Regularizando a Andresito, de 7
Unos vecinos me piden apoyar a su hijo, acceso por compromiso sin imaginar lo que pasaria.
En esta ocasión contaré cómo me sirvieron, prácticamente en bandeja de plata, a un vecinito de 7 años.
Era finales de junio pasado, yo disfrutaba mi jubilación como maestro de educación primaria. Lo único que añoraba era el contacto con los varoncitos a quienes había tenido oportunidad de dar clases.
Tocaron a la puerta y al abrirla, veo a una joven pareja con un hermoso niño, Andrés de 7 años, no muy esbelto, nalgoncito, moreno claro y de cabellos rizados con unos ojos color miel y unos labios antojables.
Me comentan su preocupación por sentir que su hijo no había aprendido lo suficiente debido a las clases en línea a causa de la actual pandemia y a que al trabajar los dos no pudieron apoyarle mucho, y me piden les ayude con algunas clases.
Les explico que estoy retirado y además es riesgoso el dar clases por los contagios, pero al ver su desaliento, termino por aceptar y les pido me den unos días para acondicionar un cuarto en una pequeña casa cercana que no utilizo.
Al lunes siguiente, puntuales, lo dejan en lugar acordado, por dos horas como habíamos quedado, salgo a recibirlo, se despiden de él y lo conduzco a mi sala, sin nada para distraerse, salvo la música a bajo volumen, unos libros, un pizarron blanco, mi laptop, hojas blancas y materiales de estudio y trabajo.
Le ofrezco algo para beber y él, nervioso, me pude un caso de agua. Iba vestido con unos bermudas y una playera que mostraban sus encantos.
Me presento ante él, le pido me tenga confianza, le digo que si el se empeña, podrá aprender lo que desee, e inicio con una prueba de lectura para evaluar su desempeño. A pesar de que no es del todo fluida y se equivoca constantemente, le ánimo a seguir, le pido me diga lo que entendió.
Paso enseguida a evaluar su desempeño con los números y con la escritura y tampoco son del todo buenos los resultados, aunque me percato muestra inteligencia.
Entonces, en la computadora le pongo a realizar ejercicios de lectura de palabras y enunciados simples y a relacionar imágenes con escritura.
Me pide descansar un poco, saca fruta de su lonchera y me invita de ella. Antes, me pregunta dónde está el baño y lo conduzco a él. Como la casa está sin acabar, no cuenta con puertas interiores, así que se baja su bermudas, y orina mientras me deleito con esas lindas nalguitas, se gira y nos sorprendemos ambos: él por creer no estaba yo ahí y yo por ver su rico penecito erecto, grande para su edad, de aproximadamente 9 cms.
Le digo que lo estaba cuidando por si algo se le ofrecía. Apenado, se lo guarda apresuradamente y regresamos en silencio a la sala. Se come su colación y le dejo escribiendo los nombres de unas imágenes mientras voy al baño a orinar… y ahora el sorprendido soy yo, al girarme y ver cómo observa cuidadosamente mis genitales…
–¿Qué haces? Le pregunto…
–Nada, lo cuidaba como Usted a mí…
Y regresamos en silencio a la sala. Seguimos trabajando y en una de esas, se acerca a mí y como sin querer, coloca su mano en mi entrepierna y aprieta un poco mi pene…yo le corresponde con mi mano en su entrepierna y al sentir que nuestros penes se endurecen, lo aparto con suavidad y le digo que no es correcto eso, que sus padres se pueden molestar y meterme en problemas.
–Pero, ¿no le gustó, maestro?
–Claro que sí, Andrés, pero no está bien..Eres solo un niño
–Mmmhhh…aunque sea déjeme verle su pene, si quiere yo le enseño también el mío…quiero ver como es un pene de adulto.
–Pero, ¿no le dirás nada a nadie?
–No, maestro…
–Bueno…
Y me incorporo, me desabrochar el pantalón, bajo mis truzas un poco y le muestro mi pene de 18 cms…él se asombra un poco pero luego se acerca, lo observa por todos lados y comienza a tocarlo suavemente con sus manitas..
Ese contacto me eriza la piel, le pido lo apriete un poco y le muestro cómo masturbarme. El rie al ver como el glande se cubre y descubre al hacerlo.
Le digo que sigue él de mostrarme su pene y con desgano, se baja su bermudas, lo comienzo a acariciar hasta lograr se le pare, le digo lo grande que lo tiene para su edad y lo masturbo un poco. El solo se deja hacer, de pronto, lo cargo y llevo al sofá, lo recuerdo en él y comienzo por besar su penecito y sus testículos, el solo ríe. Paso mi lengua por ellos y de repente los introduzco en mi boca para darle su primer oral.
El se sorprende pero no me pide parar y se ríe de lo rico que siente esas nuevas sensaciones. Luego de un buen rato paro, le pido vestirse y de pronto él me dice:
–Maestro, ¿Puedo hacer eso yo también en su pene?
–¿Qué cosa, Andrés?
–Pues eso, darle besitos, lamerlo y meterlo en mi boca, como Usted hizo con mi pene..
C O N T I N U A R Á…
como continua
Me encantó. Por favor segui con el relato.
Que afortunado eres, eso de ser maestro uffff que delicia, muy rico tu relato, sigue contando, saludos 😁 😁 😁
¡Gracias por sus comentarios!
Se encuentra en revisión la segunda parte…
¡Me alegra les haya gustado!
Qué espabilado ese niño. Me da q sabe más de lo q parece
No seas malo sigue porfa