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Gays

Re encuentro

Somos desde que nacemos.

A veces uno comienza su sexualidad muy temprano, tan temprano que ni recuerda bien los inicios. Nada malo, nada oscuro, sin mayores, sin violaciones, sin pedos de ninguna clase. Comienza como un juego entre amigos, primero sólo toques, después bajarse los pantalones y apoyarse la pijita, después, bastante después, penetrarse con un miedo tremendo. Y luego de la primera penetración, todo cambia, esa palabra prohibida: «puto» ya resuena en tu cabeza. No te importa, porque sólo lo saben tu amigo y vos. Crecés y aprendés, torpemente, a mamársela, bebés tu primera leche, recibís tu primera preñada, y preñás a tu amigo. Va naciendo de a poco la libido y se van definiendo los roles. Besos?, no, ni en pedo, eso es de maricones. Y vos sólo sos puto.
Yo comencé así, Claudio  de forma parecida, tal vez, nunca me lo contó. Comencé con mi primo, como muchos. Con Juan, mi primo de mi misma edad, cogíamos todas las semanas, a escondidas, en su casa o en la mía. Siempre vuelta y vuelta, aunque, lo confieso, a veces yo le echaba un polvo  y Juan me echaba dos o tres. Y no porque no se me volviera a parar, sino porque me gustaba tenerla adentro. Me arrodillaba a chupársela y el calor y el sabor de su pija dura en mi boca me ponían tan loco que me bajaba urgente la ropa y le pedía por favor, casi le rogaba, que me cogiera. Abrirme las nalgas, sentir su escupida y ese dolor de su cabeza entrando en mi culo, me llevaba a las nubes.
Juan lo trajo un sábado a la tarde. Con Clau y Juan íbamos a la misma escuela, al mismo grado. Clau vivía a 5 ó 6 cuadras de casa. Yo ni me imaginaba que Claudio era puto como nosotros. Nos fuimos al galponcito del fondo de casa y empezamos. Primero de a uno, dos cogíamos acostados en el piso sucio del galpón y el otro se quedaba afuera para vigilar que no viniera mi vieja. Cuando fue nuestro turno, Clau no hizo la típica pregunta «quién primero», sólo se desnudó, se acostó sobre su ropa y se abrió las nalgas. Yo me arrodillé entre sus piernas y lo miré. Antes de Clau, además del culo de mi primo, sólo conocía dos o tres más, de otro primo y de algún amiguito esporádico del barrio. Cuando vi el suyo dije «wow, éste si que es re putito», lo tenía re abierto. Mi culo el de mi primo, los otros, eran una rayita cerrada, un asterisco. El de Claudio era un canalito que se metía hacia su interior. No le dije nada, apoyé las manos y se la clavé entera de una. Sus nalgas eran suaves, morenas, su hoyito tibio, blandito. Apenas gemía, apenas. Lo llené de lechita. Después Clau me la puso, un ratito, sin acabar.
Luego vino el trio, los trencitos, las mamadas. A Claudio siempre lo poníamos de locomotora, no se quejaba. Y yo, jeje, casi siempre en el medio, clavando su culo y recibiendo la de mi primo Juan, que siempre quería ser furgón de cola, y yo muchas veces lo dejaba…
Cuantas veces lo hicimos?, pocas, media docena? A veces con Juan, a veces los dos solos. Luego la vida nos distanció, distintas secundarias, distintos grupos de amigos. Claro, nos casamos, tuvimos hijos, tratamos de auto convencernos que eso sólo había sido un juego de nenes curiosos. Pero nunca es así, somos lo que somos y por más que las «reglas de la sociedad» nos llevaron a hacer la vida de un «hombre normal», dentro nuestro amordazábamos el deseo de vivir nuestra verdadera sexualidad. Estar acostado con otro hombre, sobarle la verga, apretarle las nalgas, comerlo a besos y dormir en cucharita con el dueño de ese culito depilado que guarda tu semen. Amanecer sintiendo como te dedean el culo y dejarlo hacer, o que te despierte la deliciosa sensación de unos labios de macho mamándote la pija.  Pero bueno, es la vida.
Yo me quedé viviendo en Q, cerca de la casa de mis viejos. Claudio se fue a vivir a la costa. Pasó el tiempo. Hasta ese día. Yo justo pasaba delante de la casa de sus padres y lo vi en la puerta. Había venido a pasar unos días con los papis ya medio jovatos. Nos saludamos, nos pusimos a charlar, todo formal claro. Uno nunca sabe si el otro va a aceptar un comentario sobre ese pasado oscuro.
Al otro día vino a casa a tomar mate con su esposa. Las mujeres pegaron onda rápido. Todo lindo, todo amable. En un  momento las mujeres salieron a comprar alguna cosa para cenar los 4. Nos quedamos los dos solos en el patio, compartiendo los últimos mates lavados.
Adentro mío se dispararon los recuerdos, se dispararon esos deseos nunca dormidos y siempre siempre siempre reprimidos ¿Qué hacía? ¿Me animaba y le decía algo? ¿Me arriesgaba a su rechazo?, ¿quizás a su insulto?, a su «¿pero qué me decís Lucas, estás loco?». Recuerdo que lo miré, Claudio estaba serio, mirando el piso. Me animé.
-A veces recuerdo nuestra infancia-, Me miró serio, más serio aún.
-Si, a veces yo también- Traté de no desbarrancarme.
-Vivimos cosas muy lindas, aprendimos muchas cosas-
-Si, Lucas, me acuerdo-
-A Juan hace años que no lo veo…- Me miró a los ojos, me pareció que temblaba. Y bueno, me tiré a la pileta. Puse mi mano sobre la suya. No me la retiró.
-No me puedo olvidar Clau, de lo que hacíamos en el fondo de casa, lo tengo clavado en mis recuerdos-
-Yo también Lu, siempre lo recuerdo-, se puso rojo, -siempre me mojo al recordarlo-
Nos paramos, nos abrazamos y nos dimos ese beso, la primera vez que yo besaba a un hombre, la primera vez tal vez que Claudio besaba a un hombre. Lo miré sonriendo, con una felicidad que me brotaba del alma.
-Soy puto Claudio-
-Soy puto Lucas- Mi pija empezó a reaccionar, mis manos bajaron a sus nalgas. El ruido de la puerta de calle nos devolvió a la realidad.
Esa misma noche, por supuesto intercambiamos wsp y acordamos crearnos un tlgm para evitar quilombos de celular con las brujas.
No perdimos tiempo, inventamos una salida al otro día y nos fuimos de cabeza al telo. La verdad, los dos estábamos cagados en las patas, eso de entrar al telo con otro hombre me ponía, nos ponía, re nerviosos. Pero nuestro deseo de volver a ser lo que siempre fuimos, era mayor que cualquier miedo.
Apenas bajamos del auto en la cochera privada del telo, nos enroscamos en un beso enorme, profundo, largo, un beso que nos debíamos desde hacía como 20 años. La verdad, tuve que contenerme de no bajarle la ropa y cogerlo ahí nomás sobre el capot del auto antes de subir a la habitación.
Mientras subía la escalera me quedé detrás suyo, quería ver su orto, pero su pantalón amplio no insinuaba nada. Le metí un manotazo.
-Ay, paraaaa-
-Si, perdón-
Nos paramos al borde de la cama, nos abrazamos y nos volvimos a besar como para devorarnos. De nuevo mis manos bajaron a sus nalgas. Se apartó un poco, me cubrió la boca con su mano y me dijo «esperá». Se desnudó en un segundo, tiró su ropa en el piso, se acostó arriba de su ropa y se abrió las nalgas. Miré la cama king vacía, lo miré desnudo acostado en el piso como cuando éramos pre púberes, la máquina del tiempo retrocedió 20 años y fui otra vez el pibe putito que se cogía a otro pibe putito. Voló mi ropa y me arrodillé entre sus piernas abiertas. Vi su hoyito enorme, mucho más dilatado de como yo lo recordaba, sonreí. Como aquella vez, no le dije nada, apoyé las manos y se la clavé entera de una. Sus nalgas eran suaves, morenas, su hoyito tibio, blandito.
Claudio se quejó.
-Ay, ay, ahhhhhh, cómo te necesitaba Lucas!-
Comencé a bombearlo, su cola lubricaba enormemente, busqué sus pechos y le arranqué otro gemido. Seguimos en silencio como cuando éramos pibes, pero ahora mis gruesos 19 cm lo taladraban mucho más que el pijín que tenía entonces, y cada vez que lo clavaba a fondo, Claudio no podía evitar el gemido. Lo llené de leche en pocos minutos, y como entonces se la saqué apenas terminé de acabar. De su agujero abierto salió mi semen y una cantidad increíble de moco rectal que fueron a enchastrar su buzo, que estaba debajo de su cadera. Me quedé arrodillado entre sus piernas mirando mi pija, como cuando era un púber. Reaccioné, volví a la realidad, lo tomé de la mano y nos fuimos a la cama. Nos abrazamos fuerte.
-¿Te gustó Clau?-
-Ay, Lu, fue lo más hermoso que me ha pasado en mucho tiempo-, sonreí
-Pero vos sos bien putito, ehh?, tu culito está reabierto, se ve que te comen la colita seguido….-
-No Lucas-, me dijo serio, -desde que dejamos de coger con Juan y vos, nadie más me la metió, en serio. Antes cada tanto me la metía algún pibe vecino de casa, pero cuando me empezaron a comer ustedes, corté con todos. Y después, con la secu, y el miedo a que mis viejos se enteraran, no cogí más. Sos el primero que me la pone desde aquella última vez los 3 en el galponcito de tu casa-
-Pero Clau, estás re-abierto-
-Mi culito siempre siempre me pidió. Nunca dejé de meterme cositas, Lu, de pibe deditos y alguna cosa que encontraba en casa. De grande ya me fui comprando juguetes- Pensé en mi culo, no fui como Clau, pero nunca dejé de dedeármelo para masturbarme, el que la prueba nunca la olvida.
-Y ahora que vas a hacer?-
-¿Ahora?, quiero tu pija Lucas, quiero tu leche, que me hagas sentir lo puto que soy cada vez que podamos-
Su pija estaba aún dura, no era grande pero tampoco un maní. Era mi momento. Le di un pico y me fui a acostar al piso sobre su ropa. Me abrí las nalgas y le dije: «vení». Lo vi bajar de la cama masturbándose, apoyé mi mejilla en el piso y esperé.
De pronto esa añorada tibieza en mi ano!, de pronto ese primer empujón, vi las estrellas. Desde los 15 que nadie me cogía. Con el segundo empujón  no pude dejar de gritar.
-Ay, Claudio me estás partiendo. Porfa fijate si con las toallas nos dejaron crema enjuague. Lubricame porfa- sentí mi culo liberado del malvado intruso y unos segundos después sentí los dedos de Claudio untándome, miré hacia atrás y lo vi arrodillado poniéndose crema enjuague en la pija. Esta vez de una me la mandó a guardar. Dolió, pero sabiendo lo que viene después, ¿a qué puto le importa? Volver a sentir el peso de un hombre sobre mi espalda, sentir esa carne caliente dentro de mi culito, sentir sus bolas chocando en mis nalgas. Mmm, fue demasiado, apenas se engrosó la pija de Claudio dentro mío, acabé como loco sobre el ya enchastrado buzo de Claudio, y casi al mismo tiempo sentí, al fin, el calor de la leche de un hombre en el fondo de mi culito.
-No la saques, no la saques-, le pedí agitado. Clau sólo comenzó a besarme suave el cuello.
Así quedamos un rato, en silencio, disfrutándonos como los dos putos que éramos.
Nos sacó del ensueño el aviso por los parlantes, en 15 minutos se acababa el turno. Primero tratar de sacar toda la leche y el jugo rectal del buzo y secarlo con el secador de pelo. Después bañarnos entre besos y toqueteos.
-A vos ni una gotita se te salió-, me dijo Clau mientras me jabonaba la raya.
-Y bueno, si me embarazaste hacete cargo- reímos.
En el viaje de regreso, organizamos horarios, la bruja trabaja y yo hago mucho home office, así que planeamos para coger en casa toda esa semana que aún se iba a quedar en lo de los viejos.
Al otro día a las 9 ya me tocaba el timbre. Fuimos directo al dormitorio, directo nos desnudamos, directo apoyó su pecho en la cama, con los pies en el piso y el culito en el borde, por supuesto, sus manos abriendo sus nalgas para mostrarme su tesoro.
Ni saliva. a fondo y a hacer crujir la cama. Claudio se soltó y comenzó a gemir, yo comencé a decirle cosas calientes. Ya no éramos los pibes putitos, éramos los dos hombres gay re cogiéndose. Le di unos chirlos, lo mordisqueé suave las orejas. Lo di vuelta para ver su cara de putito gozando. Me extraño su pija casi dormida. Se la mostré, sin dejar de bombearlo.
-Qué pasa Clau, no te gusta?-
-No Lu, gozo tanto de mi culo, lo siento tanto, que ¿para qué quiero la pija? Anoche no pude coger a mi mujer, no se me paró, sólo quiero verga, rompeme el culo Lucas, rompeme el culo!-
Cada bombeada de mi pija le sacaba de dentro jugo rectal abundante, tuve miedo que mancháramos algo y mi mujer se diera cuenta. Tenía que hacer algo.
-A ver Clau, agarrate de mi cuello- Lo tomé de las nalgas y lo alcé ensartado. Cogimos caminando por el dormitorio, lo apoyé contra una pared y lo destrocé a pijazos, Clau no podía parar de gemir. El jugo de su culo ya había empapado mi pubis y mis bolas, había que hacer algo. Abrí como podía la puerta del dormitorio y cogiendo y besándonos fuimos hasta el baño, se la saqué sobre el inodoro, un chorro de moquito salió, como si antes que yo se lo hubieran cogido media docena de machos. Lo hice agachar contra la pileta y se la volví a clavar. Los dos enloquecidos, los dos gritando. Lo llené de leche, nos abrazamos  y nos llenamos de besos.
Esa semana fue intensa, no sé cuantos polvos le dejé dentro. El me hizo ver las estrellas un par de veces y las dos veces acabé sin tocarme. Pero se terminaba. Planeamos, planeamos, planeamos. Ya somos amigos nuevamente, vamos con mi mujer a su casa de la Costa algún finde todos los meses, a veces voy solo porque vamos «a pescar». En la costa casi no hay telos, pero las cogidas que le doy a Clau entre los tamariscos son increíbles.
Las brujas por suerte no sospechan nada. El «problemita» de Claudio se solucionó con la pastillita azul, si no se la toma y no se imagina que lo estoy cogiendo, no se le para cuando tiene que garchar a la bruja. Y, como su calentura es poca, tarda como 40 minutos en servirla, con lo que su jermu está re feliz de las cogidas largas que le da el marido. Conmigo en cambio, cuando a veces me coge, la tiene dura como piedra y sin pastilla.
¿Qué le podemos hacer?, Somos putos desde chicos, vio?
174 Lecturas/14 mayo, 2025/0 Comentarios/por discretomf
Etiquetas: amigos, amiguito, gay, mayor, mayores, recuerdos, trio, vecino
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