Raulito de 13
Un recuerdo de mi juventud en la enseñanza media o prepa..
La mente juega con uno… o por lo menos, conmigo. Basta con una palabra, un gesto, un olor, una imagen, y algunos recuerdos se abren paso desde quizá cuanto tiempo atrás.
Leyendo un relato en este sitio, me acordé de un chico de mi liceo que se llamaba Raul, que era muy afeminado, y de cariño las chicas lo llamaban Raulito. Ellas lo defendían de cualquiera que quisiera molestarlo, y como uno no quería enemistarse con las mujeres, todos lo dejábamos tranquilo… nunca supe de alguien que lo hubiera maltratado o siquiera hablado de mala forma. Para el tiempo en que les hablo, él estaba en primer año (con 13 años) y yo ya en cuarto (17 años), el último de la enseñanza media (o prepa) en Chile, mi país. El chico era bonito de cara, muy coqueto, regordete, y en las ocasiones que lo vi en clases de gimnasia, tenía un culo grande y piernas bien torneadas.
Cierto día, a la salida del liceo, Raulito se me acerca a preguntarme sobre Física, materia en la cual yo tenía buenas notas y los profesores siempre comentaban que les gustaba mi forma de resolver los problemas, porque demostraba que yo razonaba bastante para encontrar una solución… no solamente memorizaba.
El caso es que Raulito se me acerca y me pide ayuda pues su profesor me había recomendado para que lo ayudara. Le digo que no hay problemas, que puedo ir a su casa más tarde o él a la mía. En mi casa no había nadie porque yo era hijo único y mi madre trabajaba hasta tarde y lejos, así que yo estaba solo hasta la noche.
Raulito me dice que él prefiere ir a mi casa porque en la suya sus hermanos siempre estaban haciendo ruido y no dejaban concentrarse. Así que acordamos que a las 4 pm él estaría en mi casa… vivíamos relativamente cerca, así que no había problemas.
A las 4 pm, muy puntual, llega Raulito, vestido muy fresco (era comienzos de verano), con una sudadera blanca muy suelta y unos shorcitos azul claro pequeñitos. La verdad, se veía casi como una niña… al ser regordete, se le notaban una tetitas con pezones puntiagudos bajo la sudadera muy delgada, y con esos shorcitos se le veía un culo muy apetecible, aparte de que sus piernas eran lampiñas como de nena y usaba el cabello un poquito largo. Y como seguramente todos ustedes recordarán, uno a los 17 anda caliente todo el día, así que verlo y que se me parara la verga fue todo uno… y yo andaba en shorts de futbol también sin nada debajo (mucho calor), así que la erección se notaba desde lejos. Raulito me miró el paquete y luego a mis ojos, sonrió suavemente, y me saludó muy contento como lo haría una niña… me puso la cara para que lo bese, así que lo hice. Pasamos a la sala, nos acomodamos (y escondí mi erección bajo unos cuadernos) y nos pusimos a trabajar.
Raulito era muy inteligente y fue muy fácil que aprendiera a entender los conceptos que necesitaba, y también a saber cuando aplicar unos y otros. Como a las 2 horas de trabajar y practicar con ejercicios, voy por refrescos y comenzamos a conversar. Y después de un rato, me larga la frase:
- ¿Sabes? Eres muy guapo.
- ¡Gracias! – le digo yo -. Tú también eres un nene muy bonito.
- ¿Te gusto? – me pregunta extrañado.
- Solamente digo que eres bonito. Pero la verdad a mí me gustan las chicas.
- Sí – me dice -. Yo te he visto con varias chicas… eres muy mujeriego, parece.
- Bueno – le contesto -. No son novias, son amigas.
- ¿Y si te gustan las nenas por qué se te pudo dura la verga cuando llegué?
Uuuu… para tener 13 años, razonaba como alguien bastante más grande, lo que demostraba su inteligencia. Además, me hablaba como lo haría una hembra con un macho que desea conquistar. Entonces, sin yo darme cuenta, mi verga se empieza a poner dura de nuevo. Así que no me hice problemas, y le dije:
- La verdad, primera vez que me pasa… pero tú te ves como una mujercita, estás rico – le dije a ver si se cortaba.
Nada más lejos de aquello. Él pasó al contraataque… se para muy cerca mío, pone sus manos en sus caderas, me mira muy coqueto y sonriente, y me dice:
- ¿Y como sabes que estoy rico si no me has probado?
Ahí me di cuenta de que el chico era muy «lanzado», y que ya tenía experiencia pese a su corta edad. Entonces, la calentura me ganó, lo tomé de la cintura, lo pegué a mí para que sintiera mi verga en su pancita, y lo tomé como a una chica para besarlo. Él abrió su boca y me besó de vuelta… ya tenía experiencia, y parece que bastante.
Empecé a recorrer su cuerpo con mis manos, su culo primero… suave, grande, duro. Luego sus tetitas, con pezones muy puntiagudos. Raulito se agarró a mi verga como tabla de salvación, y la tallaba con mucha calentura. Ahí me di cuenta que Raulito tenía una erección, porque su shorcito tenía una pequeña protuberancia en la parte delantera… llevé mi mano derecha a su ingle, la metí dentro del pantalón, y encontré una pequeña verguita con pocos vellos, dura como piedra y un poquito mojada. Me recordó a una chica que tenía un clítoris más grande de lo normal y a la que le encantaba que se lo chupara. Así que pensé… ¿por qué no hacerlo igual? Entonces, le saqué la ropa, lo tendí en el sofá, recorrí su cuerpecito desde su boca hasta su ingle, y me metí su pequeño penecito en mi boca, con huevitos y todo, mientras lo acariciaba y metía un dedo en su culito.
El gemido de Raulito fue más femenino que el de una chica. Su verguita se puso más dura aun, y me di cuenta de que su culito ya había sido usado porque un dedo entró fácil, lo que me permitió meter un segundo y un tercero después, y él sólo suspiraba, gemía, y me acariciaba el cabello… hasta que me dijo que me la quería chupar.
Nos acomodamos en el sofá y quedamos haciendo un 69, pero con la diferencia de estatura (él como 1,50 y yo como 1,75 en esa época), ahora yo podía chuparle su culito, que afortunadamente olía bien a pesar de haber tenido 3 dedos adentro. En tanto, él me chupaba la verga como un experto, pasaba su lengua por mis huevos y gemía como una putita.
Sin decir nada, me levanto, lo acomodo en 4 patas, y apunto mi verga (que es gruesa y muy cabezona) a su agujerito, hago un poco de presión, y la cabeza entra de a poco, luego el tronco, me quedo quieto unos minutos para que se acostumbre (Raulito no decía nada, sólo suspiraba y gemía), y luego seguí despacio hasta tocar sus nalgas con mis huevos. Entonces, esperé otro rato, le pregunté si le dolía y me dijo que no mucho; entonces, empiezo a moverme poco a poco, suavemente. Esto lo había aprendido con una mujer mayor a la que le encantaba el sexo anal, y me había enseñado bastante durante unos 2 años.
Cuando estuvo bien acostumbrado, lo tomé de las tetitas y lo levanté contra mi cuerpo sin sacarle la verga. Quería hacer eso porque justo al lado del sofá donde estábamos había un mueble que tenía una puerta de cristal oscuro, que casi era un espejo, y yo quería ver como se veía Raulito cuando estaba ensartado. Y cuando lo vi, su imagen fue como un cuadro de erotismo puro… la diferencia de tamaños, mis brazos rodeando su cintura, sus ojitos cerrados, boca entreabierta como diciendo «oh» y su verguita goteando y apuntando al cielo… con esa imagen, aceleré el mete y saca, y mi leche fue a dar al fondo de los intestinos de Raulito. Y no sé si producto de lo mismo o sólo coincidencia, Raulito empezó a eyacular sobre el sofá, gimiendo y diciendo «ay, sí, sí, qué ricoooo… uy, qué ricoooo», mientras tiraba el culo hacia atrás, buscando que mi verga fuese más profundo.
Una vez que terminamos, nos quedamos unos minutos recobrando la respiración. Me dijo que era la primera vez que acababa sin tocarse y que no sabía que podía pasar (yo tampoco sabía), pero que no era su primera vez (eso ya lo tenía claro) porque un tío lo había iniciado 1 año antes.
- Pero – me dijo – ya no voy a querer que mi tio me lo meta. Quiero que solamente tú me lo metas.
- Yo encantado, Raulito. Cuando quieras, vienes a mi casa… casi siempre estoy solo.
Luego, fuimos a la ducha y nos bañamos juntos, donde yo le volví a chupar su verguita y él mi vergota… y volvimos a coger en el baño.
Y así fue… la visita de Raulito se repitió muchas veces. Cuando salí de la secundaria y me puse a trabajar mientras estudiaba mi carrera de noche, nos veíamos sólo fines de semana. Y ya para entonces le empecé a regalar ropita de nena para que usara para mí cuando teníamos sexo, ahora en mi departamento. No sé si el tío se lo habrá seguido cogiendo, pero yo tuve la suerte de tenerlo para mí por unos 2 años y medio, hasta que se enamoró de un chico de su edad. Aparte, yo también me había emparejado con una chica, así que mucho tiempo y mucha leche no había.
Espero que hoy esté feliz y que tenga quien lo ame… yo lo recuerdo con mucho cariño y con mi verga dura. Esa imagen en el cristal nunca se me olvidará.
Una experiencia maravillosa. Gracias por compartir.
Gracias por tomarte la molestia de comentar
Afortunado ese Raulíto, y que rico excitante tu relato amigo 🤤🤤🤤🤤🍆 también me llamo Raúl, quiero sentir tu verga 🤤🤤🤤