Salvados a cambio de sexo – Parte 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Tengo 28, y en mi trabajo la mayoría son jóvenes, entre 18 y 30 años.
Axel es un chavo de 23 muy guapo, de voz grave y cuerpo fuerte, piel blanca en el punto perfecto, sin llegar a verse pálido, muy amigable y simpático.
Desde el momento que lo conocí me llamó la atención y me imaginé besándolo.
Tiene un tatuaje en cada brazo que lo hace ver super sexy, pero sobre todo su forma de ser cuando está trabajando, como si nada más le importara, me hace desearlo más.
Alfredo es otro chavo de 22, delgado pero marcado, se ve que hace ejercicio, es moreno y no muy guapo pero atractivo en general, más serio que Axel pero igual amigable y varonil.
Yo tenía ya más de dos meses sin tener sexo, y estar viendo a estos dos me estaba matando.
De pronto hubo una mala racha en el trabajo y tuvieron que despedir a mucha gente.
Yo investigué para saber si alguno de mis amigos se iría, para poder defenderlos (por mis influencias jeje), y resultó que entre la lista negra se encontraban Axel y Alfredo.
De inmediato busqué la manera de salvarlos y, en resumen, podría hacerlo, pero le dije a mi contacto de RH que esperara un poco, que primero hablaría con ellos (obviamente incluí a varias personas, entre ellos algunos de mis amigos y amigas, para no levantar sospechas).
Decidí jugarme todas las cartas, total, no volvería a verlos después de ese día si todo salía mal.
Los cité a ambos en una sala de juntas (lo cual les pareció extraño ya que no son del mismo departamento ni yo soy su jefe).
Llegué a la sala, cerré la puerta y ambos estaban muy mal, se les veía la cara de que sabían que serían despedidos.
Así que empecé:
Yo: Bueno, los traje aquí porque, como sabrán, la empresa lo está pasando mal y habrá muchos recortes, e iré al grano, me enteré de que los dos lamentablemente están en la lista de los que se van.
Los dos pusieron una cara aun peor, supongo que no se esperaban que se los dijera tan directo.
Alfredo: ¿Entonces hoy es nuestro último día?
Yo: Así es, pero no todo está perdido.
Los dos me vieron fijamente a la cara como si quisieran arrancarme las palabras con la mirada.
Yo: Miren, la verdad esto que les voy a proponer está mal, no debería aprovecharme de esta situación, pero a fin de cuentas, es decir… Miren, por mi cargo y como me llevo bien con la gente de RH, puedo salvar a algunos, pero no a todos.
Si alguno de ustedes se salva, podrá conservar su empleo y seguir teniendo sus ingresos por un buen rato, ya que estas medidas extremas son para equilibrar a la empresa y que no vuelva a pasar.
En fin, ustedes saben todos los beneficios que tendrían si logro salvarlos, así que iré al grano: Para salvarlos les pediré algo a cambio, algo que tal vez vaya más allá de sus límites pero es el precio que tendrán que pagar.
En este punto los dos tenían una expresión de decenas de emociones al mismo tiempo.
Yo: Bueno, ya que no hablan jejeje, iré al grano: Los dos me gustan y quisiera hacer un trío con ustedes.
Abrieron los ojos al límite.
Yo: No es broma, eso es lo que les pido.
Sería una noche, los tres, cumpliendo todo lo que les diga sin excepción.
No se preocupen, tampoco soy tan extremo jajaja, pero soy algo especial.
Ahora, como veo que están en shock, los voy a dejar en la sala 10 minutos exactos para que lo piensen.
Está por demás decirles que si no aceptan simplemente no los ayudaré, pero si tratan de dañar mi reputación sí puedo afectarlos.
No es mala onda, es por protección mía.
Bueno, los dejo.
Ninguno de los dos había dejado de mirar al frente con los ojos abiertos de par en par.
Salí de la sala y cerré la puerta.
Estaba muy nervioso, sabía que podrían salir a reportarme o algo así, pero ya estaban amenazados, además había disfrutado mucho sus caras jajaja.
Regresé a la sala.
Yo: ¿Y bien? ¿Qué me responden? Tenemos otros 10 minutos para responder cualquier duda y hablar con RH.
Axel: Esque no sé, nunca he… O sea yo tengo novia.
Alfredo: Yo también, yo soy machín (risa nerviosa).
O sea sin ofender ni nada.
Yo: Miren, es solo una noche, no se les va a quitar lo hombre, es un rato, nadie se va a enterar y todo seguirá como si nada, ¿ok?
Axel: Pero esque yo no sé, la verdad me da cosa, me siento extraño de estar hablando de esto.
Yo: Yo sé que es raro y no es algo que hubieran pedido, pero piensen en el beneficio.
Vamos a hacer esto, les voy a dar la dirección de mi casa, para que lleguen a las 7pm mañana sábado.
Tienen mucho tiempo para pensarlo.
Si no llegan antes de las 7:30, entiendo que o no aceptaron y se acabó el problema, por lo pronto le diré a RH que pase sus casos para el lunes.
¿Está bien?
Los dos afirmaron con la cabeza sin verme a los ojos.
Al otro día yo estaba listo en mi casa por si llegaban.
Sabía que seguramente no llegarían, así que tenía preparada una noche de Netflix para desestresarme.
Dieron las 7 en punto.
Yo estaba muy emocionado, muy excitado de solo pensar que alguno de ellos podría ser mío.
Pero nada.
7:10, nadie llegaba, me estaba poniendo muy ansioso pero no quería ni tocarme, quería esperar por si acaso.
7:20 y nada pasaba, comencé a perder la esperanza.
Así que decidí poner más atención a la TV que hasta ahora solo estaba de fondo.
Decidí no mirar el reloj y olvidarme del asunto.
De ponto sonó la alarma de mi celular que tenía a las 7:30pm, era todo, se terminó.
Comencé a sentir miedo de que me reportaran, mi empleo estaba en juego, y mi reputación (soy de clóset).
Estuve un rato caminando de un lado a otro con el celular en la mano, cuando de pronto tocan a la puerta, veo la pantalla, 7:32.
Abro la puerta y ahí estaba Alfredo, morenito guapo con risa nerviosa mirando al suelo.
Alfredo: Disculpa, esque no pasaba el camión, se me hizo tarde.
Yo: No te preocupes, así pasa.
Adelante.
Entramos y pasamos a la sala vacía.
Alfredo mira con decepción.
Alfredo: Este… ¿No va a venir Axel?
Yo: No lo sé, supongo que no.
Alfredo bajó la mirada, sintió vergüenza, se sintió humillado por ser el único con necesidad de hacer esto.
Yo: Pero tú tranquilo, lo bueno es que todo va a salir bien.
Le di una palmada en la espalda y lo invité a sentarse en el sillón.
Alfredo tenía puesto un pantalón de mezclilla que, como siempre, se veía apretado de atrás porque está nalgón, y una playera que a pesar de no ser entallada dejaba ver sus fuertes brazos marcados.
Yo: ¿Quieres algo de tomar o de comer? Con confianza.
Alfredo: No, gracias, este… Gracias.
Me senté a su lado y se exaltó.
Miré su rostro, todo su cuerpo de arriba abajo.
Yo: Pues al grano.
De una vez te digo que la condición es que hagas todo lo que digo, no quiero estar batallando con esto, ¿ok? Así que de una vez, porque la noche es corta.
Alfredo sonrió resignado, avergonzado.
Yo me sentía mal por hacerlo pasar un mal rato pero la verdad estaba tan excitado que no me iba a detener por nada.
Comencé por acariciar su mano, su brazo, hasta llegar a su playera, seguí hasta su hombro.
Luego acaricié su pierna, se sentía tan dura por el ejercicio, delicioso.
Yo: Quítate los zapatos.
Alfredo se quitó los zapatos.
No olía nada mal.
Se ve que venía super limpio de todo.
Comencé a acariciar su pecho sobre la playera, se sentían sus pectorales duros, bajé a su abdomen, no tan duro, más bien flácido pero con casi nada de pancita.
Justo como me gustan.
Acaricié sus costados, delgado, duro, ejercitado, joven, delicioso.
Me agaché y le quité los calcetines, tenía unos pies hermosos, morenos y de piel suave.
Los acaricié y los besé, los lamí un poco de encima.
Volví a sentarme en el sillón.
Yo: Ponte de pie frente a mi.
Alfredo obedeció y lo tomé de la cintura, pasé mis manos a sus nalgas y las apreté sobre el pantalón.
Estaban durísimas y grandes, deliciosas, me estaba poniendo a mil.
Lo atraje a mi sin dejar de apretar sus nalgas, mi cara quedó en su abdomen.
Subí su playera y vi su delicioso ombligo, irresistible, lo empecé a besar y a lamer, metía mi lengua en su ombligo y se estremecía, le daba cosquillas (supongo que ninguna de sus novias le había hecho eso).
Lo puse de espaldas y levanté su playera.
Se notaba la línea vertical de la espalda y los hoyitos que se hacen en la espalda baja.
Lo lamí todo, era delicioso.
De pronto tocaron a la puerta.
Ambos nos asustamos.
Abrí y era Axel.
Axel: Hola, qué tal, este… Se me hizo muy tarde, perdóname.
Yo: No te preocupes, adelante, pasa.
Axel: Hola.
Alfredo: Hola.
Se dieron la mano sin verse a los ojos.
Yo: Mira, ya estábamos empezando.
Le decía a Alfredo que no quiero batallar, la idea es que hagan todo lo que les digo o mejor no hay trato, ¿ok?
Axel: Este… si… pero…
Yo: Ok, entonces para que nos alcances, quítate los tenis y los calcetines.
Vi sus hermosos pies, del mismo todo de piel que sus brazos, deliciosos.
Yo: Ok, Alfredo, bésale los pies a Axel.
Alfredo se exaltó, Axel se asustó, se quedaron quietos unos segundos.
Yo: Vamos, que se hace tarde.
Alfredo se agachó, acercó su cara a los pies de Axel, los tomó y se quedó inmóvil.
Axel solo se quedó quieto, sin decir una palabra.
Yo: Quiero que le acaricies los pies, y que le lamas los dedos.
Y por cierto, si por esto se están traumando no se va a poder, no saben todo lo que nos espera, mejor sigan si quieren o no, porque…
Alfredo comenzó a lamer el pie de Axel, lo lamió todo y se metió los dedos a la boca, con los ojos cerrados.
Tenía algo de asco en la cara pero no se detenía.
Axel solo se veía incómodo y veía a otro lado.
Así que decidí entretenerlo, comencé a acariciar su pecho, no tan duro como el de Alfredo pero igual rico.
Tiene un poco de pancita pero deliciosa, subí su playera y encontré la piel del mismo color que sus hermosos brazos.
Sentí miedo.
Yo: Alfredo: Ahora quiero que lamas su ombligo.
Alfredo obedeció y Axel se retorcía de las cosquillas.
Su pancita se movía muy rico.
Yo: Pónganse de pie.
Se pusieron de pie y los traje frente a mi, les apreté las nalgas a los dos, uno con cada mano, como para comparar.
Axel también las tenía duras, no tanto como Alfredo pero un poco más grandes.
Subí la playera de ambos para ver sus ombligos, los lamí (el de Axel tenía saliva de Alfredo).
Yo: Ok, Axel, te toca obedecer.
Ponte atrás de Alfredo y acarícialo como si fuera tu novia, abdomen y pecho, y quiero que beses su cuello.
Pero quiero que lo hagas con la intensión de que se excite, si no lo logras no hay trato.
Puse a Alfredo frente a mi y vi fijamente su rostro.
Axel tenía la tarea de excitarlo y Alfredo tenía la tarea de excitarse.
Yo estaba en el paraíso.
Comenzó a acariciarlo, primero sobre la playera, luego metió las manos bajo la playera y acarició su abdomen, subió hasta su pecho y por fin pude ver los pezones de Alfredo, oscuros y deliciosos, se veía su peco marcado, Axel comenzó a besar su cuello son dejar de acariciarlo, y Alfredo mostraba que le estaba gustando.
Yo: Aprieta sus pezones.
Comenzó a apretar sus pezones sin dejar de acariciar y lamer su cuello, sus atrás de sus orejas, Axel estaba dándolo todo y Alfredo se dejaba llevar.
Yo estaba en los cielos.
Los interrumpí para subirle la playera a Alfredo, como si fuera a quitársela pero solo lo dejé con la cara tapada y sus axilas a la vista, eran hermosas, marcadas por los músculos de brazos, pecho y hombros, y con la cantidad de vello perfecta.
Le lamí los pezones, los mordí y gimió un poco, le lamí las axilas, mientras Axel no dejaba en paz su cuello.
Me asomé y vi que Alfredo ya tenía un poco de erección.
Subí la playera para descubrir su boca y lo besé, con mis labios apretaba los suyos, carnosos y húmedos, y él también movía sus labios.
Le apreté los pezones y a medio beso sentí su gemido.
Lo estaba logrando.
Le quité la playera y lo contemplé por unos segundos, su hermosa piel morena uniforme desde su cara hasta su abdomen era increíble.
Yo: Ahora cambien de rol, lo mismo.
Axel se puso frente a mi, Alfredo ya con más confianza le acarició el abdomen y el pecho por debajo de la playera, la subió hasta su cuello, yo le lamía el ombligo a Axel, subí a sus pezones y los besé, los mordí, Alfredo le lamía el cuello, al lado de las mejillas, las orejas, Axel se estremecía.
Su piel era perfecta, me gustaba su pancita.
Le quité la playera y acaricié todo, levanté sus manos para ver sus axilas, el sinvergüenza las tenía depiladas, la piel más clara que en el resto de su cuerpo.
Las lamí frenéticamente, mientras le apretaba los pezones y Alfredo seguía lamiendo su cuello.
Axel comenzó a gemir, y ya se veía su erección.
Me gustaba un poco más el olor de Axel, aunque ambos despedían un delicioso olor a joven, varonil.
Comencé a desabrochar el pantalón de Axel, lo bajé y se lo quité.
Sus piernas eran gruesas, del mismo color, oh Dios, ese color hermoso de su piel como si estuviera ligeramente bronceado.
Apenas tenía vello en las piernas, las acaricié, las lamí, apreté sus muslos, subí las manos por debajo de su bóxer, sin llegar muy arriba (quería que durara).
Lo pude de espaldas a mí.
Yo: Bésense.
Se besaron y yo recorrí la espalda de Axel con las manos, le lamí y comencé a apretar esas hermosas nalgas redondas sobre el bóxer.
Dios, estaban redonditas y duras, tan redonditas, no podría dejar de acariciarlas, quería estar así por siempre.
Las apretaba con mis manos, quería sentirlas entre mis dedos, quería deshacerlas, eran perfectas.
Me bajé a acariciar sus piernas y puse mi nariz en sus nalgas, en medio, quería oler, quería sentir esas jóvenes nalgas con mis labios.
Olía a limpio pero también olía a macho.
Yo: Alfredo, quítate el pantalón.
Se lo quitó y pude ver sus marcadas piernas morenas, poco vello y piernas marcadas, irresistibles para mi lengua.
Los cambié de posición y también olí las nalgas de Alfredo sobre el bóxer.
, que de la misma manera olían a limpio y a macho a la vez.
Los puse de lado frente a mí y siguieron besándose, se tomaron de la cintura y se besaban con pasión.
Yo los tenía de lado y admiraba sus curvas.
Con cada mano baje desde sus cuellos hasta sus nalgas, que sobresalían de sus espaldas, paraditas, gorditas, duras.
Sus hermosos cuerpos de pieles perfectas, suaves y juveniles.
Aunque ya estaban en confianza, Alfredo seguía mostrando su personalidad más reservada, así que decidí romperlo para siempre.
Yo: Alfredo, ponte frente a mi.
Tomé su bóxer y sin dejar de verlo a los ojos lo bajé lentamente, se atoró con su pene erecto, lo bajé con fuerza hasta el suelo.
Por fin tenía frente a mí ese hermoso pene moreno, más oscuro que el resto de su piel.
Su vello apenas llegaba a su pene, sus testículos eran grandes y lampiños, ligeramente más claros, colgando, su pene no estaba circundado, así que jalé su prepucio hacia atrás, ya tenía líquido su cabecita.
Era un pene hermoso, de unos 18 centímetros, no muy grueso pero no delgado, simplemente perfecto.
Comencé a masturbarlo.
En este punto los dos se quedaron inmóviles, regresó a sus rostros ese miedo, esa vergüenza.
Yo: Axel, siéntate aquí junto a mí.
Quiero que le acaricies los huevos.
Axel se sentó, con miedo y torpeza acercó su mano y comenzó a acariciar las colgantes bolas de Alfredo.
Yo lo empecé a masturbar.
Yo: Cambiemos.
Axel puso su mano alrededor del pene de Alfredo y comenzó a mover lentamente de atrás hacia adelante.
Yo, con más experiencia, comencé a acariciar sus huevos, la parte que hay debajo, sé dónde tocar para excitar a un hombre.
Y funcionó, Alfredo comenzó a respirar más rápido.
Yo: Ok, Axel, ahora quiero que se la mames.
Axel se puso pálido, su rostro decía que estaba preparado pero aun así no era fácil.
Alfredo estaba asustado pero excitado a la vez.
Axel acercó su cara lentamente al pene de Alfredo, abrí la boca, cerró los ojos y rápidamente se lo metió a la boca, comenzó a subir y bajar muy despacio, con asco, con torpeza.
La cara de Alfredo no tenía precio, se sentía avergonzado pero excitado, y respiraba más rápido, no podría evitar disfrutar esa mamada inexperta pero comprometida de Axel.
Yo puse a Alfredo de lado y por fin pude ver esas deliciosas nalgas morenas.
Me puse de pie, lamí su cuello mientras acariciaba su pecho, apreté sus pezones, lamí su espalda, sus axilas, bajé a los hoyitos de la espalda baja, y ahí estaba, frente a esas hermosas nalgas.
Las olí una y otra vez, las acaricié, pasara mis manos por cada parte de esas nalgas, las apreté las mordí y Alfredo gimió.
Yo: No te detengas Axel, lame también sus huevos.
No supe si lo hizo, no quise separarme de esas langas, no podría dejar de lamer, de morder, de sentir esas duras nalgas de joven, redondas y morenas.
Tan duras, escondiendo celosamente su culito.
Comencé a lamer cada vez más al centro, comencé a abrirlas lentamente y no resistí, las separé con mis manos y lo que vi fue maravilloso: Un hermoso culo lampiño de color uniforme, super cerrado, virgen.
Comencé a lamer ese culo y Alfredo se retorcía, yo llené de saliva su culo, sentía los movimientos de Axel, que había acelerado el paso.
Yo: Axel, no te detengas, pase lo que pase no te detengas, quiero que te los tragues.
No pude ver su expresión, me la perdí por estar chupando el mejor culo de mi vida.
Alfredo se retorcía, pero yo quería ver su rostro.
Yo: Rápido, Alfredo, siéntate en el sillón.
Se sentí y lo atraje a la orilla, su cara era de macho excitado.
Yo: Axel, sigue mamando hasta que se venga.
Axel se sentó al lado y siguió mamando, yo me puse abajo y seguí chupando su culo, ahora Alfredo estaba con las piernas abiertas, las puse sobre mis hombros y seguí chupando, quería abrir ese culo con la lengua, y lo estaba logrando, mientras Axel aceleraba el ritmo, como queriendo que terminara pronto.
Alfredo respiraba muy rápido, era excitante ver su abdomen y pecho, escuchar sus respiración, sus gemidos.
Dejé unos segundos su culo para meterme las bolas a la boca, lamí la raíz de su pene y pude sentir la boca de Axel en acción, sentir su saliva y el líquido preseminal de Alfredo mezclados.
Seguí lamiendo su culo y haciendo presión bajo los huevos con mis manos.
Alfredo perdió el control, tomó la cabeza de Axel y la usó como vagina, y comenzó a gemir muy fuerte, muy rápido, hasta que gimió a gritos y acercó la cabeza de Axel a su cuerpo, todo su pene estaba dentro de la boca de Axel, apretó el culo que yo chupaba, se marcaron todos los músculos de su cuerpo, fueron 4 embestidas a la boca de Axel, suspiró y comenzó a respirar más lento.
Estaba sudando, estaba satisfecho.
Axel, por el contrario, tenía cara de mucho asco, y los ojos humedecidos, ya no se movía, solo Alfredo lo seguía penetrando en la boca lentamente.
Tomé su cabeza, la alejé del pene de Alfredo (que quedó brillante y mojado), y lo besé, lo besé suavemente para probar la leche de Alfredo, los restos que quedaban en la boca de Axel.
Lo mejor estaba por venir.
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