RECUERDOS NITIDOS, MI PRIMERA VEZ,10
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por leo.leoncio.
Comencé en el mundo gay cuando tenía apenas 7 años, gracias a un primo de 13.
Siempre venía a mi casa de campo con sus padres, éramos buenos amigos y compartíamos muchas cosas.
Una tarde en la que estábamos recostados al lado de un tranque cercano a casa, él simplemente se tendió sobre mí y me dio una seguidilla de besos calentones que me excitaron, después atrapó mi penecito con su boca y comenzó a chuparme hasta que me dio el primer placer de mi vida.
En visitas posteriores tuvimos todo tipo de juegos sexuales pero nunca llegó a penétrame.
Después sus padres se mudaron a otra ciudad y dejé de verlo.
Se fue y me dejó muy erotizado, me masturbaba como un macaco todos los días, a cada rato, recordando nuestros juegos masturbatorios y orales.
Asimismo comencé a fijarme en otros chicos,… y me gustaban todos: morenos, rubios, castaños, de ojos claros y ojos oscuros, de carácter dulce y personalidad fuerte, de mi edad, de 13, de 15 años… hasta que lo conocía a él… a Raúl.
Ya habían pasado tres años desde que se había ido mi primo, yo había “jugado” con algunos amigos ocasionales, chicos de secundaria siempre, cuando Raúl entró en mi vida.
Llegó a vivir en una casa vecina, hombre de 35 años, divorciado, sin hijos, solo y atractivo.
1.
70, cuerpo delgado y fibroso, actitud tranquila, rostro atractivo, ojos claros con una mirada felina, labios gruesos y bien delineados.
De sólo verlo, se me paró y mi colita se entusiasmó.
Raúl se hizo amigo de mis padres y empezó a venir a casa seguido, sobre todo los fines de semana.
Con las visitas ganamos confianza hasta que un sábado, mis padres le pidieron que me cuidara mientras ellos iban al cine, cosa de no más de tres horas.
Yo estaba feliz de por fin estar a solas con él y, de inmediato fantaseé con la posibilidad de “jugar” con él.
Uds.
saben que uno, a los 10 años, es sumamente sexual, se excita con todo y nuestro pene reacciona con el mínimo estímulo… y ese hombre me gustaba tanto que, de sólo verlo se me paraba y sentía un desesperante cosquilleo en mi culito.
Y, en ese momento, habíamos quedado a solas, en un dormitorio,… pero, no sabía como empezar a seducirlo.
La respuesta llegó sola.
Raúl, de aburrido comenzó a ver su laptop y yo le pregunté si podía verlo con él.
Al decirme que sí, fui y me senté sobre sus rodillas, apegando mi culito lo más atrás posible, sobre su bulto.
Con el paso de los minutos, comencé a remover mis nalgas sobre él y logré poco a poco, su erección.
Ahora, que soy adulto, calculo que debía medir entre 15 a 17 cms pero, en ese momento, me pareció largo y muy grueso lo cual me producía miedo… y ansias.
Raúl navegó por internet hasta dar con una página porno, hizo click sobre un vídeo y comenzamos a ver un vídeo de Silvia Saint, quien se devoraba a dos negros súper dotados.
Obviamente, a mis 10 años, con lo que caliente que ya estaba, no pude evitar comenzar a masturbarme por sobre la tela del short.
Era lo que Raúl esperaba.
Estiró su mano, me desabrochó el traje de baño y agarró mi pene.
Sentí como si ruiseñores revolotearan en mi abdomen y un dolor rico en mi pene.
Con la otra mano, Raúl alzó mi cara y enterró su lengua dentro de mi boca.
Sentí que iba a desfallecer de felicidad… en mi inocencia infantil, creí que le gustaba a Raúl y que podíamos ser novios.
Con los dedos sobre mi verguita, Raúl me corría una deliciosa paja apretando el tronco y estrujando el glande, mientras su lengua bailaba con la mía y recorría todo el contorno de mis labios.
Yo me revolcaba sobre su verga, podía sentirla bien dura y caliente, mis manos se fueron solitas hacia ella y la arañaron por encima de su pantalón, jadeando y con un dolor en el pecho, sentía que corazón me iba a estallar de lo acelerado que estaba.
_”Lo sabía… sabía que te gustaba la verga nenito,… sólo me bastó ver cómo me mirabas el bulto… y tienes un culito tan rico… unas nalgas bien gordas y redonditas… apuesto que no es tu primera vez,.
me besabas como una putita… lo vamos a pasar bien ahora, ¿no es así?.
me vas a dar tu culito, ¿verdad?.
te lo voy a meter bien rico… te voy a dejar el hoyo biiiiien abierto putito…”, me susurró al oído con voz ronca y jadeante, y sus últimas palabras me hicieron sentir un hielo de miedo en la columna, y un picor en la rosa de mi ano, el cual tuvo una seguidilla de ricas punzadas.
Tenía miedo pero, al mismo tiempo, quería que me lo metiera.
Raúl me cargó en sus fuertes brazos y me llevó hasta su cama, tirándome sobre la colcha.
Acto seguido, se desnudó en un segundo.
Tenía un cuerpo muy hermoso, piel bronceada, fibroso, músculos bien marcados, espaldas anchas, brazos y piernas fuertes, abdominales marcados como tableta de chocolates, un culo gordo, redondo y un pene duro, terso, gordo, largo lleno de venas, palpitante, rojo el tronco, amoratado el glande y con un hilillo de líquido pre-seminal colgando en la uretra… se veía completamente delicioso y, sin querer, me salivó la boca.
Sabía muy bien lo que quería hacerle a ese miembro.
Caliente como estaba yo mismo me desnudé, cosa fácil pues sólo llevaba el traje baño y, al momento saltó mi penecito apuntando al cielo.
Raúl, apenas lo vió, se abalanzó sobre, me abrió las piernas y se lo tragó todo, incluyendo los huevitos.
Sentí que me faltaba el aire y que me moría.
Me lo chupaba con mucha fuerza y su lengua jugaba con mis testículos, escuchaba el sonido de su saliva bañando mi pedacito, veía su atractiva cara concentrada, chupándome a ojos cerrados, gimiendo mimoso, como quien se chupa una paleta de caramelo.
Fue una de las sensaciones mas ricas de mi vida pero… mi boquita tenía hambre, quería devolverle el favor.
Raúl tardó 15 minutos en soltarme, me revolcaba en la cama gimiendo como una niñita, mis caderas se movían solas, el placer me invadía en oleadas, me tuvo en éxtasis durante mucho rato… pero no llegué a mi orgasmo.
Apenas me soltó, lo empujé y lo tiré sobre la colcha, tan fuerte que caso hago que se desequilibre y caiga de la cama.
Su pene se alzó ante mí, lo agarré con ambas manos y me lo llevé a la boca.
Aún recuerdo, con nitidez, la sensación que me produjo el primer pene adulto en mi boca: muy caliente, con un intenso aroma a hombre, líquido pre-seminal con un sabor salado, su dureza me llenaba la boca, la forzaba, me asfixiaba… rico… lo sentí rico… me gustó,… recuerdo que lo único que quería hacer, era que me llenara de semen la boquita y comérmela todo.
Así que comencé a chupar, a chupar la punta con todas mis fuerzas, mientras que mis manos apretaban la base y subían y bajaban por su tronco.
Alcé la vista para ver su cara, la tenía roja, la boca abierta, sus sensuales labios crispados, su lengua relamiéndolos, se quejaba bien rico, movía sus caderas en círculos, me agarraba la nuca y empujaba su pedazo dentro de mi boca.
_”Eeeesssssoooo… así… así… MMMGHHHH… que rico me lo chupas”, susurraba roncamente, y con cada palabra, con cada pujido y gemido, se lo chupaba más y más fuerte.
Raúl debió estar muy excitado porque, apenas a los 5 minutos me lanzó su lechita.
Sus descargas fueron tan sorpresivas, fuertes y abundantes que solté mi presa, la lecha me inundó la boca y el conducto nasal, se me atragantó en la garganta y, finalmente, se me salió por la comisura labial y la nariz.
Tosí violentamente y cuando recuperé el control de mi mismo, lo miré a los ojos, abrí la boca, le mostré el semen que tenía dentro aún y me lo tragué ruidosamente.
Raúl rugió de calentura, se abalanzó sobre mí besándome y manoseándome ardientemente, lamiendo los restos de su propio semen, fundiéndolos con mi saliva en un sucio y muy rico beso.
Su pene baboso perdió dureza con su eyaculación pero, con el beso y nuestros manoseos, la recuperó rápidamente.
Me giró en la cama dejándome boca abajo, agarró mis nalguitas y las abrió de par en par.
Por un segundo creí que me lo iba a meter y, sentí pánico pero, de inmediato sentí un escupitajo de saliva caliente sobre la rosa de mi ano y la punta de su lengua masajeándolo.
Su lengua forzaba mi orificio, lo abría, lo dilataba y se revolcaba adentro, haciéndome sentir una leve incomodidad y unas ricas cosquillas que me endurecían el pene.
Yo levantaba mi colita para ayudarle.
Pasados unos minutos, sacó su lengua de mí y enseguida puso algo duro y romo sobre mi agujerito y empezó a empujar hacia abajo.
Mi ano se dilató poco a poco, la incomodidad dio pasó a un dolor que fue aumentando hasta que se hizo insoportable y mi cuerpo respondió de manera propia, intentando zafar de él.
_”¡¡Quieto puta!!.
no te muevas mucho o te dolerás más… ya te tengo la mitad adentro”, me rugió Raúl en un tono caliente, directo a mi oreja.
En mi sufrimiento, no podía creer que mi culito se hubiese podido tragar la mitad de esa rica verga y una especie de orgullo me invadió… pero no me iba a durar mucho, porque Raúl comenzó a bombearme.
No les cuento el intenso ardor que sentía con el roce de su verga dentro de mi culito, el hombre se estaba saciando sin importarle mi dolor, yo no pude soportar tanto y comencé a llorar pero, a la vez, levantaba mi culo hacia arriba buscando profundizar la penetración.
El morbo hizo que mis ganas de sentir placer se equipararan al dolor y, empezó a gustarme.
Estaba llegando al punto en que me estaba sintiendo una mujer, una hembra dominada por su macho, una puta sucia y caliente… y me encantaba.
Raúl se tendió sobre mí, buscando la mejor posición para no meterme mas de lo debido y con un brazo apoyó su peso mientras que con la otra mano buscó mi verguita, la atrapó y comenzó a estrujármela.
Con eso, el placer superó al dolor, revolqué mis caderas en todas direcciones, sin ton ni son, lloraba, gemía, me relamía los labios, me los mordía, Raúl pegó su cara a la mía y pasó su lengua por mi mejilla, yo se la atrapé con mi boca y se la empecé a chupar como si se tratase de su pene, mi hombre se encorvaba y revolcaba sobre mí, su pene estaba mas y mas duro, hinchado y caliente… hasta que por fin eyaculó.
Sentí su chorro espeso y caliente inundar mi interior e, involuntariamente, apreté mi esfínter para que nada se escapara y, al hacer eso hice presión en mi pene el cual comenzó a tener estertores muy fuertes, un orgasmo a mis 10 años.
Sobra decir que después de esa vez lo hicimos muchas veces más.
Cuando los años pasaron y yo me convertí en un adulto joven, se me presentó la oportunidad de enseñarle a un adolescente de 12 años y, recordando mi propia experiencia acepté la propuesta del púber.
Fui comprensivo, suave, paciente y como recompensa tuve a un aprendiz con mucha curiosidad, lleno de energía y que terminó muy agradecido por mis lecciones.
Desde entonces y hasta la fecha, le he enseñado a varios adolescentes con tendencias gay bien definidas.
Tiene que ser de mutuo consentimiento, tiene que ser el muchacho quien me lo pida y siempre respeto los deseos y límites que él ponga, mi meta es que él goce todo lo que pueda, que disfrute a concho el sexo para que, a futuro, viva una vida sexual muy plena.
Mi mayor placer es ver la carita de felicidad de ellos.
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