RECUERDOS DE UNA DÍA DE VERANO INOLVIDABLE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Yolmar.
¡Hola a todos! antes que nada quisiera decirles que esta es la primera vez que publico una de mis tantas experiencias en el vasto mundo homosexual, haciendo hincapié en esta anécdota que marco parte de mi vida. He de presentarme, mi nombre es Álvaro tengo 19 años, en cuanto a lo físico mido 1.73 m, peso 62 kg, una contextura delgada, de piel morena clara cubierta por un manto ligero de vellos en casi todo el cuerpo, si bien no soy un galán de cine considero que tengo una belleza superior a la media, soy gay aunque sólo pocos lo saben, a los ojos de los demás soy un chico heterosexual como cualquier otro; como dice el título de este relato son en estos momentos que rememoro los acontecimientos que he vivido en mis cortos años de vida, específicamente con Miguel, el coprotagonista de mi relato, el cual dejo gran huella en mi vida sexual y personal.
Desde temprana edad, me di cuenta que me llamaban la atención los hombres, pero no cualquier tipo de hombres, a mí me gustaba observar a señores maduros y si tiene el cuerpo cubierto por vellos, mucho mejor; cuando estudiaba en la secundaria, nunca me fijaba en mis compañeros de escuela, yo prefería observar a mis maestros (con el paso del tiempo sería uno de ellos con quien tuve mi primera experiencia sexual, aunque por ahora no viene al caso) y a los papas de mis compañeros, especialmente si eran velludos y de cuerpo imponentes, me fascinaba ver sus brazos peludos y esos vellos que sobresalen por el pecho me hacían delirar, pero sobretodo el mirar esos paquetes que se adivinaban en sus entrepiernas; así pues fue creciendo en mi interior la curiosidad de observar desnudo a un hombre maduro y sobretodo de sentirme entre sus brazos; en esta ocasión quisiera contarles lo que viví con hasta ahora el mejor amante que he tenido, Miguel, con cual tengo una gran amistad, pero debido a que me mude a una ciudad aún más lejana de la cual lo conocí, ya no he podido verlo otra vez en persona, pues por la web nos seguimos viendo.
He de narrarles cómo fue mi experiencia con este hombre maduro, el cual conocí por medio de las redes sociales en uno de esos tantos portales para encontrar ligues y encuentros sexuales.
En esos días tenía 18 años, si bien contaba con algunas experiencias en el mundo gay, no eran tantas como para considerarme “experimentado” en esta vida. Era un día entre semana del pasado verano, no recuerdo si bien un martes o un miércoles, esperaba que cayese la noche para entrar en línea y encontrarme con este hombre, al cual desde que conocí por medio de fotos y webcam me atrajo mucho por tener las características físicas que me encantan en un hombre (alto, moreno, velludo y con una rostro de macho genial); además que yo también era de su agrado.
Llego el momento, Miguel se conectaba desde ciudad I (a unas 4 horas de la ciudad donde vivía). Me comento que vendría a Ciudad T (donde residía hasta el año pasado) el fin de semana próximo, y que quería aprovechar esa oportunidad para conocerme en persona, ya después conversar (claro, cómo si sólo eso buscáramos los dos). Me pareció muy buena oportunidad de tener a tremendo macho junto a mí; sin perder el tiempo acordamos como sería nuestro encuentro para el día que él llegase a ciudad T.
Transcurrieron los días con normalidad hasta que cayó el sábado. Desperté con algunas ansías por la proximidad del encuentro tan esperado. Salí de la cama con rapidez, tome la rutina de higiene diaria, tomando énfasis en mis áreas genitales y en la limpieza de mi culo, tomé un jugo y me aliste con premura, para no perder ningún segundo de este fin de semana tan planeado.
Aprovechando que mi familia había salido de viaje por unos días, pude disponer del día completo sin explicaciones. Salí con incertidumbres y algunas dudas de mi casa, ¿será realmente tan bueno en persona como en fotos? ¿Le agradaré tanto como él a mí? ¿Y si pasa algo fuera de lo planeado? ¿Si me ven con este hombre por las calles?, dudas que se fueron quedando atrás con cada paso que daba hacía el encuentro.
Mientras caminaba para tomar el servicio de transporte, recibo una llamada, era Miguel, quien se comunicaba para poder quedar el lugar donde nos veríamos. Viendo su número en la pantalla de mi móvil, volvieron a surgir las dudas y temores, pero decidí no perder esta oportunidad, pues tal vez sería la única que tendría con este ejemplar. Respondí, una voz gruesa me saludaba muy cordialmente y se presentaba:
– Hola Álvaro, soy Miguel, ¿cómo estás?
– Hola Miguel, muy bien gracias, por lo visto ya estás en ciudad T (¡qué gran deducción!)
– Así es, llegué ayer por la noche… Ahora estoy desayunando y quería saber si te puedo ver.
– Claro, yo estoy por tomar un bus hacia el centro de la ciudad
– ¡Genial!, te veo en la plaza central entonces
– Ok, te encuentro ahí
– Te estaré esperando
Se acercó el bus, me subí con ansías para llegar a el encuentro de mi vida. Mientras estaba sentado en el bus, no podía pensar más que en el encuentro con Miguel. “Estación central”, escuche decir al chofer del bus, era mi punto de bajada. Bajé raudamente y caminé rumbo hacia la plaza central de la ciudad. Al llegar ahí lo vi. Estaba parado junto a un poste, con unas gafas negras que ocultaban sus hermosos ojos marrones, con un cigarro en la mano para calmar las ansías del encuentro (no sólo yo era el único ansioso), con unos pantalones cortos y un polo algo gastado. Era realmente mucho mejor de lo que aparentaba por fotos.
Camine en dirección hacia él. Al tenerlo casi al frente lo saludé:
– Hola Miguel
– ¿Álvaro?, hola amigo, un gusto poder verte (podía ver a través de esas gafas que yo también le cause mejor impresión que la virtual)
– Igualmente, ¿y qué tal el viaje?
– Agotador, pero ya me repuse en la noche… ¿Te parece si tomamos algo mientras conversamos?
– ¡Claro que sí!
– Pues vamos
Nos dirigimos hacía una cafetería conocida de ciudad T, pedimos unos jugos con algunas tostadas para amenizar nuestra charla. En ella conversamos sobre cosas triviales, mientras que poco a poco en ambos surgía ese deseo de estar en una cama teniendo sexo apasionado y delirante.
– (Miguel) Debo admitir, que me causaste una gran impresión desde que te conocí… Ahora puedo ver que gran bocado conseguí
– (Yo) ¿Así? Pues veamos si yo puedo decir lo mismo
– Pues mejor compruébalo… ¿Te parece si continuamos esta conversación en la habitación de mi hotel?
– Ya te estabas demorando en decirlo… ¡Vamos!, no perdamos tiempo
Miguel pagó la cuenta en la cafetería, salimos juntos rumbo a su hotel, que se encontraba a un par de cuadras de la plaza central. En camino hicimos bromas intrascendentes cuyo objetivo era calmar las ansías mutuas. ¡Y llegamos!, el hotel tenía buena fachada. Al entrar me dijo: “Espera aquí un momento, mientras pido la llave de la habitación”, como era de esperar, Miguel se había hospedado en un hotel heterosexual… Pasados algunos minutos, salió de recepción y me dijo: “Ven, ahora nos toca subir hasta mi habitación”
Cada paso por los escalones iban aumentando las ansías de cada uno por el otro. Llegamos al cuarto piso, donde estaba su habitación. Entramos en el cuarto. Era una habitación grande con alfombra en el piso y una cama amplia.
A penas entramos, Miguel cerró la puerta y me volteó, para estamparme un beso salvaje en los labios. Al terminar dicho ósculo, pude ver las facciones de su cara, tenían un rostro masculino con unas ligeras ojeras, unas pequeñas entradas, una barba de unos 3 días sin afeitar, una sonrisa hermosa y un aliento a menta (pues en el camino consumió algunas para quitarse el aliento a cigarro).
Con la luz diáfana que entraba al cuarto por las ventanas puede apreciarlo mejor. Miguel contaba con 38 años, muy bien conservados, con un porte tan varonil por sus 1.82 m, un cuerpo formado con la piel bronceada por el sol, ya que trabaja en una mina, y lo mejor era ese monte de vellos que cubría todo su cuerpo; pero volvamos al relato, Miguel me tenía entre sus brazos mientras me miraba fijamente:
– No sabes cuando esperaba este momento, me gustaste mucho desde que te conocí. Me preguntaba cuando tendría a tan hermoso joven en mis brazos
– Pues tú también me gustaste mucho desde que te vi, he de confesarte que esperaba este momento desde hace mucho
– ¡Qué bien!, entonces aprovechemos todo el tiempo que disponemos y déjame disfrutar de todo tu exquisito cuerpo
Terminando dichas palabras vuelve a besarme apasionadamente, mete su lengua en mi boca rebuscando cada parte de mi ser con la fuerza de una bestia. Me dejo la sensación que hubiera pasado horas en dicho beso, pero cuando uno está tan excitado el pasar del tiempo se hace muy lento (bueno en mi caso); sin dejar de apartar sus labios de los míos, me fue llevando hacia la cama; al llegar al borde se apartó y sonriendo me dijo:
– No quiero perder más tiempo, quiero hacerte mío… Hacerte sentir lo que ningún otro hombre te ha hecho sentir
Quise responder pero puso su dedo sobre mis labios, mientras me guiñaba un ojo. Se fue sacando el polo y pude ver ese pecho tan exquisito, con unos pectorales marcado cubierto por una selva de vellos negros. No pude evitar que mi verga se pusiera dura ante tal vista. Cosa que Miguel notó, sonriendo me preguntó:
– ¿Te gusta lo que ves?
– Claro, porque crees que me empalmé con tanta rapidez
Dicho esto, pude darme cuenta que su verga también estaba dura, luchando con sus shorts y su ropa interior por liberarse y dejarse ver ante su joven espectador.
– Como te darás cuenta no eres el único, que esta situación le pone a mil
– Puedo verlo… Sin embargo, me gustaría sentirlo ¡ya!
Terminó de sacarse sus shorts, quedando sólo en ropa interior muy apretada para su definido abdomen y que decir de ese miembro grande que se vislumbraba debajo de la tela. El cuarto quedó en silencio mientras ambos nos veíamos fijamente, el prácticamente desnudo mientras yo con una camisa y unos jeans algo apretados.
– Aun con esa ropa encima, te ves delicioso
– ¿Qué tal si me ayudas a quitármela y me aprecias más íntimamente?
Dicho esto, se abalanzó sobre mí, tumbándome sobre la cama. Me besaba con ansias retenidas, a la cual yo también respondí con pasión. Con esas manos experimentadas fue deslizándose por las curvas de mi cuerpo, desabrochándome la camisa y liberando el cinturón, para despojarme de mis jeans. Pasados algunos minutos de besos apasionados, ya estaba en igualdad de condiciones que Miguel, sólo con mi ropa interior ocultando mi culito del miembro de tal animal que comenzaba a ser poseído por la lujuria y la pasión.
Por ratos en mi memoria pasaban escenas de una película porno que había visto días antes, en la cual un hombre maduro algo parecido a Miguel, enterraba sin piedad su enorme verga en el estrecho culo de un joven (¿pasaría eso conmigo?)
– Quiero tenerte ya mismo, hacerte el amor gozando de ese culo tan exquisito que tienes.
– Pues primero, yo quiero probar esa verga tan rica que se te ve
Lo tumbé sobre la cama y con las manos fui quitándole su ropa interior, se dejaba llevar por mí; al terminar de quitarle la trusa pude ver esa verga erecta, que alcanzaba unos gloriosos 19 cm, con un grosor bastante grande que mi mano no alcanzaba a cerrar. Lo fui moviendo de arriba abajo, en movimientos circulares hasta llevarlo a mi boca; cuando hice esto se pudo escuchar un gemido sostenido por parte de Miguel.
– ¡Ooooh! Esa boquita me hace llegar al cielo
– Eso que sólo es mi boca
Lo tenía embrujado, lleno de locura, empecé a recorrer su verga con mi lengua pasando desde el glande hasta el tronco de ese miembro, con mis manos acariciaba esos huevos, de vez en cuando se lo apretaba para escucharlo gemir y retorcerse de placer a mil. Pasados varios minutos de sexo oral que le estaba dando, se incorpora súbitamente, se desprende de mi ropa interior y me vuelve a besar mientras me acariciaba por todos lados, yo me retorcía del placer, pues sus manos recorrían mi cuerpo con tanta pasión que mi mente se puso en blanco de placer; me llenaba de besos y mordidas, Miguel estaba como poseído cuando empieza a tocar mis nalgas y mi verga, me mordía el cuello y me decía que me iba hacer gozar y sentir como nunca, y vaya que lo hizo; empezó a besar mi cuello, mis orejas, bajando por mi pecho, mordía mis tetillas, mis caderas, era increíble, desde ese momento yo solo dejaba escapar pequeños gemidos y gritos ahogados, él sabía lo que hacía, mientras era yo, el que estaba vez se dejaba llevar; estaba a mil.
Se detuvo, me puso en cuatro sobre la cama, abrió mis piernas y clavó su cara en mi trasero, debo admitir que a pesar de tener experiencias sexuales anteriores, esta era el primero beso negro que me hacían, su barba causaba un sensación adicional, fue increíble, Miguel era un experto, me tenía al borde de la locura con esos movimientos magistrales de lengua; después de unos minutos de intensos lengüetazos en mi ano, empezó a introducirme un dedo, a lo que yo pegue un respingo:
– ¿Qué paso? ¿Acaso te duele?
– No, lo que pasa es que me tomas por sorpresa, de hecho ya quiero sentir tu verga
– Y yo ese culo tan rico y apretadito
Miguel pasó a ponerme dos dedos, y yo cada vez más excitado; besaba mis rodillas, mordía mis muslos, era fantástico, en eso sentí como retiraba sus dedos y se ponía un preservativo, para luego colocar su verga en la entrada de mi ano.
– ¿Estás listo?… Te voy a hacer gozar como nunca
Dicho esto empezó a ejercer presión; por la posición en que me encontraba (en cuatro sobre la cama) no podía ver ese rostro poseído por la lujuria, sólo escuchaba sus gemidos mientras me iba penetrando poco a poco; comencé a sentir algo de dolor, aunque no era mi primera vez con un hombre, si lo era con una verga así de gruesa en mi culo que es estrecho.
– ¡Aaaaayy!
Solté un ligero grito debido al dolor que me causaba era verga gruesa, pero Miguel no me dejó liberarme tomándome por los hombros.
– Tranquilo, ya voy por la mitad
Al escuchar esas palabras sentí desfallecer, pero el deseo de tener a tremendo macho dentro mío ganaba en mi mente. Sentí como Miguel empujaba con toda su fuerza clavando su verga completamente. En ese momento unas cuantas lágrimas empezaban a salir, Miguel pareció no notarlo ya que se aferraba mis caderas con fuerza.
– ¡Qué culo!… Eres toda una delicia Alvarito
Yo mientras aun sentía más dolor que placer hasta que sacó su verga; me volteó para verme la cara, me tomó de las piernas y las puso sobre sus hombros, pude ver ese rostro transformado por el deseo y la lujuria. Mientras me agarraba con una mano el tobillo derecho con la otra sujetaba su verga y la direccionaba hacia mi ano. Es ahí cuando la volvió a meter, sentí su pelvi contra mis nalgas, todos sus 19 cm estaban dentro, otra vez, recostó su pecho peludo sobre el mío y empezó a besarme la cara, los ojos, los labios, recorría mi cuerpo mientras me repetía que era increíble, que tenía un culito divino y que solo sería para suyo.
– Claro Miguel, es todo tuyo
Le decía, mientras lamía los rezagos de mis lágrimas, de ahí me comenzó a doler otra vez, porque Miguel cruzó su brazo izquierdo por debajo de mi nuca, casi aplicándome una llave de lucha, y así como me tenía sujetado y con su verga clavada hasta el fondo, empezó a empujar hacia adentro, como si quisiera entrar con todo y cuerpo, yo obviamente empecé a gritar; puso la otra mano sobre mi boca para callarme, su enorme verga me llegaba hasta el fondo, sentía que algo dentro de mí se rompía, cosa que jamás sentí antes, causándome un dolor agudo.
– Esta es mi marca, para que no me olvides, hasta aquí llega el territorio de tu macho.
Volviéndome a empujar la verga con todas sus fuerzas, hasta donde pudo, al tiempo que mordía mi cuello ferozmente, se fueron acabando mis gritos ahogados, ya no era ese Miguel tan cortés que conocí por la web y el mismo días sólo que horas antes, era una bestia, y desde ese momento hasta ahora el mejor amante que he tenido, mi macho; empezó a follarme con fuerza, casi con violencia, el placer ya iba tomando su lugar frente al dolor previo; él estaba ido, su verga entraba y salía de mi ahora no tan estrecho culo sin contemplación alguna, se incorporó nuevamente, tomando mis tobillos con sus manos, mordía mis pantorrillas, sacaba su verga casi hasta la entrada y la volvía a enterrar con furia, hasta el fondo de mi ser, entonces aumentó el ritmo, en ese momento llegué al clímax, ya mi culo se había adaptado totalmente a el grosor de esa verga, podía sentir plenamente como la cabeza de esa enorme verga llegaba hasta lo profundo de mi ser haciéndome tocar el cielo.
Pasada ya casi una hora de un mete y saca glorioso, Miguel comenzó a agitarse, yo podía sentir que su verga se iba hinchando en mi culo, señal obvia que ya se venía. Así comenzó a aumentar el ritmo, para terminar la faena con todas sus energías mientras me besaba y me abrazaba con todas sus fuerzas. Yo me sentía aprisionado por la fuerza de este semental, no me podía mover. Hasta que se vino, sentí como el preservativo se fue llenado de su leche mientras mi macho daba las últimas estocadas en mi dilatado culo.
– ¡Aaaaahhh!, Alvarito tienes el culo más delicioso que he probado en mi vida. Podría estar todo el tiempo gozando de tu cuerpo y no me cansaría
– Pues tú eres el mejor hombre que he tenido en la cama (ya por esos días contaba con una lista de amante superior a la decena)
– Y el único desde ahora… Ese culo sólo tendrá un dueño, ¡ese seré yo!
Miguel cayó rendido sobre mí, con su verga aun latiendo dentro de mi culo, que con cada minuto iba perdiendo su volumen total, y sentía como mi culo dejaba un espacio vacío. Ahí estaba yo aún sin venirme, debajo de ese hombre increíble que me había hecho gozar, que desde ese momento y hasta ahora, es el mejor amante que he tenido en mi corta vida. Después de unos cuantos minutos, sentí como su verga flácida salía por si sola de mi culo, Miguel botó el preservativo usado, se giró hacia un lado y yo me recosté sobre su pecho velludo, que estaba con algo de sudor, al tiempo que acariciaba su verga y sus huevos.
Miguel prendió la televisión del cuarto y me preguntó:
– ¿Qué tal la experiencia?
– Uff, ¡inolvidable!, sólo que aún no me he venido
– No te preocupes que yo quiero volver a tener ese culo otra vez, déjame descansar un rato más, ahí te haré venir sólo con penetrarte
– Más te vale… Jajaja
Miguel y yo, comenzamos a conversar algo más sobre nuestras vidas. Le conté que estudiaba y él me contó que era divorciado, pues ya no podía estar casado con una mujer sólo para ocultar su opción sexual. Entre las palabras se fue quedando dormido, yo que aún no me había venido tenía ganas de acabar de una vez. Así que lo dejé recostado y me fui al baño para pajearme; mientras me masturbaba sentí un aliento cálido en mi nuca. Era Miguel, que se dio cuenta que me había ido al baño y me dijo:
– Te dije que me dejaras descansar un rato. Quiero que te vengas conmigo Álvaro. Nada me pondría más caliente que venirme contigo mientras te hago el amor.
Entramos en la ducha, Miguel me sostenía contra la pared. Sentía como su verga se iba parando nuevamente contra mi culo. En esos momentos no me importo si tenía puesto un preservativo o no (por lo general soy muy precavido con esos temas). Me besaba el cuello, con una mano recorría mi pecho y con la otra dirigía su verga a la entrada de mi culo. Clavó su verga con cierta facilidad en mi culo, pues este ya estaba dilatado por la follada de hace unos cuantos minutos. Esta vez me folló con más delicadeza, mientras yo me pajeaba. Fueron algo de 30 minutos de gloria hasta que sentía como mi verga llegaba al clímax. Solté unos cinco chorros de leche contra la pared.
Al venirme, mi culo se comenzó a contraer con violencia, cosa que causaba más presión sobre la gruesa verga de Miguel, lo que le causó oleadas de placer mayores. Lo que ocasionó que segundos después se viniera dentro de mí. En esta oportunidad sólo sentí dos chorros de leche en mi interior, pero sentí mucho más placer al sentir como Miguel ahora dejaba huellas en mi interior.
– Ahora sí, ya eres toda mío Alvarito
– (Agitado) Pues sí, soy sólo tuyo Miguel
Su verga se fue poniendo flácida y salió de mi culo. Me volteé y nos besamos con dulzura; esta vez el placer y la lujuria ya no eran más posesores de Miguel, volvió ese caballero que conocí, aunque debo admitir que su lado salvaje también me encantaba.
Se separaron nuestros labios y decidimos abrir la llave. Sobre nosotros cayeron gotas de agua tibia, que limpiaban el sudor de nuestros cuerpos, así como el semen y unos rastros leves de sangre de mi culo.
Miguel limpiaba mi cuerpo con delicadeza, sin perder la picardía pues por momentos tocaba mis nalgas con algo de lujuria. Nos besábamos hasta que cayó la última gota sobre nosotros. Miguel agarró una toalla y me secó despacio, luego era mi turno de secarlo, claro que no perdía el tiempo y de vez en cuando tocaba esos huevos y sobre todo esa verga que en momentos previos me había hecho tocar el cielo.
Salimos del baño y nos dirigimos a la cama entre abrazos y besos. Y nos pusimos a descansar juntos. Siendo las 5pm, suena mi móvil… Era una compañera de la universidad que llamaba para preguntarme por qué no había ido a su casa, pues teníamos un trabajo grupal con otros compañeros más ese día.
Me levanté de la cama sin despertar a Miguel, estaba vez me aseguré de que estaba dormido, quería que descanse, pues se le notaba realmente agotado. Me cambié con premura y le dejé una nota sobre la mesa de noche. Antes de abrir la puerta del cuarto, lo mire… Era Miguel, aquel hombre que me había hecho sentir espectacular ese día, con una follada que jamás olvidaré (como ya dije antes, la mejor de mi vida). Salí con sigilo del hotel, pues no debía llamar la atención de las personas, recuerden ante los ojos de los demás soy un chico tan heterosexual (… jajaja), Al abrir la puerta de ingreso del recinto, me percaté que no hubieran personas que conocía en los exteriores, salí y me dirigí hacía la casa de mi compañera.
Pasado el trabajo con mis compañeros de la universidad, llegué a mi casa a eso de las 8 pm. Algunos pasos antes de mi casa suena mi móvil, era Miguel… ¿Qué querrá esta vez? ¿Habré olvidado algo? ¿Le habré causado algún inconveniente?… Contesté, de nuevo esa voz gruesa que me agradaba tanto:
– Hola Álvaro, ¿por qué te fuiste sin despedirte?
– Lo siento Miguel, me hicieron recordar que ese día tenia compromisos así que los tenía que cumplir.
– No hay problema… ¿ya haz cenado algo? ¿quieres acompañarme?
– Hmm, pues no; vale te acompaño también tengo hambre, recuerda que no hemos comido nada al medio día por nuestra faena… Jajaja
– Si pues, todo eso me dejo algo cansado y con mucha hambre. Vamos a reponer esas energías
– Está bien, dime donde te veo
Así coordinamos vernos en la misma cafetería de la mañana, a eso de las 9 pm. Llegué y lo volví a ver en la misma mesa, pero esta vez con unos jeans y una camisa por el somero frío de una noche de verano. Era Miguel, el macho de la sonrisa perfecta con esa barba de unos cuantos días.
Como imaginarán comimos algo ahí, conversamos un rato más. Luego me propuso pasar la noche con él, acepté pero con la condición que esta vez sería en mi casa, pues no había nadie en ella (la chica de limpieza no vendría hasta el lunes, pues los domingos no trabaja)
Y así, una vez pagada la cuenta, salimos rumbo a mi casa. Volvería a tener a Miguel, mi hombre, mi macho, otra vez conmigo…
Ya lo que paso esa noche será parte de otra narración de las varias experiencias que tuve con Miguel… Aunque les voy adelantando; como dije en el comienzo de mi relato, tiempo después me tuve que mudar a otra ciudad por el trabajo de mi papá con toda mi familia. Dejé a Miguel por la lejanía de mi nuevo destino, quedando como amigos. Sin embargo aún están presentes los recuerdos de esos grandiosos encuentros que se dieron durante en el año que pudimos coincidir en ciudad T, la cual recordaré por ser la ciudad donde tuve los mejoras folladas de mi vida (hasta ahora), sobretodo ese hotel donde llegaba Miguel en cada viaje, que fue testigo de varias folladas inolvidables.
¡Hasta pronto!
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