Relatos cortos III: Lo que era una apuesta, terminó en bukake
Ni el más macho de mis amigos pudo resistirse a mi feminidad y sensualidad y terminaron dándome la cogida de mi vida..
Somos un grupo de cuarentones (excepto Fernando que tiene 34 años), ex compañeros del trabajo, que nos reunimos con cierta frecuencia para jugar cartas, dominó o simplemente para ver algún partido de fútbol. Erick, un gordito bonachón, Fer el más joven y único soltero del grupo, por lo que siempre hacíamos las reuniones en su casa, Roberto con quién me digo compadre, aunque no lo somos, y yo, a quien llaman Meny.
En el grupo soy el único americanista, Roberto le va a las chivas y Fer y Erick le van a pumas. Un día, en el chat del grupo que tenemos Fer dijo que nos reuniéramos a ver el clásico America vs Chivas, y preguntó si iba a haber apuesta entre Roberto y yo, y quedamos en esto:
F. Que onda jotos, qué van a apostar?
R. Yo digo que una botella de tequila, como ves Meny, aceptas?
F. No wey, apuesten algo que duela, no seas nenas.
E. El que pierda paga una comida para todos. – Dijo Erick.
M. No manches gordo, así como comes, nos vas a dejar en bancarrota. Otra cosa. – Dije yo, y así estuvimos proponiendo cosas y rechazandolas por alguna u otra razón, hasta que se me ocurrió y escribí a ver qué decían.
M. El que pierda se viste de mujer terminando el partido y se queda así el resto de la reunión, como ves compadre?
R. No esas mariconadas no.
F. Ándale esa esta buena, no te rajes Roberto, o que no confías en tu equipó?
Así estuvo la conversación unos minutos más hasta que Roberto aceptó, y cerramos la apuesta. El que perdiera se vestiría de mujer el resto de la noche, Fer se ofreció a conseguir el atuendo y tenerlo listo ese día. Yo estaba muy tranquilo, si ganaba no pasaba nada, y si perdía, podría vestirme de mujer frente a otros sin ser juzgado, pues sería algo «a fuerza» aunque es algo que llevo mucho tiempo queriendo hacer, y que solo he hecho a escondidas, así que de cualquier forma yo ganaría.
Se llegó el día, nos reunimos, esta vez mucho más temprano que de costumbre, hicimos una carne asada, bebimos, jugamos dominó un rato y luego, cuando iba a empezar el juego, ya estábamos los 4 muy relajados, empezamos a bromear con lo de la apuesta, casi todo era burlas hacia mi, pues como saben, siempre se juntan todos para tirarle al América. Me decían que me iba a ver muy hermosa, que al fin me iban a ver como en realidad soy, una señorita, etc etc. Yo hacía cara de molestarme pero en realidad me estaba emocionando, efectivamente me iban a ver como en realidad me siento. Erick le pidió a Fer que mostrara el atuendo, pero él no quiso, dijo que era sorpresa para el perdedor, solo accedió a sacar un par de zapatos de tacón muy lindos, yo enseguida me emocioné al imaginarme en esos tacones caminando por la casa, además me imaginaba el resto del atuendo y eso me emocionaba más.
Empezó el partido, seguimos bebiendo, yo en lo personal ya me veía modelando cualquier cosa que me dieran, no me importaba. Las chivas empezaron ganando y mi emoción crecía, aunque ponía cara de enojado o que sufría, en realidad ya quería que terminara el partido, era la primer vez que recuerdo que quería que mi equipo perdiera. Desafortunadamente, el américa dio la vuelta y terminó ganando. Yo hacía como que festejaba y me burlaba de Roberto, pero dentro de mí sentía una gran decepción. Pero, las cosas empezaron a moverse a mi favor. Cuando Fer sacó el atuendo; una mini falda negra imitación piel, una blusa tipo corsé azul cielo de encaje, muy linda y sexy, y unas medias con liguero negro y una peluca de cabello corto (a los hombros) y negro, mi corazón empezó a latir muy rápido, quería ponerme esa ropa, me sentía muy excitado solo de verla, necesitaba sentirla en mi y que me vieran. Pero empezó la discusión:
R. No chingues Fernando, no me voy a poner eso, te la mamaste. – Dijo Roberto y se fue lejos para no agarrar la ropa que Fer le daba.
E. Órale Rober, no seas joto, paga tu apuesta – Dijo Erick muy divertido
F. Si wey órale, paga, sino tu compadre va a decir que eres bien puto
R. Pues por lo mismo que no soy puto no me voy a poner eso, te pasaste Fer, estuvo muy manchado ese atuendo, hubiera sido un vestido largo o algo así, pero eso no.
M. Ya compadre, no pasa nada, es un ratito, y de aquí no va a salir, no habrá fotos ni nada, verdad weyes?
F. y E. Si Rober, lo que aquí pase aquí se queda, nadie lo vuelve a comentar.
R. No, no me voy a poner eso, además ni me va a quedar, es talla chica, con esta panza no me va a entrar nada ni de chiste.
E. Si es cierto Fer, por qué trajiste eso tan chiquito?
F. Es que es de una morra que me ando comiendo que está flaquita, y como pensé que iba a perder el américa, la traje pensando en el Meny.
M. Ósea que me quieres ver enfundado en esa ropita? – Dije y todos reímos y hasta Fer se sonrojó
F. No, lo quiero decir es que no quería que ganara el américa..
Siguió la discusión unos minutos, pero yo, ya medio pedo, caliente y un poco más relajado el ambiente, dije casi casi en automático:
M. A ver Fer dame la ropa, yo me la pongo. – Y todo me voltearon a ver medio sorprendidos.
E. Pero si tú ganaste wey
M. Si pero efectivamente, a mi compadre ni le queda eso, y hoy alguien se tiene que vestir de mujer, así que si no es él, seré yo, para que vea el joto del Rober que no pasa nada.
Y me dieron la ropa, ya iba al baño a cambiarme pero me regresé y les dije:
M. Oye hay un pequeño problema, esa falta no va a lucir con los boxers que traigo, no trajiste una tanguita o un cachetero? – Primero se rieron, pero les dije que era en serio y ya Fer fue a su cuarto corriendo, mientras todo quedó en silencio.
F. Aquí mira, tengo un par que ha dejado aquí mi morra. – Y me dio dos tanguitas, una negra de encaje y una satinadita de animal print de cebra.
Ahora sí, fui al baño, me cambié. Decidí ponerme la tanga negra para que hiciera juego con el liguero, estaba disfrutando tanto irme poniendo las prendas, sentir ese corsé en mi, la faldita, las medias como adornaban mis piernas, los tacones, estaba completamente enloquecido, no me importaba lo que dijeran o pensaran. Salí y caminé lo más sensual que pude, aunque ya tengo algo de práctica con los tacones, pues en casa me gusta ponerme los de mi esposa cuando no está, aquí me costaba un poco de trabajo porque ya estaba algo mareado. Salí y enseguida me empezaron a chiflar y decir cosas como «mamacita», «que rica estás», «que esconditito te lo tenías» y cosas así. A mi me encantaba que me dijeran todo eso y más, me sentía sexy, me sentía deseada. Siguió la reunión, seguimos bebiendo, platicando, yo actuaba lo más femenino que podía, y todos se referían a mi como «nena», «preciosa» etc etc. Me pedían que fuera por cosas, para que me parara y caminara, y cada que lo hacía, me movía lo más sexy posible. Pero en eso, Roberto tiró su cartera al piso y me dijo que si se la podía dar, yo fui hacia ella, le día la espalda, y me agaché para recogerla parando lo más que pude las nalgas, creo que se me vio la tanga porque empezaron a chiflarme y decirme guarradas, yo estaba sumamente excitada, quería sentirme mujer más de lo que ya me sentía, caminé hacia él, le día la cartea, me di vuelta y le pegué las nalgas y sentí su verga dura. Al menos a uno ya lo tenía muy caliente, así que me decidí a aprovechar la oportunidad para que me hiciera suya. Caminé hacia mi lugar e hice como que trastabillaba y me tiré al piso, abriéndome de piernas y dejándolos ver todo, obvio los chiflidos y gritos no se hicieron esperar, me dijeron de todo pero resaltó la voz de Fer cuando me dijo «yo te recojo mamacita», yo me volteé, quedando de perrito, con la falda toda levantada, dejando al descubierto mis nalgas luciendo esa tanguita negra, me empecé a acariciar las nalgas suavemente y le respondí «pues ven papito». Otra vez oí chiflidos y gritos, volteé a verlos y se agarraban la verga viéndome fijamente, pero nadie se animaba, yo seguí acariciándome y les pregunté quién sería el primero, mientras movía el culo en circulo y me lo acariciaba.
De repente solo sentí unas manos rasposas posarse en mis nalgas, me acariciaron toscamente, sabía que eran las manos de Rober, así que ni fue necesario voltear, solo le dije con la voz más femenina que pude «hazme tuya papito». Él sin decir palabra, con una mano en mi espalda me hizo que la bajara lo más posible, hasta que mi pecho y cara llegaron al piso, y luego con ambas mano tomó mi cadera y la levantó lo más que pudo dejándome bien empinada, hizo a un lado el hilo de la tanga, se llevó un dedo a la boca, lo ensalivó y me lo metió en el culo mientras se oía el cierre de su pantalón, me estuvo dedeando unos momentos mientras se jalaba un poco la verga, después sacó el dedo, sentí un chorro de saliva y con un dedo la untó en mi culo y enseguida sentí su verga dura que metió sin ningún miramiento, me empezó a embestir con fuerza, mientras jadeaba como perro, yo gemía como una puta, al principio si un poco de dolor pero después fue de excitación, estaba sintiendo al fin una verga de verdad, y las manos de un macho abriéndome el culo mientras me penetraba, poco a poco empezó a subir la intensidad de las embestidas hasta que de plano me levantó de la cadera, quedando mis rodillas un poco en el aire, y al mismo tiempo que oía un gemido de placer sentí como mi culo se inundaba de leche. A cada espasmo que tenía su verga, yo apretaba el culo para exprimirlo completamente, Rober solo decía «no mames, no mames» entre gemidos y respiraciones agitadas.
Se quedó unos instantes adentro, sentí como se fue haciendo flácida su verga, la sacó y sentí como en medio de mis piernas se llenaba de un líquido que me escurría, y casi al mismo tiempo que Rober se quitó, sentí otras manos, un poco más chicas y no tan rasposas posarse en mis nalgas, ahí volteé y vi a Fer, se masajeaba la verga que también tenía dura, mientras con la otra mano me acariciaba. Yo quería más verga, estaba hecha una puta. Le dije «te estaba esperando mi amor» y sin decir nada, con dos dedos me abrió las nalgas y me dejó ir la verga de un golpe, esta vez entró sin dolor, pues ya estaba bien dilatado y lubricado con el semen de Rober. Él me embestía más delicadamente y me acariciaba las nalgas, las piernas y la cintura, que rico sentía, me sentía deseada, amada. En eso volteo al sillón de la sala, solo estaba Erick viéndonos y masturbándose, le dije «ven gordito», el titubeó un poco, le repetí lo mismo y al fin se decidió a ir. Enseguida supe porque dudaba en ir, era el del pene más pequeño, seguro le daba pena, pero la perdió y se acercó a mi con su verguita en la mano. Le pedí que se acercara, me hizo caso, tomé su miembro, fueron suficientes dos dedos (índice y pulgar) para tomarlo y lo empecé a masturbar. Era una verga corta pero gruesa y no tan dura, pero lo suficiente para metérmela en la boca y empezar a mamarla, él con una mano se levantaba la playera y con la otra me acariciaba la cabeza y la espalda. Fernando me seguía cogiendo y de vez en vez me acariciaba mis tetitas, pellizcando mis pezones. Estaba en el cielo cuando el gordo se alejó repentinamente, yo con la mano lo alcancé a tomar de una pierna para que no se fuera, cuando empecé a sentir como me salpicada de un semen no tan espeso, pero abundante, me cayó un poco en la cara pero la mayoría cayó en el suelo. Su verguita enseguida se retrajo dejando a la vista solo su cabecita con una gota de semen, yo lo atraje hacia mi para chupar esa gotita, en eso estaba cuando Fer se salió repentinamente y sentí como me llenaba las nalgas de leche, ahí si sentí abundantes chorros de semen caliente. Volteé a ver a Fer, su cara de satisfacción mientras me llenaba, todavía frotó un poco su verga en mis nalgas untando su leche en ellas.
Me senté en el suelo, en la sala estaba Rober, sentado tomando un tequila y viendo la escena fijamente, Fer me imagino que fue al baño y el gordo se sentó a lado de Rober, quién se agarraba la verga otra vez, le dije:
M. Quieres más papito?
R. a poco se puede?
M. Claro mi rey, dame unos minutos
R. pero no tardes mucho porque se me vuelve a dormir
M. No te apures, lo despertamos
Me fui al baño, me quité la falda, el corsé y la tanga, con la tanga me limpié todo el semen que tenía en el cuerpo y me puse la de cebra, me vi al espejo, solo con la tanga y el liguero, me acomodé la peluca otra vez, me veía hermosa. Así salí otra vez, eso sí, seguía con los tacones, en cuanto llegué a la sala, donde estaba solo Roberto y Erick, me vieron y se ve que se volvieron a prender. Roberto ya la tenía de fuera otra vez, con los pantalones y boxers abajo, me senté en sus piernas, acomodando su verga, que estaba más flácida que dura, entre mis nalgas y movía la cadera en círculos, él me agarraba de la cintura con esas manos rasposas y me besaba la espalda mientras me decía «estás bien rica mamita». Yo volteaba a ver a Erick, que se empezaba a masturbar otra vez, aunque su verga seguía chiquita. Como no se le ponía dura a Rober, me volteé, me hinqué entre sus piernas, primero intentó evitarlo, pero le quité la mano, agarré su verga y la empecé a masturbar, después la llevé a mi boca, la empecé a lamer como si fuera una paleta, hasta que me la metía a la boca y la empecé a mamar, solo oí una exclamación diciendo «ufff» y se rindió, dejó que se la mamara, mientras le acariciaba los huevos, y en pocos minutos se le puso dura dura, y me dijo «te la quiero meter mamita». Me levantó, me lamió las tetitas, y con ese trato tosco que tenía, me empujó hacía el sillon, me empinó, recargué las manos en el respaldo, paré el culo lo más que pude, esta vez no hizo a un lado la tanga, sino que me la bajó a media pierna, otra vez un escupitajo en el culo y me la dejó ir con todo, ambos gemíamos, él como un perro en brama y yo como una puta, ahora me daba con más fuerza y me nalgueaba, mientras me decía «te gusta puta?» y yo le respondía «si papito, dame así». Después me la sacó, me jaló del brazo, quitó los cojines donde se sienta uno en el sillón y los tiró al piso, se acostó en ellos y me dijo «quiero que me montes», me quité ya completamente la tanga, quedando solo en el liguero y tacones, me subí en él dándole la espalda, con una mano paró su verga para que estuviera completamente vertical, yo me fui sentando poco a poco en ella hasta que me entró por completo, fue una sensación riquísima sentir como me la comí completa, con ambas manos me abría las nalgas y me guiaba hacia arriba y hacia abajo mientras me decía «que rico culo tienes preciosa» y yo solo le decía entre gemidos «y tu verga es deliciosa mi amor, me encanta tenerla dentro» mientras subía y bajaba. Vi a Erick que se seguía masturbando, le dije otra vez «ven gordito», esta vez no dudó, se paró, fue hacia mi, y sin soltar su verga de su mano, me la llevó a la boca, yo la abrí y sin ningún esfuerzo me la comí toda. Sin tratar de perder el ritmo mientras me daba sentones en Roberto, empecé a mamársela al gordo, mientras él se masturbaba, le empecé a acariciar sus huevos cuando empezó a decir «no, no, no» y al tercer no, se hizo para atrás para sacar su verga, se fue atrás de mí y empecé a sentir su semen en mi espalda mientras gemía agitadamente, parecía como si estuviera teniendo un ataque de asma. Una vez que se calmó, me empezó a untar su semen en mi espalda, luego se fue a sentar otra vez. Después de unos minutos, Roberto me empujó hacia adelante, me la sacó, solo dijo «acuéstate, rápido rápido», yo me estaba acostando boca arriba, todavía no tocaba mi espalda el suelo cuando se puso sobre mi dirigiendo su verga a mi cara, empezó a echar chorros de semen desde mi panza, pecho hasta llegar a la cara que ya solo recibió las últimas gotas. Lo masturbé un poco para terminar de sacar la leche que quedaba, mientras me acariciaba las tetitas, le di un besito en la cabeza que ya estaba flácida y ya solo me dijo «gracias mamita». Se paró y se fue a recostar al sillón todavía un poco agitado.
Me paré, fui al baño, me masturbé, pues tenía la verga parada que hasta me dolía, agarré la tanga para echar ahí mi leche que saqué muy rápido pues seguía excitado. Me quité las medias, con esas mismas me limpié el semen de mi cuerpo, me puse mi ropa, me quité la peluca, me enjuagué la cara. Cuando salí Erick ya estaba dormido en el sillón, Fernando nunca supe a donde fue después que me cogió, supongo que a su cuarto, y Roberto se echaba la última, agarró sus cosas y solo me dijo «luego nos vemos», y salió de ahí. Yo esperé que se oyera su carro irse para hacer lo mismo, me fui a casa y dormí como un bebé.
Pasaron varios días sin que nadie escribiera en el grupo y luego poco a poco empezamos otra vez a planear la siguiente reunión. Y, como dijimos, lo que ahí pasó, ahí se quedó, nadie comentó nunca sobre el tema…
Como sigue?
Excelente relato. como sigue?