Retiros Espirituales – Capítulo 13 (primera parte)
Una cabalgata en La Hacienda Caná les regala a estos manes momentos de placer, de dolor, de vergüenza, de impotencia y de mucha rabia… .
Era claro que me sentía victorioso con lo que acababa de hacer con Sebastián, cada vez ganaba más terreno con este machito homofóbico y lo estaba llevando a un lugar muy interesante donde él, al parecer, también disfrutaba, la vida me había puesto en un lugar que nunca imaginé y que me estaba llevando a experimentar un fetiche que siempre había tenido y no había podido explorar, quizás por miedo, por prejuicios o simplemente porque no había encontrado dónde o con quién, estos retiros estaban resultando para mí una gran experiencia y evidenciando hacia donde tendían mis preferencias en todo este mundo BDSM, estaba inundado de pensamientos camino a Caná, ese era el nombre que se leía en el portón de aquella finca, cuando me interrumpen por detrás Manuel y Esteban, preguntándome que estaba pasando con su amigo Sebastián, yo traté de hacerme el que no era conmigo pero ellos me aseguraron habernos visto sentados juntos en la parte de atrás del bus, “queremos saber qué está pasando con nuestro “mejor amigo”, verlo bajar así del bus, donde se notaba claramente que había recién tenido un orgasmo, sin ninguna de sus actitudes típicas, con su túnica llena de semen, su cara, sus ojos y su boca roja, nos dejaron muchas dudas”, yo los interrumpí y les dije tajantemente: “este lugar está aflorando en muchos de nosotros lo que realmente somos, es claro que Carlos tiene ese poder, quizás por eso sus Retiros Espirituales son tan famosos y bien lo dice su eslogan, A Él Edén entras siendo uno y sales siendo otro, quizás su amigo está descubriendo lo mucho que disfruta el sexo con un hombre que lo domine, que lo sodomice, que lo trate con severidad y en sus actitudes antes de llegar aquí, solo había una armadura para protegerse, pero aquí lo importante no es que está pasando con Sebastián, aquí lo importante es que está pasando con ustedes, yo también he comenzado a experimentar mis cambios, aprovechen esos días que faltan para que experimenten los suyos”, termine mi discurso, los dejé ahí y continué mi camino, me sentía ya todo un coach espiritual y sexual, ¡pfff, jajaja!
Llegamos a la casa principal de Caná donde nos esperaba un señor de unos 40 aproximadamente, se veía agradable físicamente, vestía muy bien, alto, de buen porte, estaba de botas, sombrero y con todo su ajuar listo para una cabalgata, se presentó ante el grupo como Abel y como administrador del lugar, me volví a sorprender de la apariencia de estos manes, no parecía los típicos mayordomos de finca, manes de campo, con burdos modales, en muchos caso mal hablados y con rasgos muy criollos, por el contrario, se veían de ciudad, educados, de buena presencia, bien vestidos y modales muy refinados, este saludo a nuestro líder de manera muy cercana, casi íntima, ya estaba empezando a sospechar que esa parcelación vibraba toda en la misma sintonía y luego del saludo y presentaciones nos dirigimos a las caballerizas para escoger nuestros caballos y comenzar la cabalgata, yo logré incomodarme un poco por mí y por el resto, pensar en una dinámica como la que se nos aproximaba en túnica y sin nada debajo, en algunos, claro está, me parecía difícil y hasta riesgosa pero eso no lo pensaban Carlos y Abel.
Llegamos al lugar donde nos esperaban los caballos, el “mayordomo” nos indicó que podíamos escoger el que quisiéramos y antes de comenzar con la selección, Víctor y Luis, los más adultos del grupo preguntaron por la indumentaria adecuada para montar un caballo a lo que Abel suelta una carcajada y responde: “no veo problema en montar cómo están, no vamos a un torneo de chalanería o de equitación, simplemente daremos un paseo por Caná como un espacio de entretenimiento en sus retiros espirituales, es un pedido especial de su líder, no hay que ponerle tanta mística, aunque si no lo desean, pueden quedarse aquí y esperar al resto de sus compañeros, ¿qué dicen?, ¿estamos listos?”, yo espere a que el resto continuaran con sus dudas y sus selecciones, sospechaba que al montarse a esos caballos iba a haber de nuevo un espectáculo de exhibicionismo y así fue, ya me estaba dando cuenta del juego de Carlos y Abel y no me iba a perder de este.
Los primeros en montar los caballos de su elección fueron Camilo y Ricardo, quienes vieron dificultad en subirlos por sus túnicas, estas nos les permitían movilidad en sus piernas al no dejárselas abrir lo suficiente para pasar una de estas por encima del caballo y sin reparo alguno, las subieron hasta sus cinturas, dejándome ver sus trabajadas piernas, Camilo llevaba puesto un calzoncillo negro tipo brief, al parecer este tipo de diseño eran sus favoritos, sabía que le quedaban de lujo, dejaba ver sus atributos a la perfección, un culo duro y trabajado, igual que sus piernas, su bulto, por el color de la prenda no lo pude apreciar totalmente pero recordaba que marcaba un bulto promedio y al final, un leve asomo de su abdomen, claramente se notaba el ejercicio, este crossfitero estaba como quería, bueno como él solo y el cagón lo sabía, cuánto diera porque hubiera sido el castigado y no los tres que fueron desde un principio, Ricardo por su parte, un poco más tímido subió su túnica para dejar libres sus piernas, se notaba también el trabajo, no al punto de su compañero, pero estaban en muy buena forma, llevaba un bóxer corto blanco, ahí si pude apreciar todo, su culo, su bulto, marcaba uno muy considerable y obviamente parte de su abdomen, se le dificultó un poco la subida a la bestia, lo que me regaló unos buenos rebotes de verga y culo al caer de nuevo al piso cada que intentaba pasar su pierna por encima del animal, ¡ufff!, Carlos era un maestro del morbo, sabía que situación crear para su deleite y el de los que ahí estábamos, David fue quien continuó y de manera descarada dejó ver su verga sin ningún reparo y trepó su animal fácilmente, vi a Carlos hacerle una seña a Abel cuando el trigueño estaba encima de su caballo, algo iba a pasar con este man, ya estaba conociendo el modus operandi del líder, lo siguió Sebastián quien al subir su túnica, evidenció con su verga aún algo inflamada y rojiza, la paja que recién le había hecho, es más, me atrevería a decir que aún su glande se veía húmedo, la cara de Abel fue un poema y en Carlos logré ver una mezcla entre placer y rabia, Víctor y Luis seguían con sus dudas a lo que el administrador, usando la fusta con la que adiestraba a sus caballos, azota esos dos culos y diciéndoles: “vamos señores, no les va a pasar nada”, el movimiento de este objeto hizo que a mí se me comenzara a parar la verga, en los dos adultos un poco de susto y en Esteban, Manuel y Sebastián nerviosismo total, fue revivir todo lo que habían vivido hasta ese momento en ese lugar, al punto que los dos que aún no montaban sus caballos se paralizaran por completo.
Solo faltábamos Esteban, Manuel y yo por montar alguno de los animales de la caballeriza y estábamos retrasando el inicio de la actividad, no quise tentar más mi destino y opté por montar el caballo que tenía a todo el frente, no era un experto en estas artes como para escoger el mejor espécimen del lugar, remangué mi túnica, sabía de mi exhibición, mi verga estaba algo morcillona, lo sabía, pero no me importó, sabía el juego y sus reglas y así lo iba a seguir jugando, mire descaradamente a Carlos, Abel, David y Sebastián que no perdían mis movimientos y logré acomodarme arriba de ese animal, debo reconocer que si incomodaba estar sin ropa interior sentado en ese tipo de silla, Abel un poco impaciente por la demora de los dos que faltaban, los acosó un poco, estos seguían paralizados y con sus manos pegadas a sus costados como diciendo: “no queremos tener que remangar nuestras túnicas”, logré ver desde arriba el por qué, sus vergas presentaban cierta erección y al parecer no querían evidenciarse frente al grupo, el “mayordomo” impaciente agitó en el aire de nuevo la fusta con mucha más fuerza, generando un ruido en el lugar, estos dos manes se movieron un poco pero esto los atemorizó aún más y acto seguido, cada uno recibió un azote en su culo con este objeto y las palabras de fondo: “señores, no colmen más mi paciencia y monten ya sus caballos, parecen dos señoritas mojigatas y tímidas porque un grupo de hombres les puedan ver sus “partes nobles”, posando la fusta debajo de sus güevas respectivamente, no creo que aquí haya alguno que no los hayan visto antes, así que a mover esos culos y ¡taz!, otros dos azotes más fuertes que los anteriores, sonaron en el lugar, veo, mi querido Carlos, que a estos dos alumnos les faltan mucha más disciplina, aún no se acaban de domar como se debe, cuando quieras me los envías a Caná para yo domarlos como domo a las bestias de mi patrón”, yo estaba excitado con todo lo que oía y veía, mis sospechas eran ciertas, esa parcelación era un lugar 100% bondage y todos eran cómplices, Víctor y Luis intentaban tapar sus erecciones, David la mostraba sin reparo, Sebastián disfrutaba del show, pero también se veía en su cara temor y rabia por lo que estaban experimentando sus amigos, esto dos por su parte sobaron sus pieles recién golpeadas y lagrimearon un poco, levantaron sus túnicas exponiéndole al grupo sus vergas con una leve erección, se apresuraron a montar sus caballos y al apoyarse en esas sillas, se les pudo ver la molestia de su piel recién golpeada, así, ya con Carlos y Abel también en sus bestias, iniciamos la cabalgata.
Íbamos cabalgando a campo abierto, al ver cómo administrador y líder dirigían al grupo, sentí impotencia por no haber podido disfrutar de como Carlos subía a su caballo, me había perdido del espectáculo por el afán de iniciar la dichosa cabalgata, aunque en esta oportunidad, nuestro líder vestía una licra del mismo color de su túnica que le cubría hasta las rodillas, cosa que me disgustó porque me perdía en gran medida de verle esas piernas desnudas, era obvio que había previsto la actividad llevando consigo esa prenda debajo de su uniforme, los manes que iban con su ropa interior aún puesta se notaban algo más cómodos que los que no, yo era parte de estos últimos y buscaba y buscaba la manera de acomodarme en esa silla de montar para evitar el roce de mi piel y el golpe cuando el caballo aceleraba su paso, estaba siendo demasiado molesto por lo que traté de poner tela de mi túnica debajo de mi culo para cubrirme y enrollé otra parte para abullonarme debajo de mis güevas y así evitar el constante golpeteo, todos nos mirábamos buscando cómo cada uno sorteaba esta dificultad, verlos así me arrechaba, verlos acomodarse esas vergas, su incomodidad, parar su caballo para buscar una mejor posición dejando al aire todo, ver algunas vergas semierectas por el golpeteo y por la fricción, era un deleite y más cuando Abel de manera estratégica golpeaba el caballo con su fusta de quien paraba, obligando al animal a volver a trotar e incluso galopar y que quien lo montaba, por la sorpresa, tuviera que sentarse de nuevo como estuviera, muchas veces con su verga sin cubrir y ver ese bamboleo, me estaba regalando unas imágenes bastante morbosas que difícilmente iba a borrar de mi mente.
Continuará…
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