Recuerdos
Hola, soy del norte de México, y quiero contarles unos recuerdos que tengo de ciertas vivencias que tuve..
Yo tenía como 8 o 9, y no sé por qué tenía mucha curiosidad de ver un pito que no fuera el mío, tenía tanta curiosidad que un día se me ocurrió enseñársela a unos compañeros, en pleno salón de clase, a ver si ellos también me la enseñaban a mí, y funcionó. Desde ese día y por lo que restó hasta que terminamos la escuela empezamos a reunirnos en los recreos para vérnoslas, casi siempre era sólo eso, pero a veces también nos las tocábamos y un par de veces se las chupé.
En una de esas ocasiones, estábamos solos yo y el más pingón de todos nosotros, (que se llamaba Marcelo, era delgado, algo más alto de estatura que mis demás compañeros y la tenía como el doble de grande que el resto de nosotros. Además de él sólo recuerdo con claridad a otros dos: uno se llamaba Paul y era muy delgado y algo pequeño de estatura, con el pelo muy corto, casi rapado; el otro se llamaba Jordi, era moreno, de complexión normal, y llevaba un corte de pelo tipo hongo. A ambos se las chupé, pero con vivacidad sólo recuerdo cuando se la chupé a Jordi, y lo salado que me supo; y que siempre quise que Paul también me la chupara a mí, pero nunca lo hizo), nos las estábamos tocando, y de repente me preguntó que quién me había enseñado, y yo le respondí que nadie, por que era verdad, yo lo hacía por curiosidad natural, pero no le devolví la pregunta, y hasta mucho después, (a partir de esa pregunta y recordando que a veces decía cosas como «vamos a hacer mañas» o que le gustaba también hacer cosas que involucraban el trasero, principalmente frotarse trasero con trasero, cosa que nunca me llamó a mí la atención, y en general nada que involucrara ningún trasero), caí en cuenta de que quizá él sí tenía «maestro» y si le hubiera preguntado quizá lo hubiera podido conocer, aunque no puedo estar del todo seguro por que en ese entonces yo también hacía algunas cosas raras y sin influencia de nadie como meterme plantas o tierra adentro del pellejo de mi pito, o notar que a veces me salía sebo y ponerme a olerlo.
La verdad yo siempre quise tener algo con un mayor, (por que instintivamente sabía que debían tenerla más grande y mejor, y si el pito de Marcelo me gustaba tanto, no puedo ni imaginar la fascinación que hubiera sentido ni lo loco que me hubiera puesto si hubiera podido tener a mi disposición en aquel entonces una gran verga de macho completamente desarrollada, que además de ser objetivamente grande, al yo ser pequeño, sería colosal para mí), pero no se me dio nunca, por ejemplo, yo ya hacía esas cosas con mis compañeros cuando un día vi a un señor que iba pasando afuera de mi casa, y se me ocurrió hacer lo mismo, se la enseñé para ver si él me la enseñaba a mí, pero sólo me regañó y me dijo «guárdate eso».
También tenía un vecino que era bastante viejo, el vecino de enfrente, que me daba miedo y que parecía querer algo conmigo, por que a veces me daba dinero, que no sé por qué yo aceptaba y que realmente luego simplemente lo tiraba, no lo ahorraba ni lo gastaba, y a veces invitaba a toda mi familia a comer en su casa, pero mis padres por suerte nunca aceptaron, y una vez, para ver su reacción, lo vi que iba pasando por afuera de mi casa, y me puse a orinar en una parte donde él pudiera verme, y tal como imaginé se detuvo a observarme, y me dijo una cosa que no recuerdo, yo terminé rápido y me fui a donde ya no podía verme, y desde entonces mejor ya nunca volví a aceptar nada de él, ni me permití estar cerca de él.
Por esa misma época tuve algunos roces con algunos primos, más o menos de mi edad, que no frecuentaba mucho, ya que sólo los veía en vacaciones, pues ellos vivían en el pueblo de donde era originaria mi madre, y con ellos hacía casi lo mismo que con mis compañeros, aunque con mis primos llegué un poco menos lejos. También recuerdo un pequeño incidente: estando en casa de mis abuelos paternos, pude ver cómo mi padre, sentado en un sillón de la sala, se la sacó del pantalón e hizo que mi madre se la tocara.
En la secundaria también tuve algunas experiencias, aunque no llegué a tanto como antes, en ese tiempo a dos de mis compañeros (uno se llamaba Luis y tenía cejas gruesas, era moreno y algo robusto y fornido; el otro se llamaba Ramiro y era bastante delgado y su piel era algo rosada) se las tocaba, pero sólo por encima de la ropa, y ellos fueron los que lo empezaron todo, bueno, uno de ellos, Ramiro, una vez sí se la sacó del pantalón y se la toqué directamente, pero sólo eso, y recuerdo además que él mismo también me contó que conocía a mi viejo vecino, el que me daba miedo. Había además un profesor, de Mecánica Automotriz, (se llamaba Salvador, era algo robusto, varonil, de facciones recias, con cejas gruesas, barba y bigote), que veía que siempre me acosaban diciéndome que yo era joto o cosas así, y a veces se unía, y una vez, en el último año, me dijo aquello de «Traes chicles», «no», «¿y este paquete?», y me tocó ligeramente la entrepierna por encima del pantalón, yo me quedé helado y no hice nada más que reírme, no sé si fue una forma que él tuvo de tratar de que pasara algo, quizá yo hubiera podido contestar «¿y qué tal el suyo, profe?» y tocárselo, pero no me animé, aunque me hubiera gustado, pero con el que no hubiera dejado pasar una oportunidad así si se me hubiera presentado, habría sido con el conserje, que me gustaba mucho, le decían Checo y era moreno, masculino, delgado, usaba barba y bigote, y se llevaba bien con el profesor Salvador.
Por esos tiempos, estando yo en el pueblo de donde era mi madre, fui a pasear al monte que estaba cerca de la casa de mis abuelos maternos, y habiendo ya caminado considerablemente, y viéndome solo por aquel paraje, empecé a jalármela, pero de repente, vi a un hombre montado a caballo, yo seguí en lo mío, pero el hombre empezó acercarse a mí, y mejor lo dejé y empecé a caminar para irme de ahí.
En la prepa sólo me pasó un par de incidentes con unos taxistas, ambos viejos, uno me parecía desagradable y el otro no, aunque ambos me hicieron sentir incómodo: el primero, el desagradable, me llevó de mi casa a la prepa, yo siempre me sentaba en los asientos de atrás, pero me dio una excusa para no permitirme hacerlo y me dijo que me sentara en el asiento de copiloto, yo tenía prisa así que acepté, me trató de sacar plática, y como lo notaba raro, me reía de nervios, y él al verme tan risueño me preguntó si estaba ebrio, también me acarició la pierna, y cuando me dio el cambió me acarició las manos; el otro me llevó de la prepa a mi casa, en esa ocasión sí me senté atrás, pero tambien me trató de sacar plática y lo noté raro, y también acaricio mis manos y me dijo que parecían manos de pianista, y cuando ya íbamos llegando cerca de mi casa lo noté muy interesado en saber cuál era exactamente mi casa, así que me bajé algo antes de llegar y me puse a deambular un rato por allí para despistarlo por si me estaba viendo o siguiendo.
Y en la época de la universidad tambien me pasaron otros dos incidentes: el primero fue que por una cantina que yo pasaba en mi trayecto para llegar a la universidad, un hombre un día se me acercó, me tendió la mano y me dijo «veo que todos los días pasas por aquí», yo sólo no le tendí la mano, lo ignoré, no contesté nada y le saqué la vuelta, y traté de no volver a pasar por allí; el otro fue que un día yo iba pasando por un taller mecánico que no está lejos de mi casa, afuera del taller había varios hombres, parecían borrachos, varios de ellos me hablaron y querían que fuera con ellos, no sé por qué pero percibí una enorme tensión sexual en el momento, luego uno de ellos, con una botella de cerveza abierta en la mano, se me empezó a acercar, y yo hice lo mismo que con el otro: le saqué la vuelta, cruzándome al otro lado de la acera, aunque muy en el fondo hubiera querido saber qué hubiera pasado si hubiera ido con ellos.
Esas son básicamente todas las experiencias que he tenido, por que conforme fui creciendo fui siendo más consciente de los peligros inherentes a las experiencias sexuales, como las enfermedades venéreas, lo cual me frenó de buscarlas. Aún así, la verdad es que en el fondo aún siento un enorme deseo de probar por fin la verga de macho.
Cuéntenme, si ustedes me hubieran conocido siendo pequeño, ¿qué hubieran hecho conmigo?.
Muy buena recopilación de situaciones. Y respondiendo a tu pregunta, yo no habría hecho nada que tú no quisieras hacer o que te hiciera 😉
Si me encontrara ahora siendo un maduro con un niño de 11 años deseoso de mostrar su pito, me las arreglaría para acercarme, dale confianza, que me lo muestre, empezaría por mostranos ambos los pitos. Luego lo tocaría, que el me toque a mí, poco a poco. Finalmente un día empezariamos a usar nuestras bocas, hasta convencerlo que si se desnuda es mejor, usaría mi boca para abarcar ese pito pequeño y esos huevitos, acercandome a hoyito. Solos unos toques de mi lengua, hasta que te acostumbres y pidas más, luego hundiría mi lengua en ese anito virgen. Hasta que finalmente prometiendo que te va a gustar más me abriría camino en ese ano con mi pija. Me imagino ese culito lampiño, abierto con mi leche saliendo. Escribeme a mi correo, está en mi perfil y seguimos morboseando.