SALVAJEMENTE GUAPO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
La empresa en la que trabajo tiene presencia en prácticamente todo el mundo.
El corporativo es muy grande y uno difícilmente conoce a todos sus compañeros; sin embargo, hay uno que sin duda todos conocen.
Su nombre es Erick.
Es alto, mide 1.83 m, piel blanca, ojos verdes, cabello castaño.
Sus facciones son muy masculinas y su voz es muy grave y profunda.
Es atlético, tiene una espalda ancha y brazos fuertes.
Cuando se quita el saco de su traje, deja ver lo marcada de su espalda y unas nalgas bastante trabajadas.
Por si fuera poco, es carismático y muy sociable.
Yo soy de estatura mediana (1.77 m), blanco de cabello negro y cuerpo atlético.
Me identifico como hombre gay, mayoritariamente activo.
Cada año la empresa organiza un viaje de convención para sus empleados, donde todos los vendedores y gerentes disfrutan por una semana en algún punto turístico a manera de integración y festejo.
En el avión de ida a Playa del Carmen, México, me tocó sentarme junto a Erick.
El vuelo duró aproximadamente dos horas, mismas que Erick y yo estuvimos platicando, con risas, anécdotas y cuestiones de trabajo (él no se encuentra en mi área pero al final se trata de la misma compañía).
Al aterrizar cada quien caminó por su cuenta con el resto del grupo y nos dejamos de ver en lo que quedó el día.
Al hacer el check-in en el hotel donde todos los de la empresa nos hospedamos, me enteré que compartiríamos habitación, y casualmente me tocó compartir con Erick.
En el instante que me dijeron eso en el mostrador sentí mariposas en mi estómago, cosa que se me hizo rara porque yo no suelo enamorarme de hombres heterosexuales.
Llegué a la habitación, dejé mis cosas y busqué a mis compañeros con los que trabajo en la misma área y estuve con ellos por el resto del día.
En la noche hubo una cena de bienvenida por parte de la empresa y sirvieron alcohol.
Yo no tomé más que un par de tragos y me fui a dormir.
En la madrugada, escuché que la puerta se abrió y comencé a despertarme por el ruido que Erick hacía al entrar.
En ese momento se quitó la ropa, levantó las sábanas de mi cama, me movió a un lado y se acostó junto a mí.
Me dijo un par de cosas que no entendí porque estaba bastante ebrio a lo que yo le respondí que se fuera a su cama.
Lo empuje dos veces y le repetí que se fuera a su cama.
Me hizo caso, se levantó, se acostó en su cama y se quedó perdidamente dormido.
Yo me encontraba algo confundido, se había equivocado de cama en su borrachera? o existía la remota posibilidad de que Erick estuviera intentando hacer algo conmigo?
Al día siguiente, me desperté, me metí a bañar, me arreglé y fui a las actividades de la convención con mis compañeros de trabajo.
Me preguntaron que si Erick había llegado muy tarde a dormir, porque lo habían visto hasta muy tarde en el antro del hotel.
A lo que respondí que sí y que me dijo un par de cosas borracho, pero omití el detalle de que se metió en mi cama.
Durante el día me lo encontré y con un tono de burla le pregunté si recordaba lo que había hecho en la madrugada, a lo que me respondió que no se acordaba siquiera de cómo había llegado a la habitación.
A pesar de eso, algo en su mirada me hizo sospechar que no era así.
Transcurrieron todas las actividades del día y al anochecer me dirigí a mi habitación, estando acostado recordé el episodio de la noche y no pude evitar fantasear con Erick.
Quería besarlo, acariciar esa espalda musculosa, tocarle la verga tiesa como acero y ser su puta.
De pronto caí en cuenta que yo no suelo jugar ese rol; como dije anteriormente, soy activo y me gusta ser el macho alfa con hombres pasivos que les guste tener mi verga en el culo.
Pero en esta ocasión, moría porque Erick me poseyera.
Quería sentirme completamente dominado y sometido por él, que con sus manos fuertes me tomara de la cintura y me tratara como su perra.
Entonces un plan vino a mi mente, si de verdad Erick quería hacer algo conmigo la noche anterior, yo le daría pie a que lo hiciera.
Me bañé y me quedé dormido en unos boxers muy cortitos, que dejaban ver mi figura atlética, mis nalgas y piernas musculosas.
No me tapé con las sábanas para que cuando Erick llegara me viera en la cama desnudo solo en boxers y dejé una luz muy tenue prendida para agregarle cierto toque seductor a la escena.
Así me quedé dormido, de lado, destapado, en boxers, con el culo parado y la luz a medio apagar.
Más entrada la noche, escuché el momento en que Erick entró.
Inmediatamente sentí la adrenalina inundar mi cuerpo, sentí las mariposas en el estómago de nuevo y mi culo estaba deseoso por sentir la verga de Erick.
Escuché que se quitó los zapatos, se abrió el cinturón y unos segundos después sentí sus manos recorrer mi espalda arqueada.
Me acariciaba lentamente desde el cuello hasta la espalda baja y al cabo que lo hacía, se me puso la piel de gallina.
Sin embargo, yo continuaba haciéndome el dormido.
De repente sentí un par de besos en mi nalga derecha, y yo moría de la excitación, por lo que dejé soltar un gemido involuntario.
Entonces Erick se percató que estaba despierto y me cambió de posición en un dos por tres, poniendo mi cuerpo boca abajo en su totalidad.
Sentí que se acostaba encima de mí sosteniéndose con esos brazos deliciosos sin dejar todo su peso reposar sobre el mío.
Noté su respiración en mi cuello, profunda y caliente.
Luego me lamió la oreja lentamente de una manera muy sexual, y me dijo "sé que me deseas".
Yo a esas alturas no sabía si seguirme haciendo el dormido o no, pero me dejé llevar y él recorrió toda mi columna con pequeños pero traviesos besos hasta llegar a mi boxer.
Con sus dientes me los fue bajando poco a poco y al descubrir mis nalgas me dio una mordida en una de ellas y ahí deje escapar un segundo gemido.
Entonces me tomó bruscamente de la cintura y me quitó el boxer con una facilidad que hoy en día sigo repasando en mi mente.
Al dejar mi culo expuesto, escupió dos veces y en seguida puso su lengua en mi hoyito.
Se sentía caliente y delicioso, me chupó el culo de una manera riquísima, jugaba con mi ano haciendo círculos con su lengua y luego movimientos suaves seguidos de movimientos duros con los que me penetraba.
Después se empezó a poner un condón y sacó de su maleta un frasquito con lubricante y me lo untó en el ano.
Sentí poco a poco su verga abriéndose paso por mi hoyo.
Estaba tiesa y grande como un palo.
Me erguí parcialmente estirando mi espalda hacia atrás y lo empecé a besar.
Sentí su pene hasta adentro y se esperó unos momentos, mientras acariciaba mis hombros y me dijo "desde el avión quería hacerte mío".
Entonces empezó a penetrarme de una manera desenfrenada, el poco dolor se disipó y sentía la gloria en mi trasero con este hombre encajándomela sin parar y con sus gruñidos de macho alfa.
Me cambió de posición en un por tres cargándome y voltéandome boca arriba.
Al siguiente instante mis piernas estaban al aire en sus hombros de campeón y yo cual puta entregándole todo mi hoyo.
Sentía cada embestida de su verga rozando mi próstata y con ello cada vez yo gemía con mayor fuerza.
Al principio me tapó la boca con su mano izquierda, lo cual me prendió mucho más, pero al darse cuenta lo extasiado que estaba, quitó su mano y dejó que mis berridos inundaran la habitación.
Me estaba dando con todas sus fuerzas y me estaba transportando al orgasmo más intensamente masivo de mi vida.
Al tenerlo de frente, mi su cara extasiada de placer, se le marcaba la vena de la frente y del cuello.
Sus musculosos brazos hacían fuerza para embestirme y veía su abdomen marcado sosteniendo el peso.
Una gota de sudor escurría por su cara y mordía sus labios con excitación.
Me decía cosas como "puta madre, que rico estás, me vuelves loco" y "me encanta escucharte gemir, cómete toda mi verga".
Me sacó el pene de un jalón e igual de rápido que las veces anteriores, me puso de perrito.
Me escupió una buena cantidad de saliva y me dejó ir su tronco hasta adentro.
Sentía como cada mete y saca me llenaba de placer y se apoyaba de mi cintura poseyéndome cada segundo.
Luego noté un cambió en su respiración, más agitada y profunda, entonces me cambió de posición por última vez, acostándome boca arriba, se quitó el condón y a la siguiente fracción de segundo estaba brotando borbotones de leche caliente de su gloriosa verga, escurriéndolos en mi cara y pecho.
Le pedí que me metiera la verga una vez más para venirme y me retorcí de placer con su enorme trozo de carne en la cola, al cabo en que yo terminé.
Nos dimos un par de besos y se quedó dormido en mi cama.
El resto de la semana no coincidimos ni en las actividades ni en la habitación.
Pensé que él no quería saber nada de mí y al recoger mi equipaje el fin de semana, vi que me dejó una nota que decía "Miércoles, vino y jacuzzi, mi departamento" y su número telefónico.
Eso fue hace 2 años.
Erick y yo estamos felizmente casados hoy en día y somos la envidia de hombres y mujeres.
Erick resultó ser no sólo un activo alfa, sino también un pasivo sumiso por el que muero por cogerme todas las noches.
Pero esa es otra historia.
Besos calientes,
La Loca de Mi
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