Recuerdo de Adolfo, Un extraño.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Adolfo, un joven que llegó a nuestra casa para estar con nosotros unos días, hasta que se resolviera su situación de residencia. Él contaba con 15 años, piel clara, de buen tamaño, algo grueso, cara fina, es decir simpático, nalgas duras y grandes. Yo rondaba los doce años, de piel morena, estatura acorde con mi edad, delgado, buenas nalgas (grandes y firmes).
No las pasábamos jugando mucho, mis hermanos mayores que yo y él. Solíamos jugar a las escondidas, a los policías y ladrones, la ere y correteábamos por toda la casa. Nuestra madre no trabajaba en la calle pero algunas veces salía a hacer diligencias y nosotros quedábamos a cargo de mi hermano mayos quien era de la misma edad de Adolfo. Pasábamos mucho rato de juegos.
Un día nuestra madre sale al mercado y nos indica que no debíamos salir de la casa, nos indica que juguemos dentro de nuestra casa. Al retirarse mamá, todos nos pusimos a jugar de policía y ladrones, corríamos por toda la casa, nos montábamos en las camas para no ser atrapados, nos metíamos debajo de las mismas, en fin nos divertíamos mucho. En una oportunidad Adolfo era el policía y bebía atraparnos, mis hermanos más grandes que yo lograron escabullirse del acoso de Adolfo, pero al yo montarme en una de las camas de un cuarto que fue a donde me pude dirigir, él me logra alcanzar y tumbarme en la cama y colocarse encima de mí. En ese momento sentí algo duro su pene y él hacía presión sobre mis nalgas de manera fuerte y delicada a la vez, yo al sentir aquello, pude notar que mi corazón se aceleró de inmediato y me asusté un poco. Él a notar mi sobresalto me dejó y se quedó montado en la cama boca abajo, presumo que su pene estaba erecto y no quería ser descubierto por mis hermanos. Trascurrió el juego y no logró o no quiso alcanzarme de nuevo. En las noches compartíamos con él la habitación, a él le tocaba dormir conmigo ya que yo era más pequeño y cabíamos los dos en mi colchón. Esa noche yo estaba inquieto y sentía algo de susto pero al mismo tiempo quería que Adolfo se acercara a mí, ya de madrugada cuando estaba dormido, me desperté porque me sentía mojado en mi culo y pensaba que estaba sucio, cual es mi sorpresa que al pasarme la mano siento el pene de Adolfo durísimo y él al notar que yo estaba despierto me susurró al oído “Queda tranquilo y verás que te gustará, yo no era tan inocente ya había tenido contactos con un primo y eso me gustaba.
Él al darse cuenta que yo no me retiraba de su lado me abrazó por la espalda y fue cuando sentí el calor de aquella pieza que me rozaba mi raja con cierta furia. Me tomó de las caderas y comenzó hacer fuerza con mis nalgas hacia si, al sentir en mi culito la presión de aquel miembro, sentí algo de dolor y no pude evitar ahogar un quejido en las sábanas, él al notar mi dolor se quedó tranquilo pero sin retirar su miembro de la entrada de mi caverna, así estuvo un buen rato, yo sentía que cada vez más tenía llena de líquido mi raja y se sentía muy resbaloso, al desaparecer el dolor comencé a sentir nuevamente como mi adonis se hacía espacio dentro de mi agujero, fue así como después de un buen rato logró meter aquella tranca, él sobaba mi espalda y besaba mi cuello y orejas.
Comenzó un mete y saca que me volvía loco, de repente se quedaba quieto con todo lo que le daba adentro de mí su palo y luego volvía a moverse con suavidad, en algunos momentos me tocaba mi pene que ya estaba por explotar y al tocarlo metía con mayor fuerza su pene dentro de mí. No puedo decir que tiempo duró todo aquello, en un momento yo me descargue cuando el tocaba mi pene y sentí que hizo presión hacia dentro de mí en lo mas profundo y sentí el golpe de los chorros de semen que entraban hasta en mis tripas, fue un momento de mucho placer, al rato lo sentí salirse de mí y quedamos como muertos del cansancio. Al amanecer yo desperté temprano antes que mis hermanos y fui al baño porque me sentía lleno por dentro y al sentarme descargué toda aquella leche y noté hilos de sangre en la misma. Adolfo se fue de nuestra casa unos tres días después pero me cogió desde esa primera noche hasta que se marchó, mas nunca supimos de él. Aun siento ese dolor de su primera embestida, como si lo estuviera haciendo hoy. De eso hace más de 30 años.
Espero le giste este relato. Gracias por leerme.
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