Said, el morocho 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
A la mañana siguiente después de aquella noche de sexo con mi vecino Said, al despertarme estaba abrazado al niño, ambos desnudos, yo como siempre con mi pene a millón, me separé con cuidado del niño, tome su interior y se lo puse para que nadie viera que estaba desnudo, pero antes sobé sus nalgas y las abrí a ver si no le había hecho daño, entonces pude ver lo blanco de aquellas nalguitas redondas, lizas y grandes, al mirar entre sus rajas noté que su orificio era de color rojizo igual que su glande, me dieron ganas de volver a montarlo, pero me aguanté, además que ya estaba en horas para salir a la universidad.
Pasé todo el día pensando aquella noche y aquel cuerpo tan hermoso y no dejaba de pensar en lo sucedido, por su puesto aquel pensamiento me mantuvo todo el día, medio empalmado y por su puesto mojado de tanto líquido que emanaba de mis testículos.
Al llegar en la tarde a casa, después de estar listo para salir donde mi novia, puse dirección a su casa.
Ese día pasé menos tiempo en casa de mi novia y mientras me besaba con ella me venía al pensamiento lo sucedido con mi vecino, ella llegó a rozarme mis partes y notó lo excitado que estaba y con pena me dijo que no podíamos hacer nada por aquello y yo le respondí que me tenía que ir pues no me sentía bien.
Llegué a mi casa antes de las 8:30pm y subí a mi cuarto de inmediato, me dolían los testículos y quise hacerme una paja como acostumbraba, pero estando en mi cuarto apareció Said, nos saludamos y lo invité a sentarse y conversamos de su día en clase y otros temas, menos lo sucedido la noche anterior.
Al tener rato hablando con él fui al baño a orinar y tomando en cuenta que tenía mucho líquido preseminal, decidí no lavarme y como tengo el prepucio que tapa mi glande, solo pelé la punta de mi pene para que no se lavara con el orine y quedara allí para mantener la lubricación.
Al regresar me preguntó si ya estábamos listos para acostarnos, le dije que sí, pero antes bajé a la cocina a buscar agua, que por costumbre llevaba a la habitación para no salir del cuarto en horas de la noche a buscarla.
Cuando subí ya el niño estaba bajo las sábanas, apagué la luz de la habitación y encendí un pequeño faro que tenía en la cabecera de la cama, que normalmente lo usaba para leer en las noches.
Me quité toda la ropa e inclusive hasta mi ropa interior quedando completamente desnudo.
Cuando me iba a meter en la cama levanto las sábanas y para mi sorpresa el chico estaba desnudo y boca abajo, me quedé observándolo por un rato, aquellas nalgotas me tenía loco, le pasé las manos y comencé a sobarla, de repente estaba besando aquellas nalgas, lisas, blancas y gordas, al rato de estar de lado, me metí entre sus piernas mientras él seguía de espaldas, besaba, lamía y metía mi nariz entre su raja, noté que estaba a poco de haberse bañado, el aroma de su culito era a jabón de baño, cuando mi excitación aumentó, fui abriendo de apoco sus nalgas para dejar a mi disposición aquel hoyito rojizo y le puse la lengua en su centro, aquello fue como corriente, él se estremeció y yo lo noté, comencé a pasar mi lengua por aquella rajo y hueco, les digo que era la primera vez que daba una mamada de culo, pasaba con más fuerza mi lengua y trataba de meterla dentro de su agujero, así estuve bastante rato, cuando ya estaba cansado de pasar mi lengua por su culo le di la vuelta y su tremendo pene estaba bien parado, aun pienso que debe ser verdad lo que dicen de que “el que tiene nalgas grandes y paradas tienen tremenda verga”, eso en él era ley.
Cuando se puso boca arriba, comencé a chupar sus bolas, pasaba la lengua por su tronco y de vez en cuando mamaba toda su palanca, allí pasé otro buen rato hasta que mi amante llegó y lo supe porque esta vez, contrario al día anterior lo que le salió por el pene fue un líquido mas sólido y su sabor no tenía nada que ver con la orina.
Al darme cuenta que había llegado, comencé a besar su cuerpo hacia arriba, llegué a sus tetillas y luego pasé a su cuello, durante unos minutos lo besaba por el cuello y él me abrazaba, después me puse de rodillas y como él tenía sus piernas a mis costados, puse debajo de su cintura una almohada, para levantar bien su vientre, agarré su pene y lo masturbaba poco a poco, le levanté un poco las piernas dejando su ojete del culo a mi disposición, él solo me veía y no decía palabra alguna, solo asentaba con sus acciones, al poner la cabeza de mi pene en aquel agujero hice un poco de presión y noté como apretó sus piernas y le dije, relájate y si te duele me dices que pare, me agarré el miembro y lo deslicé entre su raja y su hueco, para lubricar, para mí eso es fácil, volví a poner la punta en su ojete y volví a empujar, noté como entró la cabeza y podía sentir como su esfínter apretaba y aflojaba mi miembro, me quedé quieto por un rato y volví a empujar y veía como entraba más mi mástil dentro de él, me volvía a aguantar y luego hacía lo mismo hasta que estuvo todo adentro, ya adentro comencé a sacarlo poco a poco y a meterlo, mientras masturbaba su pene, cuando esta todo dentro de él, me deje caer y comencé a meter y sacar con delicadeza, mientras lo besaba en el cuello, de repente cuando iba de un cuello a otro rocé sus labios y en uno de esos roces me quedé en medio de sus labios y comencé a besarlo mientras metía y sacaba mi pene, primero besaba sus labios y luego fui abriendo con mis labios los de él para introducir mi lengua y poder dar un beso de amor, aquel niño se soltó y se desbocó, aprendió a besar, metía su lengua entre mi boca y yo la mía dentro de la de él, rozábamos nuestras lenguas, aquello se fue haciendo más fuerte mientras yo estaba casi listo para llegar dentro de él, cuando siento entre nosotros que el niño había llegado y esta vez era más espeso su eyaculación, aquello me hizo explotar, arqueé mi espalda y tuve el más grande de mis orgasmos, eyaculé varios chorros de leche dentro de mi amante, volví a empujar para entrar completamente dentro de él y volví a eyacular otra vez, caí sobre él con todo mi peso y quedé exhausto casi desmayado, nunca pude olvidar aquel encuentro con mi amante, me enamoré de aquel niño, al rato mi pene perdió fuerza y se salió de su interior y yo me deslicé a su lado, cansado, sudado y exprimido.
El chico se dio vuelta de frente a mí y me beso nuevamente, como pude me levanté y lo senté en un vaso de cama que había traído a mi cuarto, botó todo lo que tenía en su interior, con el agua que había subido para beber, lavé su ojito y noté que estaba inflamado, pero me dijo que no le dolía, lavé mi pene y salí del cuarto a botar aquello para que no lo consiguiera mi madre al subir a despertar a niño en la mañana.
Nos acostamos, le puse su ropa interior y dormimos abrazados en forma de cucharita yo detrás de él.
Al día siguiente dije a mi novia que no la visitaría ese día, pues pensaba pasar toda la noche de ese viernes con mi amante y como sería sábado el día siguiente no tendría que levantarme temprano.
En mi próximo relato les hablaré de la morocha.
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