ROTURA CON TERNURA. (Unitario).
Hay cosas que se dan sin pensarlas y te trastocan todo, a veces, para mejor….
“Ayyy, Guille, me duele mucho, soy muy chiquito y estás muy grande, sacala, por favor, sacala, no te muevas, ayyy, me duele, me gusta más con tus dedos, a tu verga no la puedo aguantar”, -pedía mi vecinito Martín que ya había tratado de zafar al sentir un cuarto de pija dentro de sus intestinos, pero que ahora paraba su culito gordito dudando entre que se la sacara y que le hundiera la verga hasta el fondo.
- ¿No era acaso que querías saber lo que se siente al tener una pija en el culo y que eras valiente para aguantarla?, al final sos un mentiroso, dijiste que tu culito podría.
- Sí, sí, yo quería aguantar, pero es muy grande, me duele mucho, -decía sollozando con la cabeza metida en la almohada-.
- Voy a ir despacio, pero te la tenés que tragar toda, luego te gustará mucho y vas a querer que te coja siempre, ahora no grites porque escucharán los vecinos y te van a tratar de putito en todo el barrio.
- No eso no, por favor, vos tampoco diga nada porque se van a reír de mí, voy a tratar de aguantar, pero ponele más de ese líquido frío y entrá despacito, por favor, cuando tu verga entra parece que se abre todo adentro.
Se la saqué mirando su culito parado, gordito y abierto que esperaba por más verga, le puse más lubricante íntimo, dejé caer unas gotas en el glande enrojecido y volví a intentar. Mis 18 x 6,5 cm. tendrían que entrar todo dentro de sus tripas y después sería un festival. Me costaba romperle el culito con ternura, sus nalgas paradas, temblorosas y apetecibles se me cruzaban delante de los ojos y ver como mi verga se iba perdiendo en su interior hacía que el sadismo me brotara. Como sea, sabía que tenía que aguantar y hacerlo con algo de delicadeza, ese culito merecía la pena para volverlo a perforar todas las veces que quisiera.
El lubricante dio el resultado esperado, ya podía moverme con más tranquilidad, entraba y salía, entraba y, poco a poco lo iba haciendo completamente mío al avanzar hasta lograr una total penetración. Martín ya no se quejaba tanto, hasta trataba de amoldar sus movimientos a los míos. “Tengo mi pitito duro y me voy a hacer pis”, -dijo comenzando a temblar-. Le contesté que se dejara llevar, que era porque gozaba con la cogida.
No bien comenzó con los temblores de su orgasmo casi seco, aunque alguna gota de orina dejó escapar de su penecito encabritado, me llevaron a tirar mi cuerpo hacía adelante, aferrar sus tetitas de gordito con mis dos manos e incrustar mi verga en el fondo de su culito, a esta altura, sin que me importara que algo se rompiera. Fue una delicia sentir que mi pelvis chocaba con sus nalgas y escuchar el grito agónico que se estrelló y apagó en la almohada.
“No te muevas Guille esperá un poquito, me cogiste hasta el fondo y parece que estuvieras en mi panza, la siento muy adentro”, -expresó con una voz entrecortada que me sonó a ruego-. Lo esperé, yo podía aguantar un poco más sin llenarle las tripas de leche y venía lo mejor, había que cogerlo e incrementar las entradas y salidas para que sus ganas y su culito se hicieran dependientes de mi verga.
Me habían costado casi una semana hacerle la cabeza, uno que otro regalito, ayudarlo con los deberes del colegio, sacarle los miedos, acariciarlo, calentarlo, incentivar su ego y finalmente decidirlo a probar verga. Éramos vecinos, él tenía nueve años y yo dieciocho, nuestros padres trabajaban mañana y tarde y, sin mucho para discutir, me lo habían endosado para dejarlo en la escuela de pasada para mi Secundario y regresar con él a casa al mediodía, almorzar y merendar juntos.
Yo era alto, nada feo, de lindo físico y buen deportista, pero un nabo total con las mujeres, calentar me calentaba como un perro, pero o no atinaba a decir palabras cuando estaba frente a una de ellas o era seco y cortante, lo que me daba por resultado un aislamiento casi total, ellas no querían ni verme y los chicos no se acercaban porque las chicas se alejaban. Con el único que tenía una relación, digamos, allegada, era con Martín, hasta que comencé a notar varias cosas que nunca había notado.
En un principio no notaba nada extraño en el trato con los compañeros con los cuales lo veía hablar a la salida o a la entrada de la escuela, tampoco notaba nada extraño en sus tonos o conversaciones con sus padres o los míos, pero eso cambiaba cuando estaba a solas conmigo. Su shorcito ajustado parecía pegarse más a sus nalgas dejando al descubierto las partes de debajo de éstas, hasta sus modos cambiaban y se hacían más suaves y femeninos.
Muchas veces directamente se sacaba el shorcito y andaba en slip a los que les faltaba poco para ser tangas. Esto no era por la forma de la ropa, sino por el volumen de sus nalgas que comencé a notar una tarde en que andaba caliente a más no poder y no pude hacerme una regia paja con un video en mi celular porque Martín había venido a llamarme para que lo ayudara con unas cuentas.
- Bueno, yo te ayudo diciéndote como hacerlas, pero las hacés vos y no te quedes parado al costado de la mesa, poné tu lindo culito arriba de mis piernas y yo te voy indicando, -le dije sin ninguna connotación sexual-.
- Bueno, dale, -me dijo sonriendo y sentándose con prontitud sobre mis muslos-. Guille, ¿en serio me decís que mi culito es lindo?, yo siempre me pongo para que lo mires, -preguntó y dijo acomodando sus nalgas hasta ponerlas sobre mi verga aún dormida-.
- Yo creo que sí, es durito, gordito y parece lindo, -le dije, pero algo se estaba despertando en mí al hablar del culito de Martín y todos los pensamientos se acumularon en mi entrepierna-. Igual mucho no puedo decir porque nunca lo vi ni lo toqué, -la completé con una erección más que evidente que él no podía dejar de sentir-.
- Si te gusta mucho y no se lo decís a nadie, yo dejo que me lo toques y me lo mires, pero, pará, que me acomode porque me parece que tu pito se puso duro, ¿eso es porque te gusta mi culito?, ¿vos tenés el pito muy grande?, ¿entrará en el culito de un nene?, -preguntó acomodándose para que mi verga, ya totalmente erecta, se ubicara entre sus nalgas duras-.
- ¿A qué vienen tantas preguntas?, ¿a vos te gustan las vergas de los más grandes?, -le pregunté, ya a mil y afirmando sus nalgas en mi erección separada de su piel por el bóxer, el pantalón de fútbol y su calzoncillito blanco-.
- No, porque a los que les gustan todas las vergas son putitos, pero con la tuya es distinto, ¿vos me la podrías mostrar?, -afirmó y ya me tenía a punto de eyacular como un marinero-.
- Sí, yo te la puedo mostrar, pero ¿a qué viene todo esto y estas ganas?
- En la escuela hay tres o cuatro compañeritos que ya se la vieron a su papá o a los tíos y dicen que son enormes y yo quiero saber cómo es la tuya, además, porque vi unos videos que vos tenés en la computadora y una nena que parecía chiquita se la chupaba a un señor y después el señor se la metía por el culito y a ella parecía gustarle, yo vi eso y mi pitito se me puso muy duro, me lo tuve que tocar, me dieron como temblores y ganas de probar que se sentiría.
- Ahh, ya sé que video viste y si tenés ganas te puedo enseñar todo eso, pero creo que no te vas a animar y aparte de no decir nada a nadie, ni siquiera a tus compañeritos, tenés que estar dispuesto a dejarme hacer a mí y hacerme caso en todo.
- Síííí, yo te prometo que nunca diré nada a nadie y hago todo lo que digas, ¿me la vas a mostrar?
- Sí, te la voy a mostrar, pero antes voy a cerrar bien las puertas y vos te tenés que sacar los calzoncillos.
Se paró presto para sacarse la poca ropa que tenía y yo fui a cerrar la puerta, me acomodé la verga por debajo de la ropa y me puse a pensar que le gustaba la verga y si le hacía bien el culito a Martín podría tener un putito para mí solo y por un largo tiempo. Tenía que prepararlo con tranquilidad y, aunque tuviera que esperar un poco más, romperle el culo con ternura para que mi pija se le hiciera imprescindible. Así, de esa manera impensada y por culpa de un video que había dejado puesto en mi computadora se le despertaron todas las ganas a mi vecino y, debido a lo que me contaba, comencé a ver su hermoso culo gordito como la gran posibilidad para deslecharme a gusto todas las veces que quisiera.
Regresé a la mesa y Martín me esperaba con la remera puesta y con el minúsculo pitito parado, le dije que no se sacara la remera cuando amagó con hacerlo y eso era porque me gustaría acariciarlo por debajo de la ropa, aunque a él no se lo dije. Me senté y lo acomodé sobre mi entrepierna haciendo que la verga quedara acamada entre sus nalgas.
- Movete despacito y deja que tu culito se vaya acostumbrando a sentir toda mi carne por afuera, -le dije tragando saliva-
- ¿Ya me la vas a meter?, digo, ¿vas a cogerme como hacen en el video?, porque a mí me parece que es muy grande, me da un poco de cosa.
- No, primero va a tener que aprender a tocarla, besarla, chuparla y hay que agrandar un poco tu culito para entrar sin problemas.
- Bueno, enseñame, pero, ¿me dejás mirarla y tocarla antes?
Ni siquiera esperó por mi respuesta, se bajó de mis muslos y sus dos manos se apropiaron de mi tronco mientras me tocaba el meato y el glande con la yema de un pulgar. “Sale un líquido transparente y pegajoso, ¿eso es la leche?”. Le expliqué que no, que era el precum y para que servía, lo que motivó que pasara el pulgar por sobre el glande desparramando el líquido y eso sólo casi me hace acabar como un marrano.
- Todavía tenés que hacer las cuentas, volvé a sentarte en mis piernas, -le pedí tratando de aguantarme la excitación que me provocaban sus manos-.
- Bueno, pero tené cuidado Guille, tu verga es muy grande para que me la metas toda y me va a doler mucho, -afirmó un tanto preocupado-.
- Aún no la voy meter, veremos más adelante si se puede, ahora te voy a dar besitos y a acariciarte para ver si te gusta.
Eso me servía para no acabar enseguida y para tratar de re calentarlo, quería lograr que fuera él quien me pidiera que lo penetrara. Comencé con su cuello y sus orejas, mis labios y mi lengua pasaban por allí y pronto se escucharon sus gemidos, las cuentas a resolver sobre el papel pasaron a la historia y Martín dejó el lápiz para mover sus nalgas que abrazaban mi verga.
La paja que me estaba haciendo sin saberlo era monumental y mis manos acomodaban sus caderas tocando parte de sus nalgas gorditas y duritas. Enseguida de sus orejas pasé a su espalda luego de sacarle la remera, la lengua en su columna le provocaba escalofríos y decía en voz alta que el pitito le temblaba y le daban ganas de hacer pis. Mis manos subieron desde sus costados y mientras seguía con mis besos y lamidas en su espalda, abarqué sus tetitas de gordito.
Las caricias, masajes y apretones suaves a sus pezoncitos endurecidos le provocó toda una serie de temblores que me encantaban, además sus tetitas me provocaban para encerrarlas en mis palmas como si fueran las de una nena adolescente y a él le causaba un placer que ninguno de los dos esperaba. Después de eso y viendo que toda la zanja de sus nalgas estaba impregnada de mi precum le dije que haríamos otra cosa más.
Lo cargué en mis brazos y lo llevé al sofá, allí lo coloqué de rodillas y apoyó la cabeza y los brazos en el respaldo, me moría de ganas de reventarle el culo de un soberano pijazo, pero sabía que le dolería mucho. Él quería experimentar y la experiencia no debía ser demasiado dolorosa ni brusca, “con ternura Guille, con ternura”, -me dije a mí mismo y llevé sus manos para que se abriera las nalgas-, lo hizo gustoso y apareció un asterisco cerrado y delicioso. Mi verga se veía enorme ante ese agujerito cerrado y, aunque pensaba que con un buen lubricante entraría con mayor facilidad, me pareció que no era el momento. No obstante, comencé a pincelar toda esa zona con el glande lubricado, iba desde sus bolitas al coxis y hacía una leve presión cada vez que pasaba por el agujerito que parecía latir.
- ¿Me vas a coger ahora como en el video?, -preguntó denotando una cierta expectación y algo de temor-.
- No, ahora no, primero hay que agrandar el agujerito, pero contame lo que sentís.
- Me gusta mucho lo que me hacés y siento escalofríos cuando ponés la punta en mi culito, a la chica del video se la metían rápido y me dan ganas de que empujes cuando pasás por ahí.
- Bueno, pero quedate tranquilo, vamos a ir despacio, ahora te voy a hacer otra cosa que te va a gustar.
Tenía ese culo frente a mis ojos, su forma de durazno me tentaba demasiado, entonces acerqué mi cara y dejé que mi boca se hiciera cargo. Lo besé, lo chupé, traté de meter la lengua en el asterisco cerrado y escuchaba los gemidos, ya a esta altura, un tanto desencajados de Martín, “probá, probá de meterla Guille”, -pidió nadando en un mar de calentura y llevé el glande hacia el huequito para hacer el primer intento-.
No hubo caso, se quejó cuando intenté empujar y desistí porque me dio un poco de susto creer que lo rompería y luego no sabría explicar su dolor o su posible rajadura. “Te va a doler mucho Martín, mejor es que aprendas a chupármela y voy a tratar de jugar un rato con los dedos”, -le dije sabiendo que lo menos que podía hacer era llenarle la boca de leche-.
- Yo no sé chuparla y me da cosa, por ahí sale el pis.
- ¿Ves cómo sos?, yo recién te chupé el culito, a vos te gustó y a mí no me dio asco y dijiste que querías aprender todo.
- Bueno, dale, enseñame, -dijo girando y tomándola por el tronco la arrimó a la boca, le expliqué como debía hacer, pero antes busqué un poco de aceite de cocina-.
Me senté y me puse de costado para tener su culito al alcance de mis dedos ya empapados en aceite y mientras él se metía el glande en la boca y yo le indicaba que hacer con los dientes, comencé a acariciar su agujerito con las yemas de mis dedos aceitados. Martín no tardó en entusiasmarse con la mamada diciendo que le gustaba que yo gimiera cuando me chupaba, se esmeraba pasando la lengua en derredor del glande y después se metía un tercio de tronco.
Le había dicho que tratara de meterse toda la verga en la boca, que eso me encantaba, trataba, pero no podía, igual no iba a apurarlo con esto ni lo forzaría empujando su cabeza, habría tiempo para aplicar un poco más de rigor. Mi dedo medio pugnaba por ubicar su recto y trataba de entrar, lo sentí estremecerse un tanto dolorido cuando entró la yema y, aunque se movió, no detuve mi ingreso y luego me quedé quieto esperando a que se acostumbrara, “me dolió un poquito, pero me gusta”, -afirmó dejando de mamar y seguí-.
La cogida “a dedo” lo estaba enloqueciendo, movía el culito tratando de acoplarse a mis entradas y salidas y gemía, emitiendo algunas toses y arcadas porque se afanaba por tragar, pero se notaba que no estaba dispuesto a abandonar. El dedo entraba en su totalidad, lo movía hacia los costados y casi sin darme cuenta entró la punta de un segundo dedo, Martín se tensionó con esto, aunque enseguida se aflojó y me dejó seguir, pidiendo que los moviera más rápido. Ya no daba más, ese pedido me terminó de aflojar y le avisé que tenía que tragarse toda la leche, atinó a tratar de sacar la boca del lugar que ocupaba, pero la mano en su cabeza no lo dejó y se vio obligado a tragar haciendo unos ruidos guturales que parecían querer exprimirme.
“No es fea tu leche, tiene un gusto un poco ácido, pero me gustó y también me gustó chupártela”, -me dijo con los ojos brillantes por el esfuerzo y por haberlo logrado. Yo seguí con mis dedos incrustados en su culito y le dije que tenía que limpiarme la verga, algo que hizo con gusto y gimiendo sin poder contener los movimientos de sus caderas. Me la dejó reluciente, era un mamador nato porque ni siquiera había sentido roces con sus dientes. Mis dedos seguían en su interior y mejor acomodado, la cogida lo hizo gemir, suspirar y pedir más…
- Un par de días más con los dedos y ya te va a caber mi pija, ¿te animarás a aguantarla o te vas a asustar?, -le pregunté satisfecho con mi polvo-.
- No sé, tengo ganas de que me la metas, pero también tengo un poquito de miedo porque es muy grande, pero chuparla te la voy a chupar a cada rato porque me encantó y la leche también.
Así empezó la cosa con Martín, lo tuve casi siete días exprimiéndome la verga como el mejor, ya había aprendido en base a arcadas, ahogos, toses y algún que otro empujoncito en la cabeza a tragarse mi pija hasta la garganta y le encantaba eso. Llegábamos del colegio y se sacaba toda la ropa para que se me cayeran las babas viendo su culito moverse de un lado al otro y me propinaba una mamada de antología, se desesperaba por tragarse toda mi leche y ya mis dedos entraban de a tres en su culito pedigüeño.
Luego almorzábamos con hambre y ganas, él hacía los deberes y vuelta a insistir con sus “lecciones”, las mamadas a su culito que cada vez me desesperaban más, los grititos que daba como si fuera una nena y sus pedidos reiterados para que lo cogiera sin esperar más eran acuciantes. Finalmente había llegado el sábado, ese día no teníamos clases, nuestros padres trabajaban como un día normal y lo pude tener completamente ensartado.
Todas mis ganas atrasadas se tradujeron en una cogida tremenda, las paredes de su ano me apretaban todo el tronco, entraba empujando hacia adentro a su esfínter y salía arrastrando parte de sus tripas. “Dejala adentro Guille, cuando salís parece que me arrancás todo y me duele más”, -decía con voz quejosa-, tenía razón, a mí también me dolía, pero un poco más de lubricante solucionó el problema y me moví con más soltura.
Tuve que taparle la boca con una de mis manos porque sus gritos, ya decididamente de placer, se escuchaban en toda la habitación y la otra la utilicé para prenderme de una de sus tetitas de gordito, mi cuerpo se había dejado caer sobre el de él y no me aguantó el peso, sus rodillas se aflojaron, se desplomó sobre la cama arrastrándome encima y, si algo de verga faltaba por entrar, se solucionó en ese momento pues entré venciendo cualquier resistencia interior.
Solté su boca diciéndole que no hiciera ruidos y lo tomé de los hombros para terminar dentro de su culo después de varias estocadas. Gimió, pedía más, mordió la almohada y se estremeció temblando cuando sintió mi líquido en sus entrañas, le duró bastante esta explosión interna y me apretó el tronco exprimiendo hasta la última gota.
- Despacito Guille, por favor, no salgas, me gusta sentir tu pijotota adentro, -dijo ladeando la cara y tratando de sonreír-.
- ¿Viste que te iba a gustar?, ahora sos mi “putito” y soy el único que te puede coger.
- Sí, voy a ser tu “putito”, pero que nadie se entere y quiero que me cojas todos los días, al principio me dolió mucho y me hiciste llorar, aunque al rato me gustó y me daban temblores cuando me rozabas algo adentro, ¡con razón a la chica del video le gustaba!
- Y a vos cada vez te va a gustar más, a medida que te vaya cogiendo, el culito ya no te dolerá tanto, él solo pedirá verga, -le decía notando que mi verga desinflada no abandonaba su culito y comenzaba a pararse de nuevo-.
- Esperá, esperá, no salgas, me gusta mover el culito con la pijotota adentro.
- Tengo que salir porque te voy a coger de nuevo y voy a ponerte en otra posición para poder besarte.
- ¿Me vas besar como si fueras un novio?
- Algo así, pero vos no tenés que cambiar ni mostrar que te gusta mi verga.
- No Guille, no quiero que otros me digan putito. ¡Ufff!, la sentí cuando salió, parece que me quedó todo abierto, ¿cómo querés que me ponga ahora?, -preguntó caliente y con ganas de recibir más-.
Mis dieciocho años se mostraban en plenitud y pensando en cogérmelo de “patitas al hombro” se me volvió a parar rápido, allí fue que me di cuenta que sus “huellas” habían quedado en mi glande y le dije de ir a lavarnos, se paró con algo de dificultad, pero se reía diciendo que el culito le dolía, no obstante, caminó delante de mí para ir al baño y la vista de sus nalgas duras me hizo saber que esa mañana-tarde terminaría conmigo destruido, aunque esperaba que él no quedara mejor.
Martín se sentó en el inodoro para evacuar lo suyo junto a mi leche, yo me lavé mi verga y recordé que mi madre vivía estreñida y tenía una pera de goma para hacerse enemas, entonces la tomé, la llené de agua tibia y le pedí al vecinito que se pusiera en el borde de la bañera con los pies afuera y el cuerpo adentro. Captó enseguida el pedido y me pregunto si lo cogería en esa posición, allí le expliqué lo que haría para que su culito quedara limpio y use la pera metiendo agua tibia en sus tripas.
Lo hice dos veces y se notó que gozaba con esta penetración y con la evacuación posterior, esto hasta que largó sólo agua, entonces lo hice poner de nuevo en la misma posición y besé, lamí y chupé su culito arrancándole grititos de placer y estremecimientos que no podía contener. Yo estaba a mil y el jabón neutro en gel cumplió otra función, me embadurné la verga con él, jugué con mis dedos en su orificio dilatado y le pedí que me abrazara rodeando sus brazos en mi cuello.
Una de mis manos lo sostuvo por las nalgas y la otra guió el glande a donde debía estar. Mi boca buscó la suya y le fui abriendo los labios para meter mi lengua, Martín respondió como si supiera y con mi lengua en su cavidad bucal y mis labios tapando su boca, lo hice descender para que mi verga lo penetrara, emitió algunos sonidos acusando algo de dolor, pero pronto fue él quien se dejó caer para que mi verga entrara más profunda.
En esa posición y, moviéndome despacio para no tropezar con nada, caminé con él, penetrado, contento y moviendo el culito al gozar con la cogida, así lo llevé hasta mi habitación y lo deposité de espaldas en la cama, sus piernas se abrieron y se levantaron lo suficiente para poder entrar sin ningún impedimento. Me encantaba besarlo y escuchar sus gemidos, puse una de sus manos tocando su pitito duro y me saqué las ganas de culiarlo a gusto.
A veces apartaba mi boca de la suya para poder respirar y volvía a comérsela sin tregua, mientras mis caderas se movían de forma un poco más violenta entrando y saliendo de su culito, a esta altura, deseoso de mi verga y de su macho. Los gemidos de Martín se mezclaban entre dolores, estremecimientos, temblores y goces hasta que ya no aguanté y volví a llenarle las tripas de leche, por lo menos con la que me quedaba que no era poca.
El lavaje había dado buen resultado y quedaba limpiármela, entonces se la saqué escuchando el “plop” que le hizo fruncir el ceño por el dolor repentino y me moví para metérsela en la boca. La tomó sabiendo lo que tenía que hacer y su lengua y sus absorciones hicieron el resto, rápidamente se puso a la tarea que le agradaba, chupó, lamió, movió la lengua y me la dejó reluciente, me bastó sacársela de la boca para observar que estaba feliz y complacido de la cogida y de la mamada de “su” verga, como él decía.
Ese sábado fue casi mortal porque después de comer y descansar un rato Martín se levantó de la cama en que dormíamos la siesta y se fue por un rato de mi lado. Al poco tiempo reapareció con un baby dolls transparente que le quedaba un poco más largo de lo habitual y una tanga que, al girar, hacía resaltar su culito gordito, apetecible y parado. “¿Mi culito te gusta más como nene o como nena?”, -me preguntó al ver que lo miraba-.
Yo tenía una hermana de veintitrés años y casada desde hacía un poco más de un año, no vivía en mi casa, pero su habitación estaba intacta y algunas ropas que antes usaba habían quedado en su placard, eso fue lo que había hecho “mi putito”, había buscado entre las ropas de mi hermana y se me aparecía vestido como una nena para tratar de agradarme de la manera que fuere. Mi verga reaccionó de inmediato a la imagen y le pregunté: “¿Sabrá esa nena chuparme la verga como a mí me gusta?”.
En lo que tardé en pestañear ya lo tenía encima metiendo la cabeza entre mis piernas. Su mamada era magistral y como había aprendido a metérsela toda hasta la garganta, no tardó en tocar mi pelvis con su nariz, salía de allí absorbiendo todo el tronco, me sonreía pícaro o pícara en su papel femenino improvisado y la volvía a tragar generando en mí una especie de delirio. Ni idea de cuantas veces lo hizo, sólo sé que no me aguanté, tampoco quise y le llené la garganta escuchando su deglutir, sus gemidos y los míos propios.
Descansamos un rato y ya no nos quedaba tiempo para más, nos bañamos juntos, no lo quise volver a penetrar porque dijo que el culito le ardía mucho, eso derivó en una cogida “a dedo” para ponerle una crema desinflamante que, ardores o no, lo hizo gozar nuevamente y luego de ordenar todo, las cosas de mi hermana incluidas y perfumar un poco me puse a hacer la merienda y lo obligué a que hiciera los deberes de la escuela. No tuve necesidad de exigirle ni ordenarle nada, bastaba con que yo se lo pidiera para que él hiciera, su sumisión era total y a mí me encantaba eso.
Hoy, salvo los descansos obligados de los domingos porque nuestros padres estaban en la casa, Martín vive pidiendo pija a mansalva y yo, mientras el cuerpo aguante, lo sigo surtiendo según se presente la ocasión y la posición porque hemos practicado montones de ellas. Su capacidad para mamar se supera día a día, lo mismo que con su culito, me basta mirarlo e imaginarlo desnudo para que la erección se haga presente y mi verga busqué la calidez de sus tripas.
Lo mejor de todo esto es que, pasados un par de meses, Martín no ha perdido su imagen de nene totalmente hetero, no hay nada que delate sus gustos, gustos que desnuda sólo cuando está junto a mí y allí suele mostrar su dicotomía en cuanto a darse como un putito desmadejado o como una nena deseosa de verga, variantes por las que siempre termina satisfecho y pidiendo más aun cuando apenas puede separar los pies del suelo.
Yo sigo con mis estudios y, aunque miro y comparo con algunas compañeras de estudio, no encuentro un culito, gordito, duro y parado como el de “mi putito”, además no creo que ninguna de ella llegue a ser tan dada ni tan complaciente como lo es Martín conmigo y con mi verga, ni que se aguante los pijazos que se “come” el nene cuando me escapo de la ternura y mi morbo me exige cierta dureza en las penetraciones.
Para mejor o peor, todavía no puedo dilucidarlo, hace un par de días, después de un “polvo” en que le quedó el culito echando humo, me vino con la novedad de que hay un compañerito de la escuela del que es amigo desde el Jardín, el cual le dijo, en secreto, que a él le gustaría saber qué es lo que se siente al tener la verga de un adulto en su culito.
- ¡Cómo surgió esa conversación?, ¿qué le dijiste vos?
- Yo nunca digo nada de lo nuestro, todo pasó porque me contó en el recreo que un chico repetidor de sexto grado le dijo que le gustaría cogérselo en los baños.
- ¿Y?
- Y, nada, me contó que salió corriendo porque ese chico no le gusta, pero con uno grande se animaría. Yo le pregunté cómo sabía y me contestó mostrándome que tenía dos videos en su celular dónde en cada uno se cogían a un nene distinto y los nenes gozaban con eso. “¿Te imaginás que lindo sería tener un pito así en la cola?”, eso me preguntó y yo le contesté que no me gustaría, aunque no le dije que sé lo que se siente y lo rico que es.
- ¿A qué viene esto?, porque estoy seguro que algo te traes entre manos.
- No, nada, sólo que a mí me dan ganas de cogerlo a él porque tiene un culito parado parecido al mío, pero sólo lo podría hacer si vos te lo cogés primero, ¿no te animás a cogértelo a mi amiguito y hacer que yo me lo pueda coger después con mi pitito?
- No sé, dejame pensarlo, primero tengo que conocerlo, pero te aclaro que, si se llega a dar y te ponés celoso, no te cojo más a vos y dejo de ser tu “amigovio”.
- No, te lo juro, yo te quiero solo a vos, lo cogeríamos los dos, pero él no tiene que saber que vos me convertiste en “tu putito”. Si querés le digo, mañana o pasado, que venga a casa a hacer los deberes conmigo.
Martín se había “desatado” y ahora quería ser él quien fuera el “activo” en una relación con otro nene, pero para eso necesitaba de mi ayuda y consentimiento. No sabía qué hacer, le pregunté con quién vivía el nene y me contó que vivía sólo con la madre, que ella tenía un quiosco y que él se iba de la escuela al local y se pasaba toda la tarde con la madre. Por lo que me decía enseguida individualicé al nene en cuestión, se llamaba Felipe y era de características físicas parecidas a las de Martín, pero este era un rubio hermoso de ojos azules. Todavía sigo sin saber qué hacer, podría tener a un hermoso culito a disposición, aunque también mucho que perder. Ya veremos…
GUILLEOS1 – Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente relato como todos! Me gustó este nuevo estilo…
Y Feliz Año a todos!!!
Muy bien contado, esos putitos quieren mas👍