Recuerdos de mi vida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo nací en un hogar desunido pasando necesidades desde muy tierno niño, mi papá dejó a mi mamá cuando yo tenía 4 años y mi hermano quedó de 2 años de edad, mi mamá nos mantenía con lo poco de dinero que mis abuelitos nos daban, y con lo que mi mamá lavaba y planchaba ropa ajena, las vecinas le decían que había parido a dos hermosos niños blanquitos, por esa época usábamos sandalias, trusa y remera zurcida, la pasábamos mudando de arriendo
Al tener seis años escuchaba que los enamorados de mamá tocaban por las madrugadas la puerta de la pieza humilde donde arrendábamos, las camas estaban separadas por unos biombos de madera junto al fogón de cocina de la época, el vecino Armando era el que más frecuentaba la cama de mi mamá en las altas horas de la madrugada, escuchaba el sonido la madera y los gemidos que hacían, me acercaba viendo con cautela cómo el tipo estaba montado desnudo con ese pene peludo que entraba y salía en la vagina de mi mamá con las piernas bien abiertas puestas sobre el hombro del tipo, también cuando la cogía en cuatro arrodillados en la cama moviendo los senos adelante y atrás, una noche mi mamá se dio cuenta que los miraba, de un golpe me mandó a dormir sin chistar, a esa tierna edad ya observaba el sexo me enteraba de lo que era, los domingos eran especiales porque mamá nos dejaba en la mañana en casa de los abuelos y cuando nos iba a ver al caer la tarde nos traía comida con dulces.
Cuando tuve siete años fuimos a vivir a otro cuarto de arrendamiento, el lugar era más grande, salía a jugar con Leonardo el hijo del portero que tenía mi edad, Francisco era el hermano de Leonardo ya era mayor de edad, nunca se me borrará de la mente cuando Francisco entraba en mi cuarto aprovechando que mi mamá iba de visita a conversar con las vecinas en otros cuartos, me hacía jugar a las luchitas con mi hermano en la cama, le decía a mi hermano que saliera a buscar donde estaba mi mamá dándole golosinas, Francisco me tumbaba sobre el colchón como de costumbre, corría la trusa quedando bien descubierto mi pene se sacaba la trusa mostrándome su pene peludo haciéndolo pasar por mis piernas y estómago, Francisco tocaba mi pene con las manos muy suavemente yo miraba que apenas se me entiesaba, me besaba alocadamente mis muslos y piernas diciéndome que las tenía hermosas, subía a besarme las mejillas, el cuello y la frente, lamía mis orejas, mordía mis labios, me hacía cosquillas en los testículos en ese momento era cuando la cabeza de su pene recorría frotando mis testículos y parte de mi pene, después me hacía dar la vuelta sobre el colchón y eso era rico cuando pasaba el pene entre mi culo, todo era tan rápido que me hacía señas que no dijera nada de eso que hicimos, Francisco se retiraba y yo me quedaba sentado por un instante arreglándome la trusa oliéndome el dedo que lo pasaba por mi culo, después de un rato Francisco de lejos hacía señas que guardara el secreto.
Cuando Francisco se encontraba solo en su casa me llamaba me hacía sentar en su cama, se ponía a hurgarme el pene dentro de mi trusa lo sacaba y se ponía a olérmelo y a lamérmelo cubriéndolo con saliva, mi pene se entiesaba en muchas veces, nos quitábamos siempre la ropa a medio cuerpo me daba las órdenes de acostarme boca abajo en la cama, cerraba mis ojos cuando sentía esa frotada de los dedos por mi culo luego los pasaba por mi nariz, todas las veces pasaba el pene en mi culo con su olor corporal sobre mi cuerpo, su pene me ocasionaba un pequeño dolor en el culo que reaccionaba tratando de hacerme a un lado, siempre me decía que me estuviera quieto porque el juego estaba por terminar y me daría un regalo si me dejaba, aceptaba resignado aguantando un dolor un tanto más fuerte que las otras veces, a pesar de todo pujaba y gemía suplicándole que ya me dejara, me aliviaba pensando que ya no pujaría más al tener su cuerpo encima cuando sentía el liquido seminal que se deslizaba en mi espalda, otras veces lo dejaba por fuera de entre la raja de mi culo o en mis muslos, giraba viendo alejarse el cuerpo de Francisco con el pene entiesado con todo su tronco mojado que lo agitaba sacando semen de la punta, yo me limpiaba por detrás, me vestía y salía de su cuarto con alguna golosina.
Me encontraba jugando con Leonardo dentro del cuarto, mi mamá no estaba y mi hermano dormido en su cama Francisco se acerca para decirle que su mamá lo llamaba, no tardó en irse mi amigo para que Francisco y yo estuviéramos sentados muy juntos en mi cama masturbándonos, en eso Francisco de un tirón me corre el prepucio, el dolor que sentí fue grande que hasta me hizo llorar, alcancé a ver lo rojo amoratado de mi glande descubierto que de solo tocarme con el dedo me dolía muchísimo igual que cuando la tela de la trusa me lo rozaba, pasé varios días con el pene inflamado, tuve que decirle a mamá que lo había estado hurgando, el boticario de la esquina me curó riéndose de lo que me había pasado, ya con mi glande descubierto me gustaba que Francisco me masturbe muy rico pero al correr el tiempo mi mamá empezó a sospechar y Francisco se fue alejando de mi.
Ya contaba con once años, mis abuelitos decidieron que viviera en su casa, me acomodaron un cuartito, después de la escuela los acompañaba a vender mercadería recorriendo las calles, de vez en cuando en la semana mi mamá me visitaba por las noches, los fines de semana llegaban mis tíos con mis primos, me detenía a contemplar ese amor de padres y esposos, envidiaba el cariño que mis tíos les daban a mi primo Luis y mis otros tíos a mis primos Mariana y David, siendo yo el primer nieto de mis abuelos era el líder de juegos con mis primos, cuando estaba a solas o acostado en mi cama ensalivaba los dedos los pasaba por mi culo y por mi glande luego los olía, tuve esa manía por mucho tiempo y se la pasé a mis primos, los acostaba a filo de cama boca arriba, les corría las trusas agitándoles los penes y cuando estaban tiesos me arrodillaba a chuparlos y lamerlos posteriormente los ponía a los dos frente a frente para que se abracen uno encima del otro, les hacía frotar los penes entre sí o culo con pene, muchas veces los sentaba con la intención de correrles apenas el prepucio y olerles ese característico aroma de pene, les mostraba mi pene les pasaba por sus labios y hacía que orinemos juntos, me limitaba a rozarles el pene por el culo con cuidado que mis tíos no se den cuenta.
Mi primo Luis visitaba la casa, le gustaba despertarme, bostezaba y estiraba mi cuerpo, de la pereza se me puso tieso el pene poniéndose la trusa de punta, corría mi sábana para que Luis lo viera, deslizaba mi trusa a las rodillas masturbándome el pene, Luis se bajaba el short y la trusa sujetándose el pene lo acercaba hacia donde estaba tomándolo del culo acercando el pene a mi nariz para olérselo y lamérselo, después lo metía a Luis en mi cama frotándonos el pene y el culo, una de aquellas veces sentí su pene metido entre mi culo y esas frotadas que me daba por detrás aumentaban mi deseo.
Hubo tiempos en que Luis se quedaba a dormir en casa de mis abuelos y compartíamos mi cama, me gustaba poner la espalda de Luis sobre mi pecho frotándole el pene por el culo lo sentaba para que moviera la cintura con el culo sobre mi pene parado otras veces lo ponía en cuatro o a filo de cama frotándole el pene y se lo metía a lo que aguantaba, otras veces Luis me chupaba el pene, en esas cogidas de las que Luis se dejaba me iba sintiendo otro pues ya no era orina lo que botaba después de cogerlo ahora me salía del pene un liquido transparente con orina, en las frotadas que le daba en el culo con mi pene sentía un hormigueo en mi cerebro la piel se me ponía de gallina, me vino un gusto en el que mi cerebro hormigueaba con mi espalda de esa sensación me salieron los primeros chorritos de semen y así fue que todo mi pene se mojaba de semen y se hacía más rico frotárselo por las nalgas también se hacía rico deslizarle el pene mojado de semen por el culo de Luis, por ese tiempo ya contaba con más de trece años y mi pene crecía al igual que el de mi primo Luis hicimos el amor por mucho tiempo con mucha cautela.
Tiempo después conocí a Fernando, un sobrino político de mi tío que fue a vivir con Luis por un tiempo, fue con quien compartí desaforadamente el sexo descubriendo en Fernando un ser excepcionalmente especial.
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