Realmente no fue en contra de mi voluntad…
Un travesti es atrapado en una redada por un policía, al cual convence de llegar a tener sexo, si lo deja librre..
Realmente no fue en contra de mi voluntad…
Desde que mi padre me sacó de casa por ser como soy, no tuve más remedio que abandonar los estudios, y con la ayuda de algunas otras chicas, como yo, fui poco a poco realizando algunos cambios en mi apariencia.
Para poder sobre vivir, al poco tiempo ya estaba haciendo la calle, como dicen mis hermanas, y nuestras primas las putas.
Al poco tiempo ya tuve el suficiente dinero, para hacer que crecieran mis senos, y entre otras cosas, aprendí a maquillarme, eso sin contar el sin número de pastillas anticonceptivas que ya me he tomado.
No, para no salir embarazada precisamente, lo cual sé que es imposible, sino que como son a base de estrógeno, o sea la hormona femenina, tanto mi piel, mi cabello, así como mis caderas, todo mi cuerpo y voz, han ido adquiriendo una apariencia más femenina.
Yo me encontraba en la avenida principal, ya a eso de las veintitrés horas, cuando comenzó el corre y corre, la policía que por lo general hace sus redadas mucho más tarde, esa noche como que adelantaron el reloj.
Yo que no es la primera vez que me veo envuelta, en ese tipo de situación, salí corriendo en dirección a un seguro escondite, bajo una escalera.
En el cual hay una pequeña puerta, la que conduce a otra escalera, que dan a unos almacenes, la cual después de cerrada da la impresión de que no hay nada.
Lo cierto es que entré, me escondí y por un largo rato permanecí calladita, sin hacer ruido alguno, procurando escuchar lo que pasaba fuera.
Cuando entendí que ya todo el desorden producido por los policías había pasado, de la manera más discreta que pude salí de mi escondite, y no había terminado de dar unos cuantos pasos.
Cuando de momento frente a mí, apareció, ese policía moreno, alto, y fornido, con cara de pocos amigos, domo dirían los chicos, más feo que una patada, en una bola, a medianoche, en medio de un callejón oscuro.
Tontamente traté de escaparme de sus gruesas y fuertes manazas, pero fue inútil, aunque no son muy altos, los tacos que estaba usando, no me permitieron correr como yo hubiera querido.
Por lo que cuando me agarró con fuerza por mi larga cabellera, no me quedó más remedio que dejarme arrestar, entre otras cosas, por faltas a la moral, exposición pública, prostitución, resistencia al arresto, en fin, todo lo que se le pudo ocurrir.
Yo sin dejar de llorar le pedí que se compadeciera de mí, diciéndole que, si me volvían arrestar, la fiscal había jurado que me encerraría por un buen tiempo, en una de las peores cárceles del país, para que supiera lo que era bueno.
Y todos saben lo que les sucede a las chicas como yo, cuando caemos presas, en esos lugares.
Aparte de que nos obligan a ser la mujer de cualquiera, incluyendo a los guardias penales, y que le mamemos sus miembros, nos maltratan, nos cortan las nalgas, o la cara, en fin, casi somos algo menos que esclavas.
Al grado que algunas chicas terminan suicidándose, no sé, pero a medida que le fui diciendo todo eso, como que vi en su feo rostro, algo de compasión.
Y fue cuando le dije. “Mira mi amor, si no me metes presa, por todo el tiempo que tú quieras haré lo que tú desees.”
Él se detuvo de golpe, miro en todas las direcciones, pero sin soltarme el cabello, mientras revisaba mi cartera me preguntó agarrando mis pastillas anticonceptivas, me preguntó que droga era esa.
Rápidamente y fingiendo una sonrisa, le explique de que se trataba, luego volvió a ver en todas direcciones, y volviendo sobre nuestros pasos, me llevó directo, a las escaleras, en donde yo me había escondido.
Ya dentro me indicó que tratase de convencerlo de no llevarme presa, por lo que yo desde ese instante, puse mi mayor interés en complacerlo a él.
Así que me quité la blusa y quedando con mis tetas apenas ocultas por el sostén que usaba, comencé a acariciar su cuerpo, dirigiéndome directamente a su gran verga, que apenas coloqué mi mano sobre ella, se armó rápidamente.
Yo le fui poco a poco quitando parte de su ropa, dejando que él me acariciara el casi todo mi cuerpo, así lentamente sin mucha prisa, él me chupo mis parados senos, mientras que yo dejaba que también me acariciara mis paradas nalgas.
Gimiendo de verdadero placer cuando sentía sus gruesos y toscos dedos sobre mi piel.
Luego me puse a lamer y mamar toda su verga, la que sentí que llegó al fondo de mi garganta, y pienso que, de haberlo querido, seguramente lo hubiera hecho acabar dentro de mi boca, pero la verdad es que deseaba sentir su cosa bien adentro de mi culo.
Algo que me gustó y mucho fue que no le puso la menor atención a mi miembro, no me comentó nada, para él era como que, si no existiera.
Ya que ni tan siquiera, como otros tipos, que después de que hablan muchas pendejadas, burlándose de mí verga, al momento de enterrarme las suyas, parece que no pueden aguantar las ganas de agarrármelo.
Pero en medio de aquella oculta escalera, comencé a sentir como su tremendo miembro, se abrió paso sin problema alguno dentro de mi cuerpo, yo comencé a mover mis caderas, como nunca antes lo había hecho.
Yo quería que él realmente quedase súper satisfecho y después me soltase, esa noche en la escalera lo hicimos de todas las formas y maneras posibles, y en todo momento, disfruté como su verga entraba y salía por el hueco de mi culo de manera gloriosa.
Hasta que finalmente se vino dentro de mi cuerpo, apretándome fuertemente con sus gruesos brazos, y algo que me sorprendió fue el enorme beso que me plantó en mi boca, dejándome paralizada.
Después de eso me pidió mi dirección, y después de vestirnos, al salir a la calle, me dijo que pronto nos volveríamos a ver que me cuidase, no sin antes volver a plantarme otro rico beso en mi boca.
Ya hoy en día no hago la calle, una conocida de mi policía, administra una casa muy especial, en el que como soy la única chica con verga, mantengo una clientela que siempre procura por mí….
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