¿Quieres ser mi amante?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morochouruguayo.
La puerta entreabierta dejaba observar disimuladamente la silueta de aquel cuerpo. Un moreno torneado, unos 182cm aproximadamente, solamente cubierto por un bóxer blanco. ¿Lo haría a propósito o simplemente descuidadamente se dejó ver? No lo sabía, lo cierto es que aquello me despertó una llama en mi cuerpo, entre deseo, lujuria, emoción, incluso incertidumbre de lo que ocurría.
El cuerpo se posó de espaldas dirigiendo su frente hacia la ventana y allí se quedó, Juan Carlos, sabía se llamaba el chico con el cual compartiría alquiler de mi apartamento.
Así, era el nuevo chico, tendría más o menos entre 26 y 30 años, no sabría decir, tenía muchas otras cosas en la mente como para pensar en su edad o a qué se dedica. Sólo tenía espacio en mi mente para contemplar aquel cuerpo de espalda ancha que mira disimuladamente a través de la abertura que deja la puerta sin cerrar. Alcanza a ver un tatuaje en la pantorrilla, parece un escorpión, no logre verlo muy bien. De pronto el tiempo vuelve a su curso normal cuando Juan Carlos hace indicios de darse vuelta, entonces seguí mi camino hacia mi cuarto.
Estando por abrir la puerta de mi habitación, escuché pasos que se acercan. Mi corazón empieza a latir fuerte, tal vez nervios, tal vez ansiedad, tal vez excitación; logré abrir la puerta, entré y me di vuelta justo para en ese momento deleitar de nuevo mi vista cuando veo pasar a Juan Carlos por el pasillo con la toalla ceñida a la cintura, con el torso desnudo que segundos atrás había deseado estar tocando, sentí que mi boca y garganta se secaron. Juan Carlos sólo me dirigió la mirada para decirme un “Hola” con una voz grave masculina pero que seguía siendo dulce. Sólo alcance a pronunciar un “que tal”, luego que pasó hacia el baño, sólo emití un suspiró y cerré los ojos por unos dos segundos. Justo en ese momento me di cuenta que Juan Carlos me devolvía una mirada mientras cerraba la puerta del baño. Como si fuera posible mi corazón aumentó la velocidad de sus latidos y la llama que había sentido segundos atrás se intensificó, recorría todo mi cuerpo, mi cabeza, mi pecho, mis genitales y hasta las piernas se sentían invadidas por aquel calor que invitaba al deseo.
Me senté en la cama y escucho como se abrió la ducha, ni por un segundo dejé de imaginar aquel cuerpo desnudo que estaba a una pared de distancia, mojando cada parte de él. En mi mente vi como la toalla se desprendía del cuerpo de Juan Carlos, como el agua caía sobre su cuerpo, como sus manos encontraban sus partes, las rozaban y acariciaban, como el jabón jugaba a besar su cuerpo. Sentí cómo la sangre bombardeaba en ciertas partes de mi cuerpo y poco a poco sentí como iba comenzando a tener una erección. De nuevo el tiempo quiso recobrar su curso normal, lo noté al escuchar que la ducha se iba cerrando, me imaginé al moreno saliendo de la ducha, con gotas en sus brazos, pecho y espalda, tomó uno segundos hasta que sonó la puerta del baño, escuché que se abrió y sentí los pasos de Juan Carlos. Nunca cerré completamente la puerta de mi cuarto, así que lo vi pasar de nuevo por el pasillo. Me invadieron unas ganas de poseer ese cuerpo. Estaba muy nervioso, sentía que mis manos temblaban, pero la excitación era más fuerte. Me levanté de la cama y me dirigí al pasillo cautelosamente, observé que de nuevo la puerta del cuarto de enfrente no estaba cerrada, la luz del cuarto formaba un ángulo en la pared del pasillo, la única luz que se veía en ese momento, salí al pasillo y me quedé mirando hacia el cuarto. Ahí estaba Juan Carlos, aun con su espalda mojada, debía ser futbolista o algo así, porque se le veían buenas piernas debajo de esa húmeda toalla, buscaba algo en el cajón de su ropero, sólo me limité a mirarlo de arriba abajo, sentí los genitales ardiendo de nuevo, ya no podía pensar con claridad, la respiración era entrecortada.
Al fin supe lo que buscaba Juan, un par de bóxer que tiró sobre su cama, sin darse vuelta se soltó la toalla, mientras se secaba pecho y cabeza dejó ver toda la parte trasera de su cuerpo, una amplia espalda marcada, un trasero formado y apetecible, unas piernas de encanto. Mis genitales se humedecieron, la excitación era bárbara, dejé de respirar por unos segundos, Juan Carlos se dio vuelta, lo contemplé con detención y deseo, mi mirada se posó en su miembro primeramente, subí y vi el pecho y abdomen de aquel hombre que parecía era justo lo que necesitaba desde hace tiempo. Esos segundos parecieron que duraron por mucho, cuando por fin logré subir la mirada y ver la cara de Juan Carlos se dio cuenta que lo miraba a la puerta, se quedó inmóvil pensando que no lo notaría, los ojos marrón claro parecían que lo miraban directamente a él, sentí miedo pero aún más excitación, no respiraba y el corazón se me salía del pecho, pero nunca dejé de observar con deseo aquel escultural adonis moreno de 182cm. Eché un paso para atrás como queriendo salir de su vista y justo en ese momento sonaron unas palabras que no sabría si escuchar u obviar: “¿Te vas a quedar ahí?” pronunció Juan Carlos.
Bueno mi asombro fue tal que me quede inmóvil, así que mi nuevo compañero de apartamento, tomó mi mano y me llevó a su cuarto.
Era evidente que se dio cuenta de lo que yo quería, y por lo visto también él.
Para mi asombro el chico estaba excitadísimo, un bulto apareció en su entrepierna y el chico me dijo, ¿ves? Ya estoy excitado
En la penumbra tan exquisita, cómplice de lo que estábamos por vivir en esa habitación, el me abrazo, pego su cuerpo al mío y enseguida me dio un beso, tal parecía que dos amantes se reencontraban después de varios días sin verse, me beso y acaricio la espalda detenidamente, yo lo besaba apasionadamente, después nos recostamos y estuvimos besándonos y abrazándonos muchos minutos, queríamos que eso no terminara, no teníamos prisa por pasar a otra fase, acaricie esa piel que se me brindaba, era tersa y estaba ahí, solo para mi el me abrazo y seguía besándome, pego su cuerpo contra el mío, y pude sentir una súper erección que el tenia, dura como la roca, de solo imaginar ese pene, sentía que mi sangre hervía a mil. Acto seguido le quite la toalla, pude sentir una verga dura como la roca, de unos 18 centímetros pero bastante gruesa y como el acero, seguimos besándonos y acariciándonos, el recorría con su lengua mi pecho, mis brazos mi boca, yo me dejaba, me desnude completo y lo abrace, sintiendo cada músculo, cada centímetro de piel, quería saborearlo, sin prisas, sin complejos, sin nada que nos lo impidiera, observaba su culo, era redondo, casi blanco, unas piernas bien proporcionadas, acaricie su culito, el me dejaba, sus besos llenos de pasión, tal parecía que quería fundirse conmigo en uno solo, el me dijo al oído ¡cogeme!… comencé a besar su culito, a disfrutar de él dilatándolo, aprontándolo para lo que se vendría. Un culito delicioso, apretadito, nalgas duras, me pusieron a mil.
Él gemía de placer por lo que más me alentaba seguir con mi labor, hasta que me dijo, basta te quiero dentro de mí. Lo puse boca a bajo, y comencé a penetrarlo dulcemente, le besaba el cuello, le decía cosas dulces al oído, el de vez en cuando, giraba y en un acto de elasticidad, lograba besarme en la boca, así estuvimos un buen rato hasta que mis deseos y calentura me vencieron y acabe dentro de él( obviamente con un condón que él me proporcionó)
Así me quede sobre el, lo besaba , le mordía la nuca, le besaba sus orejas, el se recostó en mi pecho, me besaba en la boca me acariciaba, así estuvimos varios minutos, abrazados, sintiéndonos, el me daba varios apretones al abrazarme, eso me hacia sentir como si quisiera aprisionarme para siempre, luego de varios minutos comencé a chuparle su verga, estaba súper gruesa y dura, muy dura, pero el quería un 69, así lo hicimos, disfrutamos de nuestras deliciosas vergas, de vez en cuando de su culito delicioso y él de mi culo, yo sentía una rica sensación, su lengua me dio mucho placer. Me dice ese culo es tuyo papi dame por el nuevamente, puse sus piernas sobre mis hombros y comencé a penétralo nuevamente, contemplaba su rostro lleno de placer y me decía; "que rico papito", eso me hacia sentirme súper, así estuvimos varios minutos sobre él, me apretaba contra él, acariciaba mi espalda, un chico hermoso y muy caliente me hacía delirar de placer como ya hacía mucho tiempo no me pasaba.
Cambiamos de postura y se sentó encima de mí, que placer por favor, comenzó a cabalgarme de una manera desenfrenada, y en muy pocos minutos los resultados fueron el mejor orgasmo que tuve desde hace mucho. Por primera vez vi acabar a alguien sin tocarse, me llenó con su leche espesa y caliente el pecho, acto seguido se tumbo sobre mí y nos fundimos en un gran beso.
Nos fuimos a la ducha, y mientras seguíamos besándonos y enjabonándonos uno a otro no podíamos dejar de darnos placer mutuo.
Así salimos de la ducha y me dice quédate conmigo esta noche, no me pude negar.
Lastima su confesión, me dice yo tengo pareja, tengo una relación de mas de un año, y si bien estamos teniendo algunos problemas sexualmente ya que no me completa 100% dado que mi pareja solamente es pasivo, lo amo y no tengo intensiones de dejarlo, te propongo que aprovechando esta cercanía de compañeros de apartamento seamos amantes, ¿qué decís?
Seguramente muchos de ustedes han pasado por mi problema, de pronto no puedes resistirte a los encantos de un hombre hermoso, al alcance de tu mano siempre listo para ti.
¿Quien se resistiría?
Espero sus comentarios y consejos, gracias.
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