Recuerdos… los primeros roces de bruno
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Bruno, esta fue mi primera vez…
Una noche antes creo a haber visto algo, la verdad el recuerdo es borroso, pero si recuerdo esa noche. Dormíamos varios en la misma habitación, cuando llegaron mis primos, la habitación se llenó aún más. Bajamos una colchoneta al piso. No recuerdo quien dormía en las otras dos camas.
Era la temporada de beisbol, y si mis primos estaban ya en casa con nosotros, entonces fue en vacaciones de diciembre, tal vez por allá en el año 98/99.
Me acosté con la intención, debía tocar el bulto que se hacía cuando él dormía. Esa noche, sintonizaban el juego, un clásico: Magallanes vs Caracas. El resplandor del televisor, formaba sombras en la oscuridad de la sala. La tensión de los que veían el juego, a veces aplaudían y también se alborotaban.
La puerta del cuarto estaba a medio cerrar y se, que otros dormían en ambas camas. Estaba acostado en la colchoneta esperando, casi temblando del deseo, pero le reprimía hasta saber que ya el venia. Pero el juego parecía nunca terminar, y me quede dormido…
Desperté como cuando, uno se queda dormido y ha dejado algo pendiente. Había un ventilador, casi cerca de la puerta. Veía el resplandor de la luna, filtrada por la cortina de la ventana de la sala. El ventilador giraba y hacia un leve ruido.
Estaba seca mi garganta, tanteo a los lados y siento su pesado cuerpo. Que tan tarde seria, no lo sé, pero aún tenía tiempo, para hacer lo que quería hacer.
Deje que mi vista se acostumbrara a la oscuridad. La luz que llegaba de la sala ayudo un poco y, estaba el, acostado a mi lado, casi roncando. Tenía una mano sobre el pecho, es un poco barrigón, no mucho, pero si se veía como una montaña su abdomen.
Titirite del escalofrió que me embargo. La suerte estaba de mi lado, solo tenía la ropa interior puesta; sin short, sin ninguna sabana arropándolo, solo con la trusa puesta. Deseaba tocar de una vez, pero fui lento en hacerlo. Cada movimiento que ejecutaba, me hacía temblar: de miedo, morbo y excitado que estaba.
Me fui guiando por la tira del slip. Estaba pegado muy a su piel. Con los dedos me fui caminando, tanteando el pavimento abultado. Cuando llegue al tronco del miembro, estaba duro, bastante, que parecía salirle del interior. Quite la mano y estire mi cuerpo. Estaba caliente, como si fiebre me fuese a dar, y el frio me mortificaba, no quería arroparme.
Mi mano está en el tumulto, llego a palpitar, pero no muy seguido. Cuando mis dedos sintió el glande, el jugo que brotaba se unto en mi piel, y el escalofrió sexual me hizo temblar, espasmódico y sin control alguno.
Subí la pierna sobre él. Si despertaba, me haría el dormido, pero no despertó. Mi pierna le rozaba la verga sobre el interior. Estaba de lado y muy parado. No dejaba de pensar que es grande. Con un tronco ancho y el cabezón hinchado.
Al ahogarse con el ronquido, baje mi pierna rápido de él. Le di la espalda y casi por completo me salgo de la colchoneta y me meto de bajo la cama. Cuando voltee a ver, él estaba de lado, dando la espalda. No pude hacer más nada.
La otra vez recuerdo a igual como las otras veces. Cada noche que dormía a su lado le tocaba la entrepierna abultada.
Por las mañanas o por las tardes, pensaba… -¿será que él lo sabe y se hace el dormido? – me preguntaba. También fantaseaba, con sacar tremendo guebo del interior, lo imaginaba en mi mente, ancho, moreno y con pelos rollos. Creía que eso no podía entrar en mi culo, pero iba más allá mi imaginación, que totalmente me veía ensartado con su miembro completamente erecto.
Cuando se dio cuenta, que lo tacaba, fue… la verdad no recuerdo, ni remota idea de saber, solo tengo los recuerdos, cuando empezó a tocarme y dejar que le hiciera de todo un poco…
Hubo una noche. Dormíamos en la colchoneta, al rato, empiezo a tocar. Ya estaba duro y templado. No me dejo tocar mucho por encima del short, sino que él, se la saco rápido de adentro. Se la pelo, y me puso hacerle la paja. Ese guebo grande no lo arropaba con mi mano, lo apretaba duro, y él lo palpitaba. Le tocaba el vello púbico, le sobaba toda le verga y él quería que se lo mamara. Me empujaba la cabeza a la entrepierna de él, pero yo, aun no quería hacer eso, me gustaba el guebo pero aun no aceptaba meterlo en mi boca.
Me descubrió las nalgas, tan solo con bajar mi short y mi interior. Hurgó mi culo con el dedo, luego se montó sobre mí, posicionando su verga en mi culo, se movía como si me estuviera penetrando.
El guebo se le corría por mí raja. Hizo el intento de meterlo, pero me dolió y él lo noto. Se afinco con todo su peso y gimió muy cerca de mi oído… ahhgss… y acabo en mis nalgas.
Otro intento de penetrarme, fue una noche cuando hemos dormido solos en la habitación.
Estábamos afuera, frente la casa. Había comprado un pepito y comiéndolo me di cuenta que esta noche dormíamos solos. Solo que mi madre me dijera para dormir con ella. Y el resto de la tarde espere que llegara la noche.
Me acosté después que él. Estaba supuestamente dormido, hacia la pared y dando la espalda. Me acosté después de haber cerrado la puerta. Estaba a la orilla de la cama, ya temblando y muy excitado, seguro más tarde él se voltea y yo lo tocaba.
Fue un largo rato, cuando él se puso acostado boca arriba. Fui tentando por las costillas, el al sentir mi mano, de una me la agarro y la puso en su bulto. Le apreté el tronco y palpito, le sobe las bolas y el gimió. Le saque la verga de golpe, y siguiendo el ímpetu, me fui hasta la entrepierna y la engullí en mi boca. De haber sabido antes, que sabía sabrosa, antes la hubiese mamado. Él se sorprendió y me dejo que solito yo, aprendiera mamar un guebo grande.
Le lamia el tronco, casi en mi boca no cabía. Me lo engullía hasta el fondo. El olor de sus bolas, fue para nunca olvidarlo. Saboreaba el precum que brotaba, metía la lengua en la boquita de su verga, y el solo me empujaba la cabeza hasta atorarme con su herramienta.
Me desnudo de la cintura para abajo. Acostado boca abajo, él se montó sobre mí, escupió en sus dedos y unto la saliva en la entrada de mi culo; hizo presión directo a meterlo. Pero esa puñalada me hizo revolver en la cama, me siseo al oído y trataba de calamar mi dolor. Cuando estuvo pasado, me cogía por encima. Su guebo grande, pasaba por toda mi raja, chapoteando la saliva que él me había echado.
Acabo tan intenso, que el gemido casi fue como el rabiar de un perro. El semen cayó en mis nalgas y el resto en mi ropa interior. Después de acabar, me quiso regañar. Pude notar en él, que el hecho estaba mal y el sentía igual.
La primera vez que trague su semen, sentía que era tan grande mi travesura, y fue la última vez que lo hicimos.
Por la tarde hubo una bebedera en la casa. Cuando llego la noche nos acostamos, pero no estábamos solos en la habitación. Él se montó encima de mí, me prensaba y me decía al oído que quería meterlo, fue la primera vez que me hablaba, cuando hacíamos lo nuestro por las noches.
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