Said, el morocho.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi grupo familiar constaba en ese entonces de mi padre, madre y dos hermanas menores.
Nuestra casa estaba situada en un cerro en el litoral del estado Vargas, Venezuela.
La misma estaba en construcción ya que mi madre estaba esperando otro hijo, en la parte de abajo tenía dos habitaciones y como yo era mayor y único barón, mi padre y yo construimos en la parte de arriba una habitación para mí, con las comodidades necesarias para un barón.
Al lado de nuestra casa se mudó una familia con tres niños, unos morochos hembra y barón y una niña pequeña.
Los morochos tenían 11 años y la beba tenía 8 añitos.
Ellos desde un principio se la pasaban en mi casa jugando con mis hermanas y yo los veía de manera normal.
Ya yo tenía una novia y cuando pasábamos mucho tiempo de amapuches yo llegaba a casa con mis pantalones mojados por el exceso de líquido preseminal, por yo soy un manantial de líquido, cualquier cosa que me excite me hace emanar gran cantidad de líquido.
Un buen día, aquella familia les tocó hacer un viaje por razones de enfermedad de un familiar y los morochos estaban en clases y la madre le pidió a mi mamá que si podía quedarse con ellos por los días que faltaban para el fin de semana, aquellos padres se fueron el día miércoles, cuando yo llegué de clases me acomodé y me fui a donde mi novia.
Pasé mucho tiempo en su casa entre amapuches, besos, manoseos.
Cuando llegué a casa como a las 9 pm, ya mi madre había acostado a Said en mi cuarto, al llegar me comunicó que tendría que dormir con el niño porque en el cuarto de las niñas no cabía.
No me agradó la idea ya que en la privacidad de mi cuarto me masturbaba cuando llegaba cargado de leche en mis huevos.
Al entrar al cuarto estaba en mi cama aquel niño, blanco de piel, medio gordito, pelo castaño claro al largo, como esta de espaldas pude ver que tenía unas nalgas gorditas y redondas, como hacía mucho calor el chico estaba durmiendo en ropa interior y sin franela.
Apagué la luz para desvestirme y me acosté a su lado, me sobaba las bolas pues me dolían de tanto sebo que había hecho con mi novia.
Me quedé medio dormido y al ratico siento que el niño se voltea hacia mí y me roza su pene contra mi mano.
Aquello fue como un corto eléctrico, me entró un gran morbo y mi cabeza comenzó a volar, dejé correr mi mano y toqué su pene por encima de su interior y me sorprendí porque aquel chico tenía un gran pene para la edad que tenía.
Su respiración daba con mi cara porque el niño estaba recostado de lado con su cara cerca de la mía.
Sobé aquel pene poco a poco, metí mi mano y le toque todo, cabeza, tronco y huevos.
Al ver que no había respuesta negativa se me ocurrió bajarle su ropa interior y dejé su pene al aire, aquello me excitó tanto que acerqué mi cara y olí su miembro, se lo pelé con cuidado de no despertarlo y olí nuevamente su glande, tenía un olor a orina, pero eso no me detuvo, pase mi lengua por la punta de su pene y noté que él se estremeció, aquel niño no estaba dormido, al ver su respuesta a mi acción, comencé a pasarle la lengua por aquella tremenda tranca, que para su edad repito, era bastante grande, casi igual que el mío.
Me lo metí en la boca y comencé a mamar aquel pene hermoso, mamaba su glande, lamía su tronco, chupaba sus huevos y de vez en cuando el abría las piernas y yo bajaba hasta su culito.
Me levanté y me quité mi interior y le quité el de él también, él solo me veía, al verlo totalmente desnudo me acosté entre sus piernas y comencé a mamar nuevamente aquel tremendo pene, así pase un rato hasta que el nene se comenzó a estremecer él niño había tenido un orgasmo y noté que botaba un líquido ligero por su pene, me salí de sus piernas y tome la sábana y nos cobijamos, tomamos la posición de la cucharita, él quedó de espaldas a mí y mi tranca quedó justo en medio de sus nalgas, como yo era un mar de líquidos, le deslicé por entre sus nalgas mi pene y se le resbalaba por la lubricación de mi pene, yo pasaba la mano por su vientre, bajaba y le tocaba su pito y cuando se lo tacaba él hacía un movimiento hacia atrás y mi pene quedaba más a su entrada, en ese momento aquel niño que no había dicho nada me dijo, me lo vas a meter? Yo respondí besando su cuello y haciendo precisión hacia su entrada, él introdujo su mano por dentro de la sábana y se abrió una nalga, dejando a mi disposición su lindo hueco, puse la punta de mi verga en su entrada y con la mano la froté para lubricar con mi líquido, lo volví a colocar en su entrada e hice un movimiento para entrar, sentí cuando él apretó su culo, creo que le dolió y yo me quedé tranquilo un rato, luego volvía hacer presión y él paró más su culo hacia mí y allí sentí cuando entró mi glande, nuevamente sentí presión en su esfínter, lo volví a dejar en ese sitio para que se acostumbrara a tenerlo allí, al cabo de un rato mi compañero de cama comenzó a mover su cadera en aceptación y yo comencé a empujar poco a poco, cuando ya le tenía la mitad adentro, lo coloqué boca abajo y me monté sobre él, pero sin meter de golpe mi pene, yo besaba su cuello, aquel niño por detrás parecía una niña, se parecía a su hermanita, era como si me estaba cogiendo a la niña, fui dejando caer mi cuerpo poco a poco, mientras le metía lo que restaba de mi pene, al llegar a meterlo completo me volví a quedar quieto un rato para acostumbrarlo, cuando el comenzó a moverse yo supe que era el momento, comencé un mete y saca lento, besaba su cuello él paraba su vientre, haciendo que mi pene entrara por completo, aquello con el tiempo me hizo ponerme frenético y mis embestidas fueron cada vez más fuerte y más rápidas, aquel niño me estaba exprimiendo y sacando de mis testículos la leche que había acumulado por el sebo hecho con mi novia.
Al llegar el momento de mi eyaculación, descargué dentro de él unos cuatro o cinco chorros de semen, abrazaba sus piernas con las mías y metía lo más hondo posible mi pene, al terminar de botar leche, dejé caer mi cuerpo sobre el de él y me quedé como dormido del cansancio.
Cuando mi pene perdió algo de dureza, me bajé de él y me levanté a buscar algo con que limpiarlo y limpiarme a mi mismo.
Encendí un pequeño bombillo que tenía en la cabecera de la cama y vi el rostro de aquel nene quien era bonito.
Me salió besarlo y con una franela limpié su entrepiernas, sus bolas que se habían llenado de semen porque fue tanto lo que le dejé adentro que se le salía solo, le indique que se agachara en un periódico que conseguí y allí drenó todo lo que le quedaba adentro, lo limpié y nos acostamos abrazados, pase el resto de la noche con mi pene parado rozando su entrada, aunque no quise volver a hacerle nada más esa noche.
Luego de aquella noche tuvimos otros encuentros e incluso con su hermana, pero lo cuento luego.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!