Quiero mi calaverita… con Neto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Cojo.
Yo tenía 19 años y vivía con dos roomies bugas (heterosexuales).
Ellos eran primos entre sí y tenían 24 y 27 años.
El departamento gozaba de acceso independiente en el edificio y por esa característica, así como por lo amigueros que éramos tos tres, la casa siempre gozaba de la presencia de mucha gente.
Era raro que estuviera sola y los amigos de uno terminaban siendo los amigos de todos.
Por mi parte, mis roomies sabían que soy gay y sus amigos, cuando iban gradualmente enterándose, se sorprendían en su mayoría porque nunca he sido afeminado, a menos que esté joteando de relajo entre amigos.
Por aquel tiempo era más joven, cerca del 2010.
Blanco, cabellera y barba largas, desaliñadas y castañas como mis ojos, rostro afilado, velludo de piernas, brazos y pecho, nalgas pequeñas pero redondas y respingadas y una verga de 16 cm que lubrica mucho.
Algún día excepcional, en la víspera de día de muertos, en el depa no había nadie.
Entré a comer a la cocina y, en el refrigerador, había un letrero que decía “Si alcanzas, nos vemos en la casa de la Fica desde las 4 pm porque hicieron pozole para festejar a sus muertos”.
Salí de ahí y no me apuré.
Quise descansar y si no alcanzaba a ir a casa de la Fica, prefería quedarme a descansar y a reponerme para todas las fiestas que vendrían esos días.
Dormitaba cuando escuché un chiflido por la calle y que tocaban la puerta.
Me asomé por la ventana y era Neto, amigo de Alejo, uno de los roomies.
Ambos era choferes del transporte público de la ciudad.
Le arrojé las llaves a la calle para que pudiera abrir y subir al depa.
Así fue y se sorprendió de que la casa estuviera sola.
-Qué tranza, ¿por qué la tan sola la chancla?- preguntó el Neto.
-Parece que se fueron de peda con la Fica.
¿Quieres que vayamos?- terminé por preguntarse.
-No, chido.
Estaría perrón, pero tengo que llegar con la Paty a darle varo para que le pueda comprar cosas al morrito.
Más bien, al rato, si ella quiere, les caemos y, si gustas, aguántame y pasamos por ti.
Por ahora, me tocará chingarme namás contigo algo que traje para todos.
Mira, es de la cronic, me la roló un compa del trabajo- fue lo que dijo por último, mientras de entre sus ropas sacaba un guato de papel envolviendo una marihuana gomosa, púrpura y bien olorosa.
Entre ambos limpiamos la yerba y mientras tanto hablábamos de trivialidad sobre la vida.
En mi caso, sobre las vicisitudes de la universidad y él, apesadumbrado por no poder seguir estudiando, pues era de mi edad, me contaba lo complicado que era ser papá y lo terrible que se había vuelto su relación de pareja con Paty.
En algún momento preguntó por Daniel, que había sido mi última pareja durante unos tres meses y que, por cuestiones financieras, había vivido en ese depa algunas semanas y todos lo ubicaban.
Le contesté que todo bien y que de repente nos mandábamos mensajes para fantasear con coger, pero que seguramente no sucedería nada más que eso, en caso de que sucediese.
Le confesé que lo disfrutaba mucho.
Porque Erick me encantaba.
Me encantaba él y su verga.
Él y postura de sólo activo (aunque yo no fuera sólo pasivo).
Él y su verga siempre viscosa, siempre lista para penetrarme sin dolor pues lubricaba abundante como yo.
-¿Y qué se siente?- preguntó mientras encendía el porro.
–Qué se siente cuando te la meten.
No mames.
No me lo explico.
Cómo es que un vato siente rico si otro le mete la verga por el culo.
Paty se queja y dice que le duele.
Ni he podido.
Lo hemos intentado pero me manda a al verga y ya ni cogemos porque, cuando le estoy metiendo apenas la cabeza.
Grita y ya no se deja y se enoja.
Lo peor es que por el mono ya ni aprieta desde que tuvo al morro- dijo con frustración.
Le expliqué de varias maneras, mientras miraba sus ojos verdes y su cabello rubio brillando a contraluz por los rayos últimos del atardecer que entraban por la ventana.
Siempre me gustó y me esperé por darle varias respuestas de diferentes enfoques.
Una hasta poética.
Le dije que había varios factores que propiciaban una penetración con poco dolor y mucho placer, pero sí le aclaré que las primeras veces o luego de no hacerlo un rato es complicado y casi siempre doloroso.
–A mí me dolería menos que a ti, seguramente, porque no soy primerizo- le comenté como ejemplo.
Seguimos hablando al respecto mientras nos poníamos muy mariguanos porque la yerba era de primerísima calidad.
No íbamos ni a ala mitad del toque cuando ya sentíamos todos los efectos encima, incluida la risa y la hipersensibilidad.
En algún momento quise imaginar que en su pantalón amplio (de cholo) traía el pene erecto.
Yo ya estaba excitado pero era discreto porque no quería hacer imprudencias que lo alejaran de mí y los amigos.
Pero no dejaba de mirarle, tan guapo, alto y delgado, con esos brazos, donde se dibujaban 3 tatuajes.
Las preguntas eran muy íntimas y directas, como la que desencadenó las mayores bendiciones de esa tarde de descanso.
-Y tú, ¿cómo tienes la verga?- me dijo.
-Creo que chiquita- le respondí y concluí.
-Casi siempre la tengo más chica que mis amantes, aunque no todo el tiempo.
Los más amables dicen que la tengo normal.
Me mide 15 o 16.
-¿Y a ti?- no desaproveché la oportunidad.
-No sé.
Nunca me la he medido, pero me han dicho las morras que la tengo rica- fue lo que respondió cuando aún sin cavar de hablar, así sentado en la cama como estaba, simplemente bajó la cremallera de su pantalón y sacó una enorme verga con vellos amarillos y unas proporciones de 20cm aproximadamente, venuda, gruesa y cabezona, con la cabeza rojiza y brillante de tener la piel tan estirada.
Era una escultura porno viva.
Así completó.
–Mira de hecho hace rato que estoy bien mariguano y bien duro, cabrón; se me paró con la plática.
-¡No mames!- le grité.
–No hagas eso frente a un joto, ¿no ves que ya me estoy cayendo de hocico en ti, para que me des mi calaverita?
-Cámara wey, vamos a darnos la calaverita.
Haz paro.
No te vienes de hocico porque no quieres- concluyó.
A partir de entonces, no volvimos a decir palabra hasta que hubimos terminado de disfrutarnos, con varias sorpresas que nunca esperé.
Para empezar, saqué mi verga del pantalón, durísima y babosísima y lo invite a tocármela.
Inseguro, puso una ligera resistencia, pero después de insistir un poco me empezó a masturbar y yo a él.
Se sorprendía por mi manera de lubricar y a menudo se limpiaba la mano, hasta que le enseñé que eso servía para algunas cosas.
Con su mano, le puse de mi precum en su verga y suspiraba por la sensación de amabilidad.
Ahí, en un suspiro fue cuando aproveché para besarle, a lo que correspondió torpemente.
Bajé a su entrepierna y lamí sus huevotes pelones y sus ingles.
Me invitaba de su verga pero no la tomé de inmediato.
Las acciones de boca permitían que por fin me besara con seguridad y hasta con iniciativa.
Me percaté que era mío, cuando sin que le pidiera anda de ningún modo, me comenzó a besar el cuello, todo el rostro y me quitó la camiseta para besarme mejor.
Me desnudé y seguí con la ropa que le quedaba pues al verme, también comenzó de a desvestirse.
Por fin pude tocar con pasión y confianza ése abdomen con pelos amarillos y cuadritos definidos por su delgadez que tanto había deseado pero que antes sólo toque haciéndole golpecitos de camaradería.
Ya desnudes y abrazándonos, quise conducir su cabeza a mi entrepierna pero se resistió.
Así que bajé yo.
Creo que era lo que estaba esperando.
Apresó mi cabeza a su pelvis y me cogió la boca.
Era difícil por sus dimensiones pero, como buena puta, me la comí toda y sin hacer arcadas.
Cuando aflojó un poco los brazos, le tomé uno, me acomodé en posición fetal entre sus piernas.
Él permaneció sentado toda mamada que le di.
Con su mano volví a tomar precum de mi verga y lo conduje hasta mi culo para que me fuera lubricando y dilatando pues me había dicho que quería metérsela por el culo a su mujer y para eso estaba yo ahí.
Yo estaba en la gloria.
Sus falanges dedéandome y su mano cahqueteándomela.
Me tomé algunas confianzas y nunca puso objeción cuando intercalaba mis amamdas de verga con mamadas a sus huevos, ingles, abdomen y a su culo.
Sí, de cuando en cuando comía su culo por breves ratos para no asustarlo y sentía como se contraía para luego contraerse pero también dilatarse.
Me encantaba.
Olía y sabía a sudor pero no a suciedad.
-Voy a terminar- dijo, dejándome desencantado pues yo quería que hubiera más, pero no desistí pues ya así lo gozaba tremendamente; sé que lo dijo como advertencia, pero obviamente no hice caso.
Me pegué más a su verga y succioné.
No pude ver nada pero comí mucho delicioso y dulciamargo semen de macho con mujer que no lo hace feliz ni en la cama.
Seguí mamando su verga que perdía firmeza pero se mantuvo erecta y, al comenzar yo a masturbarme, para venirme, se recostó en la cama, al lado del mío, puso su cara cerca de mi pelvis, quitó la mano de mi verga y comenzó a mamármela.
Yo grité del placer y me dediqué a disfrutas.
Le solté su verga de mi boca.
Con su boca mamaba y con sus dedos me picaba el culo, con dos juntos.
Qué delicia.
Hubo un momento en que volví a su verga.
69 de dioses.
De repente, me hizo quedar bocarriba y él sobre de mi, pero me sacó la verga de la boca y se sentó en mi boca.
Me comí su culo y empecé a penetrarlo con la lengua.
Dejó de mamarmela pero yo no de comer su culo.
Mi verga chorreba aún más precum del que suele chorrear.
Se incorporó y sin decir una palabra, se sentó en mi verga mientras me veía a los ojos.
Me cuenta sacarme de la memoria todos los rostros que hizo.
El mayor y persistente fue de complacencia y complicidad.
Yo estaba muerto del placer con un culo virgen en mi verga.
Culo de buga que tenía la vergota re dura y apuntando al cielo, escurriendo precum que tomaba con mis dedos para comerlo.
Hacía yo como una abdominal de repente para mamar su vergota mientras tenía la mía dentro.
Pasaron los minutos y por fin me estremecí, a una altura en la cual él ya tenía confianza y se mostraba como un experto primerizo.
No tuvo reparos en comérmela todito, repara en la reta y retorcerse en ella.
Ni siquiera se avergonzó por gemir femeninamente y besarme cada que se sentía ansioso.
Yo había fantaseado con ser su puta pero no imaginaba que, primero, él sería la mía.
Saben cómo es eso.
No puede más.
Simplemente dije –me encantas- y acto seguido me vine abundante dentro de su culo.
Se dio cuenta de mi contracción y de mi quietud, y se pajeó con desesperación.
Al venirse, se sacó mi verga y se acercó arrodillado a mi boca, esperando que volviera a comerme su semen.
Por supuesto lo hice.
No sabía cuándo volvería a ocurrir.
Terminó.
Nos recostamos al lado del otro, en la cama, desnudos.
Besé con ternura su cuello, sus mejillas y su frente.
Lo abracé.
Terminé de disfrutarlo.
–Eres excelente, Neto, como nadie- a lo que sonrió y esperó unos minutos para responder.
-Lato- me invocó.
–Debo decirte algo, hace dos semanas tuve un fuerte pleito con Paty y me dijo que cuando se la amanecieron de fiesta aquí en la casa que yo tuve que trabajar de mesero, en la noche cogió con Teto y, en la madrugada, vino a meterse a tu casa y cogió también contigo.
-… Lleno de nervios quise titubear con él abrazado.
-Espera, no es un reclamo, wey.
Hay más y quizá tú sí tengas que reclamarme- así siguió mientras se volteó hacía mí unos pocos segundos y rapidísimo me besos en los labios para conluir.
–Cuando se nos bajó el coraje, le pedí a Paty que me contara detalles pues no podía creer que tú te la hubieras cogido y dijo que se lo hiciste como cuando yo era su novio, que la hiciste disfrutar mucho, incluso más que Teto esa noche- y se puso nervioso en el tono de voz- así que me quedé más prendido que sacado de onda y, la semana pasada que te fuiste a Tijuana vino Erick –a lo que asentí con la cabeza- y cuando todos estuvieron pedos y marihuanos, no venimos a tu cuarto a ver TV y nos mamamos las vergas; discúlpame.
-…no me debes disculpas, al contrario, perdóname a mí; estaba pedo cuando pasó con ella.
No sé qué decir- terminé de comentar cuando escuché que abrían la puerta de abajo.
Nos incorporamos rápido y terminamos de vestirnos para ocultar evidencia.
Saliendo a la sala, como en una reconciliación espontánea nos abrazamos.
–Para servirte.
-Wey, hagamos esto con Paty por favor.
Juntos los tres y hasta invitamos al Erick, nada más no le digas que estuve con ustedes- y terminó el abrazo porque llegaba la gente de la cena con la Fica.
Lectores, háganme saber si desean saber qué pasó con Paty, Erick y Neto.
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