Química y Arquitectura
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me dijo que me arrepentiría y tenía razón…
¿Cómo empezar un relato, que de alguna forma cuesta trabajo expresar? Y digo que cuesta porque lo que quiero contarles sucedió con el hermano de un gran amigo.
Mi compañero de escuela en la Universidad se llama Felipe y su hermano Aldo, los dos muy estimados.
Felipe y yo estábamos en la escuela de Química y su hermano en Arquitectura.
Aldo jugaba bien el futbol y por eso lo invitábamos a los partidos, pero a mí me gusta que fuera porque usaba unos shorts muy cortos y ajustados, que resaltaban sus nalgas y sus piernas, sin un solo bello.
No sé si se rasuraba o así eran, pero como se antojaban acariciarlas.
No era muy alto, pero si esbelto, apiñonado con su pelo relativamente largo.
Aldo era menor por dos años, e igual que nosotros rebosaban juventud y era gay, aunque yo no lo sabía en ese momento.
Siempre estaba acompañado de muchachas guapas, por eso también lo invitábamos a las fiestas y de verdad tiene un carisma que anima cualquier lugar donde esté.
No era muy guapo, pero tenía un rostro atractivo.
A mí me trataba un poco diferente que al resto de los compañeros, que convivíamos durante el día.
Yo lo atribuía a que Felipe y yo somos muy amigos.
Además que yo creía ser heterosexual pero me sentía atraído por su cuerpo y eso me confundía mucho.
Hoy en día me confieso como bi.
Aldo se daba cuenta y varias veces, jugando se pegaba a mi cuerpo y su trasero me lo apretaba contra mi pene y en dos segundo lo tenía erecto.
Sin embargo, al sentir mi vigor se separaba y yo quedaba rojo de vergüenza.
Pensaba que era juguetón pero poco a poco caí en la cuenta que era gay y tampoco sabía cómo acercarme.
Sucedió en una fiesta que nos invitó una compañera, un viernes en la tarde, por la salida a Toluca.
Fuimos un montón de cuates, pero poco a poco se fueron yendo.
Nos quedamos como ocho amigos, entre ellos Felipe y Aldo, y como no teníamos carro pedimos posada y nos aceptaron con mucho gusto.
Tenían como cinco habitaciones disponibles, en una se quedaron unas muchachas, en otra, Felipe, Aldo y otro compañero y en una más nos quedamos un cuate y yo.
No tenían camas, pero si varios sillones en que nos acomodamos perfectamente.
Nos quedamos en calzones y a dormir cada quien en su sillón.
Para esto, ya eran como las tres de la mañana.
Recuerdo que estaba clareando cuando sentí que me tocaban la entrepierna, de inmediato me incorporé, pensando que era el cuate con el que me había quedado y se me hizo muy raro, porque con el habíamos andado de cabrones varias veces y nunca pensé que fuera gay.
Cuál fue mi sorpresa, mi agradable sorpresa, cuando una voz amable me dijo ¡no grites, soy Aldo! Me quede inmóvil.
De verdad pensé que estaba soñando.
¿Qué haces? Dije en voz algo urgente, por la sorpresa.
Me dijo el muy coqueto, “me entretengo”.
Yo tenía el pene bien firme y los testículos húmedos, por lo que creo estuvo largo rato acariciándome y posiblemente hasta me dio sexo oral, antes de despertar.
Me intenté incorporar, pero él me siguió acariciando y mejor me quede cómodamente sentado.
Ya más tranquilo le volvía a preguntar qué estaba haciendo y ahora si me contesto que quería perder su virginidad conmigo.
¡Ah caray!, siempre había querido eso y ahora que era casi realidad lo negué.
Le dije que estaba acompañado, pero me aclaró que vio salir al cuate con el que me quede, posiblemente tenía frio y se cambió de habitación.
Aldo se dio cuenta y fue cuando decidió irme a buscar.
Ante su propuesta me quede pasmado.
El ambiente era tranquilo y privado.
Un joven deseable, con un cuerpo estético y fino me ofrecía sus nalgas, que tanto me llamaban la atención y yo no sabía que contestar.
Pinche impresión que debí haber causado.
La causa de esa incertidumbre era la amistad de Felipe y así se lo expresé.
Es tu hermano, imagínate que se entere, como nos vamos a sentir los tres.
Él me dijo que él no diría nada y todo dependía de mí.
Me seguía acariciando el pene y los testículos y yo estaba gozando esa caricia y seguía sin saber que contestar.
Finalmente se impuso la amistad y le pedí que me perdonara pero no podía seguir con esa situación estando de por medio su hermano.
Se levantó y me dijo que me arrepentiría, no en el sentido de amenaza, sino por el momento mágico que había dejado ir.
¿Saben qué?, tenía razón.
El siguiente lunes nuevamente en la escuela iniciamos nuestra rutina.
En la mañana tuve clase con Felipe y parecía todo normal.
A eso de medio día coincidí nuevamente con él en otra clase y cuando termino nos pusimos a platicar.
Sin preámbulos me comentó que Aldo lo puso al tanto de lo ocurrido el sábado anterior.
Yo trague saliva y me puse muy nervioso, pero me dijo que se sentía honrado por la amistad.
Y nuevamente sin preámbulos me dijo ¡cómo eres pendejo!, te lo hubieras cogido.
Me quede sin habla.
Le dije, ¡oye es tu hermano! Y me contestó con una realidad que llevo presente; pues sí, pero es una persona con necesidades que están más allá de la familia y no por eso deja de ser mi hermano ni lo voy a dejar de querer.
De haberlo sabido…
Me dedique a buscar a Aldo, y para mi sorpresa, bueno en realidad no era sorpresa, pues yo lo había rechazado, ahora él se alejaba, era frio y cortés, como normalmente nos comportamos con los extraños.
Pasaron vario meses, en lo que yo también deje de buscarlo y tenía razón de portarse así conmigo.
Perdí la esperanza de un encuentro.
Cuando descubrí que yo era bi, me relaciones con varios compañeros y compañeras con la misma orientación y me la pase muy bien.
Hasta que en una de tantas reuniones me encontré al añorado Aldo.
Nos saludamos de muy buena manera y conversamos largo rato de cualquier cosa.
El regreso con las personas que acompañaba y yo con los míos.
Cuando llego el momento de despedirnos, me busco y me dio un abrazo muy significativo y me dijo al oído; te sigo esperando ¿ya estás listo? Yo soy ligeramente más alto que él, así que casi me lo susurró.
El corazón me dio un vuelco.
Me despedí de las personas que acompañaba y me fui con Aldo, a un departamento que le prestaron.
Nuevamente solos y en un ambiente tranquilo y privado.
Me cuesta trabajo expresar las emociones que sentía.
Después de tanto anhelar, estaba a punto de tener ese cuerpo joven y penetrar esas nalgas estupendas.
Lo abrace y le di la vuelta para poder restregar mi pene en esas nalgas enloquecedoras y ahora no se separó, incluso las paraba para que pudiera gozarlas mejor.
Lentamente nos quitamos la ropa y pude acariciar sus piernas tersas.
Él se comportó de manera totalmente pasiva.
Se acostó boca abajo levantando levemente su trasero, para que pudiera penetrar mejor.
Me puso un condón y yo le puse lubricante.
Estuve largo rato acariciando sus nalgas y sus piernas, hasta que me dijo estoy listo.
Coloque mi pene exactamente en su entrada y empuje, primero suave y poco a poco más enérgico.
Aldo únicamente gemía.
¡Como goce y espero que Aldo también! Se movía de una manera experta y me daba apretoncitos como si quisiera exprimir mi pene.
Después de un tiempo maravilloso que se me hizo corto aceleré mi movimiento y Aldo se abrió más para que me pudiera venir bien y vaya que lo logre.
El seguía dándome apretoncitos hasta que me saco la última gota de semen.
¡Como lo disfrute!
Ya más tranquilos le reproche dulcemente su alejamiento y únicamente me respondió con una sonrisa.
Hoy en día casi no lo veo, pero por razones de tiempo.
Después de este encuentro hemos estado juntos pocas veces, pero siempre significativas y sexuales, muy sexuales.
Con Felipe hable y únicamente dijo que no lo fuera a lastimar.
Le comente que no tengo el pene tan grande, ¡no seas mamón! me dijo, ya sabes a que me refiero.
Claro que lo sé.
¿Fui su primera vez? No lo sé y de verdad no tiene importancia…
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