo me di cuenta que estabas solito y quise ser amable”, la toma con desconfianza, me invita a sentarme, nos reímos de un par de bromas que lanza con naturalidad, le gusta que me sienta bien ante su presencia, la conversación es amena y mi nuevo amigo se muestra como un tipo simpático, mide, según yo, casi un metro ochenta, no es delgado, pero tampoco gordo, sus manos son grandes, viste unos pantalones de color negro que le vienen a su camisa azul, usa un bigote que le da un aspecto serio, se levanta para ir al baño, a su regreso me afano en observarlo meticulosamente, lo ajustado de sus pantalones me permiten observar un paquete más que apetecible entre sus piernas.
Entre risas y cervezas, comienza a darse cuenta de mis intenciones, un par de veces voy al bar por más alcohol, muevo mi culo como si fuera una fina mujer, él no queda ajeno a aquella situación, “¿eres maricón?” me dice directamente, agacho la cabeza como si me diera vergüenza de lo que soy, con voz baja le digo que sí, “se ve rico tu culo con ese pantalón”, me dice, qué alivio pienso, acaba de pasar lo más difícil del momento, según yo.
Se levanta de la mesa, deja unos billetes y me pide que le siga, me voy como hipnotizada detrás suyo, llegamos hasta su auto, un Hyundai santa fe del año, abre una de las puertas de atrás, se recuesta con su pierna derecha apoyada sobre el asiento, y la otra parece caer sobre el piso del vehículo, lo miro sin subirme, entonces desabrocha su pantalón, baja el cierre y saca su pene, no puedo distinguirlo por la oscuridad pero me apetece, subo rápidamente, cierro la puerta y su pico entra en mi boca, aún huele a orín, pero eso me da lo mismo, no está duro aún, pero no tardará en estarlo, sus testículos se encuentran atrapados entre sus ropas, eso no importa por ahora.
Su miembro es levemente curvo hacia la izquierda, mide unos 16 cms de largo, grueso, aunque no puedo dar una medida aproximada porque podría parecer exagerada.
Paso mi lengua suavemente rodeando el glande, luego bajo por el tronco hasta el borde de su pantalón, me sabe delicioso, lo tomo con mi mano derecha y lo masturbo, él emite suaves quejidos, no dice nada, solo son quejidos, creo que lo disfruta, su pene esta duro, como corresponde para chuparlo, comienzan a salir unas pequeñas gotitas de líquido pre seminal, ya no lo resisto más, con sus enormes manos toma mi cabeza y me obliga a meter su palo en mi boca otra vez, presiona, parece que busca el ritmo exacto que se le antoja para su placer, me ahoga, pero sigo, es delicioso sentir como mi cabeza sube y baja, mis labios aprietan su carne, mi lengua lo saborea sin cansancio, esto es placer.
Me pone de rodillas sobre el asiento, me baja violentamente el pantalón y el calzón, estoy demasiado excitado, me hace chupar dos de sus dedos, luego comienza a introducirlos en mi ano, me duele un poco, pero trato de soportar el dolor, creo que es demasiado bruto, pero me calienta a cada rato más, logra meterlos y los mueve arriba, abajo, los gira de vez en cuando, comienza a dilatar mi hoyito, sube sobre el asiento y de un solo golpe mete su pichula gruesa en mi culito, lanzo un grito, me duele demasiado, pero a él le importa poco, nada en realidad, inmediatamente comienza a moverse, que rico es, gimo a gritos, pido más, más y más, él parece una bestia, lo saca muchas veces y otras tantas lo mete de un solo golpe, ahora sus pelotas golpean mis nalgas, parecen una pesa bolsa que se arroja fuertemente contra mis carnes, muévete, muévete, muévete, uffffffffffff, que rico, sigue, sigue, sale su pene, lo tomo con desesperación y yo misma me lo meto de un solo golpe, le pido que se sienta, lo hace, me siento sobre su pico rico, en realidad inmediatamente siento su cabeza, me dejo, ingresa hasta mis entrañas, no me duele nada, solo es placer, sigue, sigue me dice ahora él, trato de moverme con tanta violencia como puedo, me dice que me baje, se apoya en el asiento y me obliga a chuparle el pico otra vez, lo hago con gusto, no faltaba más, entonces lo saca de mi boca y su semen sale a chorros para ir a dar a mi cara, desde la frente hasta la mandíbula, huele rico para mí y sabe mejor, mis dedos lo toman para llevarlo a mi boca, lo degusto una vez más hasta quedar limpia.
Ahora sí puedo irme a casa, con el culito abierto y oliendo a macho.
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