QUE RICO FUE COGER CON EL CHINO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hubo un año cuando hacía mi secundaria que yo me quedaba al medio día en la casa de mi tía Alicia. Ella, debido a los malos tiempos que pasaba después de quedarse viuda, había mandado a dividir la casona que tenía y una parte la alquilaba para doña Maura que tenía un restaurante.
Este restaurante no sé porqué se quedaba lleno de clientes policías, todos de la civil. Había uno que lo llamaban el chino. Este no era chino sino bien blanco pero tenía los ojos bien cerrados como los ojos de los orientales. El chino tenía un buen cuerpo bien firme y bonito pero no era guapo de cara. Una vez como a eso de la una de la tarde cuando yo estaba en un cuarto de la casa de mi tía descansando un poco mientras me iba al colegio, escuché unos pujidos como de lucha. Los ruidos venían del otro lado, del lado de la parte de la casa que estaba alquilada. Era una mujer que pujaba. Yo arrimé mi oreja para escuchar mejor. Sí, era una mujer que pujaba como si estuviera atragantándose con algo. Mi curiosidad aumentó.
Quería ver y comencé a buscar una manera. En eso vi que en la pared divisoria de madera había una rendija. Solo tenía que subirme a una silla para alcanzarla. Me subí. Y vi. El chino se estaba cogiendo a Oneida, una de las cocineras del restaurante. Y que suerte. La visión no podía ser mejor. Daba para ver la enorme verga del chino entrando en la pupusa peluda de Oneida. A mí rápido se me paró la verga. me fui a trancar bien la puerta del cuarto. Me bajé los calzoncillos y espiando por la rendija me puse a hacerme una paja. El chino cogía rico encaramado encima de Oneida. Y solo se la sacó cuando gozó dentro de ella. Yo gocé también. Mis piernas se quedaron temblorosas después que acabé y casi me caigo de la silla cuando salté para el piso. Después de esa vez siempre me quedaba atento para oír cosas. El chino se cogía a Oneida tres veces por semana. Una vez oí pujidos diferentes. Asomé mi ojo por el hoyito y vi. El chino de esta vez se cogía a Marquitos. Un chaval que hacía los mandados en el restaurante.
El chino tenía a Marquitos de cuatro en el suelo y se lo cogía por el culo. Nunca había visto bien la verga del chino. Solo ahora cuando se cogía al chaval que en una de esas se la sacó toda. Que verga enorme era. Era blanca de cabeza fina y roja. Bien gruesa y midiendo quizás más de diez pulgadas. Desde ese momento me dio una cosa. La verga del chino no me salía de la mente. Cuando me iba a masturbar era solo pensando en aquella verga. un día hasta entré al restaurante para ver al chino de cerca. Me excitaba oírlo hablar y cuando soltaba sonoras carcajadas.
Él era atlético, tenía un buen cuerpo. Un día él notó que lo observaba con atención. Se hizo el loco. Y yo salí disparado. Al siguiente día cuando yo iba pasando por el restaurante él me vio y corrió para alcanzarme. Hey, espera, quiero hablar contigo. Me dijo.
-pues hable-. Él se quedó sonriendo, viéndome fijamente a los ojos y después me preguntó:
-mirame como lo estabas haciendo ayer-
-¿Cómo te estaba viendo?-
-me estabas comiendo con los ojos—
-hasta luego-, y me alejé asustado.
El chino se quedó riendo. Al día siguiente cuando llegaba del colegio al medio día el chino me abordó otra vez para decirme:
-hoy me voy a bañar aquí, antes de almorzar-. Yo entendí. Como la casa era grande había un montón de baños y unos se quedaban afuera, separados de la casa por un corredor. A mí me gustaba bañarme ahí porque las regaderas eran enormes y uno se bañaba con mucha agua. Esos baños se quedaban un poco escondidos. Yo me fui a bañar luego y esperé que el chino apareciera para bañarse en el baño contiguo; apareció. Tocó la puerta de mi baño y ya estaba en pelotas. Entró. Me arrimó contra la pared y me besó en la boca. Comparado con él yo era pequeño.
Luego que me besó comenzó a morderme y a lamerme las tetillas y a mí me gustó mucho. Después me alzó y me mandó que abriera las piernas y que se las pusiera alrededor de la cintura. En esa posición comenzó a restregar su verga en mi culo. Mientras me besaba. Agarraba mis nalgas y de vez en cuando me nalgueaba. En esa posición comenzó a buscar mi ano para metérmela. Me mandó que me inclinara para atrás para tener ángulo. Él me sostenía bien pues era alto y fuerte. Localizó mi ano y me la metió. Así yo me quedé como si fuera un enchute. El chino comenzó el metisaca mientras me besaba y me mordía la cara. A pesar del agua que nos caía yo sentía como si estuviera ardiendo en fiebre. Y creo que lo estaba.
El tipo era sensual y bien cachondo. Parecía transpirar sexo por todos los poros. Para metérmela con profundidad me apretaba contra la pared. Yo sentía un placer por todo el cuerpo y era tan bueno que sentía como si me iba a desmayar. El chino me besaba y me metía su lengua, me mordía el labio, me lamía, me mordía las orejas. Es que era muy sabroso coger así.
El chino me cogía a contento un buen rato hasta que avisó que se corría. Me apretó contra su cuerpo, me mordió el labio mientras gemía como un perrito y se corrió. Me inundó el culo con un buen chorro de esperma. Teniéndola aún adentro yo también me corrí. Él me puso en el suelo. Voy a salir, me dijo. Ya sabés si querés que te la meta solo venite a esta hora a bañarte. Aha, le contesté. Me quedé un rato en el baño mientras me lavaba. Sentí el semen tibio del chino deslizar por mi ano. Yo tomé un poquito con el dedo y me lo comí. No quería lavarme. Dejé que el semen saliera despacito solo para excitarme con la sensación. Casi me enamoro de este policía. Por muchos meses solo en él pensaba y de vez en cuando dos veces en la semana el chino me cogía.
Siempre fue en el baño. Haciendo la posición de enchute y con mucho beso y mordidas. Nunca fuimos a ninguna parte. Y para el chino era solo eso. Sexo puro y puto. Cuando llegaron las vacaciones no fui más a la casa de mi tía. Al regresar supe que al chino lo habían trasladado para otra ciudad. Que rico cogía este policía. Era puro placer del bueno. Ah, estoy todo mojado recordando al chino.
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